Capítulo V: Enemigo (II/III)
II
Aren
Ver a Soriana sonreír, feliz, era maravilloso. Borrar de sus ojos la preocupación y la tristeza, aunque fuera por breves instantes era una gran satisfacción para mí. Esa noche me dediqué a tocar una alegre melodía con mi harmónica, cuando vi que ella aplaudía al ritmo de la música, la alenté a levantarse y bailar. Al instante Keysa la acompañó, ambas se tomaron de las manos y empezaron a danzar mientras yo tocaba.
Bailamos hasta el cansancio, solo cuando no pude más, paré y entonces, entre risas, volvimos a sentarnos alrededor de la fogata. Esa noche dejó de importar el hechicero oscuro y sus planes, éramos nada más que nosotros tres.
Avanzada la velada, creé el domo y a su cobijo tendimos las mantas mientras los animales descansaban amarrados a un árbol cercano.
No me pasó desapercibido el hecho de que Keysa colocó su lecho un tanto alejado de Soriana y al acostarse se despidió y nos dio la espalda. Luego de eso yo fijé mis ojos en los otros de agua clara. Ella me miraba con una pequeña sonrisa en los labios, se acomodó sobre mi pecho y así, abrazados, nos dormimos.
Por la mañana nos alistamos y continuamos nuestro viaje. Después de ser expulsados de Augsvert, los alferis se asentaron en las montañas aledañas de Ausvenia. Eran agrestes, llenas de criaturas peligrosas y las leyendas populares las habían dotado de historias macabras, donde en algunas de ellas los monstruos eran los mismos alferis.
Íbamos a marcha media, Soriana detrás de mí mantenía sus brazos alrededor de mi torso, cada vez que me hablaba, su voz ronca cosquilleaba en mi oreja y me erizaba el vello. No podía dejar de repasar en mi mente los besos que nos dimos aquella noche y que yo me moría por repetir.
A medida que avanzábamos el clima se volvía más cálido y la vegetación escasa, paramos cerca de un delgado arroyo para refrescarnos y darles de beber a los caballos. La primera en descender fue Keysa. La joven hada actuaba cada vez más decidida.
—Iré a buscar de comer, necesito algo que tenga miel o néctar.
Ayudé a Soriana a bajar, quien se mostró inquieta.
—No te alejes mucho, Keysa, esta zona podría ser peligrosa.
La joven hada asintió. Soriana la siguió con los ojos y suspiró cuando su protegida se internó entre los arbustos.
—Ella está tan diferente. Es como si no sintiera miedo.
Lo tomé de la mano y la apreté suavemente.
—Está creciendo, se siente más segura de su magia, debes darle un poco de confianza. ¿Qué sucede? —le pregunté cuando ella inclinó la cabeza con pesar.
—Mientras Keysa esté conmigo, su magia podría volver a fallar.
—¿Por qué dices eso?
—Yo creo que la razón por la que Keysa no lograba desarrollar todo su potencial era yo. Soy una hechicera oscura, está en la naturaleza de los morkenes robar la magia de otras personas, incluso aunque no queramos.
La miré sorprendido de que pudiera pensar algo como eso. Si bien era cierto que los morkenes robaban la magia de otras criaturas, lo hacían al asesinar y el savje pasaba a su ejecutor. Otra manera era a través de ritos que incluían el acto sexual, pero jamás escuché que lo hicieran de manera inconsciente.
—¿Qué te hace pensar algo así? —Sujeté su mentón y lo levanté para que me mirara a los ojos—. ¿Olvidas que Keysa recuperó su poder cuando todavía estaba a tu lado? La causa de que en todo ese tiempo ella no hubiera logrado usar su magia, no puedes ser tú, Soriana. Además, bajo esa premisa de que solo por estar cerca de alguien con magia tú absorbes su poder, debería pasar también conmigo, ¿no crees? Y yo sigo siendo el mismo de siempre, mi savje está intacto. —Antes mis palabras, ella me miró con una triste expresión—. Deja de culparte por todo, ¿quieres?
—Es que no puedo evitar pensar en que todo este tiempo a mi lado, yo pude hacerlo daño sin quererlo.
—Pues es absurdo que creas eso. Lo que a Keysa le pasaba era falta de confianza en sí misma. Ahora que la ha recuperado, podrá emplear su magia en todo su esplendor.
La estreché en mis brazos para reconfortarla, era tan satisfactorio, por fin, sentirla cercana. Al poco tiempo regresó Keysa con un cargamento de flores azuladas en las manos y reiniciamos la marcha.
El siguiente punto en nuestro recorrido era Vergsvert. Nos hallábamos en los bosques de las tierras bajas, una región compartida por pequeñas ciudades, cada una con su propio gobernante y que no le rendían tributo a ninguno de los cinco grandes reinos. Para entrar en Augsvert había que hacerlo por el Vert, el sendero a través de la cadena montañosa que comunicaba ambos reinos. Sería allí donde nos separaríamos; Soriana y Keysa se adentrarían en Ausvenia al reino de los alferis y yo continuaría mi viaje a Augsvert.
Vergsvert era un reino grande, mucho más que Augsvert, abarcaba toda la región al oeste de las montañas, en lo que antiguamente se denominaba el valle de Vesalia. Hasta hacía unos cien años permanecieron enfrascados en largas guerras por la conquista de la región. Luego de que el rey Daven I logró unificarla, mientras Augsvert libraba su batalla personal contra los alferis, su sucesor vergsveriano se dio a la tarea de abolir la esclavitud. Fue allí donde la Liga de Heirr dio sus primeros y tímidos pasos en la lucha contra la magia de Morkes y contra todo aquel que quisiera esclavizar, no solo a las criaturas mágicas, sino lucrarse con la venta de humanos.
Pero eso ocurrió mucho tiempo atrás y en la actualidad Vergsvert era un gran reino, cuya economía se basaba principalmente en la exportación de sal, seda de araña y ganado.
Vergsvert estaba delimitado del resto del continente por fronteras naturales. Al este, la cordillera de Ausvenia lo separaba de Augsvert y por el norte, donde nos disponíamos a cruzar, se encontraba el caudaloso río Baurg, el cual, luego de atrevesar Ausvenia se convertía en nuestro amado Ulrich. El nombre le venía de que en sus profundidades se escondían poderosas corrientes que, al igual que un anillo, envolvían a aquellos que se adentraban en sus aguas hasta hundirlos. No importaba, incluso, que viajaran en naves, estas terminarían en el fondo del río. Por lo tanto, nosotros tendríamos que ingresar a Vergsvert por alguno de los tres puentes sobre el portentoso río.
El paso fronterizo se erigía frente a nosotros. Detrás del fortín amurallado, se extendía el extenso puente hecho de piedra y heirdsand traído desde las canteras de Augsvert. La bandera con el estandarte del ejército vergsveriano —un cuervo con alas extendidas sobre un fondo rojo y un par de espadas cruzadas—, ondeaba en lo alto de la almena.
Antes de acercarnos lo suficiente como para notar el fortín, Soriana y yo habíamos discutido si sería o no prudente revelar nuestras identidades y lo que podría esperarnos en esa frontera. Llegamos a la conclusión de que los cazadores de la Liga de Heirr pudieron haber alertado a todos los reinos y pedirles ayuda para darnos caza. Así que muy probablemente estarían a la expectativa por si aparecíamos.
Por lo tanto, los tres modificamos nuestra apariencia. Keysa ocultó el brillo dorado de su piel y ojos, así como también las puntiagudas orejas; y Soriana y yo nos disfrazamos de campesinos.
No usamos magia, sino que cambiamos nuestro aspecto como lo hubiera hecho un común. Emplear nuestro poder implicaba el riesgo de dejar un rastro y que este fuera detectado por quienes nos perseguían. Así pues, ella cambió el color de su cabello con tintura de carbón y lo recogió bajo un sobrero de paja. Otra vez exhibía barba y bigotes falsos. Yo vestía ropas humildes y, como ella, también llevaba sombrero.
El paso tenía dos vías, una para entrar y otra para salir del reino. Me llamó la atención que la salida era mucho más transitada que la entrada, en donde solo había una pequeña fila de personas aguardando por el acceso. Las personas que salían iban cargadas con enseres e incluso animales domésticos, tal parecía que se trataba de un éxodo.
Fue entonces cuando recordé algo que había ocurrido casi dos lunaciones atrás. Cuando entramos a Ulfgeirgs, antes de cruzar el paso de Geirg, el soldado de la puerta de la ciudad había mencionado que Vergsvert se encontraba azotado por una epidemia que mataba su ganado. Estuve seguro de que esa migración obedecía a la peste que hacía frente Vergsvert en ese momento.
Le hice saber mi deducción a Soriana.
—Entonces tendremos que modificar el plan. Déjame hablar a mí —dijo ella.
La pequeña fila avanzaba lento y a medida que pasaba el tiempo crecía mi ansiedad. A nuestro lado, Keysa sobre su caballo parecía serena, sin embargo, al ver sus irises, ahora castaños, que se movían de un lado a otro, se podía adivinar que también estaba nerviosa. Confiaba en Soriana, aun así no podía evitar preocuparme, tenía un mal presentimiento
—Estaremos bien —me susurró ella desde atrás como si adivinara mi estado de ánimo.
Al acortarse la fila, nos percatamos de la presencia de dos soldados uniformados. El pecho de cada uno lo cruzaba una banda dorada y del lado derecho portaban una insignia: una espada dorada rodeada por un círculo. Como lo suponíamos, la Liga de Heirr estaba dándonos caza.
—Bien —dijo Soriana en un tono de voz para que Keysa, a nuestro lado, escuchara—. Tenemos que mantener la fachada, somos campesinos.
Los caballos se aproximaron a marcha lenta y cuando estuvimos lo suficientemente cerca de la entrada, sentí un retortijón de ansiedad en el estómago. Era imposible que no la reconociera, uno de los dos cazadores en el puesto fronterizo era Ivanara.
Quise recular y devolvernos, ingresar por otro sitio menos custodiado, no importaba si teníamos que atravesar el Baugr con alguna balsa y enfrentarnos a sus remolinos subterráneos, eso sería preferible a exponernos a que ella me identificara.
—Es Ivanara —le advertí en voz baja a Soriana.
—¿Estás seguro?
—Como que cada mañana el sol se levanta desde Augsvert.
Ella suspiró. También percibía que la presencia de la cazadora lo complicaba todo.
—No importa. A esta altura si nos devolvemos será peor. Sigamos adelante.
***Reapareció Ivanara jajajaja, se le junta el ganado a Aren jiji.
Si ven algún fallo por ahí, alguna incoherencia en la trama, no les de cosita decírmelo, háganmelo saber, con esta historia no me siento tan segura.
Y bueno, no sé si se los he dicho, pero ustedes son mis mejores lectores. No importa si las demás novelas tienen mas leídas, mas votos o comentarios, yo siempre los voy a preferir a ustedes porque estan conmigo desde hace un montón de tiempo. Y como ustedes siguen, yo también sigo.
¡Que las flores de Lys desciendan sobre vuestras cabezas!
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