Capítulo 15✔️

Narrador Liam Crawford

Saber que influyo de esa manera en la pequeña acosadora, hace que mi autoestima se eleve más. Decido que lo mejor es dejar que se haga su examen sin interferencia mía. Termino en la entrada del hospital fumándome un cigarrillo, pensando en por qué sigo aquí pendiente de mí acosadora.

Nadie entiende mi interés en ésta chica, ya Michael, me ha cuestionado y las chicas ni hablar, no entienden por qué una chica cualquiera ocupa mi tiempo. Pasan los minutos y siento unos pasos acercarse a mí, pienso que es otra enfermera que me va a pedir que apague mi cigarro, pero al voltearme veo a mí acosadora un poco triste.

— Pensé que te habías ido.

— Nunca— digo sin pensar y enseguida arreglo mi error— Digo, fui a fumar un poco para aclarar mis ideas. Demos un paseo.

— ¿Y ahora qué?— pregunta inquieta, mirando a todos lados.

— Vamos a dar un paseo, y luego te llevo a tu casa— digo firme, había decidido pasar el mayor rato del día con ella, después vería que pasaría.

Ella se acerca a mi, con una sonrisa genuina y tímida, una combinación inusual. Llegamos a mi carro y ella se monta, ésta vez inicio yo la conversación.

— ¿Qué tal tu examen?

— Nada nuevo. Lo mismo de siempre. Me queda poco tiempo— susurra lo último.

— ¿Poco tiempo?

— Liam, mi corazón no está funcionando correctamente, cada día se deteriora, cada día podría ser el último. Ya no me queda tiempo ni esperanzas.

— No seas boba, siempre hay esperanzas— digo tratando de que sonría un poco.

— Mi esperanza es que alguien muera para yo poder vivir. Y sí a eso le sumas que debe ser compatible y que mi tipo de sangre es difícil de conseguir. Entenderás que las probabilidades son muy escasas.

— Yo lo siento mucho— digo completamente sincero.

Pasamos el resto del camino en silencio, decido llevarla a la entrada del bosque que hay cerca del pueblo. Allí hay un claro muy bonito en donde se llega fácilmente en carro.

— ¿A dónde me llevas?— pregunta finalmente.

— Es una sorpresa— digo realmente emocionado.

...

Por fin llegamos a la entrada del claro, allí hay un hermoso prado lleno de flores silvestres rodeado de varios árboles, los cuales puedes escalar para ver el acantilado que se encuentra en uno de los extremos.

— Es hermoso. ¿Cómo es que no sabía que había un acantilado o un prado como éste en el pueblo?— pregunta curiosa, como siempre.

— Siempre has estado encerrada en tu grupo de raros. No me sorprende que hayan lugares que no conozcas. Nunca has hecho algo por ti y para ti— le recuerdo.

— Créeme que lo he intentado— dice al sentarse en el capo de mi bebé— Pero siempre pasa algo que me lo impide. Mi única distracción era espiarte, pensaba que era buena en eso, pero mira que cosas, tú te habías dado cuenta de mi acoso perpetuo— comenta sin gracia.

— Tampoco es que seas difícil de ver. Con esos ojos tan claros, tu personalidad tan rara y tu grupito siempre detrás de ti. Soy muy observador y tú muy distraída.

— No pues. Muchas gracias. Ya me siento más cómoda— dice falsamente ofendida.

— No te hagas, eras muy obvia. Cada que salía del salón estabas allí. Supe del trato que hiciste con uno de primero para cambiar de casillero ya que te daba más visibilidad al mío. O la ves que "tropezaste" conmigo y el montón de libros que traías encima. Por Dios, que eres torpe— le comento riendo.

— Liam, si querías que me sintiera peor, lo lograste— susurra cabizbaja y en seguida me arrepiento— Soy torpe, distraída, desastrosa y para rematar nada discreta.

— Pero eres muy divertida y elocuente. Me has dejado sin palabras en más de una oportunidad, y he visto que no te dejas de nadie, aunque estés en un lugar desconocido. Tus amigos se ven que te adoran y por eso son tan fastidiosos.

— No les digas así. Ellos solo quieren lo mejor para mí. Aunque a veces no entiendan que me asfixian— comenta defendiéndolos.

—Amira, a duras penas te dejan sola. Apuesto que ni saben que estás conmigo. Controlan tu vida. Entiendo que tengan miedo por lo que te pueda pasar y eso, pero no te están permitiendo vivir.

— Lo sé y ya no sé cómo decirles que me dejen en paz. Bueno, en realidad ya me revelé. Por eso asistimos a esa fiesta.

— Tengo una duda ajena al tema.

— Dispara— dice haciendo una mueca rara.

— ¿Sí sabes que el  niño bonito está enamorado de ti?— le cuestiono.

— Se llama Jace, y sí. Ya se me ha declarado como mil veces.

— ¿Y por qué no le dices que sí?— al preguntarle se me queda viendo como si la respuesta fuera obvia. Hasta que por fin la captó— No me digas que es por mí.

— No exactamente, pero sí. Verás, todos ellos saben que estoy enamorada de ti, y todos sabemos que tú nunca vas a sentir algo por mí. Pero aún así yo prefiero quedarme sola que darle ilusiones a una persona tan pura como él. Jace se merece una chica que lo ame como es.

— Siempre me sorprendo cada que me dices eso. Lo dices como si fuera cualquier cosa, como si habláramos del clima.

— ¿De qué me sirve ponerme a negar lo obvio? Tú me gustas pero yo a ti no. Y lo entiendo. Sin embargo, agradezco que mi enfermedad al fin me da algo que quiero.

— ¿Qué cosa?— pregunto curioso.

— Pasar tiempo contigo. Si nunca me hubiera caído por esas escaleras, nunca me hubieras hablado. Y mira todo lo que hemos hecho desde entonces.

— Ir a una fiesta, una carrera de motos, citas médicas juntos, y próximamente una pelea en el ring— comento mientras cuento con mis manos.

— Guao. Llevas la cuenta.

— Admito que el tiempo contigo es muy divertido. Siempre me sales con algo nuevo.

— Gracias, ¿supongo?— comenta mordiéndose el labio a la par que recoge su cabello en una coleta.

Es el momento perfecto para besarla, pero no me atrevo

— Creo que ya es hora de irnos. Pronto lloverá— le informo después de un largo rato de silencio.

— Eh... Sí, claro. Vamos.

...

El camino a su casa fue en completo silencio, pero ésta vez era uno incómodo. A menudo la veía mordiéndose el labio y mirando a todos lados, como si estuviera decidiéndose en decir o no decir nada.

No sabía que decir, solo pensaba en que perdí la oportunidad de besarla, así que preferí quedarme en silencio escuchando la emisora con las noticias locales. Cuando estuvimos en la entrada de su casa el silencio ya era asfixiante. No aguanté y rompí el silencio.

— ¿Ocurre algo, Acosadora?

— ¿Te gustaría venir a mi casa más tarde? Este... Tú y Michael, claro...— dice entre cohibida y decidida.

— ¿Quieres un trío? Que golosa eres— digo para que se relaje.

— ¿QUÉ? ¡NO! Mis amigos siempre vienen después de que tengo un chequeo médico, y como accediste a incluirte en nuestro grupo... Pensé que podrían venir... Pero si no quieres lo entenderé. Es más no tienes por qué  hacerlo...

— Hey relájate. Claro que iremos. Sólo debo buscarlo. ¿Por qué eres tan insegura a veces?— pregunto curioso.

— Algún día te lo diré. Nos vemos más tarde.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top