Capítulo 13. Lunaria posesivo
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
Princess Laura estaba siendo besada fogosamente por aquel Lunaria. Ella estaba sentada en la mesa, como la otra vez, para que estuviera casi la misma altura que King. A la pobre le estaba comenzando a doler la boca porque la estaba besando con cierta desesperación y le faltaba algo de aire. Dentro de un rato aquella criatura se separó, creando un hilo de saliva que lo rompió con la lengua. Laura no paraba de jadear. Ese gesto de lujuria le gustó demasiado.
Sin más preámbulos, King la cogió en brazos con la intención de llevarla a un lugar más cómodo, es decir, su habitación. No le importaría follar con ella la cocina, pero en su cuarto tiene todas las herramientas necesarias para satisfacerla. Algo que Laura desconoce. Pronto lo sabrá. En cambio, ella estaba notando el calor corporal de King. Él era el fuego mismo.
No pasó un minuto para llegar a la habitación. El Lunaria la dejó en la cama y la besó nuevamente antes de separarse e ir hacia su armario prohibido. Ahí Laura aprovechó el momento para mirar a su alrededor. El cuarto es apto para una criatura grande como él. Apoyó los brazos en el colchón para ver las intenciones de King. No debió mirar. Ese armario tenía de todo. Objetos de tortura hasta juguetes sexuales. Definitivamente, estaba ante una criatura sádica.
—N-No irás a usar esas cosas en mí, ¿verdad?
—Tengo que tener control sobre ti —dijo. En sus manos portaba unas sogas y un par de accesorios.
—Eres un maldito sádico —recalcó.
—¿Algo que no sepa hasta ahora? —cuestionó, mientras quitaba las gafas de la chica e iba vendando sus ojos.
—¡E-Espera!
—No hagas ningún esfuerzo, Princess. Solo quiero jugar contigo y que tú experimentes esto.
A Laura no le gustaba para nada. Con rapidez guio sus manos a la dichosa venda, pero King capturó sus muñecas y puso unas esposas suaves y esponjosas. Luego prosiguió en amarrarlas con la soga de cuero y tomó la cuerda para enganchar a un anillo que está clavado en el techo. Este hombre lo tiene todo pensado. Los brazos de Laura están suspendidos, sintiéndose un tanto indefensa.
Las alas de Lunaria se movieron un tanto emocionadas por verla en ese estado. Definitivamente, se va a divertir mucho. Volvió a acercarse a la joven y sus dedos dibujaron el contorno de su mandíbula. Perfecta y redonda. Después prosiguió en besar y morder, escuchando los leves suspiros de la chica. Su ego crecía más y más porque le fascinaba aquellos sonidos magníficos. Es una forma de invitar a que prosiguiera.
Sus manos tomaron el borde de su camisa y la iba levantando, mientras iniciaba un camino de besos por debajo de su vientre hasta su clavícula. La prenda se quedó por encima de sus muñecas. Laura estaba temblando de placer, más aún no viendo nada. Esto es una tortura. La mano de King agarró su cuello y apretó levemente, no demasiado. No tiene la intención de ahogarla, solo demostrar que él tiene control en su cuerpo.
Él continúaba con los besos y con las mordidas marcando territorio. O es una manera de cortejar a la hembra. Los Lunarias son extraños por naturaleza. A King le estaba gustando la piel blanca de Laura porque es fácil dejar marcas o enrojecerse, aparte de tener un poco más de carne que el resto de seres vivos. Sus manos grandes tomaron sin gentileza sus pechos aún cubiertos por el sostén. Los aprieta con fuerza y ella solo reacciona con un gemido o curvando un poco la espalda.
Una sonrisa socarrona surcó sus labios. No evitó lamerse los labios sabiendo que tienen toda la tarde para jugar. Luego guio sus grandes manos al broche de la prenda y, sabiendo que estará suspensa, retiró las tiras para quitarla completamente. Lo agradeció internamente. King se apartó un poco para apreciar con detalle sus pechos. Grandes y un poco caídas debido a la forma de su cuerpo, aún así se ven apetecibles.
Laura soltó un gemido fuerte capaz de dejar sordo a cualquier persona porque King se llevó un pecho a la boca chupándolo con fuerza, mientras su lengua jugaba con su pezón. Con el otro lo iba masajeando o pellizcando, viendo lo rápido que se endurecen. Es una mujer sensible ante los tocamientos.
—Que pervertida tenemos aquí —murmuró, lamiéndose los labios—. ¿Tantas ganas tienes de follar conmigo?
—Una palabra más y te doy una patada en los huevos —lo amenazó.
—Y salvaje —rio ante el comentario de Laura. King se puso detrás de la chica agarrando de nuevo sus pechos—. Tengo curiosidad ante tu atrevimiento —susurró en su oído derecho. Sus dedos están torturando sus pezones y ella reacciona, curvando más la espalda—. Pero es difícil porque sé cómo doblegar a una mujer. Tus lindas reacciones me están poniendo cachondo, Princess.
En la posición que estaba, es difícil dar una patada a ese Lunaria. Las mordidas volvieron, pero en la zona de su nuca. Estaba a su merced completamente. Laura se mordió el labio al notar la mano del Lunaria desabotonar el botón de sus pantalones con la intención de tocar su fruto prohibido. La necesidad de ser tocada se volvía más grande. Por intuición Laura abrió más las piernas permitiendo ese acceso.
King estaba conforme ante su respuesta. Sin embargo, sus ojos rojos se quedaron fijos en el tatuaje del omóplato derecho de la chica. Una mariposa monarca. Esa forma curiosa y los colores le recuerdan al tatuaje de Miss Butterfly. La imagen de aquella mujer de la fiesta se presentó en el cuerpo de Laura. King agrandó los ojos no creyendo que ella fuese…
Él tomó los cabellos de Laura e inclinó su cuerpo hacia atrás causando que ella se quejara por lo bajo. No entendió ese comportamiento.
—¿Te acuerdas que te mencioné que hay una segunda mujer que me interesa?
—M-Me acuerdo perfectamente.
—¿Y te acuerdas que te dije que tengo la sensación de que son la misma persona? —hizo otra pregunta y Laura asintió—. Mi instinto no me engaña. Eres Miss Butterfly, ¿verdad?
Laura no respondió. Simplemente se quedó muda. Un tirón sintió en sus cabellos. Tiene que soportar el dolor.
—Contéstame y no intentes engañarme porque, si lo haces, el castigo será terrible.
—¿P-Por qué piensas que soy ella? —preguntó con leves tartamudeos.
—Porque tienes el mismo tatuaje que ella —respondió—. Es poco probable que dos personas tengan el mismo. A no ser que sean gemelas o vienen de una pandilla. ¡Respóndeme!
—¡¿Y qué si soy ella?! —gritó.
Ahí está la respuesta que necesitaba saber King. Dos mujeres, que le atraían demasiado por cumplir con sus expectativas, en una sola. No resistió en ampliar más la sonrisa ante esa gran noticia. Sus alas se agitaron con cierta felicidad. Soltó el agarre a lo que Laura suspiró con mucho alivio.
—Me alivia —habló, rompiendo el silencio—. Me torturaba una y otra vez a quién escoger, pero ahora sé la verdad. Y no voy a desaprovechar la ocasión teniéndote aquí —ronroneó cual gato.
Katakuri fue el primero, Lucci el segundo y ahora King. Y no nos olviddemos de Marco, pero él no informó en ningún momento su verdad. Estaba atrapada ante los brazos de aquel Lunaria que, desde un principio, le preguntó quién era siendo Miss Butterfly. Su obsesión de buscar la revelación, se cumplió.
Laura se mordió el labio al sentir aquella mano meterse en sus pantalones y en sus bragas para tocar su intimidad. Aquellos dedos torturaban su clítoris como si hubiera un mañana y ella respondía con más gemidos y movimientos de sus piernas. King aprovechó para desabotonar los botones de su camisa porque se estaba acalorando, mientras torturaba aquel botón y mordía con necesidad su cuello. Un verdadero depredador marcando a su presa con una verdad de por medio.
Ese placer se esfumó por unos segundos. Laura se quejó por lo bajo porque quería más de él. King le retiró los pantalones y sus bragas dejándola desnuda por completo. Si no tuviera la venda, ya estaría viendo unos ojos llenos de hambre. La joven giraba la cabeza un poco desorientada, como si lo estuviera buscando porque él no está haciendo ningún tipo de ruido.
—¡Ay!
Y un quejido soltó porque King le colocó unas pinzas en sus pezones. «Esto no es bueno», pensó Laura. Luego él tomó una de sus piernas para abrirla completamente e iba introduciendo un juguete sexual que, al rato, lo encendió. La chica estaba en el paraíso en ese instante porque ese vibrador estaba tocando ciertos rincones que ella desconocía. No paraba de gemir o quejarse por lo bajo ante los manotazos de King en sus pechos.
A él le encanta ver a la gente sufrir y, al mismo tiempo, excitarse. Él está viendo todo ese espectáculo, mientras se quitaba la ropa liberando su hombría. Un gruñido gutural alertó mucho a Laura y tuvo que morderse el labio sabiendo lo que significaba.
—Me acordé que no te acabaste el postre —dijo—. ¿Quieres seguir comiendo o prefieres otra cosa que esté disponible?
—¿C-Cómo qué?
—Mi polla, por ejemplo.
La primera vez le costó demasiado porque es grande, sin embargo, ella está necesitada como para negar tal petición. Iba abriendo la boca poco a poco y casi se atraganta al sentir aquella monstruosidad. King movió sus caderas simulando un vaivén agarrando los cabellos de la joven. Laura hacía todo lo posible en aguantar, incluso lamer la punta con la lengua. Esa criatura es sumamente peligrosa en cuanto al sexo.
Ella está embriagada ante el placer que estaba recibiendo que, en cualquier momento, iba a llegar al orgasmo. Ya sabes, ese cosquilleo que solo conocen las mujeres. El Lunaria no iba a parar porque estaba en el bendito cielo. Esa chica a su merced lo ponía a mil. Él cerró los párpados dejándose llevar por la exquisita sensación, sin embargo, Laura usó todas las fuerzas posibles para apartar la cabeza y soltar un gran gemido. Eso solamente significaba que llegó al orgasmo.
Su cuerpo estaba convulsionando porque el vibrador aún seguía la labor de golpear sus entrañas. Y esa tortura acabó cuando King lo quitó. Un suspiro de alivio se le escapó, pero sabe perfectamente lo que viene. Antes de empezar en esa ronda, King le retiró las pinzas viendo que sus pezones estaban rojos y un poco morados por la presión. No se resistió en tocarlos y ella respondió con un gemido de molestia.
La criatura la sentó sobre su regazo entrando sin ninguna dificultad en su interior. Ambos gimieron con satisfacción. No perdió el tiempo en iniciar el vaivén. Unos movimientos profundos y fuertes que están volviendo loca a la joven. Con solo ver la expresión de su boca abierta y gimiendo pidiendo más, eso es solo el inicio de todo. En esa posición, King no desperdició la oportunidad de volver a atrapar uno de sus pechos a torturarlos como es debido.
Dominada por una bestia parda. ¿Quién lo diría? Además de tener mucha resistencia porque Laura llegó a su segundo orgasmo. Sí, está bastante sensible. Más diversión para King. Él soltó la soga de cuero para que sus brazos descansaran y la acostó completamente en la cama, sin dejar de moverse. Luego le quitó la venda de sus ojos porque deseaba ver la expresión de su rostro. Grave error. Esa mirada lujuriosa le estaba suplicando que no parase y así hizo, moviéndose con más fuerza que antes.
—¡K-King, no puedo más! —gritó a pleno pulmón.
—Joder, estás chupando mi polla queriendo que acabe, ¿eh? —gruñó.
—¡King, por favor!
Y sus plegarias fueron escuchadas porque el Lunaria liberó su semen en su interior y Laura obtuvo su tercer y gran orgasmo. La pobre estaba extasiada. Ella pensó que esto acabó, pero esto solo es el principio para el Lunaria. Recuerda: son las criaturas más resistentes de este planeta.
🎭🎭🎭🎭
Cracker estaba esperando impaciente a la chica. Han llegado a un acuerdo de almorzar en el restaurante Baratie, uno de los lugares más famosos de la gran ciudad. A Cracker no le importaba pagar, ya que tiene mucho dinero. Pero su cita todavía no ha llegado. Eso lo estaba extrañando demasiado. No paraba de mirar su reloj del móvil. Quedaron a las dos y media, y son las tres menos cuarto. Y ella no avisó que iba a llegar tarde.
El pobre Charlotte se cuestionaba si era correcto. ¿Y si ella no está preparada para estas cosas? Y mira que él vino guapo, es decir, con un traje no llamativo y los cabellos recogidos con una coleta. Recibía las miradas de muchas chicas que susurraban por lo bajo. Seguramente estarán diciendo cosas, como: «¿ese es Charlotte Cracker?». Al amante de las galletas no le importaban esos comentarios; además, ninguna de esas mujeres presentes no le atraían. Solo tenía ojos para una chica.
Princess Laura.
Desde que entró a aquella empresa nunca ha dejado de pensar en ella y en las oportunidades que tuvo para pedir una cita. Laura es diferente al resto porque tiene un carácter dulce y, al mismo tiempo, agresivo cuando le tocan la moral. Una vez lo demostró en una reunión que tuvo con sus hermanos mayores y Daifuku la molestó, diciéndole gorda. Laura tuvo los ovarios bien puestos para enfrentarse a ese hombre.
Se enamoró más. Quería una mujer de esa índole.
—¡Lo siento por llegar tarde!
Sus pensamientos se esfumaron porque Laura se sentó con rapidez y torpeza en la silla. Cracker parpadeó unas cuantas veces asegurándose de que era ella. Cabello castaño medio largo recogido por una coleta con algún que otro mechón suelto, esas gafas finas que esconden sus ojos color avellano. Y esa piel blanca y un poco grasienta que, si no se pone crema solar, se enrojece. Sí, es ella. No cabe duda.
—¡Perdón! ¡La guagua fue con retraso! —seguía disculpándose. La “guagua” hace referencia al autobús.
—No te preocupes —dijo con una sonrisa amplia—. Sinceramente, pensaba que me diste plantón porque no recibí un mensaje tuyo.
—Disculpa.
—Bueno, al menos estás aquí, qué es lo importante —dijo para calmar la situación—. No pedí nada porque te estaba esperando —añadió. Le entregó la carta del menú.
La gran verdad de todo es que Laura se pasó toda la tarde y la noche con King y se quedó profundamente dormida por la sesión. Ella se despertó a las once de la mañana y tuvo que salir corriendo hacia su casa sin desayunar. El maldito de King no quería que se fuera, pero ella había quedado con Cracker y no quería decepcionar.
—Tengo mucha hambre —comentó para romper el silencio.
—Puedes pedir todo lo que tú quieras.
—Tampoco quiero abusar, Cracker.
—Princess, soy un hombre rico —recalcó—. El dinero me sobra.
Las arpías están escuchando atentamente. Seguramente alguna querrá hacer algún movimiento. Laura echó un vistazo a la carta. Hay un montón de variedad. Sus ojos castaños se centraron en la lasaña de carne que tendrá buena pinta. Al rato llegó uno de los camareros para ofrecer un vino afrutado. Laura miró a Cracker sintiendo sospecha del individuo.
—Conozco tus gustos —aclaró.
—No lo esperaba —dijo. El camarero iba sirviendo las copas y aprovechó para escribir la comanda. Luego se retiró.
—Brindemos. Que nuestra relación vaya fluyendo a lo largo del almuerzo.
Si él supiera la historia que esconde Laura, no pensaría igual. La chica no niega que ese hombre es sumamente atractivo. Esa sonrisa amplia es destacable en él. Dio un pequeño sorbo a la copa después de brindar. Una forma de aceptar. Laura está entre la espada y la pared porque hay cuatro hombres que sienten interés. La chica llegó a pensar que Cracker prefería relacionarse con una mujer rica o con una herencia casi similar.
Laura estaba viendo todo lo contrario. Los ojos rosas de Cracker mostraban ilusión de estar con ella. Siempre llegaba de mal humor al trabajo, pero cada vez que se encontraban en el pasillo o en la cocina, su rostro cambia a uno de enamorado perdido. Está claro que ese hombre alto, amante de las galletas, tiene sentimientos hacia ella. Él confesó aquella vez, donde se notaba su desesperación y que no podía negarlo más. Ya le está dando la oportunidad.
—Estás preciosa hoy —añadió.
—¿Aunque tenga pelos de loca?
—A mí me gusta —se sinceró—. Te da un toque de atractividad.
—... Tú estás apuesto —dijo con un leve sonrojo en las mejillas—. No sé cómo tienes tiempo para peinarte. Yo me vuelvo loca.
—Llevo años de experiencia. Y no solo me hago peinados, sino también a mis hermanos pequeños.
Cierto, Cracker es mucho más mayor que ella al igual que Katakuri. Veintidós se llevan. La madre de ambos tuvo un montón de hijos porque su sueño es tener una gran familia. La más joven, que es una niña, tiene ocho años. Cuando se trata de hermanos de sangre, todos ellos se defienden con uñas y dientes. No hay ninguno que se lleve mal con el otro, aunque tuviese un comportamiento de mierda.
—Si quieres, yo te puedo hacer un peinado bonito.
—Tendría que ver tu capacidad con mi cabello fino que no dura diez minutos con el mismo peinado.
—Me arriesgaré —ríe—. Oye, agradezco que hayas aceptado esta quedada. Llevo mucho tiempo queriendo pedírtelo, pero no encontraba el momento.
—Soy consciente de que mandabas ciertos mensajes. —Cracker se sonrojó abruptamente ante esa noticia. Vaya, se ve adorable—. Lo que pasa es que yo… he tenido malas experiencias anteriormente. No quiero volver a enamorarme.
Esa noticia asombró al hombre que parpadeó unas cuantas veces. Una parte de él la estaba entendiendo. Ese será el motivo de su huida o desaparición cada vez que la buscaba. Cracker se sintió un poco culpable.
—No es mi intención agobiarte —añadió. El camarero trajo la comida. El olor a lasaña inundó los sentidos de Laura—. Es solo que… quería saber porque me evitas. Ahora lo entiendo.
—Créeme que no era mi intención tampoco. Solo que… yo no me explico como te puedo gustar. Soy una mujer normal y corriente con una vida bastante aburrida. Y no hablemos que llevo gafas y que no muestra gran parte de mi cuerpo a cualquier hombre.
—Eso te hace una chica única —especificó—. Es cierto que al ser hijo de Big Mom debo tener el mismo pensamiento que mi madre. Lo tuve. No lo niego.
—¿Entonces…? —Esa confesión llamó su atención.
Cracker tuvo que dejar los cubiertos en la mesa para agarrar las manos de la chica. Ella estará atenta a sus palabras.
—¿Sabes esa sensación de enamorarse a primera vista? Yo nunca lo experimenté. Yo era una persona que solo acataba las órdenes de su madre. Si me pedía que me casara con una persona, yo lo hacía. Quién sabe si a lo largo de los años me acabe enamorando. Pero cuando tú entraste a aquella sala para la entrevista… Mi mundo se llenó de color.
Laura recordó ese momento. Ese día estaba nerviosa por la entrevista. No paraba de pensar si saldrá bien la cosa. Cuando entró para recibir a la jefa de recursos humanos, a Big Mom y al resto de jefes importantes, ella notó la mirada de todos. En especial la de Katakuri y la de Cracker.
—Mi estómago estaba revuelto, como si tuviera mariposas. Todo tu rostro y tu cuerpo estaba rodeado de corazones y flores. Suena cursi, pero es lo que vi.
—Pues si que suena cursi… —dijo, no evitando reír un poco nerviosa.
—Y por un momento sentí mi cabello incendiarse cual mecha a punto de explotar una bomba —continuó hablando—. Y me alegré un montón de que te hayan cogido, aunque fueras la secretaria de mi hermano Katakuri. Ahí me dije: «Esta es mi oportunidad de cambiar las cosas». Y aquí estamos. Ya te lo dije. Me gustas un montón. Soy consciente de que te atraiga mi hermano Katakuri por ser un tipo misterioso. —Ese comentario lo dijo con pena—. Pero quiero intentarlo. Demostrarte que no soy como los otros hombres que has conocido. No te busco a cambio de sexo. Solo demostrar mi amor hacia ti. Yo seré sincero contigo en todo momento.
¿De verdad hay alguien arriba en el cielo que le está dando muchas señales a Laura? ¿O mandó a hombres destinados a que se juntaran con ella? Cracker no apartó la mirada. Estaba diciendo la verdad. Mirar a través de los ojos de la persona demuestra sinceridad absoluta. La joven amplió un poco la sonrisa y estiró su brazo para apoyar su mano en la mejilla de Cracker, que estaba ardiendo.
En cambio, el corazón de él latía con prisa por los nervios porque estaba esperando algún comentario por su parte. Esa caricia de su pulgar le indicaba que se relajara y así lo hizo, pero estaba un poco tenso.
—Cracker-san, usted me gusta —se sinceró. Alegría sintió el hombre al escuchar esa noticia—. Sin embargo, debo confesar que también me atrae Katakuri.
—Soy consciente de ello.
—Pero, como dijo, le daré la oportunidad porque durante todo este tiempo ha sido bueno conmigo. Solo quiero un hombre que me entienda y sea sincero.
—¡Eso no lo dudes! —exclamó con mucha felicidad.
El día que Cracker se enteré sobre su otra vida, tal vez cambiará de idea. O se alegrará aún más en descubrir una verdad.
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