2 - Amelia

Cuando llegó a su casa fue capaz de fingir total normalidad. A pesar de que había llorado, el tiempo que había pasado en el bus era suficiente para ponerse bajo control. Saludó a su madre con total normalidad y luego fue a su habitación, como si nada hubiese pasado. Entonces encendió su portátil y empezó a buscar psicólogos en su ciudad.

¿De verdad iba a hacer aquello que su mente siempre había evitado?

Sí. Lo que había pasado hoy era una prueba de que era algo grave. Ella estaba desesperada y no soportaría mas tiempo de esa manera. Además no podía pedirle ayuda a sus amigos, así que si tenía que buscar ayuda por su cuenta lo iba a hacer.

Sin embargo los resultados no fueron muy alentadores. Muchos de los psicólogos cobraban una cantidad de dinero que ella no tenía, o estaban en lugares a los que sería difícil llegar. Pero no podía quedarse así. Tenía que encontrar alguna manera de ir al psicólogo, así tuviera que gastar sus ahorros en una miserable cita.

De repente un recuerdo pasó por su cabeza. Hace tiempo la universidad había enviado un correo sobre salud mental. ¿Y si les escribía a ellos? Tal vez podían darle una solución. Y aunque ir al psicólogo en la universidad antes era algo impensable, ahora se estaba quedando sin alternativas. Así que trató de buscar las mejores palabras para redactar un correo decente.

Y presionó el botón de Enviar, mandando también sus esperanzas con ello.

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