Capítulo 3. Segunda noche

Laura no ha parado de pensar a lo largo de la semana lo sucedido el viernes. No entendía el motivo de su participación. La cuestión era cuánto tiempo va a estar metida ahí. Este viernes le tocará volver a ese infierno. Sin embargo, se sintió mimada por esos tres hombres que sintieron interés en ella. Ellos mismos lo dijeron, estaban esperando a alguien como ella en cuanto a físicamente. Curioso, ¿no?

Ahora debe centrarse en el trabajo. Hoy era miércoles, lo que implicaba que su jefe Katakuri iba a tener una reunión importante en media hora. Desde fuera podía escuchar al hombre hablar en alto con su madre y con sus hermanos, Cracker y Smoothie. Estarán hablando de los negocios sobre estas personas importantes. Laura nunca los vio en persona, pero deben imponer muchísimo.

Un rato pasó y Katakuri salió haciéndose a un lado para dejar pasar a su madre. Charlotte Linlin es una mujer alta y gorda. Todos pensaron que era una gigante y no es así. La raza de los gigantes se encontraba en una isla situada lejos de la ciudad de Grand Line. La chica de cabellos castaños se levantó para dar respeto a la emperatriz de este negocio. Hizo una pequeña reverencia hacia todos ellos. «Suerte», pensó, imaginándose que se lo estaba diciendo en voz alta.

Un suspiro soltó la joven. Ojalá Katakuri tuviera ojos para ella porque era un hombre demasiado atractivo en todos los sentidos. Cracker no se quedaba atrás. Laura tomó la decisión de entrar al despacho de su jefe para ordenar un poco la mesa. Él se lo permitía porque confiaba en ella. Su habilidad de la ordenación lo dejaba asombrado.

Cada archivo estaba siendo colocado uno a uno y de forma alfabética, y también dependiendo de la fecha. No le gustaba ser cotilla y mirar los cajones, o el ordenador de Katakuri porque era algo personal. Cualquier persona haría lo mismo.

De pronto se detuvo en un archivo con la fecha de hoy. Le resultaba familiar. Abrió la carpeta para echar un ojo. ¡Eran los documentos para la reunión de hoy! Laura miró su reloj digital para ver la hora. Solo quedaban diez minutos para que empiece la reunión. Tenía que darse prisa para entregárselo.

Salió de la sala de los despachos para caminar en dirección hacia el ascensor para ir a la octava planta, donde estarán todos reunidos en una gran sala. Esquivaba todo a su paso, no quería llegar. No deseaba defraudar a su jefe. Al llegar a las puertas tocó apresuradamente el botón para llamar al ascensor. Otra vez miró el reloj. ¡Cinco minutos!

—Vamos, vamos.

Las puertas se abrieron y se alivió de que no hubiera gente. Apretó el botón para ir a la octava planta rezando a que no bajase. ¡Sí! Estaba subiendo. No paraba de moverse de un lado para otro de esa caja de cuatro paredes. Se estaba desesperando. Las puertas volvieron a abrir y corrió con más prisa.

A lo lejos se les podía ver perfectamente porque los cristales eran transparentes. Ya todos estaban reunidos. Solo tenía que ir a la puerta principal. ¡Un minuto! Ya estaba delante. Se relajó un poco tomando bocanadas de aire. Luego prosiguió en tocar suavemente la puerta llamando la atención de algunos. Katakuri al verla no dudó en levantarse y ver lo que estaba ocurriendo, sin embargo, sus ojos se posaron en la carpeta que tenía en sus manos.

—Katakuri-san, se dejó estos papeles. Vi que era para la reunión de hoy.

—Vaya, raro de mí despistarme —confesó—. Gracias, Princess.

—De nada, Katakuri-san.

—Si quieres, puedes estar presente en la reunión —le propuso.

—No quisiera meterme en los negocios, pero gracias de todas maneras.

—Entonces, quédate afuera, en caso de que necesite tu ayuda.

La chica afirmó con una sonrisa pequeña en sus labios. Katakuri volvió a entrar en la sala disculpándose por el retraso. Laura decidió tomar asiento en los grandes sofás para tener una vista de las personas reunidas. Se fijó que cada hombre tenía, de decirlo de una manera entendible, tres guardaespaldas.

Sin embargo, Laura se sorprendió al ver a su doctor en la reunión. Su nombre era Marco, un hombre bastante apuesto. Se le reconocía perfectamente por su cabello corto con forma de piña y unas gafas particulares como ella. Su doctor estaba acompañando al más viejo de todos, el conocido y afamado Shirohige. Marco estaba en el centro y a los lados había un hombre con un tupé y barbilla marrones y una cicatriz alrededor de su ojo izquierdo. Y el otro se sorprendió bastante porque este tenía el rostro maquillado y también con una pequeña cicatriz en su ojo derecho. Era atractivo a simple vista.

A su lado izquierdo, estaba este chico joven de treinta y nueves. Su cabello color rojo y esas tres líneas en forma de cicatriz destacaban muchísimo. Este estaba acompañado por un hombre gordo, que no paraba de comer; uno de cabellos rizados y con una bandana con el nombre "Yasopp", y el otro portaba un cigarro apagado en su boca, cabello canoso y una cicatriz en forma de cruz.

El último emperador de Grand Line daba bastante miedo. Con esos cuernos se demostraba que era un oni. Este estaba siendo acompañado por un hombre gordo con el pelo trenzado y un brazo biomecánico; el siguiente portaba una máscara de mandíbula metálica con apariencia de rejilla; y el último le fascinó porque era demasiado atractivo. Cabello platino con una trenza y rapado a un lado, tez morena, ojos rojos y unas alas grandes negras. Ese tipo tiene que ser un Lunaria en toda regla. Laura pensaba que se habían extinguido.

La chica estaba impresionada porque había una mezcla de todo. Sus ojos estaban puestos en Katakuri o en Cracker. Estos dos se levantan para exponer el plan de negocios que tenían en mente. Esos hombres tenían cierto aire de grandeza. Ella los miraba con mucho amor porque les gustaba demasiado, sin embargo, estaba sintiendo la mirada de alguien. Laura desvió un poco los ojos para ver quién era. Era el Lunaria. Esos ojos rojos estaban fijos en ella. Rápidamente, ella miró a otro lado porque empezaba a sentirse incómoda.

La reunión fue larga, pero parece que fue exitosa porque Laura observó que los otros emperadores firmaron. Una gran sonrisa de oreja a oreja surcó sus labios sintiéndose feliz. Vio poco a poco a la gente salir. El primero de todos ellos fue Shanks y su grupo. Así de cerca era muy atractivo y más aún con esas cicatrices. Oh, se fijó que le faltaba un brazo. ¿Cómo habrá ocurrido?

—Me es raro verla en otro sitio que no sea en mi consulta.

Cierta voz hizo que se centrara en él. Las mejillas de Laura se sonrojaron. Eso hombre le provocaba ciertas sensaciones difíciles de explicar.

—Doctor Marco.

—Por favor, fuera de la consulta puedes llamarme normal-yoi —dijo.

—L-Lo siento, es la costumbre —se disculpó—. No sabía que estaba en la reunión.

—Digamos que mi hospital pertenece al viejo de Shirohige y soy su mejor empleado —explicó—. Una de sus manos derechas.

—Entiendo.

—Oye, Marco, ¿vas a presentarme a tu amiga o piensas ligártela por completo?

Una voz diferente, casi aterciopelada. Una voz masculina capaz de acariciar toda la fibra sensible. Ese chico maquillado se puso al lado de Marco. «¡Por la Virgen del Pino! Es muy guapo de cerca», pensó Laura.

—Bueno, quién dice amiga, es una de mis pacientes —aclaró—. ¿Interesado, Izou?

—Uhm tal vez.

—Princess Laura, te presento al japonés onnagata, Izou.

Ahora lo entendió perfectamente. Ese término significaba que los hombres se dedicaban al baile y al arte, es decir, van maquillados. Lo único que le carcome la cabeza es si son heterosexuales u homosexuales.

—Princess —murmuró su nombre—. Es curioso.

—Es la primera vez que veo a una onnagata —confesó la chica. Izou rio.

—Oh, me siento afortunado. Espero ser el único que verá.

—¡Eh! ¡Ligones! —El hombre del tupé los llamó, ya acompañando a Shirohige—. Vámonos. Padre necesita tomar un descanso.

—¡Oh! Marco-san, ¿puedo verlo la próxima semana? Recuerdo que hice un examen de sangre.

—Cierto. Te estaré esperando en la consulta el lunes a las cuatro de la tarde. Nos vemos, Princess.

—Adiós, señorita —se despidió el moreno.

Laura veía a ese grupo marcharse. Luego salió Kaido junto con sus seguidores. Ahí se puso tensa y agachó la mirada a modo de respeto. Se puso a escuchar cosas sin sentido a uno de ellos, incluso insultó al hombre de la máscara metálica. Pero cuando alzó la mirada para verlos, unos ojos rojos se quedaron fijos en ella. Un escalofrío le recorrió por todo el cuerpo y sus mejillas se tornaron rosas. Ese Lunaria esbozó una pequeña sonrisa para luego mirar al frente.

-—¡Me siento orgullosa de todos vosotros! —exclamó Big Mom, ya saliendo de la sala de reuniones.

—Hay que agradecer a tu secretaria, onii-chan —dijo Smoothie—. Ella te ha salvado esta vez.

—¿Me la puedes prestar alguna vez? Sabes que la mía es idiota.

—La necesitaré más veces que tú, Cracker.

El hombre de cabellos morados bufó por lo bajo y miró hacia un lado un tanto molesto ante ese comentario. Princess Laura había salvado a la empresa y se sentía orgullosa de ello.

🎭🎭🎭🎭

«Querida Miss Butterfly:

Me complace comunicarle que todos los viernes debe presentarse a las 18:00 p.m. en la puerta de su bloque para que el vehículo la recoja. No se olvide de su nombre clave.

Firmado: Mr. Joker».

Otra vez una carta de esa corporación. Definitivamente, Laura estaba atrapada en esa empresa. Se fijó la hora del reloj y eran las cinco y media de la tarde. ¿Qué pasaría si no iría? Tal vez irían a su casa y la matarían por incumplimiento. Todavía era joven, debía aprovechar el máximo.

Entonces se levantó para cambiarse de ropa y estar lo más cómoda posible. En esta ocasión no irá vestida de gala, sino con ropa deportiva porque luego la vestirán de otra manera y maquillarla. Ahí se sentía una muñeca siendo controlada por todo el mundo. Fue horrible esa sensación.

Laura estaba abajo esperando a que la furgoneta grande hiciera acto de aparición. A las 18:00 p.m. Ya vio a lo lejos el vehículo. El mismo procedimiento de antes: bajar la ventanilla, decir el nombre clave, subir al coche y quedarse dormida completamente. Ellos no quieren que se revele, dónde está ubicado el lugar por si tienen el pensamiento de comunicárselo a la policía. Los únicos que lo sabían eran esos hombres poderosos.

Sus párpados se abrieron con cierta pesadez. Aún no se había acostumbrado a esta horrible sensación. Se incorporó de su sitio mirando a su alrededor. Estaba en la misma habitación de la otra vez. La puerta se abrió, dejando paso a esas mujeres expertas. Tres en concreto como la otra vez.

Laura empezó a desvertirse y ponerse aquella ropa erótica. Esta vez era un babydoll negro que le llegaba a los muslos, por encima de sus rodillas. La talla de la copa del sujetador era la indicada. Y su peor pesadilla era ponerse un tanga. Ella los odiaba porque eran incómodos y no le gustaba como se veía su trasero, pero no le quedaba otra opción que hacerlo. Y luego unas medias negras transparentes que cubrían sus pantorrillas hasta los muslos. Estas eran sexys porque tenía dibujos de mariposas.

Después le maquillaron como la otra vez para que se viera lo más hermosa posible y prosiguieron en ponerle el simulador de voz y la máscara. Se aseguraron de que el objeto no se caería o sea difícil de quitar porque estaba asegurado con llave.

—Miss Butterfly —le nombró—, debo comunicarle que hoy las primerizas ya tienen la ocasión de estar con un cliente después de la una. Si el cliente lo pide, claro. Si no es así, entonces podréis marcharos.

—... ¿Y qué pasará si eso ocurre?

—Deberán satisfacer completamente al cliente. Para ello, se le has colocado un DIU, en caso de que mantengan relaciones sexuales.

Claro, esto es una excusa para que ellos no se pongan un condón, pero esta empresa es meticulosa. Seguramente habrán hecho exámenes médicos a los clientes para ver su estado de salud. Y a ellas también porque no estarían aquí.

—Recuerde. Su puerta es el número 69 —le comunicó. Ya afuera de la habitación, esa mujer le entregó la llave para acceder a su cuarto—. Cuando entre con el cliente, debe cerrar la puerta con llave. Las paredes están insonorizadas. Nadie puede escuchar conversaciones o gemidos porque se crearon estos cuartos para crear intimidad. Si el cliente se quita la máscara para revelar su identidad, está jurando guardar el secreto de quién es en realidad. Si no lo cumple, recibirá un castigo severo.

—... Entendido.

Todo esto le daba bastante miedo. Además, ¿qué hombre quisiera estar con ella? Bueno, recordemos que hubo tres en aquel entonces. Tiene la sensación de que los verá de nuevo, pero era mejor esconderse tras la barra ofreciendo bebidas alcohólicas junto con Miss All Sunday. Ahí se sentía segura en todos los sentidos del mundo.

Todas las chicas llegaron a la gran sala, donde los hombres las esperaban con cierta intriga y desesperación. Laura se dirigió con rapidez hacia ese lugar seguro. No quisiera estar con ningún hombre. Este no es su mundo. Ya estaba cerca. La seguridad estaba a escasos centímetros de ella, sin embargo, un brazo la detuvo completamente. No estaba segura si girarse o no. Por la mano dio entender que era pequeña. Será alguna mujer. Al girar la cabeza, sus sospechas fueron ciertas. Una mujer con una máscara que portaba copos de nieve.

—Miss Butterfly —la nombró—, a usted la estaba esperando.

—¿A mí?

—Sí, hay un cliente que quiere conocerla —dijo.

—Pero si esto acaba de empezar.

—A veces los clientes exigen a una chica en concreto antes de iniciar el festival —informó, tomando con suavidad la mano de Laura—. Mi nombre es Miss Ice y soy la experta en el grupo del señor Mr. Earthquake.

—¿Mr. Earthquake? ¿Experta?

—Digamos que llevo bastante tiempo trabajando aquí y soy considerada la mano derecha de ese hombre atendiendo las necesidades de su grupo —dijo—. No se preocupe, Miss Butterfly. Todo está bajo control.

Eso es lo peor de todo. No estaba segura si ese cliente quería malas intenciones o simplemente solo quería disfrutar de su compañía. Miss Ice la estaba llevando a una sala aparte grande. Los ojos de Laura se agrandaron al ver a un hombre grande que podría medir perfectamente 240 cm y estaba rodeado de chicas. Su máscara tiene la apariencia de una ballena.

—Mr. Earthquake he traído a la chica que solicitó —anunció Miss Ice.

—Un gusto conocerle, Mr. Earthquake —dijo Laura haciendo una pequeña reverencia.

—Una chica nueva, ¿eh? —musitó el hombre para luego reírse—. Miss Butterfly no es a mí a quien tiene que hacer compañía. —Eso confundió un poco a la chica de ojos pardos—. Miss Ice llévala ante Mr. Fénix y Mr. Gun, son ellos quienes la pidieron.

—Como usted ordene, Mr. Earthqueake. Acompáñeme, por favor.

Menos mal. Pensaba que iba a estar con un hombre de más de setenta años. Sería horrible esa experiencia. Siguió a Miss Ice en todo momento hasta llegar a una mesa. Había unos cuantos hombres disfrutando de la compañía de las mujeres, menos dos que estaban solitarios.

Uno de ellos, como su nombre indica, portaba una máscara de un ave. Tal vez sea el ave fénix. Y el otro le creó cierta confusión porque era una máscara de una mujer estilo geisha. Qué hombre más extraño.

—Mr. Fénix. Mr. Gun —los llamó—. ¿Son ustedes que han solicitado la presencia de Miss Butterfly a nombre de Mr. Earthquake?

—Premio para Miss Ice —habló Mr. Fénix—. Estábamos ansiosos de conocerla, Miss Butterfly.

—La otra noche no tuvimos la oportunidad, así que le hemos pedido a "padre" que nos echara una mano.

¿Padre? ¿Así lo llamaban los seguidores de ese hombre? Laura no tuvo más remedio que aproximarse y sentarse en medio de esos dos. Al menos tenían una estatura considerada normal en todos los medios posibles. Luego vio a Miss Ice marcharse, dejándolos completamente a solas. Ya el corazón empezaba a latir con mucha fuerza.

—Un babydoll, ¿eh? —murmuró Mr. Fénix—. Te sienta de maravilla —dijo, tomando aquella tela fina y media transparente.

—Nunca entenderé este tipo de vestimentas.

—Oh, pero si llevas mucho tiempo viviendo en Grand Line. ¿Te pone nervioso este tipo de lencería? ¿O no te parece demasiado sexy?

Por lo que estaba entendiendo Laura, Mr. Gun era un hombre extranjero proveniente de otro lugar. El hombre de la máscara de geisha no se contuvo en tomar el otro extremo de la tela. Los ojos de la chica se posaron en sus dedos. Finos y delicados cuál mujer.

—A decir verdad si lo es. —Sin esperarlo, ese hombre tomó las muñecas de la chica y la sentó en su regazo. Esto puso nerviosa a Laura. Las manos de él tocaron su máscara—. Y quisiera ver el rostro de la bella dama.

—Oye, relaja esas hormonas que yo también estoy presente —rio el otro—. Además, ya te gustaría, pero sabes bien que sus máscaras están fijas y bajo llave. Difícil saber quién se esconde tras ellas.

—Una pena. Mucho secretismo de por medio, ¿no crees?

—... Lo hacen por la seguridad de las chicas, Mr. Gun —habló Laura, finalmente—. Nosotras podemos esconder su identidad, pero una nunca sabe si entre los hombres, haya un loco que se obsesione con una de ellas.

—Ahí te doy la razón —murmuró, atreviéndose a tocar sus muslos de forma lenta y persuasiva hasta que sus manos descansaron en su trasero. No se contuvo reírse—. De momento, ¿te estoy pareciendo un loco?

—Aún le estoy conociendo, Mr. Gun.

—Yo te puedo decir que no lo es —habló Mr. Fénix con una copa en la mano y bebiendo a través de la pajita, sin embargo, no se contuvo en tomar de un cuenco una cereza y ofrecérselo a la chica—. Deleitanos.

Eso le recordó lo sucedido con Mr. Jaguar. La chica no evitó sonrojarse un poco. Lentamente abrió la boca para dar una pequeña mordida a ese fruto. El jugo de la cereza iba resbalando por la comisura de sus labios, luego por su cuello y casi llegando al escote de su pecho, no obstante, los dedos de Mr. Gun retuvieron aquel líquido y poco a poco iba limpiándola.

—Un poco más y me hubiera quitado la máscara para lamerlo —confesó Mr. Fénix.

—Uhm, dímelo a mí.

—L-Lo siento, soy un poco torpe —se disculpó. No estaba siendo muy profesional.

—Oh, eso no es ser torpe. Es ser demasiado sexy —murmuró Mr. Fénix.

Los nervios se estaban apoderando de ella. El hombre fénix tomó a la chica para que se sentara en su pierna, ya que estuvo mucho tiempo con el otro. Ahora era él quien quería disfrutar en todo momento. Sus manos eran un poco grandes listas para tocar y acariciar cada parte de su cuerpo. Por una extraña razón, Laura empezó a sentirse en una nube repleta de emociones.

No resistió en encoger su vientre, cuando los dedos de Mr. Fénix pasaron por esa zona y parece ser que a él no le importó apretar uno de sus michelines. Él lo estaba pasando genial. Laura notaba la respiración de ese hombre chocar cerca de su oído. Una forma de coquetear con ella en todo su esplendor. Él la abrazó apoyando la barbilla en su hombro derecho y ella lo correspondió. Las mejillas de la chica se tornaron rojas porque estaba sintiendo algo rozar en su feminidad.

Esa magia de la sensualidad terminó al sonar la campana. Mr. Fénix hizo un sonido de frustración porque su acompañante se tenía que ir.

—Lo siento, debo marcharme —se disculpó nuevamente, mientras se levantaba del regazo.

—Es entendible.

—Señores, recuerden que si quieren disfrutar más de la compañía de Miss Butterfly, deberán hacerlo antes de que suene la campana y acabe su turno —anunció Miss Ice tomando el brazo de la chica.

—¿Y no podemos hacerlo antes de la una? —preguntó Mr. Gun.

—Lo siento. Las normas son las normas. La acompañaré hacia la salida.

Laura, a modo de ser educada, hizo una pequeña reverencia hacia los chicos. Sin embargo, cuando miró de reojo a esos dos, se fijó que Mr. Fénix se quedó tieso en su sitio. Por una extraña razón, él estaba viendo algo en su espalda. ¿El tatuaje de mariposa tal vez? Ella no estaba segura.

Pero entendió una cosa. En el primer turno, si ellos no hubieran solicitado ir a su cuarto a solas, pues no tendrían la oportunidad de estar con ella. Solo lo tendrá el siguiente cliente. Cuando salió de aquella sala, una mujer con máscara de forma de araña la estaba esperando afuera y, además, era muy alta. Oh, no. Esto solamente significaba una cosa.

—Miss Ice, me llevaré a Miss Butterfly para el próximo cliente.

—Miss Spider, mano derecha de Mr. Dragon —dijo la chica—. No sabía que tu cliente solicitó la presencia de una chica como Miss Butterfly.

—En primer lugar, no es para Mr. Dragon, sino para un subordinado específico. Está tan solitario. Desde que entró aquí, no quiere la presencia de ninguna chica porque dice él que todas son iguales. Así que, espero que Miss Butterfly sea la excepción.

—¿Se refiere a Mr. Ptera?

—Oh, parece que estás al tanto —rio—. Vamos, Miss Butterfly. No perdamos tiempo.

Mr. Ptera. Y por lo que se ve no parece disfrutar de las compañías de las mujeres. ¿Por qué pensaba que iba a ser la excepción? Laura no estaba entendiendo nada y se estaba poniendo más nerviosa de lo habitual. Otra sala privada la estaba llevando. Este sitio era enorme. Se escuchaban risas por parte de los hombres de Mr. Dragon.

Cada vez que se adentraba, podía ver a lo lejos un hombre que medía aproximadamente igual que Miss Spider, 255 cm para ser exactos. Él portaba una máscara con forma de dragón debido a su nombre clave. Sus acompañantes femeninas no paraban de darle mucha bebida. Y a los lados se encontraban tres hombres. Uno portaba una máscara de mamut, el otro de un tipo de dinosaurio que parecía un bronchiosaurus.

Y el último no tenía forma de algún animal en concreto. Básicamente era una máscara de cuero completo, que deja sólo dos agujeros para sus ojos y tiene una cremallera que sube por la parte delantera del cuello, flanqueada por dos bandas de cuero azul con tachuelas grises. También se fijó que todo su cuerpo está cubierto por un traje de cuero no mostrando piel. Sin embargo, unas alas negras portaba detrás de su espalda. ¿Otro Lunaria?

—Mr. Dragon —lo llamó de forma coqueta Miss Spider—. Traje a Miss Butterfly para Mr. Ptera.

—¡Ah! ¡Genial! —vociferó el hombre con mucha alegría.

—¿Esa chica bajita y con unos michelines de más para él? ¡Ja! Como si a este hijo de puta le atrayesen mujeres como ella —alzó la voz el tipo de la máscara de bronchiosaurus—. Mejor estar con un tipo gordo como yo.

No. La verdad no le agradaba la idea de estar con un hombre como él. La mirada de Mr. Ptera estaba clavada en Laura. La chica estaba temblando demasiado. Él la observaba de pies a cabeza analizando toda su figura. Esos ojos rojos, lo único que se destacaba en él, simbolizaban la desgracia o la muerte misma. Mr. Ptera dejó de mantener los brazos cruzados para inclinar su cuerpo hacia adelante y extender uno de sus brazos con la mano abierta hacia ella. Esto sorprendió a más de uno.

—Cierra la puta boca, Mr. Broncho. Vas a asustar a mi acompañante. Además, tienes una polla pequeña como para satisfacer a una chica como ella.

—¡¿Qué has dicho, maldito pajarraco de mierda?!

—¡Oh! Me alegra saber que mi misión ha sido exitosa —dijo Miss Spider.

Laura se sintió aliviada ante lo sucedido y aceptó la invitación de Mr. Ptera. Poco a poco iba siendo atraída hacia el gran sofá para sentarse, pero como el resto de hombres que estaba, él la sentó en una de sus piernas sin ningún tipo de dificultad. Sí, él también era alto, unos 230 cm más o menos. Los ojos pardos de la chica no apartaban en esas alas negras y fuertes, listas para volar.

—¿Te sorprende? —Aunque la voz de Mr. Ptera sea distorsionada, provocaba a cualquier criatura de la tierra cierto escalofrío.

—Son hermosas —confesó.

—Y difíciles de esconder —dijo, aleteando un poco con ellas—. Muchas mujeres se aprovechan de ello por ser una criatura única. Las odio. Solo tienen interés de estar con un hombre como yo.

—¿Por eso no quiere la compañía de ninguna chica de Mr. Joker?

—Son estúpidas. Cuando me ven, ya van detrás de mí. Quiero ser yo quien cace y no ellas a mí.

Un depredador en toda regla. Eso daba bastante miedo. Laura solo estaba manteniendo un papel importante en acompañar a Mr. Ptera o a otro hombre que se le presente. Se tensó un poco cuando sintió la mano de ese hombre emplumado en su cuello y ella reaccionó para detenerlo. Esto hizo gracia a Mr. Ptera.

—¿Nunca te han hecho una asfixia autoerótica?

—No.

—Es excitante —dijo—. Tener el control sobre una persona en cuanto sexo se trata, me enciende muchísimo. Te voy a revelar un secreto. —Él se acercó un poco más para susurrar a su oído—. Me gusta aquello relacionado al sadismo. Bondage, dominación... Oh, con solo pensar en las cosas que te haría, me estás poniendo cachondo.

¡Era un hombre peligroso en todos los sentidos! La alarma de su cabeza se prendió con muchas luces intermitentes. Solo estuvieron unos minutos de compañía y ya el hombre estaba hablando de esas cosas. El corazón de Laura no paraba de bombear más sangre de lo normal. Su cara estaba roja.

Ahora la mano de Mr. Ptera se alejó un poco de aquella zona delicada para acariciar toda la columna vertebral de la chica, haciendo presión por esa zona. Un suspiro se le escapó a Laura no evitándolo.

—Escoliosis —murmuró.

—¿Cómo lo sabe?

—Tu columna vertebral debería estar aquí —dijo con el dedo junto en el centro del bajo dorsal—, pero se desvió un poco hacia el lado derecho —seguía comentando realizando ese camino—. Y luego vuelve a su postura normal.

—Es... sorprendente.

—Leí sobre la anatomía humana. Es bastante curioso las zonas erógenas que puede tener un ser vivo.

¡Alarma! ¡Alarma! Puede que esta criatura sea capaz de volver loca a cualquier ser vivo de la faz de la tierra. Será mejor distraerlo con otra cosa.

—¿Q-Quiere una copa, Mr. Ptera? —preguntó con leves tartamudeos.

—No negaría la copa si fuera en tu cuarto. Creo que estaríamos bien estando a solas, ¿no te parece?

"Cuarto". Esa palabra no era la que quería escuchar. La joven tragó saliva no sabiendo muy bien qué hacer exactamente. Si lo rechazaba, era posible que le hicieran ese castigo severo. Laura no paraba de temblar. Hubiera preferido mil veces ir con uno de los dos anteriores, pero no le quedaba de otra. La castaña se bajó de la pierna del hombre y le miró.

—A-Acompáñeme, Mr. Ptera.

Él no tardó mucho en levantarse, más bien estaba deseoso de probar carne nueva. Laura lo guio hasta afuera de la sala y recibió la atenta mirada de algunos curiosos. Ella mantenía en todo momento la cabeza agachada, pero de vez en cuando miraba a su alrededor. Ahí estaban los hombres que atendió aquella noche y hoy, expectantes a lo que estaba sucediendo.

Unos guardaespaldas le abrieron la puerta que daba acceso a los dormitorios de las chicas. Ella junto con Mr. Ptera se adentraron en ese lugar.

Ya no tiene escapatoria.

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