Capítulo XII Final: Prohibido amor (V/V)
Día 23 de la doceava lunación del año 292 de la Era de Lys. Frontera noroeste, reino de Augsvert
La vida, de pronto, daba un giro inesperado. Si hasta entonces creí mi existencia miserable, si pensé que nada podía ser peor, me equivoqué de la peor manera.
Vivía una pesadilla.
Ya no sabía que sentía. Creí que odiaba a mi madre, pero el vacío que dejó su ausencia dentro de mí era demasiado grande y el saber que yo era la culpable, terrible.
Tomé los cuadernos y me senté con ellos en una silla revestida por pieles de animales. Eran cuatro los que me dio lara Moira. Todos tenían una cubierta sencilla en cuero ennegrecido y en el centro una mariposa repujada. Pase la yema de los dedos sobre el diseño, como si de esa forma pudiera tocarla de nuevo.
Miré mis manos y en ese momento me di cuenta de que las vendas las cubrían hasta por encima de las muñecas. Al agarrar los diarios sentí dolor en ellas. No entendía por qué el dolor era mas fuerte en mis dedos.
Recordaba haber cortado mis muñecas para realizar el terrible hechizo que desencadenó toda aquella desgracia, sin embargo, no eran mis muñecas las que dolían.
Comencé a quitar el vendaje de la mano izquierda y a medida que lo hacía, sentía incrementarse el dolor, hasta que la causa apareció frente a mí.
La herida en mi muñeca se hallaba cauterizada, pero el dorso de mi mano y dedos estaba cubierto de ampollas, algunas de las cuales rezumaban un líquido amarillento.
Al estar descubierta la horrible herida, el dolor fue máximo. No me atreví a desenvolverme la otra mano, por el contrario, volví a vendar la que estaba expuesta.
No entendía por qué mis manos estaban en ese estado, a menos que la fuerza del hechizo que practiqué fuera el causante.
Si tan solo tuviera leche de borag, la necesitaba más que nunca tanto para calmar el dolor físico como para anestesiar el del alma.
Después de cubrir la herida de nuevo, tomé los diarios. Escogí uno al azar. Al abrirlo noté que un tercio de las páginas estaban en blanco, ese debía ser el mas reciente. Lo abrí un poco antes de la última página.
«Día diez, décima lunación, año 292.»
Era el día antes de la asamblea sangrienta. Suspiré profundo y empecé a leer.
«Los últimos días han sido aciagos, casi no he podido conciliar el sueño. No sé si lo que estoy a punto de hacer sea un error. Si algo de este plan falla, si algo le pasa a Soriana, sé que no podré perdonarme jamás.
Moira no deja de repetirme que es la única manera de quitarles la máscara a los conspiradores. Ella confía ciegamente en Percival, su hermano, y yo también, pero hay cosas que a veces pueden salirse de la planificación, un pequeño imprevisto y... No quiero pensar en eso.
¡Dioses, si tan solo existiera otra manera!»
Pasé la página, lo siguiente tenía fecha de dos días después, el siguiente a la asamblea sangrienta.
«Soriana no me perdona y con sinceridad no sé si yo logre hacerlo algún día. Creí que después de vencer a Olestein y su conspiración estaría tranquila, pero no es así.
No puedo derrumbarme ahora aunque desee echarme atrás, no puedo dejar ir de Heiorgarorg a todos esos niños, si lo hago el resto del Heimr y la Asamblea se me abalanzaran como buitres, verán en mí debilidad y no compasión.
Pero lo que más me atormenta no es eso, sino la mirada de Soriana, sus ojos me ven con desprecio.
Como quisiera que volviera a ser aquella niña para quien yo lo era todo. Creo que ella no se acuerda, pero hubo una época en la que solo se dormía si yo me acostaba a su lado y le acariciaba la cabeza.»
Cerré el diario y me llevé las manos a la boca. Leer las palabras de mi madre era mucho más difícil de lo que imaginé. Ella había sufrido por las decisiones que se vio obligada a tomar y yo, en lugar de darme cuenta y apoyarla, lo único que hice fue criticarla y condenarla.
Pasé las hojas hasta más atrás y encontré el día en que la obligué a revelarme la profecía.
«Día 20 de la sexta lunación, año 292.
Maldita profecía. Malditos los videntes que la pronunciaron.
Soriana está deshecha. Por más que traté de criarla fuerte, de que nada pudiera perturbarla, ella sigue teniendo un corazón de cristal: frágil y transparente.
Quisiera que nada pudiera herirla, quisiera hacerla sonreír, pero tengo que aceptar que nunca he sabido cómo hacerlo, no soy una buena madre, no logro hacerla feliz.
Quise forjarla en acero, hacerla a mi imagen, que nada la doblegara, pero temo que he usado mal el yunque y el martillo; la hoja finalmente se resquebrajará.
¿En qué he fallado?
Todos los que están conspirando, los que revelaron la profecía a la Asamblea, los que creen que tergiversándola lograran destronarnos, se equivocan.
Incluso mis padres me usaron, me vendieron como el ternero destinado al holocausto; no les importó y me entregaron al horrible hombre que fue Sorien. Ahora que he aceptado mi destino, que sacrifiqué a Moira, mi verdadero amor, no me apartaran del trono con tanta facilidad.
Lo he dado todo, lo he perdido todo por esta maldita corona que nunca quise.
Pues bien, haré que el sacrificio valga la pena.»
Fruncí el ceño al leer las últimas frases. «El horrible hombre que fue Sorien.» ¿Mi padre fue un mal hombre?, y ¿por qué mi madre decía que sus padres la vendieron? Lo que yo sabía de la historia de mis padres, lo que todo el reino repetía, era que se habían amado mucho.
Mi padre repudió a la reina Weshalia Hagebak, su primera esposa, porque ella no podía darle un heredero. Conoció a mi madre y se enamoró perdidamente de ella, se casaron y vivieron felices hasta el día en que mi padre, en un accidente de caza, murió. Tenían una diferencia de edad notable, al conocerse él tenía cuarenta y ella diecisiete, pero se amaban, al menos era lo que todos decían.
Empecé a revisar las fechas de los diarios, quizás uno de ellos correspondiera a cuando mi madre y mi padre se conocieron.
«Día 4 de la quinta lunación, año 275.
Falta muy poco para mi cumpleaños número diecisiete, Moira y yo ya lo hemos decidido, cuando terminemos nuestros estudios ingresaremos en el ejército. El solo hecho de pensarlo me emociona, no puedo concebir un destino más glorioso que servir a mi nación al lado de mi amada Moira.
Además, estando lejos de mis padres no podrán darme la lata con lo de escoger marido. Si supieran que amo a una mujer creo que ambos se morirían ja, ja, ja.
A veces quisiera decirles lo que siento cuando a escondidas ella me toma en sus brazos y me besa, como mi piel se estremece con el leve roce de sus dedos. Lo haría por el placer de ver sus rostros tornarse lívidos de pura incredulidad y rabia ja, ja, ja.
Pero no, este será por siempre nuestro secreto.»
«Sexta lunación, año 275. Mi cumpleaños.
Siento que estoy en las nubes.
Ha sido uno de los mejores días de mi vida.
La fiesta no estuvo mal, la comida fue exquisita. Como siempre mis padres no ahorraron en nada. A veces creo que compiten con los Hagebak para ver quienes son mas ricos, mas elegantes, mas influyentes.
A mí nada de eso me importa, ni siquiera que el rey Sorien se levantara de su asiento dorado y caminara directo a mí.
Confieso que me sentí un poco perpleja y mas cuando me pidió bailar. Es un hombre muy apuesto, de porte elegante, con su cabello negro recogido en una media cola y sus ojos azules relucientes. Si me sintiera atraída por los hombres creo que él me haría suspirar. Además, huele muy bien y también fue amable al invitarme al palacio real.
No obstante, no me atrae. No hay para mí nadie más fascinante o hermoso que ella.
A mí el mundo dejó de importarme cuando Moira entró al salón portando el uniforme de gala del ejército negro.
No dejo de soñar con el día en que también yo pueda llevarlo y ambas nos marchemos a vivir juntas, así sea en las barracas de los soldados.
Cuando mis padres estaban distraídos hablando con el rey Sorien, la tomé de la mano y la arrastré fuera del salón. Corrimos por las galerías, riendo como un par de niñas, hasta entrar a mi habitación. En lo único que podía pensar era en quitarle ese uniforme y besar...»
Pasé la página, en realidad varias páginas. Por pudor no quise leer lo que mi madre le hizo a la capitana Moira. Seguía pareciéndome extraño que dos mujeres pudieran amarse, aunque después de leer las notas de mi madre, luego de presenciar el hondo sufrimiento de lara Moira por su muerte, comprendí que lo que sentían era un amor genuino y puro.
Solo me intrigaba el papel que mi padre jugó en aquella relación.
«Décimo día de la novena lunación, año 275.
Mis padres siguen dándole largas a mi deseo de presentar el examen para ingresar en el ejército. Temo que se opongan de manera definitiva, que puedan usar sus influencias para que no me acepten.
Moira ya se ha ido. Hoy he recibido un haukr de ella, dice que pronto llegará al fortín, que está desesperada porque me le una y yo también lo estoy.
En lugar de estar preparándome para encontrarme con ella, paso los días en la biblioteca del palacio Flotante.
No diré que no es interesante, hay muchísimos libros, pero después de casi dos lunaciones yendo, prácticamente, a diario, me aburre al igual que las charlas con el rey Sorien.
Al principio me parecía halagador que quisiera hablar conmigo, que escuchara mis ideas y las tuviera en cuenta. Incluso llegué a exponerle aquella loca de construir un sistema que llevara agua a las colinas más distantes de Augsvert, dónde el Ulrich no llega y el rey me escuchó con mucha atención.
Pero últimamente, no sé, sus ojos me miran extraño. A veces siento miedo. Una sensación de escalofrío me recorre cuando su mano se posa sobre la mía. Trato de alejarme sin que parezca descortés, y él siempre logra la manera de evitarlo.
Creo que no quiero regresar al palacio Flotante.»
«Dia quince de la novena lunación. Año 275
Hoy ha sucedido algo terrible. No sé cómo he podido dejar que pasara.
Les dije a mis padres que ya no quería ir al palacio Flotante a menos que fuera día de Asamblea, que deseaba presentar el examen en el ejército, pero ellos no escuchan y como siempre terminé en la biblioteca que ahora odio con el alma.
Cuando llegué el rey ya estaba allí, esperándome.
Se mostró tan gentil como siempre.
Ya que mis padres no me escuchaban, decidí aprovechar la cercanía con el rey y hablar con él. Le diría de mi intención de marchar al ejército y la negativa de mis padres de dejarme hacerlo.
Antes de que yo pudiera decir nada, él me invitó a pasear por las galerías del castillo. Acepté creyendo que sería una buena oportunidad para pedirle ayuda.
"Pedirle ayuda" ¡Qué ingenua fui! ¿Cómo no noté sus intenciones?
Mientras caminábamos le conté cómo me sentía y lo que quería, él dijo que me ayudaría a entrar en el ejército, que no debía preocuparme.
Estaba tan feliz que lo tomé de la mano, le sonreí con mucha efusividad. No debí hacerlo, no debí ser tan alegre.
Sin darme cuenta terminamos en su despacho privado. Él dijo que me daría una carta de recomendación para el ejército.
Me senté en el amplio diván y él se sentó a mi lado.
De pronto el rey me dijo que iba a repudiar a la reina Weshalia, que ya no la amaba.
Parecía tan dolido que solo quise consolarlo. Acaricié su mano y él empezó a llorar.
Me sentí muy mal e incómoda y más cuando me abrazó para llorar en mi hombro.
Él había sido tan bueno, que yo lo dejé, además es el rey.
De pronto todo se salió de control, me sujetó muy fuerte y empezó a besarme. Quise que parara, que se detuviera, le supliqué que lo hiciera, pero no escuchó.
Me siento horrible, sucia y muy estúpida.
Debí darme cuenta de lo que realmente quería.»
«Día 16 de la novena lunación. Año 275
Les conté a mis padres y, de verdad, no sé qué esperaba de ellos.
Les dije que el rey me violó.
Creí que se enojarían, pero no. Mi madre me palmeó la rodilla y dijo que él era el rey y podía hacer lo que quisiera, que debía sentirme feliz de que me eligiera a mí. Que él nunca me violó.
¡Él es el rey! ¿Y qué se supone que soy yo?»
«Día 20 de la novena lunación. Año 275.
Hoy he visto de nuevo al rey.
Cuando mis padres anunciaron que estaba en casa y quería hablarme tuve un ataque de pánico. No podía respirar, las piernas me temblaban. Sin embargo, a ellos no les importó, me obligaron a verlo, a escucharlo.
Tenerlo en frente fue horrible. Sentí otra vez sus dedos sobre mi cuerpo, sus labios en mi piel. Quería gritar, salir de mi casa, de Augsvert, volver con Moira.
¿Por qué me está sucediendo esto a mí?
Me ha dicho que repudió a la reina Weshalia y desea desposarme. Me confesó que se enamoró de mí desde el instante en que me vio en la fiesta de mi cumpleaños.
¡Todo esto es una pesadilla!
Trajo a una mujer muy extraña con él. Su rostro oscuro estaba pintarrajeado de muchos colores. Tenía collares con medallones de piedras que jamás había visto, en sus brazos traía dibujadas muchas runas.
Mis padres hicieron que entrara en mi habitación con la mujer, también lo hicieron ellos y el rey.
Fue terrible.
Me desnudaron, la mujer pasó alrededor de mi cuerpo un péndulo con una extraña piedra cristalina que, al acercarla a mí, se tornó negra.
Después hizo que me tumbara en la cama, me separó las piernas y metió sus dedos en, en mi... ella dijo que estaba en cinta.
Esto es una locura.
Tanto el rey como mis padres me dijeron que debo cumplir con mi deber para con el reino y otorgarle un heredero.
Que debo estar honrada, pues seré la reina y mi hijo el futuro rey de la nación mas gloriosa del continente.
Pero yo no deseo ser reina, cuanto quiero es estar con mi adorada Moira.»
«Día 21 de la novena lunación. Año 275.
Mis padres saben que amo a Moira. Me han amenazado. De una manera muy sutil dijeron:
"Tu amiga ha sido destinada a las canteras de heirsand, es una pena que esté en ese terrible lugar. El trabajo allí es muy duro, estar bajo el sol inclemente ayudando en la extracción de las piedras. Con un porvenir tan brillante por delante y pensar que un accidente puede acabar con sus sueños"
Ni siquiera lo tuve que pensar. Daría mi vida por Moira.
En la siguiente lunación mi apellido pasará a ser Sorenssen.»
«No soy mas que el reservorio donde anida el futuro heredero. Lo odio.
Odio a este bebé que llevo dentro. Odio que venga de él»
«Primer día de la décima lunación, año 275.
Hoy recibí un haukr de Moira. Se enteró de que en algunos días me convertiré en la reina de Augsvert.
Ella sabe que algo sucede. Me preguntó el por qué de mi decisión.
Desde que inició está pesadilla he pasado noches en vela pensando en si debo o no contarle la verdad, ahora que llegó esta carta siento que es una señal de Surt para que sea sincera.
Confío en Moira, sé que no hará nada descabellado, pero tengo que decirle, me moriría si ella creyera que no la amo, que la traicioné por ambición.
Le pedí que no viniera a Aaberg, que permanezca allá. No hay manera de que evitemos este destino y lo último que quiero para ella es el destierro o la muerte
Al menos saber que ella está bien me consuela»
«Undécima lunación, año 275.
Soy la nueva reina consorte de Augsvert, madre del futuro heredero y prisionera del más horrible destino.
Durante la celebración de la alianza, lara Helga Hagebak, la madre de la antigua reina Weshalia se acercó a mí. Me felicitó por la alianza entre los Nass y los Sorenssen, y aunque sus palabras eran halagüeñas el tono y la expresión de su rostro eran amenazantes.
Antes de irse dijo algo de que el rey ya no necesitaba más del apoyo de los Hagebak en el Heimr ahora que tenía el de los Nass y sus aliados.
Todo es política, supongo. Alianzas entre poderosas familias para mantenerse en el poder.
No sé si Sorien me ama, yo no lo hago, lo único que siento por él es repulsión.
Vino a mis aposentos al concluir la fiesta.
No quería que pasara, no quería que viniera. Rogué a todos los dioses porque el cansancio y el vino lo agotaran y no sintiera deseo, pero las puertas de mis aposentos se abrieron de par en par. Yo aún no me acostaba, mis doncella me ayudaban a quitarme el voluminoso vestido cuando él entró.
Parecía otra persona.
Solo vestía la camisa de seda y el pantalón. Dio la orden a las doncellas de que salieran y nadie, bajo ningún concepto nos interrumpiera en el resto de la noche.
Quería irme también yo.
Se acercó y comenzó a acariciar el contorno de mi cara con sus dedos, luego tomó entre el índice y el pulgar un mechón de mi cabello blanco.
"Eres tan hermosa" dijo "Y eres solo mía".
Entonces me tomó fuertemente de la cintura y comenzó a besarme.
Me rebatí en sus brazos. Incluso llegué a golpearlo, le arañé el rostro, entonces Sorien se transformó.
Me soltó solo para abofetearme, me lanzó a la cama, rompió la túnica interior que llevaba y me violó otra vez, muchas veces durante la noche hasta que se durmió.
No he descansado nada, ¿cómo podría cerrar los ojos?
Solo me levanté a escribir estás notas. La puerta está cerrada y no logro abrirla, debe tener ethel como revestimiento, mi magia no funciona en esta habitación.
Estoy encerrada con un monstruo.»
Leer esto me rompió el corazón.
Mi padre, el ser que más he admirado durante toda mi vida, ¿cómo es posible que sea el mismo villano de este diario?
El rey bueno y amado por todo el reino. El hombre que creó el domo mágico que nos protege de nuestros enemigos. El ser inteligente que trajo tantas mejoras a la nación, no puede ser un vil tirano, un violador egocéntrico. No es posible.
Era por esto que ella nunca hablaba de él.
¿Era está la verdad de la que lara Moira dijo, ella me quería proteger?
Mi madre no quería que yo descubriera quién fue en realidad mi padre.
Si tan solo lo hubiese sabido, si hubiese sabido una décima de todo lo que ella sufrió.
¿Cuántas veces no le grité a la cara que él fue un mejor rey de lo que ella era?
¿Cuántas, no le dije que lo extrañaba? ¿Cuántas, le reclamé que nunca me hablaba de él, que no lo amaba?
Me provocaba abofetearme muy fuerte por ser tan estúpida.
Y lo peor era que ella ya no estaba para poder suplicarle perdón.
Continué leyendo su diario con la vista empañada por las lágrimas y el corazón en un puño.
«Duodécima lunación, año 275. Día cuatro.
No he dejado de vomitar, no me apetece comer.
Al menos mi amado rey ya no me toca, tiene días sin hacerlo, quizás me veo tan mal que no despierto su deseo.
Cada vez odio más a Sorien y a este bebé.
He pensado en asesinarlo cuando nazca y después huir de Augsvert. Sería una maravillosa venganza.
Aunque tendré que hacerlo todo como una común.
Sorien sabe que lo desprecio, se lo dije la última vez que me tomó por la fuerza, le dije que me escaparía.
Fui una estúpida al hacerlo.
Él regresó con un regalo, dijo que quería hacer las paces. Era una gargantilla.
Cuando me rodeó el cuello con ella supe lo que en realidad era: Ethel.»
«Primera lunación, año 276.
Mis padres han venido a verme.
No les dirigí la palabra.
Los odio.»
«Día cuatro. Primera lunación, año 276.
Recibí una carta de Moira, con esta ya son cuatro. Dice que las canteras son duras, pero que está bien. Se ha hecho amiga del capitán Hirshprung, dice que es un hombre con muchos contactos en el ejército, conoce a mucha gente y que la va a ayudar. No ha dicho a qué.
Eso me preocupa, que ella cometa una locura. Moira es lo único que me hace continuar.»
«Dia 20, tercera lunación, año 276
Sorien tiene otras amantes en el palacio.
Lo vi la otra noche besarse con lara Ignia entre los arbustos del jardín
También sé que una de las sirvientas es su amante, que ha llegado a dormir con él en su cama.
A veces escucho cuchichear al servicio detrás de mis espaldas y a algunas laras de la corte.
Tal vez piensan que los devaneos del rey me hieren. Nada más alejado de la realidad. Ojalá siga así, entregado a su lujuria y se olvide de mí.»
«Día 25, cuarta lunación, año 276.
Anoche volvió a mis aposentos y como siempre, fue terrible.
Parece que delante de mí no puede controlar su lujuria, tal parece que mi rechazo y mi resistencia más lo excita.
Me confesó que la causa de su distancia fue prescripción del sorcere curandero. Le dijo que en los primeros meses del embarazo debía dejarme reposar para evitar una pérdida.
Pero ya no era necesario, con cinco meses de embarazo podía volver a hacerme suya y fue lo que hizo.
Una y otra vez me forzó, me obliga a hacer cosas y ahora que él puede ejercer en mí una magia que tengo anulada, es peor.
Estoy segura de que esto es una maldición. Alguien que me odia me ha hecho un hechizo oscuro, no puede existir otra respuesta a esta miseria de vida que llevo.»
Lo que leía era cada vez más turbio. Sin embargo, me obligué a leer un poco más.
«Día diez, quinta lunación, año 276.
¡El bebé se mueve en mi vientre!
Es una sensación extraña. Lo siento mover los pies y como empuja ahí dentro.
Creo que a veces tiene hipo y comienza a saltar. Es bonito sentirlo allí.
Ya no lo odio, por el contrario, siento que me acompaña, que ya no estoy tan sola. A veces le hablo como si pudiera escucharme, hago planes con él de un futuro bonito, que sé, jamás tendremos.
Este bebé y las cartas de Moira son el único motivo de que continúe con vida.»
«Día veinte, quinta lunación, año 276.
He tomado una decisión. Voy a comportarme como la reina que se supone que soy.
Yo no quería este destino, jamás soñé con tener un hijo, mucho menos ser reina, pero me forzaron a serlo.
He sacrificado mucho: mis sueños, mi amor por Moira. Lo mínimo que puedo hacer es darle valor a mis pérdidas.
Tomaré mi lugar en el Heimr y en la vida política de Augsvert.
Querían un heredero, tendrán un heredero.
Pero no seré solo el recipiente que lo alberga, yo seré la reina.»
«Día 20, séptima lunación, año 276 de la era de Lys.
Ha nacido y es una niña.
Tiene mi cabello y mis ojos y el color de piel de Sorien. Es tan hermosa que no he hecho otra cosa que mirarla.
Ella será la reina, la futura reina. Todo lo que he sacrificado ahora siento que valió la pena, este es el destino que Surt tejió para mí.
Sería capaz de dar mi vida por ella.»
«Día 15, octava lunación, año 276.
Sorien está más dócil. Creo que mi cambio de actitud está dando resultado.
Lo sigo odiando, lo desprecio profundamente, sus besos continúan dándome asco, pero he aprendido a fingir.
Permitirá que asista a la siguiente reunión del Heimr y la Asamblea.»
Avancé las páginas, lo que seguía era un recuento de los avances de mi madre en la vida política de Augsvert. Había conseguido tomar el lugar que por ley le correspondía al lado de mi padre.
De pronto me asaltó una inquietud que, de nuevo, me hizo temblar y no estaba muy segura de querer descubrir la verdad.
Giré las páginas buscando los días cercanos a la muerte de mi padre.
«Día 13, tercera lunación año 281.
Sé que Moira sufre ¡Como quisiera no ver esa expresión taciturna en su rostro!
Ahora que es mi guardia personal sufre más. No sé si hubiese sido mejor que siguiera un destino alejado del mío. Tal vez que ingresara en la guardia real fue un error, ¡pero es tan terca! No quiso otra cosa sino estar a mi lado.
Que se preocupe tanto por mí, que esté dispuesta a seguirme adonde sea, no sé si merezco esa devoción. Porque sé que solo puedo arrastrarla a la tragedia, a vivir fingiendo quienes no somos.»
«Día 5, cuarta lunación, año 281.
Sorien lo sabe, nos vio besándonos.
Estoy desesperada, si nos acusa ante el Heimr nos desterraran.
Antes habría dado cualquier cosa por escapar de Augsvert y ahora no puedo considerar estar un instante lejos, no puedo abandonar a Soriana.
¿Qué debo hacer?»
«Día 7 cuarta lunación, año 281.
Sigo en ascuas, Sorien no ha tomado una decisión aún, aunque sí me ha castigado.
Llevo de nuevo el collar de ethel en el cuello y Moira está arrestada.
No puedo salir aunque quiera, no puedo dejar que vean mi rostro golpeado, todos se enteraran de que ha sucedido algo. Debo ser paciente y esperar a que él vuelva. Se ha ido de cacería, siempre lo hace cuando tiene que tomar decisiones importantes.
Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa, ya no me importa nada, ni siquiera mi dignidad. Le supliqué de rodillas su perdón. Incluso no me quejé cuando me tomó como castigo y fue mucho mas violento que de costumbre, lo único que me importa es que no me separe de mi hija.»
«No pude tolerar la ansiedad y salí de mis aposentos.
Fui a la habitación de Soriana y ella no estaba allí. Dama Dahlia me dijo que Sorien se la llevó temprano. ¿A dónde? Ella no lo sabía.
Siento que enloqueceré.
¿Por qué todo me sale mal? ¿Acaso estoy bajo un embrujo? O ¿realmente los dioses existen y me castigan por amar a otra mujer?
Moira.
Tengo que ir a ver a Moira a los calabozos, asegurarme de que está bien.»
«Fui a ver a Moira y tampoco estaba, nadie la ha visto.»
«Día 8, cuarta lunación del año 281.
Ha ocurrido una tragedia para el reino.
Para mí ha sido una bendición.
Sorien ha muerto durante la tarde en un accidente de caza. Sus escoltas dijeron que no vio el borde del precipicio y cayó por él.
El Heimr ha dispuesto unos grandiosos funerales para honrar el magnífico rey que fue. Serán siete días en los que deberé fingir un dolor que no siento.
Me da pena con Soriana, realmente lo amaba y debo reconocer que fue un buen padre.
No podría destrozarla diciéndole quién realmente era él. Mantendré la fachada como hasta ahora, seguiré fingiendo que lo amaba. Lloraré su muerte y guardaré luto.»
«Día 8, cuarta lunación del año 281.
Moira ha regresado.
Se ha presentado durante la mañana frente a mi habitación. Me dijo que escapó antes de que la apresaran.
Le pregunté si tuvo que ver en la muerte de Sorien y sus palabras me dejaron intrigada.
"Está muerto, eres libre, es lo que importa"
Creo que ella lo asesinó.
Pero tiene razón, no importa si fue un accidente o si alguien lo mató.»
Cerré el cuaderno con miles de sentimientos encontrados. Nada entre mis padres fue cómo creí.
No estaba muy segura de que sentir con respecto a lara Moira. Si ella mató a mi padre por liberar del sufrimiento a mi madre ¿tenía yo derecho de reclamarle?
Mi madre pasó los últimos quince años de su vida viviendo detrás de una máscara y en parte lo hizo por mí, para que pudiera ser la reina que Augsvert tenía destinada. Renunció a sus sueños y a su amor, todo por mí y yo no fui más que una tonta y egocéntrica niña inmadura.
Llevé las manos al rostro y me abandoné al llanto.
¿Se podía vivir con el corazón en pedazos?
¿Quería seguir viviendo?
Lo perdí todo, a mi madre y su incondicional amor, al padre que nunca existió y que por años solo lo hizo en mis idealizados recuerdos, a mi mejor amiga.
El recuerdo de Erika me alcanzó de nuevo. Habría sido una buena madre, tan abnegada como la mía.
¿Sería verdad que mi mamá la envió a su muerte? ¿Qué la traicionó?
Tomé el último de los diarios y busqué la fecha que correspondía.
«Día 20, doceava lunación del año 292.
Dama Dahlia y su hijo han venido a verme. Siempre me sorprendo cuando lo veo.
Ella le contó todo y entiendo por qué lo hizo. ¿De qué no es capaz una madre por evitarle sufrimiento a un hijo?
Dormund pudo pedirme cualquier cosa. Pudo incluso pedir el trono y lo único que solicitó fue que intercediera ante la familia Narsson. No puedo hacer eso, en su lugar le propuse ayudarlo a salir de Augsvert junto a Erika.
Me conmovieron sus sentimientos, tal vez porque me recordó a lo que yo también quise una vez: huir junto a Moira.
Hay personas que merecen ser felices.
Los voy a ayudar, pero antes me aseguré de que él nunca regrese, de que no ponga en peligro el destino de Soriana.»
Cerré el cuaderno y fruncí el ceño. Quedaba claro para mí que mi madre no tuvo que ver en la muerte de Dormund y Erika. Ella los ayudó. Pero algo mas me intrigaba, ¿cuál era ese secreto que dama Dahlia sabía y le contó a Dormund?
¿Qué podía ser tan importante como para que Dormund pudiera, incluso, pedir el trono?
Volví a leer la página y una idea descabellada cruzó mi mente.
Tomé el diario donde mi madre relataba sus primeros años con mi padre y busqué las hojas que deseaba encontrar.
¡Lo leí incrédula!
¡No podía ser!
El diario se me cayó de las manos. El destino que vivía no era el mío. Era una usurpadora y mi madre lo sabía.
Podía entender porqué lo hizo, después de conocer su historia lo entendía. Ella nunca quiso ser reina, le colocaron la corona a la fuerza y me pusieron también a la fuerza en su vientre. La obligaron a apartarse de Moira a quien amaba, a vivir la tortura al lado de mi padre. Terminó resignándose por mí y por mí continuó fingiendo. Aparentando que yo era la legítima heredera del trono de Augsvert cuando no era así.
Me levanté temblando como una hoja en otoño, a punto de ser arrebatada por el viento. Tomé un zurrón y metí dentro los diarios de mi madre y una cantimplora con agua. Tomé la capa azul y me cubrí con ella, no podía permanecer mas allí.
No sabía de qué forma podría encarar a mi pueblo sin la protección y el apoyo de mi madre.
En ese momento de mi vida me di cuenta de que no era nada sin ella, y que sin ella no podría continuar.
Vacilé un poco, pero al final me llené de valor y salí de mi tienda para entrar a la que custodiaba su cuerpo.
Había anochecido por completo y en la negrura del cielo brillaba un poco mas de la mitad de la luna.
Pensé en el apodo de mi madre: La reina luna se había ido para siempre.
Entre las tiendas del campamento oscilaban las flamas de las antorchas. A unas cuantas varas de distancia podía escucharse a los soldados entonando una triste tonada.
Entré de nuevo a la tienda donde reposaba su cuerpo.
El féretro estaba solo.
Me acerqué y la contemplé una última vez.
—Mamá, ¿podrás perdonarme alguna vez? No merezco todo el amor que me tuviste. Nunca fui digna de tu sacrificio.
Tomé mis lágrimas en los dedos, la energía de mi poder brilló en ellos. Susurré aquellas palabras que me enseñó Aren para encantar las flores y apliqué el hechizo en mis lágrimas.
—Vesa.
Varias de ellas flotaron y quedaron suspendidas en el ataúd de cristal.
Al menos que mi llanto se quedara con ella, quería ofrendarle mi dolor y mi remordimiento.
—Adiós madre. ¡Que Olhoinna te reciba en el Geirsholm!
Salí de la tienda y cubrí mi cabeza con la capucha. Tenía una única idea en la mente: salir de Augsvert para siempre.
Geirsholm: Lugar de descanso al cual van las almas al morir. Solo van a él aquellos que fueron prominentes en vida como héroes, soldados que sobresalen en la guerra y grandes reyes y reinas.
Vesa: del lísico: quedarse
***No puedo creer que este sea el final. Tengo muchos sentimientos encontrados. Acabo de editar este capítulo y todavía tengo el corazón roto. Esta novela significa mucho para mí. Incluso mas que El retorno de la hechicera, esta tiene pedacitos de mi alma. Si les dijera que esta historia es de fantasia épica, que trata de la lucha del bien y el mal, les mentiría. Esta novela trata de Soriana y su relación con su madre, los otros dos libros no son mas que la consecuencia de este.
Bueno, no los aburro mas, los amo por haber llegado aquí, por haberme dado parte de su tiempo y por asomarse a mi interior.
P.D: Lean el epílogo que también está publicado.
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