Capítulo 17. Convivencia

Princess Laura iba abriendo los ojos lentamente al escuchar el canto de los pájaros. Un poco de frío sintió en su piel. Oh, lo recordó. Está desnuda completamente. Y se sonrojó abruptamente cuando se dio cuenta que quién estaba a su lado, durmiendo y abrazándola, es Rob Lucci. Solo giró un poco su cabeza para verlo. Él está durmiendo plácidamente. Es muy raro ver su rostro calmado. A Laura le dieron ganas de acariciar su rostro, pero no se atrevía. No quisiera interrumpir su sueño.

Un pequeño sonido provino de su estómago advirtiendo que es hora de comer. Entonces levantó con suavidad el brazo de Lucci e iba levantándose poco a poco sin hacer el mínimo ruido. Fue en busca de su pijama tirado en el suelo porque estaba empezando a sentir frío. No quisiera enfermarse. Miró por última vez a Lucci antes de marcharse de la habitación. Lo más curioso es que no se haya percatado. Mejor para ella.

Mientras iba de camino a la cocina, empezó a dar vueltas por lo sucedido con Lucci. Sí, se comportaba como un verdadero animal en la cama y no mostraba cierto sentimiento; sin embargo, durante toda la noche —después del sexo—, estuvo un tanto cariñoso. No la dejó de abrazar en ningún momento para proporcionarle calor. El rubor de sus mejillas se acentuó tanto, que sintió la respiración de Lucci chocar en su cuello.

No es un comportamiento normal.

Llegó a la cocina con intenciones de tomarse un buen Cola Cao con unas galletas de avena y de chocolate, pero se quedó quieta en la entrada. Ver la espalda desnuda de Katakuri es una de las pocas posibilidades de tener un hombre así. Y no hablar que está en calzoncillos, como si estuviera en su casa. El hombre más mayor notó unos ojos vergonzosos detrás suyo y miró. Ahora él está rojo al verla con ese pijama mono.

Ambos están avergonzados.

—B-Buenos días, Katakuri-san —saludó la peli-castaña moviendo sus pies hacia la nevera con cierto nerviosismo.

—Buenos días, Princess —volvió el saludo manteniéndose firme.

—¿Podrías… ponerte unos pantalones?

—... Princess, creo que no es necesario porque ya lo has visto.

—¡Pero me da vergüenza, so tolete! —insultó de forma cariñosa.

Verla en ese estado de nerviosismo puro, le gustaba demasiado a Katakuri. Es una mujer con carácter y sin pelos en la lengua. Ella no dudaría en contar la verdad. El peli-granate se acercó con cierta peligrosidad hacia la chica viendo que ella estaba distraída preparando su desayuno.

Laura colocó el vaso de leche dentro del microondas para calentarlo y no le dio tiempo a girarse porque unos brazos enormes la atraparon. Ella se cohibió. Casi se le escapa un gemido al sentir la hombría de aquel hombre rozar su trasero. Laura es pequeña en comparación con Katakuri. ¿Y a estas horas de la mañana? Bueno, leyó un artículo en el que los hombres se despiertan casi siempre con una erección.

—¿Sabes? Me fue difícil dormir con tus gemidos —susurró cerca de su oído—. Y ahora que te encuentro aquí con ese pijama tan mono, me está costando contenerme.

El sonrojo le llegaba hasta las orejas.

—H-Haberte puesto unos tapones.

Katakuri acercó lentamente las manos al cuerpo de la chica para ir metiéndolas. Sentir su piel es agradable y aumentaba más la necesidad de poseerla. Él fue el primero en verla. Nadie se la arrebatará. Katakuri la giró bruscamente para sentarla en la encimera. En esa posición se destaca perfectamente su hombría porque está pegado a su sexo. Parece que en cualquier momento se desintegraría.

—¿Y perderme tus gemidos lujuriosos? No. De hecho, quisiera escucharlos siendo yo testigo de ello —dice, acercándose peligrosamente a sus labios con intención de devorarlos y ella estaba dispuesta a aceptarlo.

No obstante, esa magia se rompió porque escucharon a alguien carraspear la garganta. El responsable de todo es Izou. ¡A Laura casi le da un infarto!

—Siento interrumpir tu momento cachondo con Princess, pero te recuerdo que no eres el único hombre que está en la casa.

Katakuri gruñó por lo bajo con cierta molestia que se alejó de la chica. Ella soltó un suspiro de alivio y agradeció en el fondo que Izou los interrumpiera. No estaba recuperada del todo después del encuentro sexual con Lucci.

—¿No tienes otra cosa qué hacer? —preguntó. Vaya, pues sí que está molesto.

—¿Desayunar tal vez?

Laura no quería meterse en la pelea. Solo se centró en su vaso de leche con Cola Cao para calentarla; sus oídos estaban atentos a la conversación.

—Puedes irte a desayunar en otro sitio.

—¿Hay una cocina oculta en esta gran casa? No me he enterado —respondió con sarcasmo, mientras iba en busca de una tetera para preparar té.

—Tú hubieras hecho lo mismo, aunque dudo mucho que tengas una polla grande que pueda satisfacerla.

Oh, no. Ya empiezan a decir tonterías de quien la tiene grande.

—No solo se basa en follarla con la polla, sino con la boca y con las manos —rectificó—. A las mujeres les cuesta llegar al orgasmo. No como nosotros.

—¿P-Podéis dejar de hablar esas cosas? —saltó Laura. Su piel blanca cambió a uno rojo pasión porque está pasando vergüenza.

—No te tiene que dar vergüenza. Al fin y al cabo, follaste anoche y tus gemidos se escuchaban en todas las habitaciones.

—¡Yo no quería, Izou-san! —Ella golpeó el vaso en la mesa demostrando que está sacando su lado furioso.

—Joder que si gemía.

Ese comentario salió de King que entró en la cocina, mientras agitaba sus alas. Una manera de refrescar su cuerpo.

—¿Ves?

—Otro comentario más y os cortaré las pelotas —amenazó.

—Oh, ya veo que el mocoso no te ha calmado. Yo sí puedo hacerlo y más si me calienta ese lado malhumorado tuyo —dijo King casi bromeando y con un toque de verdad.

—¡Hablo en serio!

—¿Primer día de convivencia y ya estáis hablando quien folla mejor? —preguntó Marco con un rostro somnoliento.

—Esto es una competencia —respondió King.

—Ser un Lunaria no te convierte en el mejor —aclaró Katakuri.

Ambos se miraron entre sí y parece que le están saliendo chispas en los ojos. ¿Por qué le tienen que pasar estas cosas a la pobre? No le queda más remedio que beber y comer en silencio porque está claro que no la van a escuchar.

El siguiente en aparecer es Cracker. Este sí que no dijo nada. Solo se limitó a estar callado y preparar su desayuno. Y después apareció Lucci estirando los brazos mostrando así su pecho formado. Está claro que esto es una manera de demostrar que tiene buenos dotes.

—Deja de burlarte de nosotros que eso no funciona —le recomendó Izou.

—Mocoso, aún te quedan muchas cosas por aprender para follar de buena manera.

Una vena creció en la sien de Lucci al escuchar esa palabra en la boca de King. No le gustaba para nada. Laura quería morirse.

—Habrá que comprobar si follas debidamente —atacó Lucci.

—Chicos, basta. Estáis incomodando mucho a Princess —se interpuso Marco. A él le gustaba que las cosas se calmen.

—¿Quieres comprobarlo ahora? —amenazó King con una sonrisa torcida—. Estoy dispuesto a follarla delante de todos ustedes para que aprendais que ella es mía.

—¡No soy de tu propiedad! ¡Y mucho menos que me folles delante de ellos! —se defendió la joven.

—Bueno, técnicamente has follado conmigo y con Marco.

—Y conmigo y con Cracker.

—¡¿A quién estáis defendiendo?!

Cracker se levantó sin hacer ningún comentario. Se acercó a la encimera porque vio una bandeja. Ahí colocó su desayuno y lo agarró. Segundos después se acercó hacia donde estaba Laura y, sin pedir permiso, tomó su desayuno poniéndolo en la bandeja también. Eso confundió a la joven y, sin esperarlo, Charlotte Cracker tomó su cintura y la puso en su hombro como si fuera un saco de papas.

—¡Cracker-san!

—¡Eh! ¡Bájala ahora mismo, Charlotte! —reclamó con mucha ira el Lunaria.

—Mientras ustedes seguís hablando de quien es el mejor, yo me iré a mi cuarto para desayunar tranquilamente con Princess —dijo con tranquilidad.

—... Me parece bien. —Katakuri está sorprendido de que su hermano tuviera mucho control porque paciencia no tiene ninguna.

El peli-morado hizo su acto llevándose a la joven de la cocina. Laura está agradecida de que él haya hecho ese paso, pero no de esa manera. Podría haber dicho: «oye, ¿te parece bien que comamos en mi cuarto para estar tranquilos?». Bueno, solo esperaba que fuera solamente para comer y no para otra cosa porque ella no dudaría en golpearlo, aunque fuesen compañeros de trabajo.

No tardó bastante. Con el pie empujó suavemente la puerta y la cerró con la misma. La bandeja la colocó con mucho cuidado en la cama para luego bajar a Laura con mayor comodidad. Ella está sorprendida de que él tuviera tanta fuerza para llevarla.

—Siento si te llevé de esa manera —se disculpó. Él agarró la bandeja para sentarse y no hacer un desperdicio. Ella lo imitó—. Pero viendo como iba el panorama, no tenía más opciones.

—... Y te lo agradezco.

Y no tardó en explotar.

—¡¿Cómo se atreven a hablar de esas cosas delante de ti?! ¡Son unos verdaderos animales! ¡Y encima comparando sus pollas y ver quien es el mejor! ¡Me dieron ganas de gritarles y decirles de todo!

—¿Así es la naturaleza del hombre?

—... Desgraciadamente, lo es —lo afirmó, dando un mordisco a una galleta—. Pero es como si estuvieras hablando con una mujer para comparar quien tiene mejor pecho.

—O mejor culo. O quien hace la mejor mamada… Entre otras cosas —añadió, soltando un suspiro—. Vivimos en una sociedad en donde el sexo importa.

Es cierto. La mayoría de la humanidad no puede sobrevivir sin sexo porque es uno de los mayores placeres que le puede dar la vida. Se callaron por un buen rato para desayunar con tranquilidad. Cracker se da cuenta de que Laura dormirá con él esta noche. Un pálpito notó en su corazón porque tendrá la posibilidad de abrazarla y mimarla, como se imaginó en muchas ocasiones.

Estar a solas con la chica que tanto le gustaba y compartir su vida.

También se fijó que no llevaba consigo sus gafas de vista. Él podía apreciar perfectamente el color de sus ojos. Color castaño con pequeñas tonalidades de verde. Son únicos y especiales. Se pasaría la vida mirándola. Laura alzó la mirada percibiendo los ojos rosados de Cracker. Él estaba como ido y eso incomodaba a la joven. Tuvo que carraspear la garganta para despertar su pequeño trance.

—Lo siento, es que no te has puesto las gafas y me perdí en tus ojos —se sinceró—. ¿Me puedes ver bien?

—No soy ciega. Solo tengo un poco de miopía. Yo siento curiosidad por algo.

—Adelante.

—¿Cómo te has hecho la cicatriz del lado derecho de tu rostro?

—... Bueno, es una larga historia —dio un pequeño suspiro—. Estaba jugando con mis hermanos en la playa y yo tenía los ojos cerrados. No me di cuenta que había una piedra y me pilló de lleno. Casi pierdo el ojo.

—Debió dolerte. —Ella no se contuvo en acariciar aquella zona afectada.

Cracker abrió los ojos ampliamente y sus mejillas se tornaron rosas. Nunca vio a Laura comportarse de esa manera.

—Sí. Por ende, odio el dolor. No quisiera experimentarlo de nuevo.

Él reaccionó, devolviendo la caricia. Su piel es suave como la nieve misma. Cracker dejó la bandeja a un lado para inclinarse y besar los labios de la chica. Mucho tiempo sin besarla. La última vez fue en su primer encuentro sexual. El beso duró como más de diez segundos hasta que los pulmones reclamaron oxígeno.

Laura desvió la mirada con cierta vergüenza porque se sintió vulnerable en esos momentos, además, fue algo que no se lo esperó para nada. Ese gesto le gustó demasiado a Cracker. Puede que sea una chica con carácter, un tanto reservada en ciertas cosas. Pero no negaba que le gustase demasiado.

—Perdón —se disculpó.

—No te disculpes —dijo ella—. Solo tenías ganas de besarme y yo caí sin darme cuenta.

—Eres demasiado bonita como para no aguantar las ganas de besarte, y más aún cuando sabes a avena y a chocolate —rio por lo bajo.

—Guárdate esos comentarios.

Laura terminó de comer sus galletas y beber su leche ante la atenta mirada de Cracker. Al menos está teniendo una mañana tranquila con él, pero le está poniendo nerviosa. Se dio cuenta que el hombre dejó la bandeja en el suelo y él volvió a besarla con más rudeza. Ambos caen sobre el colchón de la cama. Los pies de Laura se colocaron en el pecho de Cracker para detenerlo porque aún se tiene que recuperar ante lo sucedido con Lucci.

—C-Cracker, espera —habló por fin al terminar el beso—. Hoy dormiré contigo. Hay tiempo.

—... ¿Quieres hacerlo conmigo esta noche? —preguntó con un tono de ilusión. Sus ojos rosas están brillando.

—Me estás dando oportunidad a que me eche para atrás.

—¡No! No me hagas eso. —Sus brazos rodearon el cuerpo de la joven.

Es como un niño pequeño. Laura no evitó reír por lo bajo y corresponder el abrazo. A ella no le importaba tener relaciones sexuales porque él es muy atento y, aparte, se preocupa un montón. Al igual que Katakuri.

Estuvieron un buen rato así. Laura no ha dejado de acariciar los cabellos de este porque se dio cuenta que los ojos de Cracker están cerrados. Su respiración es calmada y apacible, como si no tuviera la capacidad de matar a una mosca. Parece que estuviese durmiendo. Ella giró un poco la cabeza para comprobarlo. Sí, efectivamente. El amante de las galletas se había quedado dormido. ¿Cuántas horas habrá dormido? Es una duda existencial para la joven de ojos castaños.

La excitación que tuvo hace minutos atrás se redujo considerablemente. Daba gracias que Izou apareció porque Katakuri no dudaría en follarla en la cocina.

Cracker se movió un poco para acostarse cómodamente en la cama agarrando la cintura de Laura. Su intención es no soltarla. Deseaba sentirla cerca. Ella le gustaba demasiado como para dejarla ir. Laura apoyó la mano en su mejilla. Caliente. Además, el olor que desprende es adictivo. Huele a galletas horneadas. Cerró sus ojos para concentrarse en ese aroma característico y su cuerpo se iba acercando lentamente. El de Lucci es una mezcla de sangre y brandy. Todo lo contrario a Cracker.

—¿Estás dormida?

Se sobresaltó al escuchar gruesa e infantil de Cracker.

—¿No estabas dormido?

—Solo me relajé —contestó. No ha abierto los ojos.

—Cracker, me he estado preguntando, cómo es posible que alguien como tú se haya fijado en mí.

Los abrió completamente al escucharla. Por alguna parte, le molestó un poco porque Laura no se está valorando. Por otra parte, ella necesitaba saber su respuesta.

—¿Un hombre como yo no puede fijarse en ti? —volvió a preguntar—. Te vi por primera vez y me interesaste muchísimo. Eres inteligente. Mujer con carácter. Realmente me gusta como piensas.

Cracker no desvió la mirada en ningún momento. Eso demuestra que todo lo que dice es verdad. A Laura le gustaba eso de él. Y Katakuri tiene ese don también. El peli-violeta cerró sus párpados nuevamente al sentir la mano de Laura acariciar su rostro. Suaves y un poco tibias. Todo lo contrario a él. Rasposas y sin cuidado alguno.

Toda esa magia se rompió porque sintieron unos toques de puerta. Cracker gruñó por lo bajo preguntándose quién podría ser para interrumpir su paz interna. Desea ignorar la llamada, pero no es un mal educado. Se levantó de la cama con su rostro malhumorado y abrió la puerta.

—¿No ves que estoy disfrutando de mi velada con Princess, mocoso sádico?

Ese insulto solo podría significar que Rob Lucci está ahí afuera. Al moreno no le estaba gustando demasiado que lo llamasen una y otra vez de esa manera. Él es un adulto hecho y derecho.

—Solo deja que hable con ella.

—Ni un cuerno. Es mi turno de estar con ella —dijo con claridad y con el ceño fruncido.

—Solo por la noche.

—Me da igual si es de día o de noche.

—Cracker —llamó Laura—, deja que hable conmigo. Si quieres, puedes estar presente.

No tuvo más remedio que hacer caso y apartarse a un lado. Lucci se adentra en aquella habitación percibiendo la mirada de Cracker. Parece que lo quiere matar. Laura estaba de pie esperando a que Lucci dijera algo, pero este se acercaba más y más. Ella alzó la ceja un tanto extrañada. Lo único que no se lo esperó es que el moreno tomara sus caderas y la besara con cierta pasión.

Su lengua no paraba de explorar su cavidad bucal no dándole la oportunidad de decir algo. Los pulmones de ambos aclamaban oxígeno y Lucci empujó a la chica en la cama viendo lo indefensa que estaba.

—¡Tú! ¡Desgraciado!

La diversión de Lucci se acabó al escuchar la voz de Cracker.

—¡Dijiste que ibas a decirle algo! ¡No besarla!

—No debió marcharse de la cama. No estaría tan necesitado —respondió.

—¡Vete de aquí, mocoso! ¡Antes de que te mate!

Los ojos de Lucci se volvieron en blanco. Otra vez esa palabra. Las miradas de ambos hombres están saliendo chispas, como si estuvieran a punto de matarse. Sin embargo, notaron algo maligno detrás de ellos. Los dos miraron y vieron que un aura siniestra rodeaba el cuerpo de la chica. Está a punto de explotar.

Tres.

Dos.

Uno.

—¡Lucci! ¡So’ papa frita de mierda! ¡¿Cómo te atreves a besarme de esa manera?! ¡No tienes derecho a eso! —gritó a pleno pulmón con la capacidad de dejar sordo a cualquier ser humano—. ¡Vete de aquí, ahora mismo! —Ella agarró una almohada y se la lanzó con mucha fuerza para estamparse en la cara.

De alguna manera, esto se lo esperaba Lucci. De hecho, le gustaba molestar a esa mujer que tanto le atraía. Diferente a otras que ha conocido a lo largo de su vida. Es a ella quien prefiere jugar y desearla para toda una eternidad. No obstante, Cracker agarró sus hombros y lo empujó de la habitación y cerró la puerta con llave.

El peli-violeta está muy molesto. ¿Cómo se atreve ese desgraciado? Él tiene que entender que ahora mismo es su turno. Cuando se dio la vuelta para ver a Laura, toda su cara se sonrojó porque ella estaba en una postura muy linda y jadeando, como si hubiera tenido el mejor orgasmo de su vida. El corazón del hombre mayor está latiendo con fuerza al igual que su entrepierna.

«Mierda», se dijo así mismo. Duda mucho que lo pueda aguantar porque se mordió el labio inferior. Si es cierto que tienen toda la tarde y la noche, pero las ganas no se le puede quitar a nadie.

¡No! ¡Debe aguantar! ¡Debe hacerlo por ella!

—Cracker… se te nota el paquete.

Y se congeló en su sitio al escuchar la voz de Laura.

—L-Lo siento… —se disculpó—. P-Pero no te obligaré a hacerlo. Tú bien me dijiste que tenemos la noche.

—Lo sé…

Sólo debe aguantar.

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