Capítulo 4: el arte de relajarse.


En algún punto de Isla Nublar, 1 de julio del año 6985 (3015 ABY).

Dos baryonyx aparecieron corriendo, nerviosos, como si estuvieran buscando algo. Los dos carnívoros rugieron al aire, y entonces un rugido les respondió, lo siguieron.

Mientras tanto, Ashla estaba parada en medio del cielo con el jet pack, oteando el horizonte buscando un lugar seguro donde instalarse hasta que los rescataran. Los campistas estaban esperándola al pie de un par de árboles, cada uno a su modo, Ben apoyado en un árbol pensando y Bumpy pastando a su lado, Sammy revisando una bolsa sentada en una raíz del mismo árbol en el que estaba Ben, Yaz revisando sus blasters apoyando la espalda muy cerca de donde estaba Sammy y Kenji apoyado en otro árbol lanzando piedras al tronco del árbol, bastante cerca de donde se apoyaba Yaz. Tras varios golpes en el árbol, Yaz se hartó y le disparó a la piedra que acababa de lanzar Kenji, acertándola en pleno vuelo. Kenji soltó la piedra que tenía en la mano al ver esto. Finalmente, Ashla bajó aterrizando entre los dos árboles. El resto fue a recibirla para ver que noticias tenía.

—¿Buenas noticias? —Preguntó Sammy yendo con Ben, Yaz intentó ponerse en pie, pero a duras penas pudo levantarse apoyándose en el árbol.

—Hay pteranodones en las montañas del este, así que nada. —Informó Ashla.

—Agh, malas noticias. —Refunfuñó Sammy abriendo un mapa para tachar la ubicación.

—Entonces en la calle principal no, por los dinosaurios; en las montañas, las praderas y la selva tampoco por los dinosaurios, ni en el apartamento de Kenji porque es malo en mates. —Enumeró Yaz.

—Oye, no creía que mi padre dijera en serio lo de quitar mi registro de la cerradura electrónica si suspendía algebra. No es culpa mía. —Se defendió Kenji.

—Desde luego que es culpa tuya. —Se burló Yaz.

—Lo que tu digas. No podemos ir a ningún sitio sin encontrarnos un dinosaurio porque toda esta maldita isla está llena de dinosaurios. Vaya asco. —Dijo Kenji.

—No podemos rendirnos, ya hemos activado la baliza. Solo hay que encontrar un refugio hasta que vengan a por nosotros. —Animó Sammy.

—¿Dónde? Han pasado días, no nos quedan opciones. —Dijo Yaz.

—En realidad hay un sitio que no hemos probado. Pero creo que no os gustará. —Dijo Ben.

Un rato después se encontraban en las ruinas del campamento.

—¿Va en serio? ¿No salimos corriendo concretamente de aquí? —Preguntó Kenji.

—A ver, escuchadme. Hay un arroyo de agua potable y tenemos árboles y montañas para protegernos del ataque de los dinosaurios. —Argumentó Ben.

—Ejem, ejem. —Carraspeó Yaz.

—Vale, puede que no de todos los ataques. —Se defendió Ben.

—Pues yo estoy de acuerdo con Ben. —Dijo Ashla. —Es muy buen sitio, por todo lo que ha dicho. Además, si yo tuviera que rescatar a unos campistas empezaría a buscar precisamente en el campamento. Y también tenemos materiales de sobra para construir un refugio, un poco rotos, pero seguro que sirven. —Explicó Ashla.

—Es cierto ¿Verdad Sammy? —Preguntó Ben.

—¿Qué? —Preguntó Sammy.

—Tú eras seguidora de Brooklynn. Seguro que tenía un holovideo sobre construir refugios. —Dijo Ben. El resto no pudo evitar entristecerse.

—Cierto, hacía holovideos de todo. —Añadió Kenji.

—Disculpa. Ella hacía muchas más cosas a parte de los holovideos. En su vida había muchas más cosas. Pero sí, así es, una vez ayudó a construir un granero para uno de los holovideos que hizo en Neander. —Dijo Sammy.

—Lo sabía. Bueno, ¿A que esperamos? Vamos a dejarnos de tonterías y despejémoslo —Dijo Yaz cojeando hacia la pila de escombros.

—Oye Yaz, ¿No será mejor que te quedes sentada? —Preguntó Ben.

—¿Qué? No, estoy muy bien. —Dijo Yaz agarrando una tabla. Pero su lesión la hizo que cayese de espaldas. —No es nada, no es nada. Estoy bien. Quería quedarme en el suelo. —Dijo con dificultad por el dolor.

—Todavía no estás bien. Aún te duele el tobillo y todo lo que has corrido estos días no te ha venido bien. —Dijo Sammy con suavidad.

—Según este símbolo debería haber una alguna clínica por aquí. Iremos a ver si hay algo para tu tobillo. Tu descansa, Yaz. —Comentó Ben.

—De eso nada. No voy a quedarme aquí sentada mientras vosotros volvéis allí. Puedo echaros una mano. —Contestó Yaz intentando levantarse.

—Descansa. Necesitarás el tobillo para ganar medallas cuando nos vayamos ¿Vale? —Dijo Sammy con suavidad.

—Y yo me quedaré para asegurarme de que descansa. —Comentó Kenji.

—¿Qué? ¿Puede ser otro, literalmente cualquier otro? —Suplicó Yaz agarrando a Sammy para que no se marchara.

—Vale, este es el plan: Ben, Sammy y yo nos iremos a la clínica a buscar algo para el tobillo de Yaz. Kenji, mientras te aseguras de que Yaz descansa busca entre todo esto a ver si hay algo que podamos usar. —Ordenó Ashla.

—Por supuesto que sí. A lo mejor. —Respondió Kenji, lo último en voz baja.

—Yaz, si no trabaja puedes dispararle para animarle un poco, siempre y cuando no lo mates. Ben, dile a Bumpy que se quede con Yaz y Kenji, no creo que sea buena idea llevárnosla con nosotros. —Dijo Ashla.

—Un momento, ¿Qué Yaz puede hacer qué? —Preguntó Kenji incrédulo.

—Entendido. —Respondió Ben. —Bien Bumpy, quédate con ellos. —Ordenó Ben, y Bumpy se fue junto a Yaz y se fue al lado de Yaz.

Antes de salir, Ashla cogió un par de tablas rotas y se las lanzó a Ben y Sammy, para que se defendieran en caso de necesidad.

Los tres iban caminando por la selva en guardia, Ben y Sammy armados con sus palos bastante nerviosos y no se sentían muy a gusto con sus armas. Por el contrario, Ashla iba más tranquila, aunque perfectamente atenta a sus alrededores, con su mano derecha cerca de su blaster y su brazalete programado con la armadura de selva como predeterminada. Durante el trayecto se encontraron con un tronco al que le faltaba parte de la corteza y muy cerca una placa dorsal de un stegosaurio.

—¿Y esto? —Preguntó Ben.

—Tengo entendido que las mudan cuando crecen, seguramente algún stegosaurio se haya rascado en el tronco del árbol para quitársela. —Explicó Ashla.

—¿Cómo las cornamentas de los megaloceros y ciervos? En marzo te tropiezas con muchas cuando vas de camino a casa. Mi hermana y yo competimos a ver quien encuentra más. —Dijo Sammy.

Mientras Ben y Sammy se distraían hablando Ashla exploró los alrededores, y de pronto escuchó un extraño sonido. Inmediatamente Ashla desenfundó el blaster y miró a su alrededor, pero no vio nada.

—Chicos, ¿Habéis oído eso? —Preguntó Ashla.

—¿Qué ocurre? —Preguntó Sammy cuando llegaron al lado de Ashla.

—Creo que he escuchado algo. Procurad estar atentos. —Respondió Ashla.


Ruinas del campamento.

Yaz estaba trabajando, intentando sacar una tabla del montón de escombros, con Bumpy junto a ella empujando el montón como si fuera a ayudarla con eso. Pero la tabla se le resbaló de las manos y casi se cae de espaldas. Kenji se rio de ella, hizo estiramientos, se crujió los dedos, preparándose para trabajar.

—Vale, lo primero, buscar basura útil entre toda esta basura. —Dijo y con el pie movió unos centímetros un pequeño palo suelto que estaba sobre una tabla. —Terminado. —Dijo y se fue a sentarse bajo la sombra de un árbol, apoyándose en el tronco. Poco después Bumpy se fue con el y se tumbó a echarse una siesta.

—¿Eso es todo? Ni lo has intentado. —Preguntó Yaz.

—Sshh, únete a mí en mi árbol del relax. —.

—¿Tú árbol del relax? —Preguntó.

—Es un árbol donde te relajas, lo dice su propio nombre. —Respondió Kenji.

—Eso no... agh, vale, Ashla dijo que buscaras algo útil, si tú no lo haces y yo no puedo hacerlo ¿Quién va ha hacerlo? —Preguntó Yaz molesta.

—Cualquier otro. —Respondió. —Yaz, lo mejor son las cosas que dejas que otra gente haga por ti. Por ejemplo, yo no ordenó mi habitación, espero a que esté desordenada para que la ayudante de mi padre mande a uno de los droides de servicio y lo haga por mi. Todos ganamos. —.

—¿Y te sientes orgulloso? —Preguntó Yaz.

—Obvio, sino no te habría contado todo esto. Ahora deja de hablar y empieza a relajarte. —Respondió.

Yaz iba a contestar, pero Kenji la mandó callar, dejó un hueco a su lado y se lo ofreció. Yaz de mala gana se apoyó contra el tronco y se dejó caer hasta el suelo.

—Menos mal, como lo necesitaba. ¿Sabes? Un poco de tiempo para mí. —Comentó Kenji.

Kenji miró al lado donde debería de estar Yaz y vio que no estaba. La llamó, pero no respondió.

—Vale, cojea por ahí, yo me quedó aquí, bajo el árbol. —Exclamó. Kenji se tumbó, pero a los pocos segundos, se empezó a sentir mal y se levantó. —Es increíble que sea tan caballeroso como para ir detrás de ti cuando no hay nadie que pueda reconocérmelo. —Gritó, cogió un aterrador cuchillo de mantequilla como arma de autodefensa y salió a buscar a Yaz.


Estación veterinaria.

Ashla, Ben y Sammy apartaban unos arbustos cuando al salir de la selva, en un claro, vieron la estación veterinaria que buscaban. Rápidamente se pusieron a buscar entre las cajas a ver si encontraban algo útil.

—Vamos, vamos, rápido. Tenemos que encontrar algo que ayude al tobillo de Yaz o... —Animaba Ashla.

—¡Comida! —Exclamó Ben cuando encontró una lata de fruta en conservas.

—Nunca creí que me emocionaría al ver esta fruta, pero mira todas las latas que hay. —Dijo Sammy.

—Por fin algo que no es carne de compy. —Exclamó Ben, a lo que Ashla le miró. —No digo que tu compsognathus asado no esté bueno, es solo que me apetece variar un poco. —Intentó arreglarlo Ben.

Todos siguieron buscando en la caja, y Ben encontró un pequeño cuaderno, y decidió guardárselo por si acaso. Ashla se fue a mirar en otra caja, y le gustó lo que había dentro.

—Mirad. —Exclamó. —Una venda elástica, es justo lo que necesita Yaz. Metros y metros de venda. —Dijo al sacar un enorme rollo de vendas.

De pronto se escuchó un bramido lastimero, y automáticamente se pusieron en alerta. Los tres rodearon una valla metálica y terminaron por llegar a una sección en la que había dinosaurios encerrados en jaulas: sinoceratops, triceratops, parasaurolophus, stegosaurios, un pachycephalosaurio, un pachyrhinosaurio y un nasutoceratops. Los tres bajaron sus armas, pasaron al interior del recinto vallado y se acercaron a la jaula de una hembra de sinoceratops que estaba tumbada en el suelo.


                       De arriba a abajo, pachycephalosaurio, pachyrhinosaurio y nasutoceratops.


—¿Qué es este sitio? —Preguntó Ben.

—Debe de ser un centro veterinario. Supongo que cuando se evacuó el parque los dejaron aquí. —Respondió Ashla.

—Como a nosotros. —Dijo Sammy. Entonces Sammy se fijó en unos cubos vacíos que había al lado del dinosaurio. —No tienen comida ni agua. Uh pobrecita. —Dijo acariciando al dinosaurio, y este la miró.

Los tres miraron al resto de dinosaurios encerrados y la mayoría estaban igual que la sinoceratops, tumbados en el suelo para descansar, hambrientos y sedientos.

—Tenemos que hacer algo. —Exclamó Sammy.

—Vimos varias manadas de dinosaurios en las praderas, si los liberamos se reunirán con ellos. —Sugirió Ben.

—Sí, y podrán comer y beber todo lo que quieran. —Exclamó Sammy.

—O se los comerán los carnívoros. —Soltó Ashla. —¿Qué? No me miréis así, solo estoy siendo realista. Y por cierto, el plan era darse prisa. —.

—Nueva misión, liberar dinos, preparaos. —Dijo Sammy abriendo el pestillo de la jaula de la sinoceratops. —Eres libre. —.

Al abrir Sammy la jaula, la sinoceratops se levantó tambaleándose por la falta de comida, pero salió de la jaula. Ben y Sammy fueron a liberar al resto de dinosaurios, y Ashla también, aunque Ashla dijo con ironía que eso era lo que habían venido a hacer y que no se habían alejado nada del plan. Ya habían liberado a la mayoría de los herbívoros cuando escucharon un extraño rugido, y vieron una jaula separada del resto que aún estaba cerrada, con un dinosaurio bípedo. Los tres se acercaron a la jaula y un dinosaurio parecido a un cocodrilo se abalanzó sobre ellos.

—No parece tan manso como los otros. —Comentó Sammy.

—Es un baryonyx, y es carnívoro. —Aclaró Ashla. — ¿Qué hacemos con él? — preguntó.

—Bueno, creo que es evidente. —Respondió Sammy.

—Totalmente. —Añadió Ben. —Obviamente deberíamos dejarle. —.

—Obviamente deberíamos liberarle. —Dijo Sammy al mismo tiempo que Ben decía que deberían dejarle.

—Espera ¿Qué? —Preguntaron los dos al unísono mirándose.

—Esto se pone interesante. —Dijo Ashla.


Cerca de las ruinas del campamento.

Kenji avanzaba con miedo y en guardia por la selva, con su cuchillo de mantequilla listo para usarlo, buscando a Yaz acompañado de Bumpy. La llamaba, pero no obtenía respuesta. Entonces se escucharon hojas moverse. Kenji dio un respingo, casi se le escapa el cuchillo de las manos, varias veces, y cuando lo tuvo bien agarrado se dio la vuelta aterrado. Pero se tranquilizó en cuanto vio que era Yaz tirando de una enredadera que colgaba de un árbol. Kenji se tranquilizó y guardó el cuchillo y Bumpy fue con Yaz al verla.

—Aquí estás. —Dijo Kenji aún con el susto en el cuerpo. —¿Qué haces? —.

—Recoger cosas. Usaremos los palos como palancas, ataremos las enredaderas y nos servirá para coger todo lo demás. —Explicó Yaz dándole a Kenji unos palos y las enredaderas que acababa de arrancar, para marcharse usando otro palo como apoyo.

—Bueno, esto es justamente lo contrario a lo que se supone que debemos hacer, que es nada. —Dijo Kenji soltando los palos y las enredaderas que le había dado Yaz. —¿Podrías dejar un poquito la actitud de chica dura? —.

—Tres veces campeona del campeonato planetario, cuatro veces clasificada para los campeonatos de sistema y una para el de sector. He corrido con lluvia, granizo y nieve, y siempre he ganado una medalla ¿Qué dices a eso? —Enumeró Yaz encarándose con Kenji.

—Que estás loca, porque correr es muy duro, ¿Por qué hiciste eso? —Preguntó.

—Yo no me rindo. Pero que va a saber de eso un vago inútil incapaz de hacer nada por nadie que no sea el mismo. —Respondió Yaz.

Esas palabras le dolieron a Kenji.

—Hay que volver y tú vas a descansar, tanto si te gusta como si no. —Gritó Kenji y le arrebató a Yaz la rama que estaba usando como apoyo. —Di que vamos a volver y te lo devuelvo. —Ofreció Kenji.

—De eso nada. —Sentenció Yaz y desenfundó su blaster. —Voy a hacerlo con o sin ti, y ni se te ocurra molestarme. —.

Yaz continuó andando, pero se tropezó con una enredadera que había dejado caer antes y cayó al suelo. Se llevó las manos a su tobillo sollozando de dolor, pero las apartó de inmediato porque le dolía demasiado.

—Está peor, he hecho que este peor. —Se lamentó Yaz. —¿Qué hacemos ahora? —.


Estación veterinaria.

—No podemos liberarlo. —Exclamó Ben.

—¿Por qué? Creía que te preocupaban los animales. —Preguntó Sammy.

—Pues claro que me preocupan. Pero también me preocupa volver a casa sin que me coman. —Respondió Ben.

—¿Tú que opinas Ashla? —Preguntaron los dos a la vez.

—¿Oís eso? —Preguntó.

—Menuda ayuda. —Se quejó Ben marchándose.

—Pero Ben. —Se lamentó Sammy yendo detrás de él.

—Pero chicos, de verdad que oigo... agh. —Intentó decir Ashla, pero se calló fue tras ellos.

—Sí soltamos a unos tenemos que soltar a los otros. Es lo más justo. —Intentó convencerlo Sammy.

—¿Quieres soltar algo que va a querer que seamos su cena? —Preguntó Ben.

—Ashla ayúdame. —Pidió Sammy.

—Lo siento Sammy, pero soltar a ese baryonyx significaría añadir una amenaza más a la lista. Y no creo que nos lo agradezca perdonándonos la vida después. Es un riesgo demasiado alto. —Explicó Ashla.

—Ahg, los encontramos y son nuestra responsabilidad. Si no podemos soltarle vendremos todos los días a darle comida. —Sugirió Sammy.

—¿El qué? Seguro que uno de esos animales necesita mucha comida ¿Verdad Ashla? —Preguntó Ben.

—Sí, creo que más de 45 kilos de carne al día. —Respondió Ashla.

—No me ayudas. Lo alimentaremos con esto. —Dijo Sammy sacando una lata de fruta en conserva de la bolsa que llevaba al hombro.

—¿Fruta? Ashla ha dicho que son carnívoros, no omnívoros. —Dijo Ben.

—Vale, muy bien. ¿De dónde sacamos la carne? —Preguntó.

Ben señaló a la hembra de sinoceratops que estaba a su lado. Sammy se puso delante de la sinoceratops negándose a dársela de comer al baryonyx.

—No nos mires así, eso es lo que comen. —Dijo Ashla.

—No va a comerse a María. —Negó Sammy.

—¿Tiene nombre? No importa, no comerá fruta enlatada o pizza congelada. —Sentenció Ben.

—Sin alimentos volvemos al plan A, dejarlo en libertad. —Dijo Sammy corriendo hacia la jaula del baryonyx.

—No vamos a soltarle ¿Por qué te empeñas tanto? —Preguntó Ben.

—Porque tiene que volver a casa. Ellos no pidieron estar aquí, pero lo están, atrapados, lejos de sus familias. —Explicó Sammy.

—Corred, corred, corred. —Exclamó Ashla, pasando entre Sammy y Ben.


Cerca de las ruinas del campamento.

Kenji caminaba con dificultad cargando a Yaz en su espalda, que apartaba las hojas que se topaban en su camino, y junto a ellos caminaba Bumpy. Kenji estaba completamente agotado por el esfuerzo físico, casi parecía que estaba sufriendo.

—Como se te ocurra contarle esto a alguien te vuelo la cabeza. —Amenazó Yaz.

Kenji iba distraído y se tropezó con un palo y casi se cae al suelo, pero consiguió recuperar el equilibrio.

—Vale, la buena acción diaria de Kenji ya está hecha. —Exclamó enfadada.

—Vaya, ha durado diez minutos, bravo. —Dijo Yaz con sarcasmo.

—Sip, hemos llegado. Quítate de encima, literal y figuradamente. Gatea lo que queda de camino. —Exigió Kenji.

—¿Estás de broma? Estamos muy lejos. —Dijo Yaz.

—Alguien debería haberlo pensado antes de meterse dando saltitos en la selva. —Respondió Kenji moviéndose bruscamente para quitarse a Yaz de encima.

—Si alguien hubiera ayudado ella no lo habría hecho. —Contestó Yaz aferrándose a Kenji.

—Estoy ayudando ahora. ¿Cuándo vas a entenderlo? No puedes hacer nada, Yaz. —Espetó Kenji.

Yaz se bajó de Kenji y se fue saltando a la pata coja.

—Vale, Yaz, lo siento. —Se disculpó Kenji. —Vamos Yaz ¿Puedes parar? He dicho que lo siento. —Se volvió a disculpar Kenji.

Pero Yaz lo ignoraba y seguía alejándose. Hasta que cayó al suelo. Bumpy que se había apartado un poco durante la pelea se acercó corriendo a ella, y Kenji también se dio prisa en ir junto a ella, pero Yaz apartó violentamente a Kenji cuando intentó ayudarla. Finalmente, Yaz acabó sentándose en el suelo, y Kenji se sentó junto a ella, mientras Bumpy puso su cabeza sobre las rodillas de Yaz, que se limitaba a limpiarse las lágrimas de los ojos.

—Yo soy la atleta, la persona en quien mi entrenador, mi equipo y todos confían. Pero ya no lo soy. Y si ya no soy fuerte... ¿En que soy buena? —.

—¿Nosotros en que somos buenos por separado? A ver, yo no soy capaz de diferenciar un dinosaurio de otro, pero soy... —.

—Vago, creído, básicamente un desastre. —Soltó Yaz.

—Solo iba a decir el encantador pegamento que mantiene al grupo unido. —Dijo Kenji. Yaz se rio. —También sé que a veces la mejor opción no es forzar los límites hasta que colapses. Deja que otro haga todo el trabajo por una vez, Yaz. —Aconsejó.

—¿Cómo quien? —Preguntó.

—Ay, vamos sube, volvamos al campamento. —Dijo Kenji ofreciéndole la mano a Yaz.

Yaz sonrió, tomó su mano y se subió a la espalda de Kenji.

—Arre. —Exclamó Yaz una vez subida.

—Tampoco te pases. —Dijo Kenji y Yaz se rio.

Poco después llegaron al campamento, con Kenji que ya no podía ni con su alma. Cuando se paró junto a un árbol Yaz se bajó y los dos se sentaron bajo el árbol del relax de Kenji, y con ellos Bumpy. Pero Kenji se levantó.

—No te acostumbres a esto. —Dijo sin más al levantarse y se fue al montón de escombros.

Yaz sonrió.


Estación veterinaria.

Los dinosaurios estaban muy agitados y Ben, Sammy y Ashla huían de un baryonyx que había aparecido en la clínica. Ben y Sammy fueron directos a la jaula en la que estaba encerrado el baryonyx y se apartaron para esquivar un mordisco del carnívoro que les perseguía. El baryonyx simplemente les ignoró y se acercó a la jaula en la que estaba encerrada su hermana y empezaron a comunicarse.

—Chicos por aquí. —Llamó Ashla escondida detrás de una caja.

Ben y Sammy se escondieron con ella. Escondidos, observaron la escena: de pronto, el baryonyx empezó a golpear la jaula para intentar liberar a su hermana, sin éxito. Los tres aprovecharon que el carnívoro estaba distraído para alejarse de allí, escondiéndose detrás de la valla, aunque en realidad se les veía perfectamente. Entonces apareció el otro baryonyx, que los vio. El carnívoro les atacó, pero ellos consiguieron huir a tiempo del ataque, pero este les persiguió. Sammy se escondió detrás de una caja, y el baryonyx simplemente la ignoró y fue a por Ashla y Ben. Ashla optó por desviarse y se agarró al travesaño superior de una jaula en la que estaba encerrado un pachyrhinosaurio y con una facilidad insultante se subió. Ben intentó seguirla trepando por la jaula, pero el baryonyx se resbaló y chocó contra esta. Ben se soltó y ya caía, afortunadamente Ashla lo agarró con una mano y de un tirón lo subió como si fuera una pluma. El baryonyx intentó alcanzarlos, pero Ashla le pegó una patada en el hocico. A pesar de ello el carnívoro no se rindió, e intentó trepar. Ashla cogió su blaster y le golpeó con fuerza con la culata de este para defenderse. Mientras Ashla se defendía del baryonyx, Ben vio a un par de stegosaurios y al nasutoceratops que aun estaban encerrados y se le ocurrió una idea. A causa de los golpes que le propinaba Ashla el baryonyx había dejado de intentar trepar y se puso a embestir la jaula para intentar tirarlos, y después empezó a saltar para intentar atraparlos.

—¡Sammy, los dinosaurios, abre las jaulas! —Gritó Ben.

Sammy fue corriendo cuando vio que el baryonyx estaba distraído, y liberó al pachyrhinosario que estaba dentro de la jaula sobre la que estaban Ben y Ashla, que salió directo a encararse con el baryonyx. Después liberó a los dos stegosaurios y al nasutoceratops que fueron en dirección al baryonyx. Ashla y Ben aprovecharon eso para bajar de la jaula.

Mientras eso ocurría, el baryonyx que había intentado liberar a su hermana encerrada fue a ayudar a su otra hermana, la que estaba defendiéndose de los herbívoros, dejándola sola.

Ashla y Sammy salieron corriendo del lugar, pero Ben se quedó parado, mirando a la baryonyx encerrada. Ben salió disparado hacia la jaula a pesar de los gritos de Ashla y Sammy. Abrió el pestillo y liberó a la baryonyx, que en lugar de atacar a Ben fue a toda velocidad a ayudar a sus hermanas.

—Oh, que bonito. —Dijo Sammy.

Pero no se quedaron mucho tiempo mirando la tierna escena porque tuvieron que salir corriendo en el momento en que los herbívoros huyeron en estampida, perseguidos por las hermanas baryonyx.


Ruinas del campamento.

Kenji se encontraba terminado de construir una especie de tienda con unos pocos palos, por un momento casi se le viene abajo, peor consiguió que se mantuviera en pie. Tras mucho esfuerzo ya había terminado el campamento, con un pequeño problema, que la tienda apenas llegaba a los 10 cm de altura.

—Bienvenidos al campamento de Kenji. —Dijo con orgullo mostrándoselo a Yaz.

—Buen trabajo, pero creo que vamos a estar un poco apretados dentro. —Bromeó Yaz.

Kenji la miró, pero se distrajo con Bumpy cuando intentó comerse su gran obra, y la empujó con suavidad para apartarle. De pronto el suelo empezó a temblar y Bumpy se escondió detrás de un árbol. Yaz y Kenji dirigieron su mirada hacia la dirección del temblor y vieron a Ashla, Ben y Sammy corriendo delante de una estampida de dinosaurios. Kenji ayudó a Yaz a subirse al árbol y después Yaz le ayudó a él. Ashla se quedó abajo ayudando a subir a Sammy y Ben y cuando ya estuvieron arriba ella subió de un salto. Los dinosaurios cruzaron delante de ellos a toda velocidad, destruyendo lo que había hecho Kenji.

—No, no, nooo. Justo por eso nunca debería trabajar en nada, nunca. —Se lamentó Kenji. Yaz para intentar animarlo y consolarlo puso su mano sobre su hombro sonriéndole, Kenji le correspondió la sonrisa.

—Por eso construyeron el campamento en los árboles. —Comentó Sammy.

—Oye, ¿Quizá nuestro refugio debería ser una casa en el árbol? —Sugirió Ben.

—Puede que algo como esto. —Dijo Yaz poniéndose a dibujar en su cuaderno mientras todos la miraban, para enseñarles un boceto del campamento.

—Es genial, pero hará falta una torre de vigilancia. —Sugirió Ashla.

—Y una cabaña para chicas. —Comentó Sammy.

—Vosotros lo que queráis. —Dijo Yaz.

—Un sitio para la comida y que los dinos no se la lleven. —Ideó Ben.

Ya por la tarde, Yaz se encontraba dibujando recostada en el árbol con su tobillo entablillado de forma rudimentaria sobre una piedra. Mientras el resto estaba trabajando, incluida Bumpy, que cargaba una tabla sobre su espalda. Siendo Yaz la que daba las órdenes.

—Oye Ashla. —Llamó Ben.

—Dime. —.

—Mira, ya sabrás que soy bastante tímido y un poco miedoso. Y quería preguntarte si tu me ayudarías a no serlo tanto. —Cuestionó Ben.

—Claro, pero piénsatelo bien, porque no será fácil. —Advirtió Ashla.

—Da igual lo difícil que sea, yo lo haré. —Respondió con determinación.

—Vale, te espero mañana a las 7:00 de la mañana, no te retrases. —ordenó Ashla.

Después de la conversación con Ben, Ashla sea alejó para buscar unas enredaderas que había pedido Yaz, y escuchó de nuevo el extraño sonido de antes. Desenfundó su blaster y se dirigió con cautela hacía origen del sonido. Se escondió detrás de unos arbustos que estaban muy cerca de donde provenía el sonido y vio algo extraño: unas flores de color anaranjado, de las cuales, unas cuantas eran de color blanco. Ashla se acercó a verlo mejor y al tocarlas descubrió que estaban congeladas. 


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¿Qué tal?

Espero que estéis bien. Yo aproveche la semana pasada para irme de vacaciones al pueblo de mi padre, así que bien y descansado. Evidentemente no escribí nada durante la semana pasada porque no tenía internet ni cobertura, y tampoco me pude llevar el ordenador. 

Además he descubierto una serie que me he visto en apenas cuatro días, aunque técnicamente ya la conocía, pero no la había visto hasta ahora. La serie es Avatar: la leyenda de Aang, por si a alguien le interesa, la recomiendo mucho.


Sin más que añadir, nos vemos en el próximo capítulo. 

Hasta otra.


Y como remate, el meme.

Reconozco que a mi también me ha pasado.



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