Siete.

Para cuando la joven despertó la regeneración de su cuerpo ya se había encargado de neutralizar el dolor, por lo que al levantarse mareada caminó sin mayor problema que su equilibrio hacia el baño en donde al sentarse en el inodoro vió extraña un hilo blanquecino emerger de su vagina, aunque optó solo por limpiarse antes de llenar la tina para darse una ducha de poco menos de diez minutos para que no le gritaran.

Una vez limpia salió encontrándose un camisón de tela simple con vuelos en el final sobre las mantas bien tendidas y nuevas de la cama, ¿Cómo no había podido notar que alguien entró a cambiar?, solo suspiró incómoda y caminó hacia el clóset para buscar ropa interior pero al intentar abrir las puertas estás estaban aseguradas con llave, al regresar al baño para buscar la anterior y poder ir a preguntar tampoco se encontró aquella ropa con la que había dormido, únicamente estaba ese camisón en la cama que levantó notando que la tela era terriblemente delgada.

—Esto es demasiado transparente.. –Se rascó el brazo a la par en que murmuraba nerviosa, no le gustaban para nada las bromas pesadas de las mucamas que parecían sin duda odiarla seguramente porque era polaca a diferencia de ellas, pero esta vez era demasiado porque tenía que salir nuevamente a la sala antes de que el de esvástica se enojara de nuevo—.

Trató de relajarse cepillando su cabello luego de secarlo con la toalla, entonces volvió a acercarse al nuevo camisón y se lo puso girando al espejo para ver qué tan mal estaba, pero se acabó tapándose los ojos cuando vió que su cuerpo estaba completamente expuesto bajo la tela de tono perla. Casi entra en pánico hasta que a través del espejo notó una manta pequeña en el sofá y giró rápidamente a extenderla, el tamaño era perfecto para cubrirla desde los hombros hasta bajo los muslos… aunque tampoco era tan extraño, era bastante baja a diferencia de los alemanes que la rodeaban.

Pero decidió salir así fingiendo que tenía frío a pesar de la calidez en el lugar gracias a las chimeneas, dio pasos más rápidos al pasar frente a un par de guardias que la miraron fijamente como dos grandes buitres por sus uniformes negros, solo se ocupó en pasar rápido hacia la sala de estar donde solo había un guardia ordenando unos papeles.

—El jefe ordena que vayas a su oficina, segunda puerta a la izquierda al final del pasillo. –Notificó con voz seria señalando hacia donde normalmente se iba el aludido luego de las comidas—.

Como no tenía permiso para hablar y menos con extraños únicamente se limitó a asentir y continuar caminando bien aferrada a su manta hasta llegar al largo pasillo oscurecido de manera tétrica por alguna razón. Aunque las puertas estaban cerradas y no sabía si tocar o quedarse allí esperando a alguna otra orden, pero cuando estaba por resignarse a permanecer de pie por tiempo indefinido la inconfundible voz seca del germano la llamó desde dentro con ese apodo de burla por sus ojos, Blau.

No perdió tiempo en girar la perilla y empujar despacio la puerta para luego cerrarla, caminando nerviosa mirando al suelo hasta quedar en el centro de la oficina, podía sentir la mirada ajena en su cabeza desde el lado en donde habían estantes con libros llenos de esvásticas en la solapa, así que permaneció quieta hasta que un tirón a la manta la hizo dar un salto por el susto de verse expuesta con ese camisón vulgar incluso esperando una reprimenda por el descaro obligado, pero el azabache solo la miraba de cerca a mucho detalle. Reich levantó la mano izquierda aún sosteniendo la manta con la otra, sus dedos enguantados acariciaron los sensibles botones ajenos sintiéndola tener un escalofrío que a él lo hizo afilar la mirada en la reacción, de igual manera no le importó en lo absoluto tomar el redondo pecho contrario en toda su mano y darle un par de apretones que tensaron a la bicolor notablemente.

Se tomó algunos minutos en tantear la suavidad ajena hasta que finalmente se separó sentándose en su escritorio como si nada, dejando la manta a un lado.

—Acuéstate. –Vocalizó finalmente mientras ojeaba entre sus documentos y notando poco después que la contraria se dispondría a hacerlo donde se quedó así que fue necesario especificar virando los ojos– A mis pies.

La polaca avergonzada se acercó lentamente hasta arrodillarse primero intentando que sus brazos le cubrieran el pecho pero la idea dejó de funcionar cuando se acostó totalmente y sintió la espalda expuesta junto a todo bajo esta, pero inmediatamente el de esvástica puso su bota sobre ella imposibilitándole la corta idea de intentar cambiar de posición al menos durante un hasta hasta que un resoplido pesado cortó el ligero ruido del bolígrafo contra las hojas.

—Arrodíllate. –Reich murmuró con sequedad y algo de duda no tan notoria en su voz como en su mente, esperó a que la pequeña bicolor obedeciera llena de vergüenza hasta que pudo tomarla del mentón para observarla con los ojos entrecerrados—.

Su pulgar se deslizó hasta los labios ajenos y con algo de presión la hizo abrirlos dejando a la vista su lengua, entonces no le importó meter el mismo dedo lentamente ignorando la expresión de gran extrañeza que hizo esta, solo movió su dedo simulando embestidas cortas excitándose con el recuerdo de cuando la tomó. Entonces apartó su mano colocándola en la bragueta de su pantalón que no tardó en bajar a la vista ahora asustada haciendo amago de alejarse.

—Quieta. –Le resopló incómodo terminando de dejar expuesto su pene inicialmente duro, tomándola de la nuca la  hizo acercarse hasta tenerla entre sus piernas chocando una mejilla contra su despierta extensión– Obedece la orden o dormirás en el jardín con los perros.

—Pero.. pero yo… –A causa del miedo la albina chilló en tono bajo respirando agitada aún intentando echarse para atrás a pesar de la presión contraria, estaba muriendo de vergüenza sintiendo cómo esa ya más dura masa de carne estaba caliente contra su rostro—.

—Silencio, no tienes permiso de hablar. –El carmesí le jaló un poco el cabello para callarla, tomando con su otra mano su miembro así dejándolo sobre los labios de la menor rozando un poco– Quiero.. que lo lleves a tu boca y lamas, no te atrevas a intentar morderme o lo lamentarás.

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