Sueños

Kara caminaba a casa abatido, lleno de rabia, tristeza y miles de sentimientos. *Esto es tan injusto ¿por qué morí? ¿Por qué te amo? ¿Por qué me amas? ¿Por qué no puede decirte la verdad?* -pensaba. No aguantó más y lanzó un grito al aire. Lena no estaba mejor, tenía miles de sentimientos en el cuerpo y miles de pensamientos en la cabeza. Estaba confundida, sentía que le había fallado a Kara, pero también recordaba el beso y  no importa cuánto lo negase, lo había disfrutado. Sentía tantas cosas por el chico, y a la vez, no podía dejar de amar a Kara. No parecía justo. *Kara perdóname, perdóname por favor. Prometí que mi corazón  siempre sería tuyo, y mis labios también. Tus labios fueron los últimos que bese y no quise volver a besar otros... hasta hoy* -confesó abatida, con lágrimas en los ojos, pero a la vez tocándose los labios y recordando la sensación de aquel beso. Siguió desahogándose con su Kara hasta que se quedó dormida.

Esa noche, una batalla se desató en los sueños de Lena, soñaba con Kara y luego veía al chico, recuerdos de ambos llegaban a su cabeza. De pronto los vio parados frente a ella, ambos le ofrecían su mano y ella no sabía que hacer. Veía a los dos y sentía cosas muy fuertes por ambos. Volteó a ver al chico y luego a Kara quien le sonrió; esa sonrisa y esos ojos cielo fueron suficientes para que Lena dejara las dudas y decidiera tomar la mano de la chica. Kara la tomo por la cintura y la morena rodeó su cuello con los brazos.

Lee, te amo –la morena sonrió ampliamente.

Y yo a ti. Siempre lo haré –sus rostros se fueron acercando, hasta que se fundieron en un beso. En ese momento la morena se despertó. Tocó sus labios sonriendo, y tuvo la extraña sensación de que Luka y Kara besaban casi igual. Se paró, tomó unas hojas de papel y una pluma y comenzó a escribir una carta.

- Ya lo decidí papás. No hay más que decir –decía Lena a sus padres.

- Pero hija, no crees que estés exagerando –comentó Lilian.

- No. Es lo que debo hacer y punto –dijo con confianza.

- Bueno, entonces no nos queda otra que apoyarte con tu decisión – dijo Lionel.

- Gracias, se lo agradezco. Sé que no será fácil, pero debo hacer lo que debo hacer.

- Así es hija, será difícil pero sabemos que tú sabes lo que haces –agregó Lilian.

- Bueno, los veo al rato. Deséenme suerte.

- Suerte –dijeron al mismo tiempo. Lena salió de la casa con rumbo a su destino.

- Pobre muchacho – comentó Lionel a su esposa.

- Lo sé. Y pobre de nosotros ¿Qué haremos sin  nuestra princesa?.

Lena había decido irse por un tiempo. Tomar distancia, alejarse de todo y si se podía olvidarse de todo también. Necesitaba aclarar su cabeza. Sabía que siempre amaría a Kara, pero estaba consciente de que ella se había ido y sus sentimientos por el chico eran reales y fuertes. Su cabeza era un desastre y su corazón también. Un tiempo a solas, le vendría bien. Le había escrito una carta a Luka, explicándole las cosas, confesándole otras, disculpándose con él y básicamente, diciendo adiós.

- ¿Ya abriste tu regalo? –preguntaba con ilusión Nia al chico.

- Nia, lo siento tanto nena, no he tenido chance. –Nia puso una cara de decepción- ¿Te parece si lo abro ahorita? –agregó el chico sonriéndole a su amiga.

- ¡Sí! – contestó con felicidad. Kara tomó el regalo y lo abrió; sus ojos brillaron.

- ¡Nia! ¿Es acaso...? –preguntó emocionado, sosteniendo una cadenita con una cruz.

- Sí Kara, es tu cruz – respondió con una sonrisa la joven chica. – Cuando te pasó, lo que te pasó, a tu mami le devolvieron tus cosas y ella preguntó por tu cruz, pero dijeron que no llevabas ninguna cruz. Se nos hizo muy raro porque tú siempre la llevabas. A los dos días de que te fuiste de vacaciones al cielo, fui a la calle donde te atropellaron, porque Lord Tubbington me dijo, y vi que algo brillaba. Me acerqué a ver  y... ¡era tu cruz, Kara! –dijo emocionada– La agarré y vi que la cadenita estaba  rota. Así que decidí guardarla para cuando volvieras – terminó con una sonrisa su historia.

- Vaya que gran historia –dijo el chico– Gracias Nia. Te quiero –agregó y le dio un abrazo a su amiga.

- Qué bello relato Nia – comentó Eliza.

- Siempre he dicho que mi novia es un genio –agregó la rubia.

- Bueno, en realidad el genio es Lord Tubbington. Él me dijo que fuera, él me dijo que Kara volvería de sus vacaciones al cielo, y él fue el que me dijo que Luka era Kara.

- Comienzo a tenerle miedo a ese gato –bromeó Kara.

- Yo también – dijo Eve, pero al parecer ella si hablaba enserio.

- ¿No vas a ponértela? – Preguntó Nia.

- Am Nia no lo sé. No creo que sea buena idea que ande por ahí con la cruz de Kara –contestó el chico

- Pero tú eres Kara –dijo la joven chica.

- Pero eso sólo ustedes lo saben.

- Porfa Kara –suplicó Nia– Sólo por hoy, lúcelo para nosotras.

- De acuerdo – dijo Kara resignada, poniéndose la cruz.

- Bueno ¿y vas a decirnos para que nos citaste? –cuestionó la rubia.

- Quería contarles lo que pasó con Lena, ayer.

Kara les contó a las tres, lo sucedido la noche anterior. Se desahogó, dejando salir todo.

- Tranquila hija, piensa que por lo menos ahora, bueno no sé, serán más cercanos y ella se dará cuenta –trataba de consolarlo su madre.

- Madre, ¿cuánto tiempo ha pasado y ella no parece darse cuenta de nada? Estoy cansada, no puedo hacer esto y aparte no creo que ella este muy contenta con lo que pasó. Estoy segura de que está enojada conmigo. Ya les dije que me corrió.

- Pero si se dejó besar es por algo – dijo Eve– Seguro que siente cosas por ti. ¡Debe de! Eres su Kara y ella debe sentir eso. Ese beso debió decirle algo. Tal vez por eso te corrió, porque se asustó.

- No lo sé, no lo sé –decía el chico desesperado, cubriendo su rostro con las manos.

- ¡Ánimo Kara! ya verás que Lena se dará cuenta y se pondrá contenta de saber que estás viva –la consoló Nia.

- Gracias Nia, gracias a todas. Ustedes hacen esta situación soportable. No saben cómo me mata no poder decirle la verdad 'Hey Lee, soy yo, Kara. Estoy viva... o algo así. -El ruido de un jarrón rompiéndose hizo que las cuatro voltearan a ver. El corazón de Kara se detuvo cuando vio que había sido Lena.

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