Capítulo 9: último día de campamento.
Laguna de Jurassic World.
La alarma retumbaba por todo el parque. Los campistas corrían desde donde se encontraban hasta la parte baja de las gradas.
—Atención. Todos los visitantes del parque acudan al muelle sur para su evacuación inmediata, la última lanzadera zarpa en dos horas. —Dijo una voz masculina.
—¿Y ya está? ¿Sin explicaciones, eso es todo? —Se quejó Brooklynn llegando junto con Darius. Poco después aparecieron Sammy y Kenji sin sus electrolentes para el sol.
—Vámonos, la única forma de escapar es correr. —Apremió Darius.
—Em, ¿Seguro que es la mejor forma de llegar allí? —Preguntó Sammy cuando Yaz llegó cojeando.
—Estoy bien, una vez competí lesionada. Deberíais preocuparos más por Ben y Bumpy. —Dijo con algo de arrogancia cuando los mencionados aparecieron.
—Lo que debería preocuparnos es subirnos a una lanzadera para salir de aquí. Y para eso tenemos problemas. —Dijo Ben sacando un mapa de Isla Nublar de su riñonera. —Nosotros estamos aquí, en el parque principal, el muelle sur está aquí, en la punta sur de la isla. Aunque corriéramos tan rápido como Yaz no llegaríamos a la última lanzadera. —Explicó.
—Eso no lo sabes. —Dijo Sammy.
—Sí, sí lo se porque memoricé el plan de evacuación cuando veníamos en la lanzadera. —Añadió Ben.
—Y nos lo dices ahora. —Dijo Kenji llevándose las manos a la cabeza, con una reacción muy similar a la del resto.
—Vale, necesitamos otra forma de llegar. —Sentenció Darius. —¿Utilizamos los kayaks, o decimos a los de la lanzadera que nos esperen, o...? —.
—O hacemos unos cohetes en un momento, o deberíamos adoptar un purrgil. —Dijo Brooklynn con sarcasmo. —Asumidlo, no es posible. —Dijo con apatía.
—Estamos llegando a la calle principal. —Dijo la voz femenina de siempre a través de los altavoces, los campistas fueron a ver que ocurría. —En vuestro destino podréis comer y hacer compras de Jurassic World. Además, pasaremos por la laguna de Jurassic World y el muelle sur. —.
Todos miraban como aparecía el monorraíl del parque, en dirección a la parada de la calle principal.
—¡El monorraíl Yuhu! —Gritó Kenji.
—Mm, bien jugado, Fuerza. —Dijo Brooklynn con satisfacción.
—Deprisa. —Animó Darius.
Todos corrieron en dirección a la parada de la laguna, la próxima parada del monorraíl. Subieron las gradas todo lo deprisa que podían hasta que llegaron a una explanada en la que al otro lado estaba la escalera a una escalera de hormigón para acceder a la parada. No obstante, Ben y Yaz se quedaron atrás, Ben porque ya estaba cansado y Yaz por su lesión.
—Tenemos que irnos. —Gritó Darius desde lo alto de las gradas con Mei subida a su espalda.
—Está bien no ir siempre el último, por una vez. —Dijo Ben mirando a Yaz que se había quedado detrás de él.
—Estoy bien. —Gruñó Yaz, y en un instante adelantó a Ben, a quien no le quedó más remedio que acelerar el paso.
Kenji, Brooklynn y Sammy se habían adelantado al resto. Ya estaban empezando a cruzar la explanada con los brazos levantados en señal de victoria, cuando algo los hizo volver atrás y a pegarse a la pared de las gradas asustados para esconderse. Darius iba corriendo hacía la explanada, pero Brooklynn lo detuvo y le hizo una seña para que no hiciera ruido. Darius avanzó con sigilo hasta la esquina de la pared para ver que había. Y cuando vio a Toro el carnotauro junto a un barril volvió a esconderse antes de que lo viera. Darius se volvió a asomar, y observó la escalera, se encontraba relativamente cerca. También vio las luces del monorraíl acercarse a la parada y miró a Toro que estaba intentando comerse un barril metálico.
Darius esperó a que Toro les diese la espalda, e hizo una señal para que avanzasen, y echó a correr. Sin hacer ruido enseguida consiguió llegar hasta la escalera y esconderse tras ella. Pero se dio cuenta de que se había quedado solo con Mei, que se bajó de su espalda, y miró confundido a los demás, que seguían parados en el mismo sitio. Volvió a decirles que avanzasen, y poco a poco avanzaron aprovechando que Toro seguía peleándose con el barril. Pero tuvieron que volver a esconderse cuando Toro, con el barril en la boca, se dio la vuelta, soltó el barril, y avanzó hacía donde estaban los campistas. Darius se escondió debajo de la escalera, pensando como salvar a sus amigos. Lanzó una piedra hacía un barril. Toro siguió el sonido. Para evitar que lo viera Darius paso por debajo de la escalera hasta esconderse al otro lado de esta. Les volvió ha hacer la señal para que avanzasen, finalmente avanzaron. Uno a uno, fueron avanzando hasta que todos estuvieron en el interior de la escalera, agachados para que los cubrieran los muretes de hormigón de la escalera. Darius también entró, no sin antes echar un último vistazo a Toro para asegurarse de que no los hubiera visto. No obstante, Toro giró la cabeza, dio media vuelta, y empezó a andar. A pesar de que no iba hacía la escalera, si que era peligroso para los chicos, ya que al pasar por delante los vería.
Yaz y Darius iban los últimos, se quedaron quietos, sin hacer ruido, y apretándose los dos juntos contra uno de los muretes de la escalera. Toro estaba muy cerca, a punto de verlos, cuando Mei salvó la situación. Saltó sobre el murete tras el que estaban escondidos Yaz y Darius, y siseó amenazadoramente a Toro, para luego correr hacía arriba. Toro simplemente la miró como huía, y volvió a dar media vuelta. Darius miró por encima del murete, para asegurarse de que era seguro continuar, y continuó subiendo seguido de Yaz, a gatas para que no los viera Toro.
Todos subían las escaleras a gatas, Kenji, Brooklynn y Sammy iban delante y Yaz, Darius y Ben mucho más atrás. Bumpy, avanzaba trotando, adelantando a Brooklynn y Kenji. Sin embargo, al subir Bumpy tumbó un recipiente de refresco que había en medio de la escalera, y este rodó amenazando con caer por las escaleras. Brooklynn intentó cogerlo antes de que cayera por las escaleras e hiciera cualquier ruido que pudiera atraer a Toro, pero no lo consiguió, Kenji intentó sujetarlo, pero también se le escapó, lo mismo le pasó a Sammy. Pero cuando estaba a punto de chocar contra el suelo delante a un par de metros el vaso se quedo flotando. Darius miró a Brooklynn y vio como estaba usando la Fuerza para que no chocara contra el suelo. Brooklynn lo dejó con cuidado sobre el suelo sin hacer ruido y todos respiraron aliviados. Bumpy llegó arriba, donde estaba esperando Mei, seguida de Kenji. Justo el monorraíl estaba a punto de llegar a la parada, y Kenji iba a gritar para celebrarlo, pero desde detrás Brooklynn le tapó la boca con la mano para que no hiciera ruido, y le ordenó que se callara llevándose el dedo de su mano robótica a la boca mientras hacía un sonido de silencio. Los dos miraron con miedo como Toro estaba delante de la escalera, pero mirando en la dirección contraria a la que estaban ellos. Ya se estaba a punto de ir, y el monorraíl acababa de llegar y estaba abriendo las puertas. Todo parecía que por una vez les estaba yendo bien.
—Bienvenidos a la laguna de Jurassic World. Siguiente parada, el muelle sur. —Se escuchó a través de los altavoces.
Kenji y Brooklynn miraron al monorraíl y de nuevo abajo. Toro miró en todas direcciones para ver de donde venía ese sonido, y al mirar hacia la escalera vio a los campistas y rugió.
—¡Corred! —Gritó Darius.
Todos se olvidaron del sigilo y echaron a correr las escaleras a la desesperada. Toro también inició la persecución subiendo por las escaleras. Ben se quedó el último, y al mirar atrás y ver a Toro a punto de devorarlo se agachó, consiguió evitar el primer mordisco, pero Toro volvió a intentar comérselo, sin embargo Ben siguió subiendo las escaleras y consiguió salvarse de nuevo. Toro siguió persiguiéndolos, pero como en las escaleras no tenía suficiente agarre, empezaba a resbalarse. Sammy y Darius consiguieron llegar arriba, donde les apremiaban Brooklynn y Kenji desde dentro del monorraíl con Mei. Se escuchó un golpe y la parada empezó a temblar. Sammy entró en el monorraíl, pero Darius fue de nuevo a las escaleras, donde estaba Bumpy esperando a Ben, para ver que ocurría. Vio a Yaz y a Ben huyendo de Toro, quien les seguía muy de cerca, dando mordiscos para intentar atraparlos. Estaban ya llegando arriba cuando Toro se resbaló y chocó contra los escalones, la escalera tembló y Yaz y Ben se cayeron. Yaz miró hacía atrás y se encontró a Toro a menos de medio metro. Darius lo vio y sin dudarlo bajó las escaleras para ayudarla.
—Por favor, aléjense de las puertas. —Sonó a través de los altavoces de la parada mientras las puertas del monorraíl se cerraban.
Para evitarlo, Kenji se puso heroicamente entre las puertas. Ben miró aterrado como Yaz subía las escaleras marcha atrás como podía para evitar que Toro, que subía a trompicones dando mordiscos, la devorara. Ben quería ayudar, pero estaba paralizado por el miedo. Entre tanto, Yaz seguía intentando escapar de la muerte.
—Ben apártate. —Exclamó Darius, quien bajaba las escaleras corriendo para ayudar a Yaz.
Yaz estaba a punto de ser devorada, Toro estaba tan cerca ya su presa no podría escapar otra vez de él. Afortunadamente, llegó Darius y agarrando a Yaz por las axilas la salvó de morir, por los pelos. Toro les rugió. Los dos cayeron de espaldas, pero se levantaron rápidamente para seguir subiendo, lo mismo hizo Ben. Toro se reincorporó y se lanzó de nuevo a por sus presas, pero volvió a resbalar. La escalera tembló de nuevo cuando Toro cayó al suelo, tirando a Darius y Yaz. En el hormigón de la escalera ya se empezaban a abrir grietas. Darius y Yaz, ayudada por Darius, volvieron a levantarse para continuar ascendiendo. Toro volvió a levantarse y miró enfadado a los muchachos. Kenji seguía luchando valientemente por mantener abiertas las puertas del monorraíl, ayudado por Brooklynn y Sammy. Ben consiguió llegar arriba, donde lo estaba esperando Bumpy, esperó a que Yaz y Darius, sobre el que se estaba apoyando Yaz para caminar, terminaran de subir y colocarse en el otro lado de Yaz para que se apoyara en él. Toro estaba a punto de subir las escaleras, pero las numerosas grietas que se habían abierto y extendido en la escalera debilitaron su estructura, y finalmente la escalera cedió bajo el peso de Toro. Kenji, Brooklynn y Sammy consiguieron abrir las puertas y Ben, Yaz, Darius y Bumpy entraron de golpe en el monorraíl y chocaron con Kenji, y cayeron al suelo. Las puertas se cerraron y el monorraíl se puso en marcha, y se alejó de la parada, dejando a Toro rugiendo de frustración. Todo ocurrió cuando estaba cayendo la noche.
Brooklynn, Kenji y Sammy miraban a través de las ventanas hacía Toro, respirando agitadamente por la tensión y el miedo.
—Ni en broma. —Exclamó Kenji. —Cuando creemos que estamos a salvo nos pasa algo. Mirad, las puertas van a abrirse. —Dijo, pero no pasó nada. —Vale, entonces el tren va a parar. Porque así es como funciona. —Volvió a decir, y de nuevo no ocurrió nada.
Sammy se marchó para estar más tranquila.
—Em, creo que ahora estamos a salvo. —Dijo Brooklynn y se marchó.
—Bueno, lo estábamos hasta que lo has dicho. —Repitió Kenji, y otra vez no ocurrió absolutamente nada.
A la laguna estaban llegando Dave y Roxy en el aerodeslizador. Nada más aparcar, los dos se bajaron.
—Yo miró por aquí, tú por el estadio. —Ordenó Dave.
Los dos se separaron y fueron a buscar en su respectiva zona. Los dos gritaban intentando llamar a los campistas, pero no hubo respuesta. Dave al no encontrar nada por su zona se fue a ayudar a Roxy a buscar en las gradas. Entonces enfocó con su linterna a los kayaks que se encontraban en medio de la laguna, y los vio vacíos, y justo en ese momento Serena paso por debajo de los kayaks. Dave al ver eso pensó que Serena los había devorado, y se empezó a asustar y a entristecerse.
—Lo han conseguido. Parecen lo bastante caras y horteras como para ser de Kenji. —Comentó Roxy al encontrarse las electrolentes de sol de Kenji tiradas en el suelo.
Dave las cogió y las miró con preocupación.
—Están bien, lo se. —Le animó Roxy.
—Bienvenidos a la laguna de Jurassic World. —Dijo la ya clásica voz femenina a través de los altavoces.
En ese momento, por delante de Dave y Roxy pasó el monorraíl en el que iban los chicos. Dave y Roxy finalmente los vieron en el interior. Intentaron hacerles señas para que los vieran, aunque estaban demasiado lejos y estaba muy oscuro como para que los distinguieran.
—Atención, los visitantes del parque deben dirigirse al muelle sur para su evacuación inmediata. La última lanzadera despegará en 90 minutos. —Dijo una voz masculina por los altavoces.
—Se dirigen al muelle. —Dedujo Roxy.
—Es hora de despegar. —Dijo Dave intentando sonar bien al tiempo que se ponía las electrolentes de sol de Kenji.
Entonces escucharon un resoplido. Los dos se asustaron y miraron en la dirección del sonido, y vieron a Toro entrando en las gradas.
—O de marcharnos sin hacer ruido. —Dijo Dave asustado, marchándose sigilosamente con Roxy al muelle sur.
Zona sur de Isla Nublar.
Alec y Ashla ya se encontraban a apenas treinta minutos andando del muelle sur, por donde les evacuarían. Como siempre, Ashla iba con la armadura puesta por completo, las linternas de su casco encendidas y con el blaster antitanque NH-300 en lugar del subfusil blaster de asalto CT-29, caminando delante, atenta a cualquier sonido o señal sospechosa. Alec caminaba detrás de ella, como siempre. Ashla y Alec iban hablando tranquilamente, pero sin dejar de prestar atención a lo que les rodeaba. Los dos estaban saliendo del bosque hacía un pequeño claro.
—¿No sería mejor evitar los claros de la selva? —Preguntó Alec.
—¿Por qué lo preguntas? —.
—Es solo que todas las veces que nos han atacado han sido en los claros, primero con los pterosaurios y después con la Indominus Rex. —Comentó.
—No creo, en el bosque pueden emboscarnos más fácilmente, además de que, en los claros, aunque estemos más expuestos, no pueden pillarnos por sorpresa. —.
—Ya, pero en el bosque estamos más ocultos, y podemos escondernos mucho más rápidamente si notamos que algo se acerca. Eso sin contar que puedes emboscar tú a quien nos ataque. —Dijo Alec.
—Tienes razón, pero aún así...—.
Los dos se callaron y se quedaron muy quietos cuando escucharon algo detrás de ellos. Los dos se giraron, pero no les dio tiempo a más antes de que un troodón saltase sobre Alec. Alec gritó de dolor cuando el troodón le clavó las garras con forma de hoz en el vientre y le mordía en el antebrazo, que Alec había levantado para cubrirse la cara y el cuello. Ashla gritó, apuntó y disparó, intentando no darle a Alec. Los gritos cesaron, y el troodón al morir se desplomó sobre Alec. Ashla recorrió lo más rápido que pudo el metro y medio que los separaba, apartó el cuerpo del troodón y llamó a Alec por su nombre. Alec. Éste emitió un quejido de dolor, seguía vivo, Ashla se tranquilizó, hasta que desvió la mirada al abdomen de su marido. Se espantó al ver que tenía dos enormes cortes que sangraban profusamente.
—Escúchame, voy a llevarte junto a un árbol para verte las heridas. Se que te duele, pero no grites, y no te mires las heridas. —Ordenó Ashla con voz firme, pero que ocultaba mucho miedo, ya había visto las heridas y no tenían buena pinta.
Ashla lo agarró lo mejor que pudo, para no empeorar las heridas, y lo arrastró con cuidado hasta un árbol, dejándolo sentado con la espalda apoyada en el tronco. Cuando lo movió, Alec gimió de dolor, aunque afortunadamente no gritó. Una vez apoyado, Ashla le rompió la camisa para poder ver mejor las heridas, y las enfocó. Ashla estuvo a punto de venirse abajo cuando las vio. La parte buena era que no le habían alcanzado ningún órgano vital, ni había llegado a destriparle de milagro, pero ahí acababan las buenas noticias, las heridas sangraban mucho, y eran demasiado grandes y profundas como para ella pudiera curárselas. Además, con esas heridas Alec no podría caminar mucho, eso solo haría que se desangrase más rápido, y ella no podía cargar con él y llevar el arma al mismo tiempo o arriesgarse a moverlo sin riesgo a empeorar las heridas, tampoco podía avisar a las emergencias porque ningún medio para comunicarse funcionaba ya en el parque; y tampoco podía pedir ayuda a los militares porque la reina le había cortado la comunicación e incluso eliminado la señal que emitía su brazalete para localizarla de forma temporal, hasta que terminase su misión. Alec no iba a sobrevivir a esa noche, se moriría desangrado ahí, en medio de la selva. A Ashla se le derramaron las lágrimas al pensar en ello.
—¿Tan malo es? —Preguntó Alec al ver a su esposa callada.
Ashla solo presiona un botón y el casco desapareció, y le miró con los ojos húmedos. No era capaz de decírselo, pero suspiró para tomar fuerzas, las necesitaba para contarle la verdad.
—Sí, no puedo curarte las heridas, no puedo cargar contigo y llevar un arma a la vez, no podemos pedir ayuda a nadie, ni siquiera a los militares, y no puedes caminar sin desangrarte más rápido. —Explicó Ashla conteniendo el llanto. —Vas a morir. —Anunció rompiendo a llorar.
—¿Por qué no vas al muelle y pides ayuda? —.
—¿Y dejarte aquí solo a merced de los dinosaurios? Sí no me equivoco los dinosaurios como ese que se parecen a los velociraptores van en manada, si ese está por aquí el resto no estará muy lejos. Si te encuentran te devoraran. —.
Alec suspiró.
—Márchate. —Dijo Alec tras varios segundos.
—¿Qué? —.
—Que te vayas y me dejes aquí. Vuelve tú a casa, sálvate. Además, Taala necesita a uno de los dos. Si yo no voy a salir de aquí con vida tendrás que ir tú. —.
—Tú no me abandonaste cuando yo más te necesité, no pienso abandonarte. —Sentenció Ashla sentándose a su lado con el arma en las manos.
Alec no se negó, sabía lo testaruda que podía llegar a ser Ashla cuando tomaba una decisión, eso era algo que los dos tenían en común, la conocía bien y sabía que no cedería en eso por mucho que intentara convencerla. Los dos se callaron, él único sonido que se escuchaba era el de las hojas moviéndose con el viento.
—¿Cuánto me queda de vida? —Preguntó Alec.
—Entre dos horas y una hora y media. —Contestó.
—Perderás la última lanzadera. —.
—No importa, ya encontraré otra manera de salir de aquí. —.
Después de eso, un largo silencio de nuevo. Ninguno de los dos decía nada, ya se habían dicho todo. Ashla apoyó su cabeza contra el hombro de Alec, con los ojos húmedos, pensando en la mala suerte que había tenido Alec, morir desangrado era una forma muy lenta, dolorosa y agónica de morir.
En el monorraíl.
El monorraíl seguía su camino. Darius estaba mirando la luna llena por la ventana.
—Se acabó. —Suspiró. —Chicos, lo conseguimos. Nos vamos a casa. —.
Nada más decir eso, todos sonrieron en silencio, en una alegría contenida.
—¡Yuhu! —Exclamó Sammy repentinamente, asustando a Ben y sobresaltando a Bumpy y Mei.
Todos se quedaron en silencio, hasta que Darius también gritó de júbilo a modo de celebración, y los demás también se unieron a la celebración, todos menos Kenji. Hasta que se calmaron y comenzaron a reírse sin más. Sin embargó, Kenji seguía mirando la luna sin la misma alegría que el resto. Darius fue a hablar con él para intentar animarle.
—Esta bien hombre, estamos bien. Pronto llegaremos al muelle. —Le animó Darius.
—Esto merece una celebración. —Comentó Brooklynn.
—Creo que en eso puedo ayudar. Cogí un aperitivo para el camino. —Añadió Ben sacando unos paquetes con barritas dulces de su riñonera.
—Ahora mismo me casaría contigo. —Dijo Sammy, aunque después se arrepintió.
Todos fueron con ilusión a por las barritas y todas volaron de las manos de Ben, salvo una. Nada más probarlas todos mostraron caras de asco. A escondidas, Brooklynn y Darius le dieron las suyas a Mei para que se las terminara ella, pero ni siquiera ella quiso comérselo.
—Ben, creo que te han robado las chocolatinas y las han cambiado por otra cosa. —Dijo Sammy.
—Son barritas de algarrobas. Pegan muy bien con... —.
—Su zumo. —Completó Darius, mostrando uno de los paquetes de zumo que Ben había sacado de su riñonera. —Increíble. —.
—La algarroba es como chocolate natural, igual de sabroso, pero sin azúcar ni cafeína. —Explicó Ben.
—¿Qué tienen de malo el azúcar y la cafeína? —Preguntó Brooklynn. —Lo primero que haré cuando llegue a casa será abrazar a mi cafetera, y no la pienso soltar. Después ya abrazaré a mi hermana. —.
—¿Tienes una hermana? —Preguntó Darius.
—Sí, es mayor que yo, tiene diecinueve años. —Explicó.
—Sabes Brooklynn, a veces me dicen que soy como una bebida caliente. —Dijo Kenji, pero el resto solo negaron esto.
—Tú nunca serás como el caf. —Dijo Brooklynn.
—Podría serlo. —Farfulló Kenji.
—Estoy deseando llegar a casa. En cuanto mejore del tobillo volveré a entrenar. Aunque tendré que buscar un nuevo patrocinador, ya que el mío era Jurassic World, pero ya conocéis la historia. —Dijo Yaz.
—Va a ser raro que todo vuelva a la normalidad, los videojuegos ahora van a ser un poco aburridos. ¿Y tú que harás cuando llegues a casa, Kenji? —Preguntó Darius.
—Depende de a que ala de nuestra mansión te refieras. —Presumió Kenji. —El ala este está prohibida, pero papá y su novia Candy están de viaje, así que creo que bajaré a jugar un rato a la sala de juegos. Je, los droides de protocolo y de servicio siempre me dejan ganar. Así es la vida del VIP. —Explicó Kenji, lo último lo dijo un poco deprimido.
—Y tú, ¿Qué echas de menos, Ben? —Preguntó Sammy.
—Oh, oh, no me lo digas, estás deseando llegar a casa con tus estúpidos zumitos. —Bromeó Kenji, el resto se rio.
—Ja, ja, ja muy gracioso. —Se rio con sarcasmo.
—En serio Ben, tienes zumo y barritas para varios días ¿Cuántas cosas te caben en esa cosa? —Preguntó Darius.
—Uno, muchas; y dos, obviamente lo primero que haré al llegar a mi casa será rellenarla. —.
Ese comentario provocó las risas de todo el grupo, incluido Ben. Kenji vio unas linternas y se levanto a coger una.
—Eh, mira Brooklynn, esto te va a gustar. —Dijo Kenji.
Entonces encendió la linterna imitando, más o menos, el sonido de un sable de luz, para después ir alumbrándolos a todos y moviéndola como si fuera una espada laser, con una imitación de sonido a juego.
—Increíble, he encontrado la primera cosa de Jurassic World que funciona. —Dijo Kenji lanzando la linterna al aire para intentar cogerla después, pero se le cayó al suelo. Intentando no parecer que había echo el ridículo volvió a cogerla y a encenderla. —Aún funciona. —.
—No me puedo creer todo lo que ha salido mal. Como esa vez que casi nos comen. —Comentó Brooklynn.
—¿Cuál de todas? ¿Cómo es posible más de una vez? —Preguntó Yaz entre risas.
—Brindemos con zumo de algarroba. Salud. —Dijo Darius alzando su paquete de zumo, y el resto lo imitó, menos Kenji que tuvo que ir corriendo desde donde estaba hasta su el asiento en el que había dejado su zumo. —Porque no nos han comido. —.
—Porque no nos han comido. —Exclamaron todos juntos.
Todos bebieron un poco, pero ninguno pudo aguantar el sabor del zumo durante más de tres sorbos, salvo Ben, que casi se lo bebe entero.
—Por no tener que salir corriendo. —Exclamó Brooklynn alzando su zumo.
Todos lo repitieron, pero esta vez solo Ben bebió del zumo, el resto solo fingió que lo hizo. Incluso Sammy derramó un poco en el suelo para que Bumpy y Mei se lo bebieran.
—Por no volver a tener miedo de manera constante ni la continua sensación de una muerte inminente. —Dijo Ben alzando su zumo para brindar.
—Por lo que ha dicho Ben. —Gritaron el resto.
—Tengo uno. —Dijo Sammy, pero repentinamente se escuchó una explosión y el raíl y el tren tembló un poco. —¿Qué ha sido eso? —Preguntó asustada.
Todos fueron corriendo a mirar por las ventanas, pero no vieron nada.
—Parecía una explosión. —Comentó Yaz.
—Me c*ago en la p*ta, otra vez no. —Dijo Brooklynn asustada.
—N-no veo nada. —Informó Kenji.
—No ha sido demasiado cerca. Estamos bien, seguimos bien. —Intentó tranquilizar Darius, pero el resto ya estaba preocupado.
—El campamento no ha sido como pensábamos, pero después de lo que hemos pasado dejamos este lugar con cinco nuevos amigos. Porque los seis seamos amigos de por vida. —Dijo Sammy alzando su zumo, pero el resto siguió callado, incluso desviaron sus miradas y se pusieron ha hacer otras cosas como si no la hubieran escuchado. —Chicos. Hola. Esperad ¿No creéis que seamos amigos? —.
—A ver, ¿No se necesita algo más que unos días para convertirse en amigo de alguien? —Preguntó Brooklynn.
—Nos juntaron de forma aleatoria. No tentemos nada en común. —Comentó Yaz.
—Eso no es cierto. Hemos pasado por cosas que muchos amigos no les pasa nunca. —Dijo Sammy.
—Y ahora que todo se acaba ¿Qué probabilidades hay de que nos volvamos a ver? —Preguntó Ben.
Todos se desanimaron, y se quedaron callados, mirando cada uno para un lado. Todos sabían que era muy complicado seguir viéndose, ya que todos vivían en ciudades, e incluso planetas diferentes. Darius y Brooklynn se miraban de reojo, haciéndose a la realidad de que era muy difícil que se volvieran a ver. Para ellos era aún más doloroso por los sentimientos que habían empezado a haber entre ellos.
—Si miran a su derecha verán nuestra mundialmente conocida dinopista de vainas. Es una de las muchas maravillas que sea tan maravilloso. —Dijo la voz habitual voz femenina por los altavoces.
—Ja ja, ¿Y eso qué quiere decir? —Rio Brooklynn.
—Creía que lo sabía. Toda mi vida he tenido una idea de Jurassic World. Mi padre decía que este sitio era todos los saurios y patatas fritas. Era muy cursi. —Recordó Darius.
—E-era, ¿Tú padre está...? —Fue a preguntar Ben, pero se quedó a medias.
Todos se quedaron callados. Brooklynn ya lo sabía, pero eso no significaba que no fuera a mantener el silencio.
—Lo siento Darius. Of, lo siento, muy buena Sammy. Que idiota, como si un lo siento pudiera... —Intentó consolar Sammy.
—Está bien. —Contestó Darius cabizbajo.
—Eh, al menos tu padre no ha visto este sitio convertido en un vertedero en llamas. —Intentó animar Kenji, opero Yaz le pego una colleja en la nuca para que se callase, mirándole con una mirada severa. —Au, ¿Qué? A ver, que está muy bien que Darius y su padre estuvieran tan unidos. Puedo contar con los dedos de una mano las veces que mi padre y yo hemos hecho...algo. —Dijo Kenji, Yaz relajó la mirada.
—Kenji, eso es realmente triste. —Dijo Sammy.
—Sí. ¿Os he dicho que tengo una sala de juegos? —Contestó Kenji para disimular.
—Maldita sea. Vamos, tiene que estar por aquí. —Maldijo Ben agitando su riñonera para sacar las cosas.
Los objetos que estaban dentro de la riñonera cayeron sobre un asiento. De todos ellos, Ben cogió el gel desinfectante.
—Bumpy ha pisado algo pegajoso y tengo poco desinfectante. Está bien, puedo hacer más. —Explicó Ben.
—Ben, ¿Por qué estás aquí? —Preguntó Kenji con brusquedad.
—Lo que quiere decir es que, bueno, te dan miedo los dinosaurios, salir fuera, a veces quedarte dentro, los gérmenes... —Enumeraba Darius.
—La nata, por alguna razón. —Completó Sammy.
—Por como se mueve, uhgg. —Reveló Ben.
—Sí, a eso mismo me refiero, ¿Qué te pasa? —Preguntó Kenji.
—Mi madre trabaja para Masrani, fue ella quien me apuntó. Dijo que sería una forma genial de enfrentarme a mis miedos. Ha sido una pesadilla. Estoy harto de tener miedo todo el tiempo, y de correr, y de que casi me coman, y de cubriros las espaldas. Ya no puedo seguir con esto. —Confesó Ben. Todos se quedaron callados. Bumpy para animarle puso su cabeza en las rodillas de Ben. —Aunque no todo es malo. Si no hubiera venido no hubiera conocido aaaaa... —.
De pronto el tren comenzó a moverse violentamente de un lado a otro. Los campistas se agarraron donde pudieron. Darius se levantó y fue corriendo hasta el siguiente vagón, el último, seguido del resto. Pasaron unos pocos segundos de calma, hasta que volvió a moverse. Darius fue al final y miró a través del cristal.
—Chicos, ¡Hay que apagar las luces! —Gritó y le arrebató la linterna a Kenji, se subió a uno de los asientos y golpeó una de las luces hasta que la rompió, y pasó a la siguiente.
Kenji, sin entender porque Darius hacía eso, fue a mirar por el cristal. Cuando la luz que estaba rompiendo Darius se apagó, todos vieron con miedo lo que estaba provocando los violentos zarandeos del tren, una gran bandada de pteranodones que se dirigían volando hacía el monorraíl.
—Estos animales son como las aves marinas. Les atraen los objetos que se mueven y brillan. Y con estas luces.... —Explicó Darius.
—Somos un objeto que se mueve y brilla. —Completó Sammy.
Uno de los pteranodones se lanzó contra el cristal, en él que se abrieron grietas en la zona donde impactó el reptil volador. Todos se asustaron y fueron desesperadamente a por las linternas para romperlas. Hasta que escucharon un disparo. Al mirar atrás vieron a Yaz apuntando con uno de sus blasters a una de las luces, que estaba rota y lanzando chispas.
—¿Qué? Así es mucho más rápido. —Se excusó Yaz.
Entonces Brooklynn le dio su linterna a Sammy y activó el blaster de su brazo mecánico.
—Yaz y yo nos quedamos en este vagón disparándole a las luces, vosotros id al resto de vagones e id rompiendo las que podáis. —Ordenó Brooklynn.
—Bien, vamos ya habéis oído. —Dijo Darius.
—¿Y yo qué hago? —Preguntó Ben.
—Quitarte de en medio. —Ordenó Brooklynn.
Darius, Kenji, Sammy y Ben se fueron al siguiente vagón a adelantar trabajo, mientras Yaz y Brooklynn se quedaban en el último vagón disparándole a las luces. Darius, Kenji y Sammy se pusieron a romper todas las luces que podían, y Ben simplemente estaba con ellos haciéndose cargo de Bumpy y Mei. Aunque el trabajo no fue fácil, los pteranodones se lanzaban sobre el tren, zarandeándolo violentamente. Un pteranodon pasó volando junto a las ventanas del tren y embistió al lado de donde estaba Sammy hasta en tres ocasiones, hasta que se lo llevó por delante una rama que estaba junto a las vías. Cuando Yaz y Brooklynn terminaron con las luces del vagón, pasaron al siguiente, en donde había estado el resto rompiendo luces, y se fueron al siguiente para repetir el proceso. Los pteranodones se subían al techo y lo golpeaban, se lanzaban en picado hasta chocar con los cristales, muchas veces abriendo grietas. Finalmente, los chicos llegaron al vagón que les faltaba.
—Sonreíd, estáis en Jurassic World, esperamos que lo estéis pasando bien. —Empezó a decir la voz femenina de siempre por los altavoces del monorraíl.
—¿Me prestas uno de tus blasters? —Le preguntó Kenji a Yaz cuando pasó por su lado.
Yaz con algo de duda le dio uno de sus blasters, Kenji lo tomó, y le disparó al altavoz del tren.
—Oye, tenías razón. Se queda uno muy a gusto cuando le disparas a algo. —Afirmó Kenji devolviéndole a Yaz su blaster.
Repentinamente se escuchó otra explosión y el monorraíl tembló. Sammy señaló asustada a algo a través de la ventana. Darius fue a mirar que era eso que señalaba Sammy. Darius vio un monorraíl parado en medio de la vía, destrozado, sobre el que estaban varios pteranodones, y hacia el que iban directos.
—Ahora sabemos lo que era la explosión de antes. —Dijo Sammy.
—Os lo dije. —Intentó decir Kenji.
—No. —Sentenció Brooklynn.
—Si no cambiamos de vía o paramos el tren ahora mismo, chocaremos a toda velocidad. —Informó Darius.
—El vagón delantero, los paneles de control están ahí. Lo vi en un tour VIP, era pequeño, me dejaron manejarlo. —Explicó Kenji.
Darius fue a mirar por una pequeña ventana que tenía la puerta hacía el vagón. Kenji tenía razón, ahí estaban los controles. Darius intentó abrir la puerta por la fuerza. Pero no se abría. El resto fueron a ayudarlo a intentar abrir la puerta, menos Ben, que, asustado, se quedó acurrucado en un rincón, únicamente acompañado por Bumpy. Entre tanto, el monorraíl seguía acercándose a toda velocidad al otro tren. Intentaron todo para abrir la puerta llegaron a aporrear el cristal de la ventana de la puerta para intentar romperlo, incluso Yaz les disparó a los controles de la puerta para ver si se abría. Pero nada. Darius entonces vio una pequeña compuerta en el techo del vagón, miró hacía el techo del vagón en el que estaban, y también tenía una. A Darius se le ocurrió un plan.
—¡Voy a llegar al panel de control por ahí! —Exclamó Darius.
—¿Qué vas a hacer qué? —Preguntó Brooklynn preocupada.
—No puedes salir ahí fuera. Hay es donde están esos bichos voladores. —Intentó convencerle Kenji.
—No tenemos elección, iremos... —Darius miró a Ben, acurrucado en el rincón asustado. —Soy el único que puede caber. —.
Darius fue a abrir la compuerta, pero varios pteranodones chocaron contra el monorraíl haciendo que se zarandeara y todos cayeran al suelo. Bumpy miró a Ben, Ben miró la compuerta y tomó una decisión.
—Vas a estar bien. —Le dijo a Bumpy.
Entre tanto, Darius les estaba ordenando que fueran a distraer a la bandada mientras él se iba de un vagón a otro, y Brooklynn intentaba desesperadamente convencerle para que no lo hiciera. Entonces se escuchó la compuerta abrirse, y a Bumpy chillar, y a Mei mirando hacía arriba, y al mirar hacía la compuerta vieron las piernas de Ben, que se encaramado al techo, hasta que consiguió subir por completo. El resto gritó su nombre con una mezcla de miedo y preocupación.
—Ben, ¿Qué estás haciendo? —Le preguntó Darius sacando la cabeza por la compuerta. Darius le tendió la mano para que volviera, pero Ben simplemente lo miraba sin intención de retroceder.
—Puedo hacerlo. Distraedlos. —Contestó, y siguió avanzando.
Darius se metió dentro, consiguiendo esquivar de milagro las garras de un pteranodon que intentó atraparlo.
—Vamos, tenemos que alejarlos de Ben. —Exclamó Darius, encendiendo una linterna y corriendo a los vagones traseros. El resto, lo imitó.
Ben seguía subido al techo, avanzando a gatas con cuidado. Los demás campistas habían conseguido llegar al último vagón y estaban moviendo las linternas a la desesperada para atraerlos y que no atacaran a Ben. La mayoría de pteranodones al ver las luces dieron media vuelta para ir hacía ellas, dejando a Ben tranquilo. Ben estaba muy asustado, no quería mirar hacía abajo porque sabía que sería incapaz de moverse. Ben vio que ya estaban demasiado cerca del otro tren, y aceleró el paso, hasta que consiguió abrir la compuerta y meterse en ese vagón. Una vez dentro, Ben miró los complejos controles, sin entender absolutamente nada de para que servían cada uno de ellos. Ben se puso a tocar y apretar palancas al azar, pero no ocurría nada. De repente un pteranodon chocó contra el cristal de la cabina asustando a Ben. Finalmente, vio una palanca y tiró de ella. Las vías magnéticas cambiaron de dirección y el tren se desvió hacía la izquierda, rozando al otro tren. Todos se agarraron a lo que pudieron, pero el tren consiguió desviarse sin ningún problema grave, pero el tren que se encontraba parado cayó al suelo de la selva en una gran explosión. Todos se quedaron mirando la llamarada y la nube de humo, totalmente asombrados. También vieron como muchos de los pteranodones dirigían su atención hacía ella. Todos empezaron a gritar eufóricos y fueron hacía el vagón delantero, de donde salía Ben tras haber conseguido abrir la puerta desde el otro lado, y empezaron a corear su nombre. Bumpy fue con él, incluso lo tiró a suelo.
—Nos has salvado Ben. Sinceramente, no pensé que fueras capaz. —Reconoció Darius adelantándose un poco al resto.
Ben iba a ir con ellos, pero sin previo aviso un pteranodon agarró a Darius entre sus garras y salió volando. Pero cuando estaba fuera Darius notaba como una fuerza invisible lo agarraba, y tiraba de él impidiendo que el pteranodon se lo llevara. Vio a Brooklynn con el bazo alzado, la mano abierta, sacando medio cuerpo fuera. Lo estaba agarrando con la Fuerza para que no se lo llevara. Brooklynn tiraba un poco cada vez, con todo el poder que era capaz de reunir.
—Ayúdame. —Suplicó Darius.
Las manos de Darius y Brooklynn estaban a punto de tocarse.
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¿Qué tal?
Lo primero, feliz año nuevo, espero que hayáis tenido un buen comienzo de año nuevo y un buen día de Reyes. Y lo segundo, siento no haber publicado ayer, se me olvidó que día era.
Este ya es el penúltimo capítulo de la primera temporada, cada vez estamos más cerca de final.
Ahora sí, nos vemos en el próximo capítulo.
Hasta otra.
Y para rematar el capítulo, un meme.
Resumen de la paleontología en las últimas décadas.
Traducción:
Lo que los científicos pensaban de los dinosaurios en los años 80-90.
Lo que los científicos piensan ahora de los dinosaurios.
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