Capítulo 5. Verdades descubiertas

Laura estaba en la oficina mirando a la nada. Aún estaba pensando en lo ocurrido del viernes. Tuvo sexo con la mano derecha de Kaido. Ese hombre llamado King. Un Lunaria apuesto y con toques sádicos que le dan un toque de peligrosidad. Agradece en el alma que hayan tocado la puerta para dar el aviso que la cita terminó. Su cara estaba roja cual tomate.

De alguna forma estaba aliviada porque él no vio su cara. Si hubiera pasado eso, seguramente él la estaría persiguiendo por todos lados. Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta que la puerta que daba acceso a la oficina de Katakuri estaba abierta. El hombre se quedó mirando y luego carraspeó para llamar su atención. Nada.

—Princess.

Laura saltó, llevándose una mano al pecho por el susto. Miró al frente encontrándose a su jefe apoyado en la puerta.

—Te he llamado unas cuantas veces y no recibí contestación —dijo. El tono de su voz mostraba un poco de enfado y de preocupación.

La chica parpadeó unas cuantas veces intentando comprender la información y miró el teléfono viendo que tenía unas cuantas llamadas. ¿No se había enterado? ¡Oh, Dios!

—¡L-Lo siento, Katakuri-san! No me he dado cuenta.

—¿Te encuentras bien?

—Sí… creo… —La chica se llevó las manos a su cabeza—. No estoy segura.

El hombre ladeó la cabeza. No parecía ella misma. No parece que estuviera concentrada. Katakuri se apartó de la puerta e hizo un movimiento con la cabeza para que la chica entrara. Laura ya temía que le iba a echar la bronca, así que no tuvo más opción que levantarse y adentrarse en el despacho.

Ya adentro Katakuri le dijo que se sentara en el sofá algo que extrañó muchísimo a Laura, pero no objetó, sino más bien todo lo contrario. Estaba un poco nerviosa por lo que iba a pasar. Katakuri se sentó a su lado manteniendo una distancia prudente para no incomodar a la muchacha.

—¿Sabes cuántas llamadas hice para que te reunieras conmigo?

—L-Lo siento —se disculpó con la cabeza agachada.

—¿Hay algo que te preocupa? —cuestionó.

—Son tonterías mías, Katakuri-san. Sin embargo, siento haber ignorado sus llamadas. A lo mejor no he dormido bien y estoy en mis lagunas.

—Te noto un poco acalorada —dijo, acercándose un poco más con la intención de quitarle la chaqueta americana—. Déjame quitártela para que estés cómoda.

—G-Gracias, Katakuri-san.

Un hombre caballeroso en todos los sentidos del mundo. El peli-granate no tuvo problemas en quitársela. De repente, sus ojos granates se fijaron en el tatuaje de Laura. Una mariposa monarca. Recuerdos vinieron, recordando lo sucedido hace dos viernes. Katakuri fue a la fiesta privada de Mr. Joker encontrando algo diferente. Ya era cliente habitual de ese lugar, pero no encontraba a la persona idónea porque no cumplía sus expectativas.

Él era Mr. Donuts.

El diseño era idéntico hacia esa chica que conoció en la fiesta de Mr. Joker. No podía ser. No podía ser que Laura fuera Miss Butterfly. El corazón de Katakuri estaba latiendo con tanta fuerza. Había un secreto que lo mantuvo oculto durante mucho tiempo. Desde que la vio por primera vez entrar en su despacho para la entrevista le resultó una chica bonita y educada. Su cuerpo, aunque estuviera cubierto por esas ropas, llamaron su atención. Una mujer diferente al resto. Una mujer con un poco más de carne.

Princess Laura era una persona que le gustaba mucho y difícil de alcanzar porque él era hijo de una mujer poderosa como Big Mom, y no tenía derecho a tener ningún tipo de relación formal, salvo que ella se lo permitiera. Clase alta, no clase baja.

Casi todas las noches tenía sueños eróticos con Laura imaginándose todas las posibilidades y nunca pensó que ella haya aceptado ser partícipe de la fiesta de Mr. Joker. Dios, y pensar que sus dedos rozaron su piel casi desnuda. Estuvo a punto de hacerlo con ella. Sin embargo, recordó que el último viernes ella se retiró con Mr. Ptera. Una rabia inmensa creció en él sabiendo que ese desgraciado se había adelantado.

—¿Katakuri-san?

La voz de Laura lo hizo despertar. ¿Y si tal vez se estaba equivocando de persona? Cualquier mujer podría tener un tatuaje similar a ella. Solo hay una forma de averiguarlo.

—Te noto un poco cansada —dijo—. Iré a traer un chocolate caliente para que recuperes energías.

—N-No quisiera que se moleste. Yo iré a por la taza.

—Quédate ahí —le ordenó, mientras se levantaba de su sitio—. No tardaré mucho.

Las mejillas de Laura ardieron porque no creyó que Katakuri fuese tan caballeroso con ella. El hombre salió del despacho asegurándose de que ella estaría ahí. Entonces sus ojos se fijaron en la mesa de la chica. Deberá tener algún tipo de prueba, ¿no? En los ordenadores no y tampoco en los archivadores. Su bolso es la única clave. Katakuri miró a la puerta de su despacho por si ella pretendía salir y abrió el bolso.

Un sobre. Tomó aquel papel y miró el interior de su contenido. Sus ojos granates se llevaron una grata sorpresa al ver el sello oficial de Mr. Joker. Palabra clave: Miss Butterfly. Todo el cuerpo de ese hombre, que no temía a nada, estaba temblando. No estaba seguro si era miedo o emoción. Con rapidez dejó todo como estaba para salir de la oficina e ir directamente a por un chocolate caliente.

Princess Laura era Miss Butterfly.

Katakuri estaba por las nubes. La chica que le gustaba estaba participando en ese mundo. ¿Por qué aceptó? Estaba bien así. Ese mundo no era el indicado para ella. Para Katakuri, Laura era una chica con mucho valor y sin pelos en la lengua para decir lo que pensaba y se negaría a entrar en un lugar como ese. Pero habrá pasado algo para que ella aceptase.

Ya en la zona de descanso se dispuso a preparar un té y chocolate caliente todavía pensando en el descubrimiento. Ahora que lo sabe no podía permitirse el lujo de que el resto la arrebatara. Es suya por derecho. Estaba tan sumido en sus pensamientos que se llevó un pequeño susto al sentir la mano de alguien en su hombro.

—Vaya, primera vez en mucho tiempo que no te veo por aquí —dijo Cracker con una sonrisa de oreja a oreja, pero eso se desvaneció porque le resultó extraño—. ¿Princess está bien?

Oh, cierto. Se acordó de un detalle y es que su hermano también era partícipe de la fiesta de Mr. Joker siendo Mr. Biscuits. Él seguramente se habrá fijado en el tatuaje de la chica. Cracker no debe ver el omoplato derecho de Laura.

—Solo estaba un poco cansada y me ofrecí a llevarle algo.

—Que considerado eres, hermano —ríe suavemente—. Espero que no sea nada grave.

—No te preocupes, solo es cansancio —dijo, tomando las dos tazas—. ¿Tienes una reunión hoy?

—Más bien papeleo —dio un pequeño suspiro—. Odio los lunes. Estoy deseando que sea viernes por la noche.

—¿Por la fiesta? —preguntó en voz baja porque era secreto.

—Premio. Además, tengo ganas de ver a Miss Butterfly.

Si él supiera quien era en realidad, seguramente estaría detrás de ella todo este tiempo. Katakuri asintió, fingiendo lo que estaba pasando. Se retiró de la cafetería dejando a su hermano a preparar su bebida. Al rato llegó a la oficina abriendo las puertas del despacho. Sí, Laura no se ha movido de su sitio. Se acercó para entregar la taza.

—Gracias, Katakuri-san.

—Aún está caliente, así que tendrás que esperar un buen rato.

Ella asintió. Ahora la gran duda era si atreverse a entrar en un juego peligroso o seguir fingiendo que no ha visto nada. Se estaba esforzando demasiado en no tocar su piel suave. Katakuri carraspeó para controlar sus ansias.

—Si necesitas descansar, puedes decírmelo sin problema —le dijo el hombre.

—Estoy bien, Katakuri-san —respondió la muchacha dedicándole una pequeña sonrisa—. Me acordé que esta tarde tengo cita con mi médico.

—¿Y estás preocupada por ello? Eres una mujer con buena salud.

—Bueno, eso dicen los resultados, pero a veces me preocupa que me haya subido la tiroides o tenga otro problema.

—No debes preocuparte por ello —le aconsejó Katakuri—. Tú piensa que todo estará bien.

Laura asintió para luego dar un pequeño sorbo a la taza. Katakuri solo debe esperar a que sea viernes y tenerla a su merced.

Las horas pasaron y ya la chica estaba más espabilada que antes, gracias al chocolate que le ofreció Katakuri. Ese hombre está muy pendiente de ella. El corazón de Laura latía con tanta fuerza cada vez que él se acercaba a ella para estar seguro que se encontraba. O tal vez sea por otro motivo. Bueno, no estaba segura y tampoco quería llevarse malas sorpresas ante ese hombre.

El hospital estaba a media hora de camino a su trabajo. Antes de ir, Laura decidió entrar un momento a una pastelería para comprar un dulce de chocolate. La crema no le hacía mucha gracia. Oh, sus ojos se fijaron en unas palmeras integrales que no tenían mala pinta. Hoy ya tomó un vaso de chocolate, así que puede hacer una excepción. Ella estaba a punto de coger el número en la máquina, pero alguien se le adelantó.

Sus ojos pardos se fijaron en un hombre medianamente alto de melena negra y ondulada, cejas y barbas un poco extrañas dándole un toque varonil y ojos negros como la noche. Su ropa consistía en una camisa blanca de botones, unos pantalones vaqueros y unos mocasines. El hombre se dio cuenta de su mirada. Ambos se conectaron. Pardos y negros.

¡Demasiado atractivo y que olía a peligro!

Laura quitó la mano con mucha rapidez no queriendo incomodar al sujeto. Sin embargo, el desconocido miraba de pies a cabeza a la muchacha analizando su figura. ¿Son cosas suyas o escuchó como un sonido erótico? Laura quiso ignorar aquello y apretó el botón de la máquina para coger el número y dio un paso hacia adelante hacia el mostrador.

Por el rabillo del ojo vio la mano de ese chico enseñar su número. Entonces ella giró la cabeza para entender aquello.

—Mis disculpas. No era mi intención adelantarme —dijo. Su voz estaba llena de misterio—. Le agradecería si intercambiásemos.

—... No tengo ninguna prisa. —Un poco más y se queda sin voz.

—Ni yo tampoco. Estoy de guardia.

Esa palabra llamó a Laura. Sus ojos bajaron un poco más dándose cuenta que en su cinturón portaba la placa, la funda junto con la pistola y unos grilletes. ¡Era un policía! Para no tener ningún problema decidió intercambiar el número con ese sujeto. Entonces la llamaron y Laura pudo pedir perfectamente las palmeras integrales. El siguiente fue ese hombre. Ella estaba a punto de marcharse.

—¿Quiere que la lleve a alguna parte?

Esa pregunta la hizo estremecer. Es policía, no debería temer, ¿verdad?

—Gracias, pero mi destino está a quince minutos de acá.

—¿Va al hospital? —Este tipo era como si estuviera leyendo su mente.

—¿Acaso le importa a dónde vaya?

—Oh, una mujer contestona. Me gusta —rio por lo bajo—. Rob Lucci, agente secreto.

—Princess Laura, y lo de agente secreto deberías habértelo guardadado. Ahora no eres secreto.

—Oh, pero no sabes en que me especializo.

—Cierto.

Los dos salieron de la pastelería con los pedidos en mano. Laura se fijó que el hombre se iba acercando a un vehículo normal y corriente. Cualquiera diría que no es un agente.

—Seguramente nos volveremos a encontrar —dijo el hombre abriendo la puerta.

—¿Por qué dice eso?

—Intuición.

Laura parpadeó unas cuantas veces no entendiendo a lo que se refería ese hombre. Luego de subirse al vehículo arrancó el motor para seguir con la guardia, mientras que la chica emprendió el camino y daba alguna que otra mordida a las palmeras. Ya llegó a su destino. Solo tenía que subir dos plantas y esperar a que le toque el turno.

El hospital era considerado como uno de los mejores de Grand Line. Normal, tienen a Marco que para Laura era el mejor doctor. También estaba un chico llamado Trafalgar D. Water Law, luego un chico reno llamado Tony Tony Chopper que estaba aprendiendo de la Dra. Kureha. Eran inseparables.

Laura estaba sentada enfrente de la puerta de Marco esperando a que el hombre saliese. Él era muy atractivo. Las gafas le sentaban de maravilla porque le hacían ver un hombre interesante. Ella observó su entorno viendo que había unas cuantas personas esperando a que les atendiese. Oh, no debe mencionar sobre el método anticonceptivo porque él no sabe nada al respecto.

La puerta se abrió, dejando paso al doctor con el informe en la mano. Se ajustó un poco las gafas observando con detenimiento el listado. Pronunció el nombre de la chica y ella se levantó ante aquella llamada.

—¿Cómo estás? —preguntó, ya cerrando la puerta.

—Pues un poco desorientada.

—Uhm, eso es un poco preocupante —dijo—. Por favor, siéntate.

—Se me pasará, no te preocupes —obedeció.

Marco empezó a realizar sus chequeos para comprobar que todo estaba en orden, incluso le pidió que se quitara la camisa. Ella no tenía ningún problema porque es médico y tiene que cumplir su función. Marco cogió el estetoscopio para comprobar la respiración de la muchacha ya sea por delante y por detrás. En esa última posición, el médico no evitó mirar su tatuaje.

La imagen de Miss Butterfly se vio reflejada en Laura. Mira que ha tenido muchos pacientes, pero siempre se acordará de ella porque era una chica que le gustaba mucho. Princess Laura era su paciente de muchos años. Nunca pensó encontrarla en la fiesta de Mr. Joker.

Sí, Marco era ese hombre considerado como Mr. Phoenix.

Su tatuaje era irreconocible en muchos aspectos. Si es cierto que habrán miles de personas que se hicieran el mismo, pero el color estaba un poco desgastado. Y pensar que sus dedos rozaron su piel y no como paciente, sino una forma lujuriosa. Le hubiera gustado pasar más tiempo con ella. ¿Ese tal Mr. Ptera la habrá tratado bien? Parece ser que sí porque no veía ningún moretón. Eso es una buena señal.

—Todo está en orden —anunció—. Tu masa corporal sigue siendo la misma.

—Me preocupaba que hubiera cogido peso de más.

—Tu cuerpo está bien —dijo, dedicándole una sonrisa. Sabe perfectamente la inseguridad que tiene ella, pero viéndola con ese babydoll, era un espectáculo—. Si fuera tu pareja, lo vería bastante.

—Sólo lo dice para hacerme sentirme bien. —Una gota resbalaba por su sien.

—O tal vez porque es una verdad —se rio. Laura no evitó sonrojarse—. ¿Quieres que mande a que te hagan análisis?

—Sí, me gustaría saber el estado de la tiroides.

—Hace seis meses que te hiciste una y todo estaba perfecto.

—Quiero asegurarme.

—Lo sé —suavizó un poco la cosa—. La prueba la tienes el jueves a primera hora, así que tendrás que pedir permiso a la empresa.

Ella asintió levemente. Ya después de eso, ambos se despidieron. En dos semanas tendrá que volver para ver los resultados de la analítica. Laura dejó a Marco sorprendido y con ganas de saber que pasará el viernes.

«Seré rápido ese día».

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