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Taehyung sintió unos labios presionarse en su mejilla y antes de que el cuerpo del mayor intentara salir de la cama se abrazó de él con fuerza, ronroneando bajito por la comodidad que sentía.
— Buenos días, Tae-ssi.
—Si durmió conmigo. —Abrió sus ojitos sonriendole al mayor, se sentía en las nubes, no quería salir de la cama y volvió a cerrar sus ojos cuando el mayor se inclinó a dejar un beso en su frente.
—Claro que sí, soportar tus empujones, golpes y patadas que casi me mandan al piso vale la pena si estarás así de suavecito por las mañanas.
—¡Señor Kim! —Se ruborizó empujándolo mientras se escondía en su almohada. —Yo no hago eso.
—Y roncas, también. —Bromeó el mayor tomándolo bien en brazos mientras reía levemente. —Me tengo que ir ya.
El menor tomó sus mejillas mirándolo, lo que había pasado en la noche flotaba en el aire y ambos lo estaban recordando, Taehyung se animó a sonreírle dejando un beso casto en los labios del mayor.
—Me gusta mucho, señor Kim.
El pelinegro sintió que se le había escapado el aire y su corazón palpitando con fuerza le traía una sensación tan grata que se inclinó a los labios ajenos besándolo lentamente. Cuando se separó se aseguró de mirar cada milímetro del rostro ajeno, su mano entró bajo la camisa de Tae, recorrió su piel suavemente minando al chico debajo de él, acarició la curva de su culo y su mano se ancló en su muslo. Le gustaba también, sus bellas facciones, esos ojos que le miraba siempre atentos, sorprendidos e incluso necesitados, aquella naricita que se acariciaba suavemente con la suya haciéndole sentir tranquilo, esos labios que se presionaban contra los suyos, esos que solían llevar bálsamo, pero que su brillo favorito era cuando estaban bien besados e hinchados, cuando él se los dejaba así. Le gustaba su cuerpo, le atraía su cuerpo y estaba demás decir que le ponía bastante aquellas curvas, porque quizás lo había ocultado bien, pero si que se perdía mirando el cuerpo ajeno, aquel culo respingón que se paseaba por su casa con naturalidad.
Se lamentó bajito mirando hacia otro lado, estaba perdido, realmente jodido porque había algo que le gustaba más y eran las sonrisa de Taehyung, su risa escuchándose por la casa, su inglés torpe, su voz suave dirigiéndose a sus hijos, la manera en que se abrazaba de él o como sus manos acariciaban su rostro suavemente como seguía haciéndolo, como le había distraído de lo de Namjoon y como sus labios siempre presionaban dulces sobre los suyos.
—También me gustas mucho, Taehyung.
Más de lo que crees. Te quiero Taehyung, te quiero y me tienes muy jodido.
Pero no se lo iba a decir, no quería ser un intenso. Taehyung era joven, no estaba en sus planes asustarlo porque tampoco estaba en sus planes comprometerlo. Seokjin era un hombre adulto, le ganaba por más de diez años y no estaba para juegos, le gustaban las cosas estables, le gustaba amar y adorar a una persona. Y por más que su corazón le comenzara a gritar que esa persona debía ser Taehyung, tenía que controlarse. Dejó un último beso en aquellos labios y se alejó sin realmente quererlo, pero tenía que ir a trabajar.
El menor no podía borrar su sonrisa y siguió los movimientos del mayor, no había notado que ahora traía una camisa puesta y le vió tomar un monitor que reposaba en su mesita, por la noche Seokjin había subido a su habitación para tomarlo y de paso ponerse algo que cubriera su desnudes superior. Oh, un papá tan responsable. Solo había tomado aquello dónde podía ver a sus hijos y había regresado a la cama como Taehyung le había pedido.
—Suerte hoy. —El castaño se sentó en la cama y el mayor le miró desde el marco de la puerta. —Y para la próxima no te controles, por favor. Deja de ser tan correcto.
El pelinegro cerró la puerta después de haber quedado expuesto y es que realmente lo había hecho, no le había tomado con las ganas y fiereza que traía, le había dejado al menor tomar un poco el control, había cosas que no sabía de como tratar a un hombre pero eso era lo mínimo, él había deseado joderlo con ganas después de aquellos mensajes, pero se seguía midiendo, se seguía controlando y maldita sea, estaba seguro que no se iba a poder seguir aguantando.
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