Presencia Invisible.
La víctima número dieciséis, fue Hagakure Tooru. Una mujer de personalidad agradable y amistosa, enamoradiza y honesta.
Simplemente, sintió la fragilidad de su corazón. La sensibilidad de su alma, aquellos sentimientos profundos, enfrascados dentro de sí misma, comenzaron a resonar en su ser.
Un 16 de Agosto, no logró reflejarse en el espejo.
🌙
Estaba en compañía de Mina, su mejor amiga. Más, la rosada era la única que hablaba, contándole a Tooru todos sus líos en el amor. Extrañamente, Tooru se encontraba callada, perdida en sus propios pensamientos.
Sentía que ese día, algo importante pasaría. Tenía una angustia en el pecho que, trataba de ignorar. Le gustaba la compañía de Ashido, pero necesitaba paz y silencio. Algo que, su amiga no sería capaz de obsequiarle.
Con pesadez, desvió su mirada. Queriendo encontrar algo que, la distrajese. Sus ojos brillaron, en el momento en que, éstos se toparon con la figura de Ojiro.
A pesar de, nunca comunicarse con él, se sentía profundamente enamorada de él. De su timidez, sus sonrojos, y aquella personalidad tan caballeresca que, sólo él poseía.
Era su crush.
Y el simple hecho de, observarlo en el pasillo, activaba su total curiosidad y emoción, tan característica en ella.
Porque la había dejado completamente flechada.
Mina —al percatarse de la intensa mirada que, su amiga le mandaba al chico con cabellera mostaza—sonrió con picardía, dándole un golpe suave en su hombro.
Hagakure se tambaleó un poco, sorprendida por la repentina acción de la rosada. Que la tomó, desprevenida.
—¿Y ya te declaraste?— preguntó Ashido, haciendo un gracioso juego de cejas. Tooru se sonrojó levemente y sonrió divertida, por la acción de su mejor amiga.
—Claro que no, idiota—devolvió con un poco de más fuerza el golpe.—. No tengo oportunidad.
Soltó un pesado suspiro, tomando una posición más erguida. No mentiría, ella si deseaba estar al lado del chico, agarrando su mano, caminando en un atardecer. Era algo que, desde el momento en que, lo conoció, comenzó a soñar con él.
Pero, a pesar de todo, se conformaba con sólo verlo. Observar sus logros, cada uno de sus gestos, y descubrir reacciones que, sólo ella podría conocer.
Era algo especial, un pasatiempo curioso y escalofriante a la vez, pero que, la ponía de muy buen humor.
Sin embargo, Mina no se quedaría con los brazos cruzados. Ella apreciaba a Tooru, y quería verla feliz. Apoyarla en los momentos de duda y guiarla, era su deber como mejor amiga.
Por eso, por primera vez, desobedeció el hecho de que su casi hermana, quedase en la posición de acosadora. De ocultar sus sentimientos tan profundos, y conservarlos solo por simple aprecio. Sólo era una manera de ser cobarde e inseguro.
Y no quería que, ella fuese así.
—Confiésate— comentó positiva y apasionada. Hagakure se limitó a parpadear, confundida por el repentino interés por su vida amorosa.-, debes hacerlo. Sé que tienes el valor para hacerlo, eres la persona más valiente que conozco.- hizo una pausa, para Mina ser tan cursi y recitar palabras empalagosas, era algo realmente raro y desconocido.
— Quiero que seas valiente y feliz. ¡Tú puedes hacerlo!—grito Ashido.
De un momento a otro, ya no se encontraba al lado de Ashido. Fue bruscamente empujada hacia el chico que, curiosamente se dirigía hacia ellas.
Era demasiada casualidad. Tanta, que causaba escalofríos en la espalda de la joven.
Sus pies se enredaron entre sí, el bruto movimiento proveniente de la rosada, la sorprendió. Y no tuvo tiempo de asimilar el golpe, por lo tanto, ocurrió lo peor.
Cayó encima de Ojiro, quien en éstos momentos estaba nervioso, con el corazón en su rostro— ya que, estaba muy, muy rojo—, y sorprendido por el cuerpo de una chica sobre el suyo.
Alzó su vista, encontrándose con los ojos cafés del joven que, ella tanto anhelaba. Se sonrojó, su cerebro se negaba a cooperar con su corazón. No tenía ni un sólo sentido de lógica en ese momento.
Las palabras de Mina se rememoraban, una y otra vez en su cerebro. Aquel apoyo que, estaba recibiendo por aquella a quien consideraba su hermana, le había tocado. Se sintió poderosa, como si aquella angustia que poseía hace unos momentos, se hubiese esfumado.
Ignorando todas las indirectas de su cerebro. Hizo lo inevitable, lo que cualquier adolescente enamorada haría. No quería ser obediente, quería sentir amor.
—Me gustas, Ojiro.
Pero, lo que menos sintió en aquel arduo escenario, fue amor.
El chico se encontraba levemente sonrojado, pero, no era capaz de observar a la chica a los ojos. Sus sentimientos eran tan puros, que temia romper aquel corazón inocente de la mujer. Y se sentía la peor basura, por no poseer coraje.
Desvió la mirada, incómodo por la situación en la que se encontraba. Pues, él no sentía nada por ella.
Más, ni siquiera la había visto. Sus ojos no se encontraron, sus pupilas no emanaban amor. Esa chica, no había despertado nada en él.
Y él no era tan cruel, como para aceptarla. Y solo fingir un amor que, obviamente no tenía futuro.
-Perdona.— comenzó, agarrando su nuca y peinando sus cabellos.—, no puedo corresponderte.
La vista de Hagakure empezó a nublarse. Dejó de respirar por unos segundos, estaba destrozada mentalmente. Observó sus pies, analizó cada parte de su cuerpo. No comprendía la razón de su rechazo.
No se consideraba a si misma linda, pero no se clasificaba como fea. Y lo único que importaba para ella, eran los sentimientos. La dulzura del alma, que al parecer, Ojiro no notó en ella.
-¿Por qué?- murmuró audible, el oji café resopló. No tenía una razón coherente, para darle. La chica frente a él, era pura, tenía un cuerpo esbelto y bien formado, su rostro era tan delicado como porcelana. Era bellísima.
Pero, nada de toda esa superficialidad, le hacía sentir algo más de empatía. Y el amor no se basaba en eso.
Bruscamente, recitó unas palabras. Marcando el corazón de aquella inocente nina, que la alegría la invadía cada vez que lo contemplaba.
-Yo, siendo sincero- sus ojos penetraban los de Tooru, queriendo destrozarla, hacerla sentir indefensa. Inconscientemente, él estaba rompiendo el corazón de la pequeña.— Jamás te vi.
Abrió sus ojos, sorprendida por tanta honestidad. No entendía, no estaba entendiendo nada. Solo contempló como el chico se retiraba. Dejándola con la palabra en la boca.
Buscó a Mina con la mirada, necesitaba desesperadamente consuelo. Apoyo y consideración más que nunca.
Pero, ésta se había ido. No quiso ver la vergonzosa confesión que, ella misma había impulsado a realizar.
Todo aquel apoyo que, invadió por un momento sus venas, sólo fue falso.
Con lágrimas recorrer su frágil rostro, se encaminó al baño. No tenía animos de ir a su casa y soportar las quejas de su madre.
Para su buena suerte, nadie estaba allí. Nadie escucharía sus sollozos, sus lamentos, sus gritos.
Las únicas enteradas serían, aquellas cuatro paredes y aquel espejo que la inquietaba y amenazaba, al mismo tiempo.
"Jamás te vi"
Aquellas palabras le habían dolido, le tocó en lo más profundo de su corazón.
Con temor, se atrevió a mirar el espejo. Parándose frente a este, deseando ver su rostro y su cuerpo tan refinado.
Ahogó un grito de desesperación, en el momento en que, este espejo no fue capaz de reflejar la figura de Tooru.
Ella no lograba admirarse en el espejo.
Su reflejo se encontraba transparente, abriendo las más profundas heridas emocionales estancadas en el alma de la chica.
No paraba de llorar, la única palabra capaz de describirla sería 'vulnerable'. Su alma se encontraba desnuda, sus sollozos se volvían sonoros, pero nadie se atrevía a entrar al lugar.
Rozó la yema de sus dedos, con el frio cristal del espejo. Con sus uñas, lo rasgó, clavando éstas en el proceso.
Millones de pedazos de cristal, cayeron de manera simultánea. Sin embargo, no se sintió aliviada, ni despreocupada.
Aun sin aquel espejo tan amenazador. Seguía sintiéndose intimidada, como un cordero en la boca de un lobo.
Aun sin aquel espejo, su alma tenia transparencia.
Se sentía mas invisible que nunca.
El 16 de Agosto, su piel adoptó una transparencia, reflejando sus sentimientos, mostrando su vulnerable corazón a aquel espejo tan amenazante.
Su alma estaba llena de amor, cariño y dolor. Ese día, sus sentimientos salieron a flote, y entendió la invisibilidad en su persona. Aquella presencia invisible
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top