Capítulo 18. El anuncio de una boda
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
¿Sabéis ese momento de incomodidad en dónde compartes cama por primera vez con la persona que te gusta y los dos están quietos, cuales estatuas?
Pues eso estaba pasando con Cracker y con Laura.
Esta mañana hablaron de hacerlo por la noche, pero ninguno movió un dedo. Cracker está nervioso porque no sabe si lo que hará es correcto. Ya le explicó una vez a ella que él la desea como mujer y no quiere meter la pata. Por otra parte, Laura está tranquila porque Cracker no hizo ningún movimiento. Ella se movió un poco para girar su cuerpo y darle la espalda al mayor. Necesita dormir, después de todo, ambos tienen que trabajar mañana.
Los ojos rosas del mayor están fijos en el techo, pensativo con todo esto. Laura está a su lado con un pijama largo, como demostrando que no está abierta al negocio. Y él con unos pantalones largos junto con unos calzoncillos. No negaba que él estaba un poco cachondo, se notaba la marca.
Luego dirigió la mirada en Laura. Joder, le está tentando demasiado. No podía permitir que fuese el único en no tocarla. Están compartiendo habitación. Se acabó. No iba a soportar esta tortura.
Se acostó a un lado para mantener una distancia cercana a ella y luego se atrevió a hacer pequeñas caricias en su brazo. Laura estaba tensa en un principio, pero poco a poco se iba relajando, cerrando los párpados. Luego Cracker prosiguió en meter la mano entre sus ropas acariciando con sutileza su vientre. No le desagrada. Le gustaba demasiado porque podía coger perfectamente las carnes de ella. Como se notaba que le gustaban las cosas grandes porque él lo es.
Añadió unos pequeños y sensuales besos en la oreja de ella. Laura respondía con leves escalofríos, incluso encogía su cabeza no queriendo recibirlos. Oh. Eso tentaba mucho a Cracker. Una sonrisa socarrona emergió de sus labios y continuó con aquellos, mientras ascendía su mano hasta atrapar uno de sus pechos. Dios, como echó de menos tener la sensación de amasar y apretar sus pezones. La urgencia iba creciendo más, así que se acercó un poco más para que ella lo notara en su trasero.
—Pervertido —musitó por lo bajo.
—¿Me vas a decir que no te gusta? —preguntó, mordiendo su oreja.
Sería estúpida si negaba eso. Ella aprieta los labios para no emitir ningún sonido, pero el desgraciado tiraba de su pezón, como si fuera un juguete. O movía las caderas haciendo una simulación de penetración. Ella se posicionó boca arriba y él se sorprendió mucho porque Laura tuvo el atrevimiento de agarrar todo lo posible su miembro. Esto es un juego para ver quién ganaba.
Los dos no apartaban la mirada. Mostraban gestos de excitación porque les gustaba demasiado esta sensación. El brazo derecho de Cracker está colocado por detrás del cuello de Laura y ella lo usó como si fuera una almohada. Como su brazo es largo no tuvo problemas en agarrar la camisa, levantarla y tocar su pecho derecho; y con el otro lo metió entre sus pantalones y sus bragas para estimular aquel fruto del edén.
Escuchar los pequeños gemidos de ella lo incendiaron mucho. Esos sonidos significaban mucho para él porque era una forma de demostrar que se los dedicaba a él y a nadie más. Laura no se quedó atrás porque bajó un poco sus ropas liberando aquel miembro. Sentir aquella carne entre sus dedos era fascinante. Está viva. Sus venas lo demostraban.
—Eres sumamente preciosa —susurró para proporcionarle cortos besos en sus labios—. No sabes lo afortunado que soy estando contigo.
—Tú eres un buen hombre. Recuerdo aquel día en que vino tu hermana más pequeña a la empresa solo para que le hicieras un peinado —rio—. Se te dan bien los niños.
—Siempre me he imaginado tener mis propios hijos —dijo. Luego pausó antes de seguir hablando—. Y sé que tú serías una buena madre.
—Yo no… ¡Ah!
Un gemido gutural soltó porque Cracker no aguantó las ganas de meter dos dedos, ya notando aquel flujo vaginal salir de sus entrañas.
—Me lo he imaginado muchas veces —siguió hablando sin dejar su labor—. Te gustan los niños y los defiendes a toda costa. Eso es lo que quiero de una mujer.
—T-Tú y yo aún no somos pareja —respirar se le hace difícil.
—Desconozco las intenciones de Mr. Joker. Tal vez quiere saber quién será el ganador. Si tú me escoges, formaremos una familia.
Laura cerró los ojos centrándose en el placer que está recibiendo, abriendo más las piernas queriendo recibir esa sensación. Además, ella tampoco dejó de masturbarlo, sintiendo como aquel pedazo de carne se agranda aún más. ¿Cuál será su máximo? Cracker añadió un plus. El otro pecho que no estaba atendido, empezó a dedicarle besos y pequeños chupetones alrededor de la areola y en el pezón. La peli-castaña está sumamente sensible porque continuaba con los gemidos.
Cracker no tiene que compartirla con nadie. Están ellos dos solos disfrutando de este momento. Con los dedos golpeaba o asimilaba unas tijeras para expandir más aquella cavidad. Cada vez los sonidos de Laura se vuelven más sonoros que antes. En cualquier momento, el resto de los chicos se dará cuenta.
Al otro lado de aquella pared, está Marco quien descansa plácidamente. Sus ojos negros están fijos en el techo buscando un punto en concreto. Su cama es grande y sabe perfectamente que mañana la ocupará Laura. Tiene tantas ganas de abrazarla.
¿Cómo llegó a fijarse en ella? Un médico no debe tener ningún tipo de relación con sus pacientes. Y a Marco le estaba sucediendo, aunque todavía él y ella no son algo. Esos ojos pardos son únicos porque tienen un brillo especial. El pelirrubio estaría toda la vida observando ese color de iris. Y no nos quedemos atrás de su físico. Puede que no sea perfecta, pero le gustaba. Además, ¿qué hombre no se resistía a agarrar esas caderas un poco pronunciadas y esa pequeña barriga? Él por lo menos sí.
—¡Ah, Cracker! ¡Ahí! ¡Más fuerte!
Y maldita sea la suerte que estaba teniendo ese hombre con ella. Marco taponó sus orejas con la almohada para no intentar escuchar algún sonido erótico. Es difícil porque estamos hablando de Laura. La chica que le gustaba. Una urgencia creció en él. Como para ignorarlo.
Izou se estaba desmaquillando el rostro cuando escuchó aquellas palabras. Se preguntó a qué será debido porque siente curiosidad. Sin embargo, llegó a la conclusión que Cracker había encontrado el fruto prohibido de la chica. «Suertudo», se dijo así mismo.
Y no hablemos de los dos amantes del sadismo. King estaba echando maldiciones y Lucci frustrado de no estar una noche más con ella. Cómo está odiando que ese maldito haya encontrado su punto débil.
Katakuri es el que más sufre porque está prácticamente al lado de aquella habitación. No podrá dormir esta noche sabiendo que escuchará a Laura gemir y nombrar el nombre de su hermano. Esto es una tortura.
—Ah. Veo que he encontrado tu punto G.
Regresando con la pareja. Laura está agarrando la muñeca de este como una muestra de que no parase. Esos dedos rozaban sin ímpetu aquella zona sensible. Ella dejó de masturbarlo porque está en el bendito cielo. Cracker está muy feliz, incluso se lamió los labios como una muestra de que está hambriento.
—Veo que te gusta que te follen duro.
—C-Cállate y sigue… ¡Ah!
—Dime, ¿crees que con los dedos es suficiente?
—¡Q-Quiero tu polla, joder! —confesó.
Palabras mágicas para Cracker. Dejó de torturar su sexo para luego en centrarse de quitarle la ropa. Ambos están desnudos. La pobre intentaba todo lo posible para que no se le viera la pequeña barriga, pero es inevitable porque Cracker la agarraba, mostrando cierto interés. Luego la colocó de lado en posición de la cucharita y prosiguió levantando la pierna izquierda siendo él de soporte.
A Laura se le escapó un gemido gutural al sentir aquella carne invadir sus entrañas. Cracker lo está gozando porque su interior está muy caliente. El inicio del vaivén es suave y casi erótico hasta Laura siente escalofríos por todo su cuerpo notando aquella envergadura todos los rincones de su vagina. No se atrevía a mirar a Cracker por la sencilla razón de que le estaba mirando fijamente.
Eso no quita el hecho de que el peli-morado le proporcionase besos por detrás de la oreja, causando que soltara algún que otro suspiro combinado con los gemidos. Poco a poco iba en aumento, pero él no quisiera acabar pronto porque esto solo acaba de empezar. No tiene pudor alguno en agarrar su pecho derecho para amasarlo o atacar a base de mordidas y chupetones su otro pecho. Está claro que quiere marcarla.
—N-No hagas eso. Los odio —dijo Laura refiriéndose a los chupetones.
—No se notarán luego —rio por lo bajo.
A ella le dieron ganas de golpearlo por tal comentario, pero Cracker sabe como calmarla: golpeando con firmeza su útero volviéndola loca completamente. Este momento es felicidad pura y máxima. La pierna la bajó, viendo una posición bastante sexy y caliente. Ese trasero le está implorando ser tocado y amasado por sus grandes manos. Una invitación que no puede rechazar.
Laura está en su poder. Está siendo dominada. Ahora entendía a Lucci y a King porque se vuelve un tanto sumisa cuando el sexo se tratara. No quiere terminar pronto. De hecho, está sensación le está encantando demasiado. Tocar su cuerpo, escuchar sus gemidos… Todo de ella le fascinaba.
Luego cambió de posición. El misionero es una de las posiciones que nunca falla. Ella tiene la mirada desviada porque le da vergüenza mirarlo. Grave error. Eso provocó que Cracker mordiera su cuello todas las veces que deseaba. Laura lo abrazó con fuerza donde ella acariciaba su robusta espalda. Ese momento es íntimo. Ninguno lo ha negado.
Y las embestidas se volvieron un tanto irregulares hasta que Cracker eyaculó en su interior. Ella llegó al orgasmo también. «Caliente», pensó Laura. En ningún momento se separaron porque el peli-violeta se sentía a gusto tenerla en sus brazos y mimarla todo lo posible.
Hoy sí que podrá dormir bien.
🎭🎭🎭🎭
La tensión en la empresa está presente. Todos los empleados lo han notado, sobre todo, con Katakuri, Cracker y Laura. Los tres tomaron la decisión de no decir nada porque tienen que esperar ante la decisión de Mr. Joker. ¿En qué estará jugando?
Laura estaba en su despacho mirando los informantes de la computadora. Tuvo que apartar la vista porque está sumamente cansada de la vista. Ella se levantó del asiento para caminar hasta la ventana. El exterior la calmaba porque le gustaba ver los edificios, los coches pasar y la gente caminando. Siempre ha soñado vivir en el campo cerca de un lago cristalino y una casa grande con piscina propia. Oh, y con una buena pareja, por supuesto.
¿Esto es una prueba? Es decir, que ella decida con quién quedarse. Eso será difícil porque cada uno tiene peculiaridad. Pero Laura mantiene sus sentimientos hacia Katakuri, el hombre que le robó el corazón desde el primer momento. Un suspiro soltó porque se está dando cuenta que esto será complicado.
Volvió a la mesa para centrarse en su trabajo. Un correo llegó. Big Mom está invitando a todo el mundo para una boda que se va a celebrar. La afortunada es Charlotte Chiffon. Vaya, tiene bastante suerte. Ojalá tenga una boda. Aún es pronto porque es joven y tiene que encontrar a la persona adecuada.
—¿Has leído el correo?
Se asustó al escuchar la voz grave de Katakuri, que salió de su despacho.
—Sí. Odio estos eventos.
—¿Y eso?
—Porque tengo que buscar un traje acorde —dijo.
—Cualquier cosa que te pongas, siempre estarás hermosa —añadió.
—¿Incluyendo un saco de papas?
Katakuri rio por lo bajo imaginándose tal escena. A Laura no le hacía gracia, pero lo dejaba pasar porque no quería discutir con su jefe y, al mismo tiempo, amante. Esto es bastante extraño, sobre todo para ella que no está acostumbrada a tener más de un amorío. Ella parpadeó unas cuantas veces dándose cuenta a dónde iban sus pensamientos.
—Me gustaría que fueras para que seas… mi pareja de baile —confesó el hombre con la mirada ladeada, mostrando su vergüenza.
—Te das cuenta que no serás el único en pedírmelo, ¿verdad? —dijo, refiriéndose a Cracker.
—Pero me adelanté; o sea, que gané.
A veces se comportaba como un niño pequeño compitiendo por su trofeo. A Laura no le desagrada la idea de bailar con su jefe. Siempre se lo ha imaginado. Una tierna sonrisa se forma.
—Me encantaría.
Y debajo de aquella bufanda, Katakuri esbozó una sonrisa, complacido por la respuesta. Él se acercó como para implantar un beso en los labios de la joven, sin embargo, cierta persona entró al despacho y cerró con fuerza. Ese es ni más ni menos que Cracker.
—¡Princess, quiero…!
—Si te refieres a que sea tu pareja de baile después de la boda de Chiffon, perdona. Me he adelantado.
La sonrisa de Cracker desapareció al escuchar esas palabras. Sí, como sospechaba Laura el motivo de su entrada.
—¿Y no podríamos compartir al menos? —suplicó con un puchero cual niño.
—¿Tú pidiéndome eso?
—Te recuerdo que lo hicimos una vez en el cuarto 69 de Princess —susurró. No sabe si alguien los estará escuchando.
—... Sí, tienes razón —afirmó.
Esos dos se llevan bien. Laura no sabe si alguna vez se pelearon, pero no quisiera entrar en detalles. Su móvil recibió una notificación de WhatsApp. Es un mensaje de Marco. Cierto, ahora tiene todos los números de los chicos, en caso de emergencia o cualquier cosa. Aprovechó que esos dos estaban hablando para leerlo.
Oh, recordó que tenía una cita pendiente con Marco. El mensaje era de quedar almorzar después del trabajo porque él tenía toda la tarde libre. Ella no se negó en absoluto. Además, que hoy compartirá cama con él. Solo esperaba no levantarse un poco adolorida, como esta mañana. Casi estuvo a punto de golpear a Cracker, aunque él se disculpó con besos y abrazos. Difícil ante eso.
Tu vista se centra en la invitación de la boda y se sorprende al leer el nombre del futuro esposo de Chiffon.
—¿Capone Bege? ¿No es un tipo que está metido en el mundo de la mafia?
—Ese es —afirmó Cracker—. Madre lo quiere en la familia por sus grandes estrategias en cuanto a los negocios. Como si nosotros no fuéramos suficiente.
—Y también porque dejó embarazada a nuestra hermana.
—Ah, sí. Se me olvidó ese detalle.
—Vamos, que está forzado a casarse con Chiffon —susurró Laura. Ambos mayores asintieron—. Es una pena porque no hay sentimientos de por medio.
—No es así —rectificó Katakuri—. Recuerdo que nuestra hermana no paraba de hablar de ese hombre. En su mirada se ve que está bien enamorada.
Bueno, eso relajaba de alguna manera a Laura. Aún así, Chiffon tiene que estar atenta ante cualquier comportamiento extraño en su nuevo esposo.
—¿Tú te casarías con uno de nosotros?
Esa pregunta de Cracker la dejó en standby.
—Bueno… Eso depende si hay sentimientos mutuos.
—Tú me gustas y mi hermano te lo habrá confesado un par de veces. —Él rodó los ojos.
—Y no sois los únicos que me lo dicen.
La competencia está presente. Eso lo saben muy bien. De repente, el teléfono de la chica sonó y vio en pantalla el nombre de la persona. Es Yamato. ¿Qué querrá ahora?
—Disculpad un segundo. Yamato, estoy en el trabajo —respondió.
—¿Te has enterado? Charlotte Chiffson se va a casar.
—Vaya, parece que las noticias vuelan —dijo con sarcasmo.
—El ogro de mi padre me lo dijo —informó—. ¿Uta te ha escrito? Quiere que vayamos juntas a comprar junto con Nami y con Robin.
—... No me apetece. —Ella sabe perfectamente que Nami no se cansará en conseguirle un vestido sexy.
—¡Vamos! ¡Será divertido! ¡Además, hace tiempo que no tenemos una quedada de amigas!
—... Está bien.
—¡Genial! Se lo diré a las chicas.
Y la llamada se colgó. Laura tiene demasiada suerte en estas cosas, y lo dice de forma retórica. Al rato escribió Uta diciendo ir al centro comercial este fin de semana. Le daban ganas de llorar.
—¿Todo bien?
—... Matadme y esconded mi cadáver.
Esa broma no les sentó demasiado bien a ambos hombres. «Exagerada», fue el único pensamiento que les salió antes de volver a sus puestos de trabajo.
🎭🎭🎭🎭
—¿Qué tal ha ido en el trabajo?
—Pues con la noticia del casamiento de la hija de Big Mom.
Marco y Laura están en un restaurante pequeño cerca del trabajo de la chica. La comida es italiana. La peli-castaña pidió una lasaña de carne. Es su comida favorita. Y Marco una pizza de pepperoni.
—Sí, me enteré por un paciente mío —dijo—. A esa mujer le gusta exagerar y hacer grandes eventos.
—Lo malo es que tengo que comprar un vestido y mis amigas insisten en ir al centro comercial.
—Por el tono de voz no parece que te guste.
—A Nami le gusta llevar ropa elegante —murmuró—. Mi cuerpo es un poco… especial. Es difícil encontrar un vestido que me guste.
—Cualquier cosa que te pongas te quedará bien.
—Eso me lo ha dicho Katakuri.
Marco rio suavemente. Entonces piensan igual. Él observaba con detenimiento a la joven comer con mucha tranquilidad. Eso incomodaba un poco a Laura a lo que desvió la mirada hacia el otro lado. Marco aprovechó el momento para tomar su mano y acariciarla con suavidad.
—Tranquila, Princess. No quiero incomodarte.
—Es que no me gusta que me miren cuando como. Siento que está mal —se sinceró.
—Oh, no. No pienses eso —la calmó—. Es solo que… te ves linda.
Sus mejillas se tornaron de color rosa ante tal confesión. La mano de Marco es un poco rasposa, pero está cuidada porque él se ponía guantes para tratar a sus pacientes. Luego él la acercó a sus labios para besar su dorso con mucha dulzura.
—Me imagino que Katakuri o Cracker te han pedido bailar en el día de la boda.
—Has acertado. ¿Tú irás?
—Padre fue invitado —anunció. Marco se refería a Shirohige—. Así que el resto del personal también.
Eso significaba que Kaido y Shanks también. Por eso, Uta y Yamato quieren comprar un vestido para esa ocasión. Solo esperaba que Nami no la volviera loca. Laura cerró los ojos por un momento para pensar con claridad. La boda será dentro de un mes, así que tendrán que espabilarse.
De repente, siente algo rozar sus labios a lo que volvió a abrir los párpados. Marco está limpiándola con una servilleta porque dejó restos de salsa de la comida.
—N-No tenías que molestarte —murmuró con cierta vergüenza.
—No digas eso. Debo cuidarte-yoi —susurró sin dejar de sonreír.
—Eres demasiado bueno conmigo.
—Gracias por el halago —rio por lo bajo. Entonces recordó que esta noche estarán a solas—. Princess… si no quieres tener relaciones sexuales esta noche…
—No digas eso porque sabes que pasará —rectificó.
—Pero tampoco quiero obligarte.
—Repito: eres demasiado bueno conmigo —esboza una sonrisa.
Ahora es Marco quien se avergonzó. A Laura le gustaba este tipo de quedadas. No le importaría repetir y estar tranquila hasta la noche.
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