Capítulo 16. Primera noche con Lucci

Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.

La noche cayó. Princess Laura sabe lo que le esperará si entra en ese habitación. Menos mal que cenó hace un rato y ahora tiene que darse un baño para estar fresca como una lechuga. Al abrir la puerta se relajó, viendo que Lucci todavía no había llegado. Bueno, lo vio hace un rato en el comedor comiendo con cierta tranquilidad. La chica fue directamente al baño sorprendiéndose de lo grande que era.

No es ocasión de meterse en la bañera. Dejó su pijama en el mueble junto con el lavamanos y se iba desvistiendo, sintiendo cierta liberación. Abrió la mampara, abrió el grifo y dejó que el agua cayera sobre su cuerpo. Convivir con seis hombres es una locura. Cualquier mujer diría que tiene la mejor suerte del mundo, pero no es así porque hay algunos que son dominantes y otros no. Un suspiro soltó concentrándose en el agua.

Al otro lado de aquel cuarto de baño acaba de entrar Lucci desajustándose la corbata. Hoy está siendo un día de locos por todas las cosas que han pasado. No llegó a pensar que Mr. Joker, conocido como Donquixote Doflamingo, hiciera tal cosa. Pero por lo que le comentó Stussy, es muy habitual meter a las clientas en casas junto con el hombre que la seleccionó. Pero seis es demasiado. Gruñó por lo bajo no gustándole mucho en compartir su presa.

Él se acostó en la cama para tener la vista fija en el techo. Ha recibido muchos mensajes por parte de sus compañeros preguntando lo ocurrido con Mr. Joker. Él no ha respondido porque no le daba la real gana. No tenía tantas ganas, en realidad. Al cerrar los ojos por un momento, sus oídos se centraron ante un sonido claro, agua cayendo. Luego dirigió la mirada hacia el cuarto de baño. Eso solamente significaba una cosa: que Laura se estaba bañando.

Una sonrisa pervertida se cierne en sus labios y luego los lamió porque los notó secos. El día de mierda puede convertirse ahora en cierta diversión. Lucci no tardó mucho en levantarse de la cama para caminar en dirección al baño. Guio su mano hacia el pomo e iba abriendo lentamente. El cristal de la mampara estaba impidiendo tener una vista clara del cuerpo de la chica, pero la ventaja es que ella le está dando la espalda. Él se iba quitando la ropa con lentitud para no llamar la atención.

Laura estaba tarareando una pequeña canción, mientras masajeaba con suavidad su cuero cabelludo. Siempre le gustaba cantar para estar bastante tranquila. A causa del sonido del agua no se dio cuenta de que cierto depredador abrió la mampara y el siguiente movimiento causó que Laura gritase con sorpresa porque Lucci tomó ambos pechos con firmeza.

—¡Lucci! ¡Sal del baño, ahora! —le exigió.

—¿Y desaprovechar esta oportunidad? Creo que te equivocas —dijo. Sus manos empezaron a amasar y a pellizcar sus pezones.

—E-Estate quieto. —No tenía escapatoria—. Quiero bañarme tranquila...

Lucci empezó a dar pequeñas mordidas en su cuello, mientras empujaba con suavidad a Laura para que se quedara pegada a la pared. Definitivamente, no había escapatoria ante las garras de ese hombre. Ella no paraba de temblar porque él no paraba de torturar sus botones rosados. Gemidos soltaba y cerró los ojos dejándose llevar por la sensación. Lucci iba guiando lentamente su mano hasta su cuello casi realizando una asfixia erótica.

—Aún sigues estando sensible —murmuró cerca de su oído—. Eso me gusta.

—L-Lucci... te lo ruego... Déjame bañarme tranquila.

Él hace oído sordo. Es un depredador que no desaprovecha esta gran oportunidad. Sus mordidas se centraron en sus orejas y ella cerró los ojos aguantando esta tortura. No la dejará tranquila. Eso estaba claro. Y se sonrojó de golpe al notar aquella hombría chocar con sus nalgas. Se mordió un poco el labio sabiendo que este hombre tiene un hambre voraz de ella. Entonces Lucci decidió girar su cuerpo para besarla con fogosidad. A Laura le costaba seguirle el ritmo que se agarró firmemente a los hombros de este. No paraba de temblar. Aquella lengua jugaba con la suya.

Luego aquellas manos tomaron con firmeza sus nalgas y no tuvo problemas en levantarla y ponerla a la pared sin dejar de besarla. Sus piernas se engancharon en las caderas de este notando aquella hombría chocar con su vientre. Aquel hombre no se cansaría de ella. El aire los estaba proclamando por lo que tuvo que separarse, soltando un bufido de molestia. Para Laura es un alivio porque puede respirar todo lo que puede, pero la paz acaba pronto. Lucci volvió a agarrar uno de sus pechos para volver a torturar su pezón rosado. Laura estiró el brazo como pudo para alcanzar el grifo y cerrarlo. No es cuestión de gastar agua.

Ese hombre se comportaba como un verdadero felino porque no paraba de restregar su cabeza con la de ella, como queriendo marcarla, al igual que las mordidas. Es un depredador en todos los sentidos del mundo. Sus manos no paraban de recorrer el cuerpo de la joven despertando cualquier sensación nueva hasta que se detuvo en su sexo, dándole la mayor atención del mundo. Ella se cohibió en su sitio que se agarró con más fuerza todavía. No paraba de gemir cerca del oído de Lucci. Él lo está disfrutando como nunca. Torturar ese botón rosado que es el Edén de toda mujer. Sus dedos resbalaron "accidentalmente" a su cavidad recibiendo un gemido agudo por su parte. Cómo le gustaba ese sonido tan gutural.

En ningún momento, ha dejado de moverlos por la estrechez de su cavidad. Laura acallaba los gemidos mordiéndose el labio inferior. No estaba segura si alguien los iba a escuchar, pero está claro que Lucci quiere demostrar que él vale mil veces más que los otros. Entonces tomó a Laura sin problema alguno para sacarla de la ducha y caminar en dirección a la cama. Él, en algún momento, agarró unas toallas y las colocó como pudo en la cama para acostar a la chica. Ella estaba embelesada ante lo que estaba pasando. Solo sintió que sus piernas estaban abiertas y algo caliente recorría su feminidad. Es la propia lengua de Lucci. Laura agarró ambas manos las sábanas intentando no gritar demasiado, pero esa tortura es muy grande.

Un hombre posesivo que no perderá esta gran oportunidad. ¿Cuántas mujeres existen en esta vida? Ninguna. Princess Laura tiene carácter, luego se transforma en una persona muy diferente. Una que disfruta del sexo y se vuelve sumisa. Los chupetones que causaba, provocan que Laura sintiera chispas y un poco de dolor en la zona baja.

—N-No seas bruto... —le reclamó con unas lagrimillas en los ojos.

—Eso no será posible. Estoy muy hambriento, Princess.

—P-Pero no es plan de que me trates de esa manera —gimió y gritó al recibir un chupetón bastante fuerte. Ahora si que le va a doler de por vida.

—¿Aún no te ha quedado claro que soy sádico? —preguntó con voz ronca—. Te torturaré hasta que sientas placer en vez de dolor.

No solo tiene que soportar a uno, sino a dos hombres que le gustan el mundo del sadismo. Solo cruza los dedos para que deje en paz su clítoris y sus súplicas fueron escuchadas, aunque Lucci la giró para que estuviera acostada boca abajo. Laura está sensible. Su cuerpo lo indicaba porque no paraba de temblar. Entonces una palmada fuerte siente en su nalga izquierda y luego en la derecha. Va a dejar marcas. Después los manoseó y volvió a golpear.

—¿Sabes? Me gusta tu piel blanca porque yo puedo dejar marcas rojas —confesó.

—D-Deja mi trasero en paz...

Un tirón sintió en sus cabellos provocando que esta se quejara por lo bajo. Otra palmada y esta vez fuerte.

—Debo recordarte que yo mando. No me gusta que me den órdenes —ronroneó y entró de golpe.

—¡Lucci!

—Escucharte decir mi nombre mientras te follo, me satisface mucho.

Laura no podía articular alguna palabra porque él empezó con las embestidas profundas. Ella aún seguía aferrándose a las sábanas y gemía sin control. Está claro que la bestia que dormita en este hombre ha despertado para dar mucha caña. Lucci no soltó en ningún momento los cabellos de la joven demostrando control absoluto en ella. Menos mal que no hay cámaras grabando esta escena, pero no está segura si las paredes están insonorizadas.

Unos minutos antes del acto, al lado de la habitación de Lucci se encuentra el de Cracker. Este aún estaba procesando de que Laura se había metido en este mundo. Mira que muchas veces ha pensado que esa chica, Miss Butterfly, sería ella por su cuerpo. Y mira, se cumplió. Su cara se sonrojó de golpe recordando su primer encuentro sexual con ella, aunque estuviera presente su hermano. Ahora tiene la ocasión de estar a solas con ellas.

—¡Lucci!

Sus ojos se abrieron de par en par al escuchar un gemido por parte de Laura. No podía creer que está teniendo sexo con ese mocoso. Rugió por lo bajo con cierta molestia. Le daban ganas de ir a aquella habitación para salvarla de ese animal porque parece que ese gemido fue un quejido. Sin embargo, esos sonidos se volvieron lascivos y se mordió el labio, imaginándose que es él quien está teniendo relaciones sexuales con ella. Cierta urgencia sintió en su entrepierna y no resistió en ponerle atención.

Y la otra habitación contraria King estaba maldiciendo a Lucci porque está disfrutando con la joven. Le dieron ganas de golpear la pared, apartar a ese muchacho y que sea él quien complazca a Laura. Sus alas se agitaban con cierta emoción porque había escuchado toda la conversación entre ellos dos y las cosas que le estaba haciendo el moreno. No paraba de masturbarse con bastante fuerza, imaginándose todas las posiciones posibles o pequeñas torturas que le gustaría hacer.

Estos no eran los únicos que le estaban afectando los dulces gemidos de Laura. El resto también y la verdad es que sienten envidia por Lucci por estar esta noche con la joven. Katakuri tiene que esperar su turno para estar completamente con ella. Un gruñido se le escapó por debajo y se tapó las orejas con la almohada para no escuchar esos dulces gemidos, aunque es algo inevitable.

Volviendo a la habitación de antes, ambos habían cambiado de posición. De cintura para arriba estaba levantada y Lucci de pie embistiendo firmemente.

—¡L-Lucci! ¡Esta posición me da vergüenza!

—Yo te veo... demasiado tierna...

—¡T-Tolete! ¡Así se ven mis... michelines!

—A mí me gustan —confesó, agarrándolas sin remordimiento alguno—. A mí me gustan las mujeres con más carne. Tú eres mi tipo, Princess. Mujeres como tú no existen. No soy una persona romántica. A mí me enseñaron a ser frío, pero soy consciente quien me puede gustar y quien no. Tú eres mi principal objetivo, Princess.

La cara de Laura es al rojo vivo. Realmente le dio cierta vergüenza escuchar tal cosa. Lucci no es un hombre abierto. Prefiere ser frío sin emociones. Ella lo sabe bien por lo poco que lo conoce. Pero está claro que Lucci tiene cierta obsesión hacia ella. Cuando descubrió quién era, no podía negar el hecho de que quiere estar con Laura.

Otra vez cambió de posición y, en esta ocasión, es más íntimo. La joven se sonrojó aún más. La mirada intensa de Lucci le despertaba ciertas emociones que no había experimentado. Los gemidos y el vaivén nunca cesaron. Sus manos agarraron con firmeza el cabello moreno y ondulado de ese hombre. A él no le importaba mucho. Lucci no apartó la mirada en ella porque sus muecas lascivas le gustaban demasiado.

El hombre se aproximó un poco al rostro de la joven y no se contuvo en besarla con cierta fogosidad. Esa lengua no paraba de explorar su cavidad bucal causando que la excitación aumentase más. Las piernas de Laura rodearon las caderas de este para que la fricción sea intensa. Ella sabe que está a punto de llegar al orgasmo porque él está casi rozando su punto G. Solo fue cuestión de segundos para entregarse al placer. Se sintió vacía porque Lucci se apartó a tiempo porque aún es pronto.

Laura se está recuperando de este momento. Ella sabe que esto no ha acabado aún. Cuando sus ojos se abrieron, pudo ver perfectamente a Lucci masturbarse con bastante fuerza. La verdad es que nunca había visto a un hombre hacerlo, salvo en películas porno. Le daba cierta vergüenza porque sus mejillas arden. Él agarró su mano para que se pusiera de rodillas enfrente de su miembro.

—Dame una buena mamada, Princess. Estoy a punto de correrme y quiero hacerlo en tu boca.

Suena asqueroso para la mente de Laura. Podía negarse perfectamente, sin embargo, está enfrente de una persona dominante. Entonces hizo aquella petición metiéndose aquella cosa en su cavidad bucal. Pudo escuchar un gemido de satisfacción por parte de Lucci e iba moviendo la cabeza, mientras él agarró sus cabellos para que no fueran un estorbo. Ella notaba esa envergadura crecer. Es como si esas venas estuvieran a punto de explotar.

Y así fue.

Laura pudo sentir aquella esencia llenar su boca. Y es una gran cantidad. Pensó que no podía con todo, no obstante, pudo tragar todo lo que pudo y se alejó de golpe.

—Asqueroso... —murmuró.

—Uhm, ya verás que más adelante te gustará —rio por lo bajo.

Ella infló los mofletes con cierta molestia a lo que Lucci los agarró y los desinfló al rato.

—No hagas eso. Me tienta a repetir contigo.

Menos mal que Lucci tiene ciertos reflejos porque Laura le tiró una almohada para golpear su cara. Como se notaba que estaba enfadada.

—Ahora sí que tenemos que darnos una ducha —comentó—. Estamos un poco pegajosos.

—No voy a entrar al baño contigo —aclaró.

Lucci ha ignorado completamente a Laura porque la cogió como si fuera un saco de patatas y la llevó hasta el baño. Ella pataleó como pudo porque no le gustaba que le hagan eso. Ya dentro del cuarto, la soltó y cerró la mampara tras de sí. Laura iba a reprocharle hasta que sintió su mano agarrar su cuello. Él si pudiera, la ahorcaría. La fuerza que está empleando no es mucha. Un chillido soltó la joven al sentir el agua fría recorrer su cuerpo. Lucci alejó la mano para centrarse en acariciar su piel. Aterciopelada y suave como la de un bebé. Ella suspiraba por lo bajo y le daba cierta vergüenza mirar la cara de esta persona.

Luego Lucci prosiguió en tomar champú y comenzar a hacer masajes suaves en el cuero cabelludo de Laura. Ella cerró los ojos dejándose llevar por la sensación. La chica de cabellos castaños no se quedó atrás e imitó a Lucci. La verdad es que lavar el cabello de este hombre es una odisea. Es sedoso y no se enreda con facilidad. Laura detestaba su pelo a causa de la dermatitis seborreica que le diagnosticó el dermatólogo. Todos los días se tiene que lavar el cabello para aliviar el picor y que no se note la grasa.

—N-No tienes que molestarte —recalcó con un leve tartamudeo.

—Has tardado un poco en decir eso.

—Es que... No es propio de ti.

—Lo sé. Pero no me hagas volver a repetirlo —dijo con los ojos clavados en su rostro—. Tú me interesas.

—Pero es difícil de creer que yo te guste. Es decir, soy muy contrario a ti.

Lucci pegó su frente a la de ella causando que Laura se sonrojara de golpe.

—Lo soy. Uno piensa que un hombre como yo no tiene derecho a elegir su pareja. A mí no me enseñaron esas cursiladas. No obstante, sé perfectamente quién me puede gustar. Y desde que te vi me llamaste mucho la atención —iba diciendo, mientras abrió el grifo para que el agua cayera en ambos—. Aunque tú digas que no eres gran cosa, para mí lo es. No sé qué intenciones tendrá Mr. Joker, pero sé que no desaprovecharé esta oportunidad para conocerte más a fondo.

—... Repito: no es propio de ti.

Él encoge los hombros como si le importara poco el comentario de la chica. Tomó sus hombros para que dé la vuelta y enjabonar su espalda. Sus ojos negros se centraron en el tatuaje con forma de mariposa acorde al mote que le pusieron. Luego descendió la mirada encontrándose con la cicatriz entre las dos nalgas. No resistió en tocarla y ella respondió con un pequeño salto.

—¿Una operación?

—... Sí... Fue un poco duro la recuperación.

—Comparado con la mía, lo dudo mucho.

Eso confundió mucho a Laura. Ella miró por el rabillo a que se refería y se sorprendió mucho al ver la espalda de Lucci. Una gran cicatriz parecida a la del Gobierno Mundial.

—¿Cómo...?

—A base de torturas —especificó—. Me crié en un ambiente en donde el dolor no existe.

—Con razón te va el sadismo —dijo con una gota en la sien.

—¿Es una ironía? —preguntó, ya teniéndola enfrente.

—¿Tú crees que lo que digo es eso? ¿Una simple ironía?

No respondió. Solo se calló para analizar bien aquellas palabras. La joven tembló un poco pensando que metió la pata. El silencio es bastante incómodo. No obstante, ella se atrevió a tocar con sus propias manos aquella cicatriz de su espalda. Se sorprendió por cómo quemaba; parecía como reciente. Laura se acercó un poco más para apoyar la cabeza en su cabeza notando la tensión de este. Él no está acostumbrado a que alguien lo abrazara. Es un sentimiento extraño que surgía poco a poco.

Estuvieron un rato dentro de la ducha y tomaron la decisión de salir para secarse. Cada uno por su cuenta, aunque Laura podía sentir la mirada felina en su trasero. Le dedicó una mirada de pocos amigos. Con la toalla cubrió su cuerpo para que no sintiera esa sensación de incomodidad. Sin embargo, a Lucci le será difícil olvidar su figura con un poco de barriga, estrías en su cintura y muslos, y sus pechos firmes y un poco caídos.

Laura no tardó mucho en secarse y ponerse el pijama que había dejado en aquel entonces, pero notó unos brazos rodear su cintura casi impidiéndola vestirse. Lucci prefería verla desnuda en la cama; así que, volvió a cogerla como si fuera un saco de patatas y la sacó del baño para luego acostarla en la cama.

—O-Oye... quiero ponerme el pijama.

—No —recalcó, acostándose también—. Me gusta que estés así.

Iba a reprochar, pero Lucci la calló con un beso. No está habituada a que se comporte de esa manera. Entonces solamente se dejó llevar siendo abrazada por ese hombre un tanto misterioso. Su cuerpo desprendía un calor reconfortante que causó que Laura cerrara los ojos y durmiera tranquilamente toda la noche.

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