Capítulo 2✔️
Narrador Liam Crawford
Otro año más en el Instituto, por suerte es el último; siempre y cuando no vuelva a repetir por inasistencias. La descripción mas apropiada para mí, sería el de chico malo. Adoro las peleas, falto a clases cada que se me pega la gana, sigo mis reglas, mis amigos me veneran, lo clásico.
Es realmente divertido e interesante ver como las chicas se esfuerzan por llamar mi atención o simplemente para complacerme, aunque solo consigan una mirada y ya. Hay algunas que son bonitas, otras no tanto, y otras que están muy perturbadas.
Llego tarde, como siempre. Estacionó mi nena en mi lugar, y me quedo un rato esperando que se termine mi cigarro. Al cabo de unos minutos decido entrar. Pero al pasar por la escalera principal, me encuentro con una chica tirada al final de las mismas.
Me acerco para ver si está viva y si es que la reconozco aunque su mata de pelo azabache, me impida mi cometido pues estaba esparcido por completo en su rostro. Al acercarme le tomo el pulso y compruebo que es muy bajo, y ahí es que me doy cuenta de que la conozco.
Es mi acosadora
Decido llamar a mejor amigo, Michael, pues a él lo pusieron a estudiar con la secta de la chica. Al tercer timbrazo, atiende.
— ¿Dónde andas? Ya es tarde. Deja de divertirte y mueve ese culo. Tú coordinadora, ya llegó a tu salón— me dice apenas atiende el teléfono.
— Calla y escucha— le ordenó— Avísale a los raros de tu salón, que su líder está a mis pies.
— ¿Qué rayos te fumaste?— pregunta, y si no fuera por la situación me reiría con ganas.
— Mike, la loca que se la pasa espiándome, está tirada en las escaleras, desmayada. La acabo de encontrar— digo ya estresado, desearía fumarme otro cigarrillo.
— ¿La árabe? ¿La de ojos azules?— pregunta preocupado, por fin captando el mensaje.
— Ésa misma. Deja de preguntar estupideces y trae a cualquiera de ellos— digo a punto de perder la paciencia.
Después de trancar la llamada reviso mi teléfono, para ver los mensajes y distraerme un poco.
Joder, pero que intensa es Nella. Un par de revolcones y ya se cree que tiene derechos sobre mí
Dejo de revisar los mensajes, al escuchar unos pasos apresurados. De pronto aparecen una pelirroja y un pelinegro, los reconozco como los amigos de la chica; y además ellos vienen acompañados por el director.
— Señor Crawford, ¿puede explicarme qué ocurrió con la señorita Gadaff?— pregunta el director Corleone.
¿Gadaff? Pero qué apellido más raro
Igual que ella y su séquito
— Yo acabo de llegar, y al entrar la encontré ahí tirada— digo tranquilo mientras la señalo— Además, usted sabe que yo no maltrato mujeres, yo las complazco— digo mirando a la pelirroja.
— Director, ya llamé a la ambulancia, ya deben de estar por llegar— dice el chico preocupado.
— Ya hablé con sus padres, nos esperarán en el hospital— dice la chica, justo cuando termina de hablar el otro.
— Bien, ustedes dos- señala a la pareja— Pueden ir a clases, aquí no ha pasado nada— al igual que ellos, me dirijo a mi salón; pero Marcus, me detiene— ¿A dónde vas, Liam?— dice serio.
— A clases, señor director— digo inocente— Mi labor social ya acabó.
— Pues se equivoca, su "labor social", terminará después de acompañar a la joven al hospital.
— ¿Qué? ¿Acaso tengo pinta de enfermero?— digo molesto.
— No. Pero usted la encontró y debe informar al médico los detalles. Además usted debe una que otra labor social del año pasado. Está será una gran forma de pagarla.
Maldito
— Ok. Pero después de hablar con el doctor, me largo de allí y no vuelvo al instituto hoy. ¿Trato?
— Perfecto.
Luego de eso, llegan los paramédicos y colocan a la loca en una camilla, la aseguran y la meten en la ambulancia, obligándome a subir con todos ellos.
Una de las enfermeras empieza con un interrogatorio muy extraño, haciéndome preguntas muy personales de la chica.
— Lo siento, señorita. De ésta chica, sólo sé que me espía. Lamento no poder ayudarle— le digo sincero.
Al parecer uno de los camilleros revisa a la chica y observa un tatuaje en su muñeca, donde aparece toda la información que antes me pedían.
Necesito uno de ésos
Ésta chica es interesante, no sabía que tenía tatuajes, ¿qué más esconderá? Ahora que lo pienso no sé nada de ella.
Ni siquiera sé su nombre. Sólo su apellido y por voluntad
Mierda, es cierto. Y se supone que ahorita hablaré con su médico y su familia.
¿Qué les diré? Hola soy Liam, encontré a la chica tirada en las escaleras. No sé nada de ella, excepto que me acosa desde las sombras
Creo que si digo eso, me verán como un completo patán, y no es que sea mentira, pero dudo que les agrade escuchar de los pasatiempos de su hija.
Llegamos al hospital, y se la llevan al área de emergencia. Luego de unos minutos que parecieron horas, pienso en irme, pero un doctor me detuvo en plena huida.
— ¿Tú eres el joven que encontró a Amira?— pregunta.
— Eh Si. Mire le diré lo que sé, llegué al instituto tarde, la vi tirada en el suelo, tome su pulso y llamé a un amigo— digo.
— Ujum. Ya veo. Tú debes ser Liam, ¿correcto?— pregunta curioso.
— Si— digo incómodo de que sepa mi identidad.
— Lo supuse. ¿No preguntarás por ella?— dice.
Al comentarlo mi curiosidad aparece. No soy tan insensible como para no preguntar por ella, aunque eso quizás le pasó por andar espiándome.
— Si. ¿Cómo está ella?— pregunto.
— Mejor. Ya la estabilizamos. Por suerte, sólo tuvo un esguince en la muñeca, aunque deberá llevar un collarín para evitar problemas futuros. Además estará de reposo unos días.
— ¿Puedo verla?— pregunto sin pensar.
El doctor se queda perplejo y lo comprendo, yo tampoco entiendo porque pregunte eso.
— Ahora está dormida. Debes esperar un poco más a que despierte— dice.
— Yo espero. Sólo, no le diga que soy yo él que la quiere ver— pido.
Y se va sin decir más.
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