Veinticinco.

La joven caminó tranquilamente por el jardín cargando una pequeña caja con pañuelos desechables y perfume, había tenido que esperar toda la mañana a que el personal de la mansión limpiase el jardín de la nieve restante que comenzaba a hacer barro. Pero ahora ya podía tomarse el tiempo de limpiar correctamente la lápida de Nikodem, usó pañuelos sin escatimo y roció un poco de perfume infantil para darle mejor ambiente.

—...¿Llego tarde para darle los buenos días? –Habló el de esvástica a unos pasos de distancia entre los arbustos que cubrían ese pequeño espacio privado, cargando un ramo de pomposas flores blancas envueltas con una cinta celeste—.

—Acabo de terminar de limpiar, ya me siento más tranquila.. –Olesia suspiró tomando las flores para acomodarlas donde vió más apropiado, finalmente había terminado el invierno y con este la nieve que cubría el lugar donde descansaba su pequeño—.

—Yo no, otra vez estás caminando descalza sobre el suelo frío mujer. Ya es hora de desayunar –Bajó la mirada con desaprobación a los pies expuestos de la bicolor a quien parecía no importarle ensuciarse, así que tuvo que alzarla en brazos– ……..Disfruta los primeros rayos de sol primaveral, hijo..

Dijo bajando la mirada a la lápida que conservaba ambas rosas de cristal en perfecto estado y soltó un suspiro corto para luego girarse rumbo a las mamparas que daban a la sala de estar.

—Deja de tratarme como una niña, soy mayor –Ella bufó recuperándose del pequeño momento de nostalgia, ciertamente dentro de la casa estaba más cálido debido a las múltiples chimeneas– Hoy tendré diecinueve años ya.

—..¿Dieci..nueve? –Parpadeó tenso el azabache, seguramente había escuchado mal, no podía ser tan joven—.

—Si, yo nací a medio día, así que no falta mucho para que cumpla los diecinueve al fin –Sin ser consciente del impacto que dicha información tuvo en el más alto que por poco sudaba frío, pero simplemente se bajó y caminó sobre la alfombra con los pies algo sucios por la tierra del jardín, pero no le importaban en lo absoluto las mucamas aún groseras—.

Y así se fue luego a su habitación sin notar que el otro seguía de pie en la entrada de la sala, sintiéndose un poco entre asqueado y poco moral, debido a que le rebasaba por mucho la edad. Era un hombre hecho y derecho de treinta y cinco años mientras que ella ni siquiera había llegado a los veinte aún y ya hasta había llegado a embarazarla sin siquiera saber su edad, casi podía oír en su cabeza la voz de Adolf llamándolo un insensato.

Por su parte la albina entró al baño de su habitación a darse una ducha rápida sin mojarse el cabello y luego se acostó con un camisón simple, aún tenía algo de sueño así que dormiría un poco más al no tener nada mejor que hacer ya que después de todo su cumpleaños había dejado de ser importante.

•   •   •

No pudo evitar bostezar en la mesa esperando a que sirvieran el almuerzo, apenas Rózsi había ido a despertarla pues se había acabado perdiendo el desayuno, probablemente el de rubíes tampoco estaba pues de lo contrario él habría ido a molestar a la habitación antes.

El aroma exquisito de la carne la hizo devolver su atención a la mesa confirmando que realmente su plato estaba lleno de distintas carnes y patatas marinadas con aspecto delicioso, así que se sintió tentada a cortar algunos trozos para ir comiendo mientras esperaba. Tras cinco minutos de espera finalmente llegó el mayor con una bolsa blanca de cintas de seda rojas que dejó sobre la mesa para sentarse sin decir palabra, ella tampoco decidió iniciar conversación y se dispuso solo a comer disfrutando de la carne que a simple vista era de cortes costosos por alguna razón.

Para cuando terminó todo en su plato y limpiaba sus labios con la servilleta, el carmesí tomó la bolsa y se la extendió aún desde su lugar a lo que la tomó extrañada, encontrándose una caja roja dentro de esta, que contenía múltiples chocolates de distintas formas y con distintos glaseados. Antes de poder preguntar a qué se debía Reich se acercó hasta su lado colocándole las manos en el cuello haciéndola retroceder un poco en reflejo, pero este únicamente movió los dedos para soltar el collar rosa de perro que había estado llevando desde que llegó a la mansión, sacando una cadena dorada de poco grosor que tenía en el bolsillo, colocándosela y agregando la placa dorada del otro collar que dejó a un lado.

—¿Qué es todo esto? –La de ojos azules parpadeó levantando la mirada de las cosas hacía el otro que aún estaba de pie a su lado—.

—...Dijiste que hoy es tu cumpleaños. –Contestó con simpleza el Alemán, mirándola de soslayo luego moviéndose unos pasos cuando ella se levantó—.

—¿Entonces son regalos?.. –La bicolor miró la caja de los chocolates en la mesa y luego el fino collar de oro pulido en su cuello, entonces se inclinó hacia el azabache y lentamente se apoyó contra su pecho pero sin llegar a abrazarlo porque aún no estaban del todo reconciliados, aunque seguramente nada volvería a ser como antes—.

—......Lo son –Sentirla tan cerca lo hizo inclinarse por instinto, levantando despacio las manos hacia su cintura y acercando el rostro al espacio entre el cuello y hombro ajenos captando su suave aroma a lavanda otorgada por los productos de aseo que había ordenado comprar para ella antes—.

Pero había algo más que el aroma, como si le fuera necesario hundirse en el cuello de la albina, rozando los labios con su piel suave durante unos segundos en los que suspiró tratando de retener su instinto de tomarla. Apartando esa sensación de necesitar colarse en su interior otra vez, devorarla lentamente oyéndola gemir esos chillidos agudos en los que lo nombraba pidiendo por más.

Soltó un gruñido ronco moviéndose hacia los labios de la menor y comenzó a besarla sosteniéndola de la cintura, sintiendo cómo esta quiso alejarse durante unos segundos para luego ceder correspondiendo dudosa, a lo que lo hizo más intenso bajando la diestra hasta su trasero apretando a su antojo robándole así un gemido ahogado. Calentando el ambiente y comenzando a perder la cabeza al menos por algo de sexo luego de esos meses en abstinencia, pues no había visto caso en tocar a alguna otra más. Olesia echó un poco hacia atrás las cabeza dejándole acceso a su cuello a lo que él sin espera comenzó a besar y dejar marcas de manera ansiosa, luego alzándola en brazos para llevarla hacia su oficina que estaba más cerca que las habitaciones, se sentía casi como un animal en celo y a pesar de sentirse ridículo por eso sus ganas de sentirla eran más fuertes.

Así que al llegar a donde quería cerró la puerta y se sentó en la silla de cuero de su escritorio colocándola encima de sus piernas, bajando ambas manos a su trasero para volver a amasar y frotar algunos dedos entre las piernas ajenas, viendo cómo se movía un poco ante la estimulación.

—Espera…. Aún no me siento lista.. –A pesar de sentirse igual de caliente la polaca trató de detener al más alto, quien ya estaba por hacerle a un lado la ropa interior bajo el camisón—.

—Entonces déjame solo hacerlo contra ti –El de rubíes no quería quedarse con la condenada erección que ya tenía así que la hizo apoyarse en el escritorio aún en esa posición y le juntó las piernas, liberando su pene duro y colocándolo en el espacio entre muslos para comenzar a moverse haciendo presión—.

Ambos jadearon a la vez con el primer roce que pasó frotando entre sí ambas intimidades, haciendo que la bicolor comenzara a mojarse así dándole mejor lubricación al de esvástica que aumentó el movimiento en su cadera concentrado en apoyar su rostro entre los pechos expuestos de la menor. Quién acabó por abrazarlo de los hombros moviendo un poco también su cadera estimulándose a la par y soltándo jadeos.

—Aprieta más las piernas, joder… se sienten tan buenas como tus pechos. –Cegado por la lujuria este balbuceó en tono ronco llevándose un pezón a la boca para chuparlo a su antojo durante un rato sin dejar de moverse—.

Rato después sintiéndose más duro entre los muslos mojados de Olesia finalmente pudo correrse con espesor debido al tiempo sin liberarse, quedando ambos sudados y jadeantes mirándose entre sí, a lo que aún con el deseo en su cuerpo se inclinó a besarla acariciando antes un poco sus labios con la lengua.

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