•⎰Atrapados en el ascensor⎰•
Sooyeon se dio una última mirada en el espejo y luego sonrió satisfecha de lo guapa que me veía con esa falda y blusa que llevaba puesta.
A las cuatro tendrá una reunión con la promoción de la escuela, una especie de encuentro. Hace más de dos años que cada uno tomó su propio rumbo y nadie sabe de nadie ni a que se dedican cada uno de sus compañeros. Por ello, Nayeon, su mejor amiga desde la escuela y con la única que ha mantenido contacto desde esa época, decidió hacer un grupo de Kakao para acordar un reencuentro. No todos irán pero sí la gran mayoría.
Sooyeon aún no encuentra una explicación sobre como su mejor amiga Nayeon dio con casi todos los números de sus ex compañeros de clase, puesto que algunos podrían haber cambiado de número.
Salió de su departamento a paso lento, todavía eran las tres y media y el restaurante, el lugar de encuentro, no quedaba muy lejos de su edificio.
Fue hacia el ascensor y esperó un poco para que este llegará con personas dentro de ella, de las cuales se retiraron rápidamente.
La pelinegra entró al ascensor y marcó el botón del piso principal del edificio para luego cerrar sus puertas al no haber nadie más que deseé ingresar.
━¡Detenga la puerta, por favor!━se escuchó un grito.
A causa de los buenos reflejos de Sooyeon, reaccionó rápidamente y colocó su pie derecho en la entrada para que la puerta no pudiera cerrarse.
No obstante, la pelinegra se quedó congelada cuando lo vio entrar.
━Muchas gracias. ━le sonrió e hizo una breve reverencia.
Cielos, esa sonrisa. Pensó Sooyeon.
El castaño apretó el botón que indicaba el primer piso y se posicionó al costado de Sooyeon. La pelinegra, por mera inercia, se alejó un poco de él, llegando casi a una esquina.
No pudo evitar entrar en un estado de nerviosismo, siempre le sucede eso cuando está cerca de Seungmin, así que lo único que hace es alejarse o huir de la escena.
Durante todo el recorrido del ascensor, las personas subían y bajaban, y lo que hacía Sooyeon era ocultarse entre ellas para estar lo más lejos posible de Seungmin.
La pelinegra tiene esa mala suerte de que cada vez que está cerca de su amor platónico termina diciendo un disparate que la haga ver rara o tropezar con él y quedar como una ridícula al tratar de levantarse. Sooyeon no iba a correr ese peligro.
Seungmin siempre fue muy lindo y amable con ella. Lo que cautivo le a Sooyeon del castaño fue su caballerosidad, la hermosa personalidad que posee y su resultante sonrisa que te llena de confianza.
El castaño fue el primero en ser amable y ayudar a Sooyeon cuando se mudo al edificio.
Porque la ayudó con subir las cajas de mudanza a su departamento cuando nadie la quiso ayudar y solo se le quedaban mirando como sufrían con esas pesadas cajas.
Pero por suerte, Seungmin llegó a su rescate.
También le dio la bienvenida al nuevo edificio preparando un apetitoso pastel de arroz y comprarle soju, aunque nunca se lo bebió porque no toma alcohol, a pesar de eso, lo aceptó con gratitud para no quedar mal frente a su nuevo amor platónico.
Y no puede faltar la vez en que tomó en cuenta a Sooyeon para que la acompañe a la fundación de olla común y repartir alimentos para las zonas más pobres del país. Fue un evento muy significativo para la pelinegra porque desde allí fue alejándose un poco más a Seungmin.
Sin embargo, cabe recalcar que cada uno de esos encuentros también fueron algo bochornosos y vergonzosos debido a la torpeza de Sooyeon.
Las personas fueron bajando en sus respectivos pisos hasta quedar nuevamente solos en el ascensor la pelinegra y Seungmin.
Todavía quedaban nueve pisos por bajar para llegar hacia la planta principal, sin embargo en el piso siete fue cuando el ascensor tuvo una falla en su mecanismo causando que se detenga con brusquedad en medio del recorrido y alborotando y azotando a las dos únicas personas dentro.
━¿Estas bien, Sooyeon? ━Seungmin de acerco rápidamente a la pelinegra y la cogió de los hombros.
━S-Sí.━balbuceo apenas, intentado de ocultar su sonrojo debido a la cercanía de ambos.
Ya había pasado un montón de veces que el ascensor se había averiado. Los vecinos del edificio se habían quejado a la directiva por las constantes fallas, sin embargo, hasta ahora no han hecho nada para cambiar los mecanismos del ascensor.
Y justo tuvo que pasarle esto a Sooyeon junto con Seungmin. Una vez más la pelinegra tiene pruebas de que el universo quiere conspirar contra ella por las repetidas veces en las que tuvo mala suerte.
Seungmin apretó el botón de emergencia.
━Ojalá y nos ayuden rápido. ━el castaño sacó su celular del bolsillo de su pantalón y reviso la hora. ━Cielos, voy a llegar tarde. ━llevo una de sus manos a su cabeza.
Iba a llegar tarde a la universidad, a esta hora debe estar en el camerino disfrazándose de su personaje al que interpretará en su obra musical frente a un público importante que, dicho sea de paso, le daría un gran paso a su carrera profesional. Hace media hora ha debido estar allí.
Si tan solo no se hubiera tomado esa siesta de diez minutos que terminó siendo una hora por los constantes plazos que colocaba en la alarma.
━¡Rayos! Tanto tiempo así y no pueden arreglarlo. ━gritó exasperado hacia la cámara de seguridad que se posicionada en una de las esquinas del ascensor.
Esa acción asustó un poco a Sooyeon, puesto que nunca había visto a Seungmin molesto, y se alejó aún más de él.
Justo en ese instante le llegó un mensaje de su mejor amiga Nayeon.
«¿A qué hora llegas? Ya todos estamos aquí.»
Sooyeon solo se mordió el labio inferior sin dejar de mirar la pantalla. Ya habían pasado diez minutos desde que el ascensor se averió.
━Llamaré a la recepción. ━comentó Seungmin para luego sacar su celular del bolsillo y marcar el número. ━No me contestan. ━Seungmin guardó su celular y giró a ver a la pelinegra esperando que le diera alguna respuesta o solución al problema.
Sooyeon se puso un poco tímida ante su mirada que hizo que se ruborizara un poco. No quería que su crush la viera en ese estado así que atinó a decir:━Tienes que llamar varias veces. Es la única forma que contesten.━respondió rápidamente la pelinegra.
El servicio del condominio puede llegar a ser muy vaga e insatisfactoria para los inquilinos; tienes que llamar varias veces al servicio de plomeria para que recién te hagan caso, y a veces la comida que ofrecen es tan mala que pueden llegar a la intoxicación; y pues los ascensores se averían con constancia. Es todo lo contrario a lo que publicitan en las redes, pero es lo único barato que encontró y que queda cerca de la universidad de la pelinegra.
Seungmin solo asintió y marcó nuevamente a la recepción.
«¿Me esperas unos minutos más?»
Envió.
Pasaron diez minutos más y Seungmin seguía marcando a la recepción pero aún así no le responden. Ya eran veinte veces que llamaba y nada.
Por lo general, el castaño suele ser un chico muy sereno y tranquilo, pero en ocasiones, como en esta, su frustración y molestia saltaba a luz, más aún si se trataba del mal mantenimiento de su edificio.
Y en ese instante le llegó un mensaje de su mejor Jisung.
«¿Dónde estás, Seungmin? Las exposiciones ya van a comenzar y somos unos de los primeros. ¡Apúrate!»
El castaño llevó su mano izquierda a la nuca con aparente frustración. Si no llegaba en menos de diez minutos a la universidad perdería la exposición en grupo y con ello reprobaría la materia. Y el profesor no le daría segundas oportunidades.
¿Había estudiado toda la noche para que le sucediera esto? Sentía que el mundo estaba conspirando contra él.
━¡Genial! ━el castaño suspiró.—tendremos que esperar hasta que se den cuenta que uno de sus ascensores no funciona. ━Hizo un puchero.
Seungmin recargó su espalda en la pared metálica y fue cayendo despacio hasta que su trasero chocó con el suelo frío.
El castaño estaba harto de los malos servicios del edificio pero este era su único recurso si quería ahorrar lo suficiente para comprarse un departamento nuevo y demostrarle a sus padres que puede sobrevivir sin su dinero y ser un chico independiente.
Pero empezar una vida independiente es muy difícil.
«Hyung, creo que no llegaré. El ascensor de mi edificio se averió.»
Respondió.
Seungmin suspiró. Recargó su espalda en la pared metálica para luego resbalar, a propósito, lentamente hasta que su trasero chocó con el piso.
Sooyeon lo observó juntar sus piernas hasta su pecho y luego rodar sus brazos en ella, finalmente escondió su cabeza entre sus piernas. Entonces lo supo.
«Unnie, creo que no llegaré. El ascensor de mi edificio se averió.»
Envió.
La pelinegra se recargó en la pared metálica.
Habían pasado media hora, en las cuales Sooyeon se debatía mentalmente si acercarse a hablar a Seungmin o simplemente esperar a que él suelte la primera frase. Pero el castaño parecía desinteresado y ajeno a la chica, estaba en su propio mundo, así que para no ser molestia Sooyeon optó por quedarse callada e indagar en su teléfono.
Pero aún así, las ganas de hablarle a su crush le frustraba.
—Vamos, Sooyeon, está a lado. Esta es la oportunidad.—pensó.
La pelinegra respiró hondo y se giró para ver a Seungmin, no obstante, antes de que pudiera pronunciar algo, su expresión cambió a una de preocupación al ver al castaño con los ojos llorosos. La primera reacción que tuvo fue extender un pañuelo que llevaba en su pequeña cartera.
—Ten.
El chico sorbió su nariz y sobó sus ojos para luego girar a ver al pelinegra. —Oh, no gracias, estoy bien.—hizo una pequeña reverencia mientras que forzaba una sonrisa.
Por más que se esforzaba por verse bien, a simple vista Sooyeon sabía que no era verdad.
Entonces, Sooyeon tomó todo el valor del mundo y se sentó en el suelo junto con Seungmin.
—No está mal llorar. Yo lloro cuando miro videos de gatitos.—Seungmin la miró con rareza pero a la vez divertido. La castaña lo notó.—¿Qué? ¿Tú no lloras cuando ves videos de gatitos?
Negó con la cabeza.—No, y creo que nadie lo hace.
—¿Ya ves? No eres el único raro que llora.— Seungmin sonrió.
—No soy raro.
—Todos lo somos pero de forma única.
—Supongo que sí.—se encogió de hombros para luego mirar hacia otro lado.
A Sooyeon no le gustó ver de esa manera a Seungmin así que decidió hacer algo por él y olvidar por un tiempo determinado los malos pensamientos.
Ya había comenzado una conversación pero esta vez se encargará de que sea más duradera.
Sacó de su cartera un par de té helados y se lo extendió al castaño.
—Para evitar estar triste es mejor beber un té helado.—le sonrió dulcemente.
—No estoy triste.—respondió.
Sooyeon rodó los ojos. ¿Por qué los hombres se empeñan en ocultar sus sentimientos?
—Sí lo estás y no está mal ello. Yo también estoy un poco triste porque ya no voy a ver a mis amigos del colegio.—hizo un mohín triste al recordar ello.
Seguro Nayeon se la debe estar pasando genial.
Seungmin frunció el ceño.—Creí que estabas en la universidad o estudios superiores que el colegio.
—Oh, claro que estoy en la universidad. Si no que había un reencuentro con todos mis ex compañeros del colegio y pues...terminé aquí.
El castaño esbozó una pequeña sonrisa con empatía y recibió el té helado.—El maldito ascensor arruinó nuestros planes.— bebió un poco de su té.
—¿Qué planes tenías, Seungmin?
—Nada tan divertido como el tuyo; tenía que ir a la universidad para presentar una exposición.—rió con aparente amargura.—Ah estoy jodido.
—¿Era una nota importante?
Asintió.—Esa nota era la que iba a definir si pasaba o no el curso.—suspiró.—Pero, ya no importa.
Como ya lo había dicho antes, ser independiente no es nada fácil. Tuvo conseguir varios trabajos para poder pagar el alquiler del apartamento y también para los materiales de la universidad, si bien es un instituto del estado los materiales que necesita para su carrera son muy costosos. Y por la falta de tiempo, a veces llegaba tarde a las clases y se perdía lo más importante y los proyectos que anunciaban los profesores, en los exámenes sus notas bajaron y ya ni tenía tiempo para descansar un poco.
Sooyeon no dijo nada puesto que conoce cómo son los profesores de las universidades, y ellos no te dan segundas oportunidades por más que haya pasado un percance familiar. Ambos se quedaron en silencio, mirando a la nada mientras bebían de su té helado.
—¿No tienes galletas en tu bolso? —preguntó Seungmin luego de terminar su bebida.—Estar encerrado aquí me ha dado hambre.
—No tengo galletas. —habló mientras rebuscaba su bolso.—Solo hay caramelos de limón.—enseñó cuatro caramelos y le extendió dos.
—Gracias. —recibió.—Y...bueno, ¿dónde se iban a reunir tus amigos?
La única opción para matar el aburrimiento era entablar una conversación con la chica de su lado, es su vecina, y aunque no se hablaban mucho, quería saber un poco más de ella. Siempre quiso acercarse pero, por alguna razón, ella lo evitaba y hasta llegó a sentir que no le caía bien.
—En el resto-bar Michellin. —hizo una mueca de disgusto.—Ah, ahora estuviera bebiendo cerveza y comiendo un rico cerdo a la parrilla.
—Por dios, Sooyeon, no me hagas antojar. Tengo hambre.
—Perdón. Yo también tengo hambre.—ambos rieron.
—Déjame ser preguntón, porque cada vez que intento acercarme te vas corriendo.—la pelinegra se sonrojo. Era muy evidente su nerviosismo cada vez que se topaba con él. —¿Qué estudias? O no sé, cuéntame un poco de ti.
Sooyeon sintió su interior explotar de la emoción, tuvo que contener un grito para no dejarse en evidencia. Esto no era cosa de que pasan todos los días.
—Y luego tú me contarás sobre ti.
—Está bien.—le sonrió.
La pelinegra sentía que su corazón iba a salirse de su pecho por latir tan rápido. Con tan solo una sonrisa podía provocar ello.
—Bien, pero antes coloquemos música de fondo.
Sooyeon sacó su celular de la cartera para luego reproducir Heaven.
La pelinegra se echó en el suelo metálico en el centro del ascensor e incitó, con un gesto de manos, a Seungmin a hacer lo mismo, él lo dudó unos segundos hasta que accedió y se echó al lado de Sooyeon, juntos.
—¿Cómo se llama esa canción?—era muy relajante.
—Heaven, ¿No conoces a Pink Sweat?
—No.
—¿En serio? —él asintió.— ¿Daniel Caesar?
—Solo conozco a un Daniel y es Kang Daniel.
—¿DeVita?
—Cada vez me siento más perdido, Sooyeon.
—A ver, ¿Twenty one pilots?
—Sí.—respondió con una sonrisa.
—Lo supuse. ¿Qué canción quieres escuchar?
—Chlorine.
—Buena elección. Es mi favorita.—ambos sonrieron. Sooyeon colocó la música a un sonido considerado para que los dos puedan conversar bien. — A ver, ¿Qué te puedo decir? Tengo veintidós años, estudió hotelería y turismo, sé hablar cuatro idiomas, cumplo años el trece de octubre, soy libra, tengo dos gatos, uno es un azul ruso y el otro es una esfinge, y cada vez me asusto en las noches con el gato esfinge porque se me olvida que tengo un gato así, su presencia puede ser muy intimidante en ocasiones. Y por último, odio los tomates pero me encanta el ketchup y la salsa de tomate en la pasta.
—¿Te da miedo tu gato por las noches porque olvidas que tienes un gato esfinge?—soltó una carcajada.
—Lo sé, soy rara.
—Aunque no te culpo porque su aspecto sí da un poco miedo.—Seungmin sintió como el escalofrío recorrió su cuerpo.—¿Hablas cuatro idiomas?
—Sí. Inglés, Chino, Japonés y un poco de Francés.
—Wow, yo apenas puedo con el coreano.
Rió.—Es cuestión de práctica. ¿Y qué hay de ti?
—Mi vida no es interesante.
—Ay vamos, me dijiste que me contarías de ti. No vale arrepentirse.
Seungmin suspiró.—Tengo veintitrés años, estudió artes teatrales, cumplo años el veintidós de septiembre, soy virgo, tengo un perro, soy bueno en el canto, la única melodía que sé tocar en el piano es de Dragon Ball; mi corazón encantado. La primera presentación de teatro que tuve fue a los diez años, fue algo corta pero me gustó, hice del lobo en la obra de pulgarcito, desde ese momento el teatro se volvió mi sueño, aunque mis padres no lo aprueban porque prefieren que continúe con el negocio familiar. Amo la piña pero odio la piña en la pizza. He creado un nuevo plato que revolucionará la gastronomía.
—¿En serio?—él asintió.—¿Qué plato es?
—El Salchitaco.
—¿Qué es eso?
—Es salchicha con papa, ensalada y taco. Es muy delicioso.
—Eso suena muy grasoso.—Sooyeon habló con asco, puesto que no le gusta la salchicha.
—Un poco sí.—se encogió de hombros.
—Eso no revolucionará la industria de la gastronomía.
—Lo sé, pero me gusta la salchicha y el taco.
Ambos rieron. Se la estaban pasando bien el uno con el otro.
—¿Tus padres tienen un negocio familiar?
—Sí. Venden comida rápida, más que nada pollo frito.
—Pollo frito.—hizo un puchero. Ahora mismo quería pollo frito.
—Yah, Sooyeon. Te dije que no antojes.—reprochó Seungmin.—Mis padres lo heredaron de mis abuelos, mis abuelos y de mis bisabuelos. Ahora quieren que yo lo siga...
—Pero tú no quieres.
Suspiró por enésima vez en el día.—Exacto.
—A veces los padres suelen ser un poco pesados.
—¿También tienes padres así?
—No, pero los padres de mi amiga son así. Ellos quieren que estudie medicina porque su familia es de médicos. Me parece tonto que te obliguen a hacer algo que no quieres. Por suerte mis padres no son así.
—Tienes suerte.
En ese instante el celular de Seungmin vibró, llegándole una notificación de mensaje. El castaño lo sacó de su bolsillo del pantalón y desbloqueó su celular. Era un mensaje de Jisung.
«Seungmin. Adivina qué.»
«No adivino. Dime qué »
«A veces sueles ser muy grosero eh, pero esta vez te la voy a dejar pasar porque, ¡no vamos a exponer hoy! El profesor, por alguna razón, empezó las exposiciones desde el último grupo. La otra semana exponemos y por favor esta vez utiliza las escaleras.»
—¡¿Cómo?!—habló en un tono elevado que hizo exaltar a Sooyeon.
—Cielos, ¿Qué pasó?—llevó su mano al pecho.
Seungmin giró de lado para ver a su vecina con una grande sonrisa.— ¡No estoy jodido, Sooyeon!—rió con emoción y por mera inercia abrazo a su vecina, sin mala intención, solo quería festejar con alguien la segunda oportunidad que le daba la vida.—El profesor dio las exposiciones del último número y como no alcanzó todos en su hora, los otros grupos expondrán la otra semana.
El castaño se sentía muy emocionado que en cualquier momento las lágrimas de felicidad se le saldrían.
Sooyeon solo sonreía mientras que le deseaba buena suerte, y se sonrojó.
—Después de que salgamos de este ascensor,—se separó de la castaña sin darse cuenta del sonrojo de la castaña.— ¿tal vez podemos ir por un par de cervezas y cerdo a la parrilla? Tienes que festejar esto conmigo, Sooyeon.
—¿Qué?—preguntó sorpresiva. ¿Acaso Seungmin la estaba invitando a comer? Eso era mucho para ella.
—Oh bueno, —el castaño sonrió nervioso puesto que cree que fue un poco irrespetuoso al invitarla a comer así no más.— yo soy el único de los dos que al menos su planes no se le arruinaron. Tus amigos ya se habrán ido.—la pelinegra asintió con pena.—Pero ganaste un amigo, así que no todo está perdido. —Sooyeon sonrió.—Por eso después podemos ir por comida. ¿Qué dices?
—Sí. No tengo nada que hacer después.
—Perfecto.—Seungmin observó la hora en su celular.—Han pasado tres horas. Voy a llamar otra vez si me atienden.
El castaño marcó el número de la recepción, cruzo los dedos para que esta vez si atienden la llamada.
Le gusta la compañía de Sooyeon, ve a la chica alguien interesante y divertida, sin embargo, el lugar era lo que sofocaba, sería mejor platicar al aire libre y con una buena comida y cerveza.
En el segundo timbre por fin atendieron. Seungmin respiró con alivio y empezó a explicarle a la recepcionista lo qué pasó con el ascensor.
—Llegan en cinco minutos.—avisó el castaño cuando colgó la llamada.
—Bien entonces, —ambos se levantaron, sacudieron un poco sus ropas.—¿A qué restaurante vamos?
—Al que tú quieras.—los dos se dieron una sonrisa.
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