Capítulo 4. Un sádico peligroso

Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.

Laura estaba guiando a Mr. Ptera a su cuarto. El pasillo era sumamente largo y tortuoso para la joven. La mirada de ese hombre en ella la estaba poniendo un poco nerviosa. La estaba devorando. Sentía miedo debido a la confesión que le hizo. Un hombre que le gusta el masoquismo y lo reconoce en todos los sentidos del mundo. La chica de ojos pardos miraba cada puerta asegurándose de no equivocarse.

Ya llegaron. Buscó con nerviosismo la llave porque la escondieron en el babydoll, más bien en la zona de las copas para que no la perdiese. Dio un pequeño suspiro de alivio de que no se le haya caído. Ya deberían buscar otra alternativa para no pasar vergüenza con el cliente y era mísera tarjeta.

—Sesenta y nueve. Bonito número.

Ese comentario causó que las mejillas de Laura se sonrojaran. Ya hubiera preferido otro número y no ese. El pulso le traicionó en ese momento, pero consiguió colocar la tarjeta en el lector y la puerta se abrió automáticamente. Ella se hizo a un lado con cierta educación para que Mr. Ptera fuera el primero en entrar. El corazón de la chica estaba latiendo con mucha fuerza.

Ya dentro, Laura fue directamente al mini bar que había para sacar una botella, sin embargo, se dio cuenta que en la mesa, rodeada por un gran sofá en forma de arco, ya estaba preparado. Joder, esa gente es adivina de narices. Entonces decidió aproximarse con cierta prisa para sentarse en aquel mueble y luego mirar al hombre que estaba de pie inspeccionando el lugar.

—¿Quiere tomar algo, Mr Ptera? —preguntó con nerviosismo.

Ya captó su atención. Lentamente se iba acercando hacia ella para sentarse a su lado y mirar con detenimiento la copa y la botella de champán. Él estiró el brazo para tomarlo y ver la etiqueta.

—Una marca cara, ¿no crees? Mr. Joker se molesta mucho en poner contento a sus clientes.

—Es... su trabajo.

Después dejó la botella en su sitio. Ella estuvo a punto de tomarlo para echar aquel líquido en aquella copa, sin embargo, Mr. Ptera la detuvo agarrando con suavidad su muñeca.

—Sé sincera conmigo. ¿Estás nerviosa?

—S-Sí —contestó. La voz la estaba traicionando.

—¿Y crees que el alcohol te ayudará a aminorar los nervios? —volvió a preguntar.

—N-No lo sé. No soy de beber mucho, pero a lo mejor usted quiere tomar una copa.

—No. Yo soy de ir directo al grano —se sinceró. Ese comentario provocó que ___ se encogiera de su sitio. Mr. Ptera, aunque no se le veía, estaba sonriendo—. Todavía no muerdo.

—S-Soy primeriza, Mr. Ptera. Espero que lo pueda entender —dijo. Ya su cabeza no daba más.

—Estás haciendo que mi ego y mi curiosidad aumente a cada momento, Miss Butterfly —dijo. Su mano se quedó en el rostro de la joven con intenciones de quitar su máscara—. Lástima que no pueda ver tu rostro, pero tú el mío sí.

—Si usted lo desea, claro.

—¿Por qué eres tan educada, joder? Me dan ganas de corromperte en todos los sentidos del mundo.

Ese comentario causó que un escalofrío tremendo recorriera todo el cuerpo de Laura. Ese hombre era sumamente peligroso. No saldrá con vida. Ella tragó saliva no sabiendo a qué responder a eso. Era mejor estar callada para no decir ninguna estupidez.

—¿Me guardarás el secreto? —preguntó. Mr. Ptera hacía referencia a su identidad.

—Nosotras tenemos el derecho de guardar la identidad de nuestro cliente, Mr. Ptera. Usted no está obligado a quitarse la máscara.

—Pero lo haré porque con esto puesto no podré dejarte marcas en tu piel blanca y confío en ti porque eres una chica buena, sumisa y obediente.

¡No estaba ayudando a nada! Mira que tuvo sueños eróticos con Katakuri o con Cracker, principalmente el primero, pero este hombre hará todo lo posible para aprovechar y disfrutar de la velada. Mr. Ptera guio sus manos a la cremallera que estaba justo al lado de su cuello y se lo iba subiendo hasta finalizar el recorrido. Poco a poco iba retirando la máscara. El corazón de Laura dejó de bombear su sangre y su rostro mostró impresión alguna.

Cabellos rubios platinados con ondulaciones, por un lado rapado y por el otro un mechón estaba recogido por una trenza. Un tatuaje de laurel se hacía presente en su rostro. Tez morena y ojos rojos.

¡Era el hombre que estaba esta misma mañana en la reunión haciendo compañía a uno de los empresarios poderosos llamado Kaido!

Laura no lo estaba creyendo. Iba a tener relaciones sexuales con ese Lunaria. ¿Él se habrá dado cuenta quién era ella? ¡No! ¡Imposible! El distorsionador y la máscara la estaban ayudando mucho, así que tendrá que mantener la compostura.

—¿Sorprendida? —Ahora su voz no estaba modificada. Escuchó perfectamente el tono real. Laura pensó que tendría el poder de desintegrar ropas interiores.

—Es usted... hermoso —susurró. Realmente se quedó sin palabras, y no solo por su belleza.

—Soy el último de mi raza —confesó. Sí, los rumores eran ciertos.

—¿Nunca pensó tener descendencia, Mr. Ptera?

—Las mujeres de hoy en día solo buscan poder. Solo quiero a una mujer sumisa y obediente ante mis peticiones y que, físicamente, me atraiga.

—En el mundo hay mujeres más bonitas que yo.

—Oh, no, tú eres el prototipo que busco. —Un dedo quedó apoyado en la barbilla de Laura para alzar su cabeza—. ¿Por qué crees que he rechazado a todas las mujeres de este sitio? Ninguna me llamaba, salvo tú. Soy una criatura que prefiere coger más carne de lo habitual. Oh, no sabes lo que me enciende ver una marca roja en un trasero un poco más grande.

—Mr. Ptera...

—King —la corrigió—. A partir de ahora, cuando estemos a solas y tengamos más estos encuentros, llámame de esa manera.

—Dice eso pensando que lo voy a satisfacer. —Su cara se estaba volviendo más roja porque ese Lunaria se estaba acercando con peligrosidad a su rostro.

—Oh, créeme, ya me estás satisfaciendo con tu timidez.

Ella estuvo a punto de decir algo, pero King la silenció colocando su gran dedo índice en sus labios para que estuviese callada. Él volvió a tomar su muñeca y tiró suavemente su cuerpo para que se sentara en su regazo. Laura se puso tensa al notar algo abultado en su entrepierna. Deberá estar molestando porque los pantalones son de cuero. La respiración caliente de King chocaba con suavidad en el rostro de la joven.

Ya estaba a escasos centímetros de besarla, pero solo era el inicio de un juego coqueto. ¿Por qué? Porque sus grandes dedos acariciaban y presionaban su columna vertebral casi realizando un masaje, como una forma de que Laura estuviese relajada del todo porque estaba tensa. Ella confesó que era primeriza. La chica abrió un poco los labios dejando escapar algún que otro suspiro y esa fue la oportunidad de King de implantar un beso húmedo.

Laura se aferró a las ropas de King temiendo de desvanecer porque ese beso era bastante dominante porque exploraba cada rincón de su boca. Su lengua era juguetona. Ella no podía seguir el ritmo. Ya se estaba quedando sin oxígeno. King se separó de su boca formando un hilo fino de saliva y lo lamió para romperlo. Laura no paraba de jadear con las mejillas sonrojadas. Esa imagen encendió a King que no evitó sonreír ampliamente.

—Eso es —susurró. Se retiró los guantes y no evitó meter el índice ahí dentro—. Lámelo.

Solo tenía que obedecer. La lengua de la chica iba moviéndose despacio alrededor del dedo índice de King con los ojos cerrados. Le daba vergüenza ver la cara de ese hombre.

—Mírame.

Otra orden y lo hizo. Ella temía que le hiciese daño por ser una persona masoca. Esos ojos rojos estaban fijos en su boca. Se estaba comportando como un bebé chupando un chupete. Oh, Dios, solo esperaba que este Lunaria no tuviera ciertos fetiches. Cada vez notaba ese bulto crecer más y más. En cualquier momento esos pantalones se iban a romper con tal presión.

King retiró aquel dedo dejando un rastro de saliva caer por la comisura de sus labios que resbalaba lentamente por su cuello. Él agarró sus cabellos para que echara hacia atrás su cabeza exponiendo esa zona erógena. Laura soltó un gemido bajito al notar la lengua caliente de King ahí. Se quedó quieto ahí hasta notar una mordida en su yugular. Ya él lo dijo, necesitaba marcar su piel.

Sus manos grandes tomaron su trasero para apretarlo con mucha fuerza. Le estaba maravillando lo que estaba tocando. Un chillido soltó Laura cuando él se atrevió a dar un azote. Ese sonido le gustó demasiado. Su mirada se centró en una de las tiras que cayó sobre sus hombros. Eso fue muy coqueto. Entonces hizo un mar de besos en ese hombro derecho, mientras bajaba más aquella tira.

Laura reaccionó levantando el brazo para que fuese más cómodo en quitar la tira. Y King hizo el mismo procedimiento con la otra. Se estaba volviendo loco en todos los sentidos del mundo. Luego sus dedos iban deshaciendo el lazo que estaba en medio de sus copas liberando cierta presión. Ella reaccionó, encogiendo su cuerpo y abrazándose a sí misma. No debería, pero le daba vergüenza.

—Fuera inseguridades, Miss Butterfly —le aconsejó—. Tu cuerpo me está calentando mucho y te aseguro que no tendría la polla tan dura.

Una persona lasciva y sin pelos en la lengua. Poco a poco iba apartando los brazos dejando que King tomara el velo de la babydoll para quitárselo. Solo faltaba aquella tanga y ya estaría completamente desnuda.

—S-Siento que mis pechos no... ¡Ah!

—¿Uhm? ¿Ibas a decir algo?

Ese grito que hizo fue causa de King por llevarse un pecho a la boca y succionar con fuerza. Parece que a él no le importaba si eran redondos. Estaba maravillado por la suavidad y lo grande que son. Los gemidos de Laura estaban levantando más su ego. Mientras estaba centrado en su pecho, sus dedos se colaron entre sus bragas para tocar su intimidad que estaba humedecida.

—Que chica más atrevida tenemos aquí —susurró con un tono varonil—. ¿Acaso estás desesperada por tener mi polla en tu coño caliente?

—K-King... —gimoteó su nombre. Y soltó otro.

—Ah, mira. No tuve problemas en meter uno —dijo con una sonrisa socarrona e iba metiendo y sacando aquel falange—. Uhm, tu coño lo está chupando muy fuerte. Ya me estoy imaginando mi polla ahí. ¿Tantas ganas tienes de sacarme la leche?

—¡N-No diga cosas lascivas, King!

—Yo soy así. —Él tomó su barbilla para que lo mirase—. Y no mientas. A tu cuerpo le está gustando demasiado este trato.

Cierto. Mira que Laura era una chica de mente pervertida por imaginar muchas situaciones con algún hombre atractivo. Sin embargo, le daba vergüenza admitirlo delante de uno.

—Saca la lengua. Muéstrame lo perra que eres, mientras te follo con mi dedo. O más bien, dedos —dijo, metiendo otra. Laura lo hizo con la cara roja. Ahora la mano de King se quedó fija en su garganta haciendo presión—. Dime, ¿podrás llegar al orgasmo así?

Por cada segundo que pasaba, la falta de oxígeno se hacía hincapié. Sus ojos se pusieron en blanco por un momento. Su cerebro se desconectó también, mientras notaba cierta descarga recorrer por su columna vertebral hasta llegar a su zona baja centrándose en ese punto. King aceleró más los movimientos, ya tocando su cérvix.

Laura llegó al orgasmo porque inclinó su espalda hacia atrás y sus piernas se cerraron a modo de reacción. King aflojó la presión de su garganta e iba retirando los dedos para lamer aquella esencia. Dulce. Un sabor agridulce. La chica mantenía la boca abierta dejando que el aire se colase en su tráquea para respirar todo lo posible, sin embargo, King metió los dedos índice y corazón.

—Orden que te doy, tú la cumples. ¿Dónde has estado todo este tiempo? —preguntó, no creyendo que tenía delante a una mujer que cumplía todos sus deseos.

Laura todavía no tenía la capacidad para articular alguna palabra porque su cerebro estaba en proceso de recuperación. King se levantó con ella para dejarla acostada en el sofá. En esa posición le retiró las bragas ya húmedas por completo. No evitó oler su esencia y sus alas se agitaron con tanta fuerza debido a la excitación que le provocó. Laura no lo vio porque, si fuera así, ya se estaría muriendo de vergüenza.

Ya recuperada volvió a abrir los párpados para ver qué estaba pasando. Se sonrojó bruscamente porque estaba viendo a King quitarse la chaqueta de cuero y los botones de la camisa. Los dos no se dejaban de mirar mutuamente. A Laura casi se le escapa un gemido por ver la musculatura de aquel Lunaria. Él esbozó una pequeña sonrisa porque le gustó la reacción. Solo se quedó así porque él inclinó su cuerpo atrapando la pequeña figura de Laura.

—Pequeña criatura —murmuró, tomando un mechón de su pelo—. ¿Te impresiona mi cuerpo musculado?

—S-Sus alas me impactan. Son hermosas —dijo con el brazo extendiendo con intenciones de tocar una.

—¿Solo eso? —preguntó de nuevo. Al ver la palma de su mano abierta, él apoyó su mejilla en ella.

—Es usted bello. —Si tuviera la capacidad de sonrojarse más, ya estaría muriéndose ahora mismo porque no daba más.

—Aunque no me permitan ver tu rostro, tú también eres bonita. Eres aquello que tanto buscaba. Quisiera saber quien se esconde.

—... Si revelo mi identidad, me matarán. Y si revelo el suyo, también me matarán.

—Protección ante todo, ¿eh?

A King le molestó un poco esa tontería, sin embargo, no quería poner en peligro a alguien que lo estaba satisfaciendo. Luego se incoporó para quitarse los zapatos y los pantalones de cuero. Ahí Laura tuvo que desviar la mirada. Pensó que su corazón estaba a punto de salir de su boca porque ese miembro que vio deberá medir aproximadamente veinte centímetros o un poco más. Un promedio no muy normal.

—¿No me digas que nunca has visto una polla? —preguntó para molestarla un rato.

—D-De esas dimensiones, no.

—Ah, me siento halagado. Estas son las ventajas de no ser un humano.

De repente, notó que King agarró sus cabellos para que se sentara y estuviese enfrente de su miembro viril.

—Vas a ser una buena chica y te vas a comer mi polla cuál caramelo.

Laura miró aquella monstruosidad preguntándose si podría con ella. Una gota de sudor resbaló por su sien. No tenía otra opción. Sus labios se separaron entre sí y poco a poco iba metiendo aquella cosa en su boca. Sólo llegaba a la punta y nada más. Luego empezó a mover su cabeza realizando un pequeño vaivén para acostumbrarse a ese tamaño. King tenía la mirada fija en ella sin soltar sus cabellos para que no fueran un estorbo.

Ella podía ver las venas marcadas en sus caderas cerca de su pelvis. Y también notaba las del propio pene. Estaba sumamente excitado. Su lengua jugaba con torpeza su glande retirando aquella sustancia pre-seminal. Poco a poco estaba volviendo a embriargarse de ese entorno sexual que se creó en aquella habitación. Apretó la zona de su entrepierna notando su feminidad liberar segregación vaginal.

Después prosiguió lamiendo el tronco desde la zona inferior hasta el glande y lo hizo una y otra vez con un toque erótico. O eso intentaba. King la separó de su miembro para agarrar su barbilla y besarla con cierta hambre y ferocidad. No negaba que le gustaba. Estaría toda la vida besándola, pero una urgencia estaba creciendo más y más.

Entonces el Lunaria colocó a Laura en el sofá dándole la espalda, es decir, sus brazos estaban colocados en el respaldo. King se posicionó detrás suyo. La chica se sonrojó porque sabía lo que estaba a punto de suceder.

—¿Sabes por qué a los seres vivos les gusta esta posición? —preguntó, mientras iba apoyando su miembro en la entrada—. Porque el macho toma el control absoluto en la hembra y ella solo grita de placer pidiendo más.

Con esas palabras dichas, King entró de lleno en la chica y ella emitió un grito de sorpresa. Él no esperó a que se acostumbrara a esa dimensión, más bien dio inicio al vaivén agarrando los hombros de Laura. Las estocadas eran profundas porque el miembro era largo y el grosor la estaba volviendo loca. Sus uñas rasgaron el material de aquel mueble mostrando que el placer estaba controlando su mente y su cuerpo.

Ella apoyó la frente en el respaldo sintiendo que la estaban rompiendo en dos. Azotes en sus nalgas recibía por parte de King. Las marcas rojizas de su piel lo encendían bastante. Su respiración caliente chocaba en su nuca causando un escalofrío en su cuerpo. Los gemidos que soltaba eran normales, pero el siguiente no porque era de sorpresa por las mordidas que le dedicaba él en aquella zona.

Luego King se sentó con ella encima aún dándole la espalda. Le susurró al oído que se moviera. A Laura le daba vergüenza tomar el control de la situación porque no se le daba bien, pero intentará todo lo posible en moverse. Cerró los ojos dejándose llevar por la sensación. Sus movimientos eran suaves y pautados. King agarraba una de sus nalgas maravillado, sin embargo, ese vaivén no le gustaba. Prefería algo más salvaje.

Entonces él bajó un poco su cuerpo para que sus caderas estuviesen suspendidas y la chica se llevó una sorpresa ante los movimientos bruscos de King. Tuvo que echar el cuerpo hacia atrás quedándose acostada completamente. Ahí aprovechó él para agarrar su cuello y uno de sus pechos.

—Me gusta follar duro, Miss Butterfly. Eso no lo olvides nunca.

—¡K-King voy a...!

No le dio tiempo a dar el comunicado porque llegó al orgasmo apretando su miembro con las paredes vaginales. Eso causó que King no resistiera en liberar su semilla llenándola por completo.

—Oh, joder. Mira que mi especie resiste mucho, pero debo admitir que querías dejarme seco rápido, ¿eh?

O que esto terminara pronto. Ya ni ella estaba segura. Desconocía cuántos minutos han pasado. Solo quería cerrar los ojos y dormir porque estaba sumente cansada. Sin embargo, empezó a temblar porque los dedos de King jugaban con su clítoris. Oh, no, quería seguir jugando.

—¿Has oído hablar que los Lunarias somos capaces de generar fuego? No te voy a soltar. Te dejaré más seca que el propio desierto de Arabasta. Soy muy dominante, Miss Butterfly. Hasta que no me digas quien eres, yo...

—Mr. Ptera debo comunicar que la sesión de dos horas con Miss Butterfly ha acabado. —La megafonía fue activada revelando la voz de una mujer.

Ese comunicado no le gustó mucho a King porque tenía que dejar a la joven. No tuvo más opción que hacerlo, así que dejó a la muchacha en el sofá para levantarse y vestirse. Ella simplemente lo miraba, mientras recuperaba el aliento. Cuando terminó, él se volteó y agarró su barbilla.

—Volveré. Recuerda: eres mía por derecho.

Laura no supo si eso fue una amenaza, pero King estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para tenerla en sus brazos. Sin embargo, no negaba que le gustaba ese tipo de trato, pero temía por su seguridad.

Debe huir.

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