Capítulo 7. Dos hermanos competidores

Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.

La fiesta de Mr. Joker está a punto de empezar. Laura estaba ya con la ropa puesta. Una lencería de color rojo y puntos negros. Sus mejillas estaban rosadas por la vergüenza que estaba sufriendo. Solo esperaba que esta noche no se topara con Mr. Ptera o, en este caso, a King. Tampoco puede fiarse mucho porque ese hombre estará presente para jugar con ella.

Sus ojos pardos miraban a su alrededor por si encontraba a uno de los hombres que atendió e intentará huir de ellos. Cuando se dio la vuelta para dirigirse hacia la barra de forma segura, no se dio cuenta que chocó con el cuerpo de un hombre grande. Alzó la mirada encontrándose con Mr. Donuts. Ella tragó saliva suavemente.

—B-Buenas noches, Mr. Donuts —saludó con educación.

—Buenas noches, Miss Butterfly. —El hombre se atrevió a coger un mechón de su cabello—. Antes de que lleguen los otros, te quería proponer ir a tu cuarto.

—... ¿Ya mismo?

—¿Hay algún problema? —cuestionó con voz ronca.

—No, no hay ningún problema. Solo que… me sorprende que vaya directo, Mr. Donuts.

—He perdido dos oportunidades para estar contigo y no quisiera perderlo esta vez —dijo el hombre—. Entonces, ¿vamos?

—Cuenta conmigo también.

Mr. Biscuits hizo acto de aparición. Observó todo desde la lejanía al hombre coquetear con Laura. Ella notaba cierta tensión entre ambos. Espera, ¿era posible que pudiera atender a más de una persona? No estaba segura. No quisiera ver una pelea entre esos dos, entonces no tuvo más opción que decir lo siguiente:

—No hay problema en que puedan venir ambos.

Luego recibió la mirada de los dos hombres. Laura estaba pensando que era una mala idea. Sin embargo, su grata sorpresa fue que los dos aceptaron. Solo estuvo unos minutos en aquella sala y ya tenía que retirarse hacia su cuarto. La chica se dio la vuelta para acompañar a ambos hombres. Ella sintió la mirada del resto de clientes que atendió hace dos noches, incluso percibió la mirada de Mr. Ptera.

Ese hombre se levantó para acercarse hasta ella, pero un grupo de mujeres le impidieron el paso diciéndole que no podrá tener un turno con la chica. Sus ojos rojos irradiaban de rabia. No le estaba haciendo gracia compartir. No le quedó otra opción que calmarse y sacudir sus alas para que lo dejasen tranquilo.

Los guardias abrieron las puertas a Laura y a los dos clientes. Ella caminó todo el pasillo sintiendo la mirada tanto de Mr. Donuts como de Mr. Biscuits. La estaban devorando, literalmente. Los nervios se estaban apoderando perfectamente en su pequeño cuerpo. Sería la primera vez que iba a tratar a dos clientes. Solo caminaron unos minutos hasta llegar a su cuarto y se dispuso a buscar la llave. Esperaba que ninguno hiciera algún comentario acerca del número de la puerta.

Puerta abierta. Laura entró y se hizo a un lado para que ambos se adentraran al lugar. Ella miraba a su alrededor a ver si había algún cambio. Unas copas y un buen vino en la mesa, como la otra vez. La chica se aproximó suavemente llamando la atención de ambos y los invitó a que se sentaran. ¿Quién se iba a negar a tal oferta?

—S-Seré sincera. Es la primera vez que trato a dos hombres al mismo tiempo en mi cuarto —confesó.

—Ah, ¿y Mr. Ptera fue el primero en entrar? —cuestionó Mr. Biscuits tomando la botella para rellenar los vasos. Ni siquiera dejó que la chica lo hiciera.

Laura asintió levemente.

—Siéntete afortunada —siguió hablando—. Los dos nos complementamos bien, cuando se trata de mujeres. ¿Verdad, hermano?

¿Hermano? Esa palabra llamó mucho la atención de Laura. Sus ojos pardos se fijaron en Mr. Donuts que no dijo nada. Simplemente se mantuvo callado. Mr. Biscuits simplemente rio y sus dedos rozaron con sutileza la barbilla de la chica. Esa piel estaba un poco áspera y eso indicaba que era una persona que le gustaba trabajar mucho.

—Una pena que no podamos quitarte la máscara —dijo sin dejar de tocar su mentón—, pero tú puedes ver nuestras caras.

—Normas de la empresa —aclaró.

Mr. Biscuits siguió con las caricias descendiendo sus dedos hasta llegar a la zona de la clavícula tentándose en ir más allá. Laura solamente tragó saliva. Su corazón estaba latiendo con mucha fuerza y más aún  cuando notó a Mr. Donuts tomar su mechón de cabello y hacer tirabuzones con los dedos. Realmente estaba atrapada entre ambos.

Luego Mr. Biscuits tomó las muñecas de Laura para acercarlas a su máscara. Le estaba dando permiso para hacerlo. La chica tragó saliva no queriendo sentir los nervios seguir floreciendo por todo su cuerpo. Lentamente le iba quitando aquello. Este no tiene cremallera en comparación con la de King. Cada vez estaba a punto de revelar su rostro.

Y, de pronto, Laura se quedó muda.

Enfrente suya estaba un hombre que trabajaba en la misma empresa que ella. Una persona que confiaba demasiado. Esos cabellos lilas y sus peinados curiosos que llamaban su atención, sus ojos rosas y su singular cicatriz que recorría por todo el lado derecho.

Charlotte Cracker.

—Te has quedado muda —rio con suavidad—. ¿Sabes quién soy?

—Charlotte Cracker —susurró su nombre—. P-Pensaba que a usted no… le agradan mujeres como…

—¡Eh! Ni una palabra más. —Él colocó el dedo en sus labios—. ¿Qué no me agradan mujeres como tú? No estaría aquí para empezar.

Si este es Cracker, entonces ¿quién será el otro hombre que estaba detrás suyo? Solo esperaba que no fuera Oven o Daifuku porque estos dos representaban un gran peligro.

—¿No piensas quitarte la máscara, hermano?

—Sabes perfectamente el motivo.

—Oh, vamos, ella no revelará nada —dijo—. Está en su contrato. ¿No confías en ella?

Es por otra causa mucho mayor. Ese hombre a quien todos conocemos temía que Laura lo viese como un verdadero monstruo. Sin embargo, esto es una prueba a fuego para comprobar su miedo. Mr. Donuts soltó un suspiro de rendición y tomó su máscara para quitársela también. Laura tiene los ojos abiertos porque no quería perdérselo.

Un momento, ese peinado revuelto y color granate le resultaba familiar. La cara de la chica se puso tan roja, incluso notaba su corazón palpitar con mucha fuerza. Cuando Mr. Donuts se quitó la máscara, reveló la gran verdad. Una verdad que se preguntaba muchas veces la chica; el motivo porque siempre llevaba una mascarilla o una bufanda. Estaba escondiendo una gran cicatriz que recorría en ambas mejillas y terminaba en la comisura de sus labios, y mostraba unos colmillos prominentes.

¡Charlotte Katakuri!

—¿Qué te parece mi hermano? —preguntó Cracker.

Katakuri desvió la mirada no queriendo mirar a los ojos de la chica. Sabe perfectamente quién se escondía detrás de aquella máscara. Seguramente dirá una palabra fea. Y cuando eso ocurra, ya no podrán verse con los mismos ojos.

—Es bastante curioso y le da un toque de atractividad.

Los ojos de Katakuri se abrieron de par en par al escuchar eso. ¿Lo escuchó bien? ¿Princess Laura lo ve atractivo? Las mejillas de aquel hombre, considerado una persona importante en la familia Charlotte, se tornaron rosas. En un instante, se volvió tímido, olvidándose de su rol de cliente dominante. Cracker se tuvo que reír, no a forma de burla.

—¿Y yo no te parezco atractivo?

—Usted también lo es. Ambos son.

—Esa es una respuesta que me gusta mucho —confesó Cracker—. Tenemos toda la noche para aprovechar el momento. ¿No te parece, Katakuri?

El nombrado parpadeó unas cuantas veces al escuchar la voz de Cracker. El pensamiento de Katakuri de estar con ella a solas se esfumó a causa de Cracker, pero no iba a perder esta oportunidad. Él tomó con suavidad los mofletes de Laura para que lo mirase directamente a los ojos. Esto causó que la joven se pusiera más nerviosa de lo normal.

—¿Te parezco atractivo? —preguntó de forma varonil. El cuerpo de Laura se estremeció porque no creía que sus sueños más húmedos se estaban volviendo real.

—S-Sí —contestó con cierto tartamudeo.

—Entonces no tendrás problemas en besarme, ¿verdad?

Laura negó con la cabeza. Y, con cierto salvajismo, Katakuri besó con furor a la joven quitándole más de un suspiro. La castaña estaba maravillada de ser besada por él, aunque Katakuri estaba teniendo mucho cuidado en no hacerle daño por sus colmillos. Él también estaba feliz de poder besar a esa chica que tanto le fascinó desde la primera vez que la vio. En ningún momento la soltó.

La chica se estremeció al sentir unos besos húmedos detrás suyo. Era Cracker quien no quería quedarse atrás, así que inició esos mimos por sus hombros apartando un poco sus cabellos para que no sean una molestia. También aprovechó la ocasión de explorar con sus manos el cuerpo pequeño de Laura. Le empezaba a gustar porque esa lencería le permitía ver y tocar todo de ella.

Katakuri se separó de los labios de Laura creando un hilo fino de saliva que lo rompió con la lengua. El hombre se estaba imaginando sin máscara el rostro lascivo de la chica. Una hermosa imagen. Se estaba excitando aún más. Con intuición casi de macho alfa hincó los dientes en el cuello de la muchacha para mostrar que era suya y de nadie. Esto no molestó a Laura, sino más bien le excitó demasiado.

Un clic escuchó. El sujetador se aflojó y resbaló entre sus brazos. Ella quería ocultar su pecho por miedo a que opinen, sin embargo, Katakuri agarró sus muñecas y la obligó a alzar los brazos. Laura desvió la mirada con mucha vergüenza, sin embargo, un gemido se le escapó al sentir las manos de Cracker apretar ambas montañas un poco caídas.

—Me gusta el tacto —susurró cerca de su oído provocando que estremeciera e inclina su cuerpo hacia atrás—. Son muy blanditas.

—Y mira tus pezones. Están duros como los diamantes. —Entre los dedos de Cracker, Katakuri pudo coger un botón rosado y tiró suavemente—. Estás muy sensible, Miss Butterfly.

El trato era diferente al de King. Su cuerpo estaba reaccionando de una forma placentera hacia las caricias de ambos. Ellos la giraron para que estuviera enfrente, así ellos aprovecharon la oportunidad de que cada uno tomara un pecho y lamer, morder o succionar sus pezones rosados. Gemidos no paraba de soltar la joven. Sus piernas se apretaban entre sí sintiendo un pequeño hormigueo crecer y descender cada vez más.

Esas lenguas se retorcían cada vez más y más despertando un gran apetito voraz en Laura. Se mordía el labio inferior intentando todo lo posible en acallar los gemidos, pero eso era una misión imposible. Su cuerpo iba bajando del sofá sin consciencia. Solo se estaba dejando llevar por el placer. Ambos hombres se dieron cuenta de ello. Cracker siendo más atrevido, comenzó a acariciar por encima de sus bragas. Una risa soltó.

—Vaya, no pensaba que fueras una pervertida, Miss Butterfly —comentó. La mano ya estaba metida para comprobar su estado—. Oh, veo que estás perdiendo aguas.

—¿Te parece que vayamos a la cama? Creo que estará más cómoda.

—Buena idea.

Laura estaba tan centrada en el placer que no escuchó nada. Sin embargo, pegó un chillido cuando notó los brazos de Katakuri tomar su cuerpo y levantarla del sofá. Él la estaba llevando hasta la cama para sentarla ahí. Los ojos pardos de la chica estaban fijos en los dos hombres. El peli-granate tomó sus piernas para abrirlas y acomodarse entre ellas para tener una vez más la oportunidad de besar sus labios.

Al ser tan alto en comparación con la joven, no tuvo problemas en quitar sus bragas quedándose completamente casi desnuda, quedándose con el liguero y con las medias rojas transparentes con dibujos de lazos negros. Luego él se separó del beso volviendo a crear ese hilo de saliva y después se acostó, tomando la muñeca de Laura para que lo acompañase. Sin embargo, tenía otras intenciones con la chica y era colocar su cuerpo encima de su cabeza exponiendo su feminidad.

Esto era una vergüenza absoluta para Laura que intentó todo lo posible en cubrir aquella parte, no obstante, un gemido gutural se le escapó al sentir la lengua juguetona de Katakuri explorar esa zona. Le estaba realizando sexo oral. En el kamasutra esta postura se le llama el crucilingus o más bien conocida como la postura del vaquero del sexo oral. La peli-castaña no evitó agarrar los cabellos granates del hombre para que intensificara más. Sus ojos estaban cerrados, pero los tuvo que volver abrir al notar las caricias de Cracker en su cabeza.

Su grata sorpresa fue encontrarse de frente el pene del otro hombre. Laura alzó la mirada viendo que él ya estaba completamente desnudo. Como imaginó, su cuerpo estaba bien trabajado. Ella tenía que realizar una felación. Con suma cuidado agarró el pene de Cracker y lo iba masturbando, notando la gran dureza y sus venas bien marcadas. Sí, esto significaba que estaba excitado.

Abrió la boca, no para meterlo, sino sacar su lengua y retirar aquel líquido pre seminal que se asomaba en su cabeza y hacer movimientos circulares en el glande. Ella estaba escuchando leves suspiros por parte de Cracker. Lo estaba disfrutando. Lo sabe porque él agarró sus cabellos para que no sean un incordio. Y, finalmente, pudo sentir la boca caliente de la muchacha. Ella movió la cabeza con suavidad para acostumbrarse al tamaño inminente.

Laura estaba embriagada por la excitación que estaba sintiendo. Uno realizando un cunnilingus y ella una felación. En su mente se estaba imaginando ser follada ahí abajo también. El placer era tan grande que no resistió en tocar uno de sus pechos porque estaba sensible. Joder, esa imagen iba a estar grabada en ambos hombres. Cada los movimientos de aquella felación se intensificó aún más, pero no solamente se dedicaba a chupar, sino también a lamer el tronco o el glande queriendo más de aquella esencia. Era fuerte y adictiva.

Sus oídos se agudizaron al escuchar algo metálico. Ella supuso que era la cremallera del pantalón de Katakuri para liberar su hombría. Sintió ganas de verlo. Entonces dejó de lado el pene de Cracker, pero sin dejar de masturbarlo, mirando de reojo el otro. Ese era un poco más grande y venoso. Eso causó que sus muslos se tensaron imaginando tal cosa entre sus piernas. Katakuri no evitó esbozar una sonrisa viendo esa linda reacción.

—¿Te gusta lo que ves?

La respuesta fue bastante obvia porque Laura se giró quedándose en la postura del 69. Sin ningún tipo de espera, se metió aquella hombría en la boca e hizo el mismo procedimiento con el otro. Debe acostumbrarse a tal tamaño. Katakuri gruñó por lo bajo sintiéndose en el paraíso, así que siguió con su labor apretando sus nalgas con fuerza.

De alguna manera, Cracker estaba sintiendo un poco de celos hacia su hermano porque estaba recibiendo toda la atención, pero estas son las consecuencias de compartir con la misma mujer. Sus ojos rosas estaban centrados en el trasero de la joven. Grande y redondo dispuesto a ser nalgueada. Dios, quien lo viese, diría que su polla estuviera viva. Él caminó por la cama para colocarse delante de Laura.

Ella sintió la presencia del hombre y volvió a atenderlo. Ella estaba pendiente de ambos dedicando unos minutos a uno y otros minutos al otro. Ahogó un gemido cuando un dedo se coló en sus entrañas. La joven simplemente reaccionó moviendo sus caderas queriendo más.

—Que pervertida eres, Miss Butterfly —dijo Katakuri golpeando con fuerza una de sus nalgas—. Estás chupando con fuerza mi dedo.

—Dios, entonces no me quiero imaginar mi polla ahí —susurró Cracker.

—Lo estás disfrutando, ¿eh? Seguro Mr. Ptera no te ha complacido tanto, como lo estamos haciendo nosotros.

—Más… Quiero más… —dijo Laura con leves intentos de decir esas palabras correctamente, ya que estaba centrada en su deber.

Los dos hombres también. Cracker miró de reojo el armario. Mr. Joker les comentó que ese mueble era el rincón favorito de todo hombre. Una sonrisa juguetona salió de sus labios y se alejó de la joven para acercarse al ropero. Laura quería seguirlo con la mirada, pero ese dedo tocar cada rincón de sus entrañas y golpear con firmeza su cérvix, causaron que ella se centrara en ese punto. Sus párpados se cerraron y todas sus paredes se contraen, llegando al ansiado y primer orgasmo. Katakuri estaba viendo como esos fluidos salían en grandes cantidades.

—Te has corrido, ¿eh? —cuestionó. No recibió ninguna respuesta porque estaba jadeando, recuperando el aire—. Me has regalado una bonita imagen.

—Espero no perderme el segundo. —Cracker volvió a la cama.

—¿Dónde has ido?

—Al armario mágico —anunció. El peli-lila mostró a su hermano un lubricante de sabor a fresa—. ¿Jugamos ya? Estoy super necesitado.

Katakuri estaba pensando si sería el primero en follar de una vez por todas a Laura sabiendo quien es ella en realidad, sin embargo, Cracker sospecharía. Entonces empujó suavemente a la chica a la cama para sentarse y mirar a su hermano.

—Haz los honores.

Cracker sonrió complacido ante esa noticia. Laura ya había recuperado el aliento y notó una de sus piernas ser agarrada y arrastrada por la cama hasta quedarse casi en el filo. Cracker se quedó entre sus piernas, mientras echaba de ese bote aquel líquido espeso en su pene notando un efecto caliente. Hizo lo mismo con la feminidad de la joven esparciéndolo con sus dedos.

—E-Está caliente —confesó la joven.

—Entonces llama a los bomberos porque vas a sentir un calor inmenso en tu coño —dijo, ya adentrándose en sus entrañas sin tener ninguna dificultad. Los dos gimieron al mismo tiempo—. Dios, tu coño está apretando mi polla con mucha urgencia.

Ella no hizo ningún comentario porque le daba mucha vergüenza. Cracker no aguantó más para moverse en su interior golpeando con fuerza su cérvix. Definitivamente, la estaba satisfaciendo en todos los sentidos del mundo. Katakuri no se iba a quedar atrás, así que tomó un pecho de ella y empezó a masajear o apretar.

Laura ladeó la cabeza para coger el miembro de Katakuri y masturbarlo de nuevo. No iba a desatender a ese hombre quien lo considera su jefe. En realidad, es su jefe de la empresa. Ella no paraba de gemir por cada embestida. Sus tobillos están agarrados por Cracker con la intención de abrir más sus piernas todo lo posible porque ella no era flexible.

—¿Cómo está ahí dentro?

—¡De puta madre! —exclamó el hombre—. La verdad es que se siente de maravilla.

—Ten cuidado con el DIU —le advirtió.

—Descuida, lo tengo bajo control.

—C-Caliente… s-se siente muy bien —murmuró la chica mordiéndose el labio con fuerza.

—¿Solo quieres la polla de mi hermano o la mía también? —susurró Katakuri cerca de su oído atreviéndose a morder su lóbulo.

—¡T-También quiero la suya!

Katakuri empujó suavemente a su hermano para que le diera vía libre. Él tomó también aquel bote de lubricante para echar en su pene y entró, escuchando un gemido muy gratificante.

—Joder, pues sí que está desesperada.

—¿Verdad? Es como si hubiera deseado todo este tiempo nuestras pollas.

Cuando hizo ese comentario Cracker, Katakuri pensó en la idea de que a lo mejor Laura se siente atraída por él. Una sonrisa surcó ante esa idea e inició el vaivén. La chica estaba en el séptimo cielo. Sus piernas rodearon las caderas del hombre para que profundizara más las embestidas, mientras sentía el pene de Cracker golpear o rozar su pecho izquierdo. El placer ya no le dejaba pensar más, solo se dejaba llevar por esa exquisita sensación.

Ya ella perdió la cuenta de cuánto tiempo han estado así, pero no le importaba porque no quería que terminase. Un vacío notó porque Katakuri sacó su miembro, sin embargo, él la giró para que estuviera en posición de cuatro y volvió a llenarla. Esta vez agarró sus caderas para profundizar más las estocadas y nalguear de vez en cuando sus nalgas. Cracker se puso enfrente para que ella se centrara en su miembro y así fue.

Laura estaba agarrando con fuerza las sábanas. Sus gemidos eran ahogados a causa de tener el pene de aquel hombre. Realmente estaba disfrutando demasiado de esta sensación. Mira que ha soñado muchas veces con este encuentro y nunca pensó que se haría realidad. Se tensó un poco al sentir el pulgar de Katakuri tocar aquella otra entrada. Echó una mirada hacia atrás, como una forma de suplicar que no siguiera ahí.

—Veo que no te gusta.

—N-No, Katakuri. —Laura estaba roja cual tomate.

—¿Por qué piensas que te vamos a desgarrar el trasero? —cuestionó, acariciando la cicatriz que portaba entre sus nalgas—. Somos muy cuidadosos.

—Pero vamos a respetar tu decisión —dijo Cracker agarrando su rostro—. Eso sí, ¿me das permiso en correrme en tus pechos? No aguanto más.

—Y yo tampoco.

Entonces Cracker acostó bruscamente a la chica y ella recibió ambas descargar en esa zona. Laura estaba roja porque es la primera vez que le hacían eso. Se sentía un poco sucia. Un gemido se le escapó al sentir los dedos de Cracker estimular su botón rosado. Ella se estaba retorciendo de placer porque aún conservaba ese lubricante que la volvía a sofocar hasta que, finalmente, llegó al segundo orgasmo.

—Así si, ¿verdad? —dijo, retirando los dedos para lamer—. No me gusta la idea de dejarte con las ganas, es decir, que no llegues al orgasmo.

—Eres todo un caballero, aunque yo hubiera hecho lo mismo.

—Mr. Donuts y Mr. Biscuits, su sesión con Miss Butterfly ha terminado.

—¿Ya? Joder, que rápido —se quejó el peli-lila.

—No tenemos otra opción —dijo Katakuri bajándose de la cama para vestirse.

—Oh, si que hay una opción —añadió—. Volver el próximo viernes para disfrutar más la velada.

—Cracker, te voy a decir una cosa. —Ese comentario llamó mucho la atención—. La próxima vez yo quisiera estar a solas con ella.

—... ¿Esto se trata de una competición?

Laura se alertó demasiado por la tensión que estaba surgiendo entre ambos hermanos. Ojos granates y rosas chocaban entre sí. Esto no era nada bueno.

—Se podría decir que sí —afirmó el hombre.

Cracker chasqueó la lengua con suma molestia.

—Con ella esto no es una competición, Katakuri —le aclaró—. La única persona que competiría contigo es con Princess. Sabes perfectamente que esa chica me gusta mucho y me da rabia que tú estés más tiempo con ella.

La chica se impresionó ante esa noticia.

—Yo estoy igual que tú. Esa chica me maravilla demasiado —confesó Katakuri.

—Bien, entonces que así sea. —Cracker ya estaba vestido al igual que su hermano—. Nos vemos la próxima noche, Miss Butterfly.

Katakuri miró de reojo a la nombrada que estuvo callada en todo momento. Ya ella descubrió una verdad, pero él no se atrevería a decir nada. Permanecerá en silencio hasta que tenga el valor suficiente de contárselo.

Solo debe esperar.

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