Capítulo 12. Rostros descubiertos
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
Laura estaba tomando el té en el comedor con mucha tranquilidad. Lo necesitaba porque hoy es viernes y sabemos lo que significa. Desconoce con quién estará esta noche. Seguramente que Katakuri o King harán todo lo posible para acercarse a ella para que ningún hombre se aproxime. Luego está King que es un Lunaria bastante dominante y que está luchando internamente a quien escoger: si a ella o a Miss Butterfly. Izou puede que sea el próximo, o incluso Cracker.
Hablando del Rey de Roma, el peli-morado hizo acto de aparición en la cocina con la intención de tomar un té y coger unas galletas. Laura recordó el momento en que estaba intimando con Katakuri en su despacho. Cracker todavía no dio el paso de pedirle una cita. A lo mejor está buscando el momento adecuado.
—Al fin es viernes. —El silencio se rompió.
—Sí, así podré descansar. Esta semana ha sido duro —contestó.
—Me imagino.
El silencio volvió a reinar. Es una situación incómoda. Laura no negaba que tiene ciertos sentimientos en Cracker porque, a veces, suele ser dulce cuando quiere y, además, él se preocupa mucho de su bienestar. También agradece las cosas que hizo Cracker por ella, como, por ejemplo, traer aquel té de chocolate.
—Princess, ¿podemos hablar?
—Estamos hablando, Cracker-san.
—Ah, sí. Que estúpido fue esa pregunta. —Se rascó la nuca con un poco de nerviosismo—. Pero es un tema bastante importante y es... entre nosotros.
Laura está preparada mentalmente para eso.
—Soy consciente de que eres fiel a la normativa de la empresa, pero no puedo ignorar estos sentimientos hacia ti —confesó—. En todo este tiempo no sé porqué me has estado evitando. Llegué a la conclusión que te estaba ahogando. Me alejé un poco para darte espacio. Pero simplemente quiero pedirte una cosa: quisiera tener una cita contigo este domingo.
—Cracker-san... —A Laura no le dio tiempo de terminar la frase porque se asustó cuando Cracker agarró sus manos y la mirada con súplica.
—Por favor, solo cita. De verdad, me gustas muchísimo y me es difícil mirar a un lado e ignorar el hecho de que me siento atraído. Solo dame la oportunidad.
Es como un niño pidiendo permiso a su madre para comer un caramelo. A Katakuri no le hará mucha gracia, sin embargo, tendrá que cumplir ese deseo. Además, Cracker no apartó la mirada; indicios de que decía la verdad. Solo será una cita, ¿no?
—Acepto.
—Bueno, lo he intentado... ¡¿Qué dijiste?!
—Acepto salir contigo, Cracker-san —repitió.
—¡La mejor noticia que he recibido durante el día! —exclamó aquel hombre que amplió su sonrisa—. ¿Te parece bien almorzar en un restaurante?
🎭🎭🎭🎭
—Mucho tiempo sin verla, Miss Butterfly.
Laura estaba en la barra iniciando una conversación con Mr. Phoenix. Cierto. Se había olvidado por completo de este hombre de la máscara de fénix. La chica ladeó la cabeza con mucho cuidado para observar detenidamente a ese hombre. Mr. Phoenix extendió su brazo para acariciar con mucho cuidado su máscara de mariposa.
—Ha estado muy ocupada, ¿verdad?
—No se lo niego, Mr. Phoenix.
—¿Crees que me darás la oportunidad de estar a solas contigo? —cuestionó. Esas manos ágiles ya estaban tocando sus brazos desnudos.
Ella asintió con timidez. Antes de marcharse de aquella sala apareció Mr. Gun también conocido como Izou. Ese hombre vio lo que estaba sucediendo entre ellos dos y no quería desaprovechar la ocasión. Mucho tiempo sin poder tocar a esa joven.
—Yo también quiero aprovechar la ocasión, si no les importa —habló Mr. Gun acariciando la espalda de esa mujer hermosa.
—Es decisión de Miss Butterfly.
—... No me importa estar con ambos —respondió.
Ninguno de los dos objetó. Ambos aceptaron aquella propuesta. Laura recordó el momento en que estuvo a solas con Katakuri y Cracker. Esto se estaba volviendo un tanto repetitivo. Guio a ambos hombres a su cuarto número sesenta y nueve. No hay ningún tipo de tensión y eso preocupoó un poco a Laura. Ella miró hacia atrás para verlos. Los dos estaban en silencio.
Laura sentía curiosidad en saber el verdadero rostro de Mr. Phoenix. Se ve que ambos se llevan bien, debido a que están con ese hombre llamado Mr. Earthquake. Seguramente será un hombre bastante atractivo al igual que Izou. No tardaron bastante en llegar a la habitación.
Ella tuvo que humedecer sus labios porque los sintió secos. Su corazón estaba latiendo con bastante fuerza porque no estaba segura de lo que pudiera suceder. Mentira. Si lo sabe. ¿Quién dará el paso? Un suspiro soltó al sentir ese pequeño roce en su espalda. Definitivamente, Mr. Phoenix dio ese paso.
—Estás bastante sensible —susurró.
—L-Lo siento...
—No te disculpes. De hecho, me gustan tus pequeñas reacciones-yoi.
Un momento. Ese tic verbal lo conocía demasiado. No puede ser que detrás de esa máscara sea su doctor Marco. Se iba a morir de la vergüenza como sea él. Mr. Phoenix guio su mano hacia aquella máscara para revelar su identidad.
¡Sus sospechas eran ciertas!
—Esto tener máscaras es un suspicio-yoi.
—Qué quejica eres. —Izou también se quitó la suya—. A mí lo que me molesta es que no podamos quitársela a Miss Butterfly. Estoy seguro que sus expresiones son lindas.
Si supiera que Marco sabe quién es realmente. Tiene tanta suerte de tenerla enfrente suya porque Laura es considerada una chica bonita y única. Él tomó su rostro escuchando más suspiros por su parte porque empezó a acariciar sus mejillas rosadas. Sin embargo, Izou no se quedó atrás porque apartó un poco los cabellos de la joven para besar con dulzura su nuca.
Marco no se quedó atrás, así que sus labios se posaron con los suyos. Unos labios divinos que no pararía de probarlos tantas veces como quisiera. Laura estaba en una nube de algodón porque estaba siendo mimada por esos dos hombres. Son todo lo contrario a Katakuri y a Cracker. Izou no paraba de besar la nuca o los omóplatos de aquella muchacha, mientras jugaba con la tela de su sostén no yendo demasiado.
La tensión sexual estaba creciendo más y más. Los besos de Marco continuaron por su cuello y él también acariciaba, agarrando aquella carne un poco sobrante. Laura estaba roja ante los mimos. Realmente estaban jugando con ella o tal vez intentan todo lo posible para doblegar su mente.
—Su piel es suave —volvió a susurrar Marco cerca de su oído.
—¿Verdad? A mí me encanta porque parece que estará a punto de derretirse entre mis dedos.
—¿Puedes decir mi nombre? Es Marco.
—Marco —decir su nombre es como una súplica de que quería más.
El nombrado esbozó una pequeña sonrisa muy complacido. Le excitaba ver a Laura de esa manera. Esos ojos pardos casi ocultos por la máscara lo volvían loco. Las caricias no cesaban en ningún momento. Izou se sintió un poco celoso porque Laura estaba prestando más atención a Marco que a él. Entonces con cierta malicia guio sus manos a los pechos de la joven recibiendo un gemido de sorpresa.
—Es de mala educación ignorar a otro hombre —murmuró, mordiendo su lóbulo izquierdo.
—L-Lo siento —gimoteó.
—Veo que tienes los pezones duros —dijo porque sus dedos rozaron con sutileza aquellos botones cubiertos aún por esa prenda.
Laura se tuvo que morder el labio para no emitir esos gemidos, pero está siendo bastante difícil porque Izou los estaba torturando como si no hubiera un mañana. Y Marco no se quedó atrás porque sus manos agarraron el trasero de la joven para apretarlo. Laura echó la cabeza hacia atrás quedando apoyada en el pecho de Izou. Estar doblegada ante esos hombres puede ser excitante.
Las piernas de Laura estaban flaqueando. En cualquier momento, iba a caer; sin embargo, no ocurrió debido a que Izou la cogió en brazos y se dispuso a llevarla a la cama acostándola en aquel mullido colchón. Marco no se quedó atrás. No iba a dejar que su amigo le ganara en esta batalla. Ya Izou disfrutó su primer encuentro con ella. Sus dedos volvieron a tocar su piel buscando puntos erógenos. Deseaba escuchar a la chica y sus plegarias eran escuchadas porque ella gemía bajito.
Los besos volvieron por la zona de su cuello, mientras sus manos se quedaban atrás para tomar el broche con la intención de desabrochar su sujetador. Un suspiro de alivio soltó Laura al sentir cierta liberación. Le dolía un poco los pezones. Un gemido soltó porque ambos hombres no perdieron mucho tiempo en acudir su auxilio. Marco se centró en un botón rosado e Izou con el otro.
Sus manos tomaron ambas cabezas para apretar sus cabellos porque estaba en la bendita gloria. Sus piernas no paraban de moverse porque estaba un poco inquieta, pero soltó un gemido bastante largo porque los dedos de Marco rozaban con por encima de sus bragas mojadas de forma coqueta. Es como si conociera su cuerpo. No. Él no puede saber quién es ella.
Eso es lo que piensa Laura. Marco conoce la verdad. Prefiere mantenerlo en secreto porque está Izou delante y no quiere revelar su identidad. Laura tomó el valor de guiar su mano hasta la entrepierna de ambos hombres. Costó un poco, pero lo consiguió porque estos tienen una estatura medianamente normal en comparación con King, Katakuri o Cracker. Su vello se erizó al escuchar a los dos gemir al mismo tiempo.
—Que atrevida eres, Miss Butterfly —murmuró Marco. Le iba a facilitar tener mayor acceso incorporando su cuerpo y acercarse un poco más a ella.
—Q-Quiero complacerlos...
—Y lo estás haciendo muy bien —dijo Izou haciendo el mismo gesto que su compañero.
Laura tuvo un poco de dificultad a la hora de bajar la cremallera o quitar los botones, así que ellos la ayudaron. Sus virilidades estaban en forma, es decir, erectas. Estaban preparadas para la marcha. La joven tomó ambos penes notando su dureza e iba masturbándolos con lentitud sacando algún que otro suspiro. Ella se siente poderosa de agarrar aquellas armas capaces de volverla loca en unos segundos.
Ellos se acercaron un poco a lo que sus miembros estaban cerca de su rostro. El olor de su esencia pre-seminal la embriagó por completo. El siguiente movimiento fue iniciar la felación a Marco sin dejar de masturbar al otro. El pelirrubio estaba maravillado por la boca de esta porque estaba caliente y él no tuvo dificultades en llegar de nuevo a su intimidad volviendo en su quehacer de darle placer.
Laura estuvo cinco minutos con él y luego cambió, queriendo igualar la situación. Por su parte, Izou se dedicó a acariciar los pechos de la joven tomando aquellos pezones rosados y duros proclamando cierta atención. Se fijó que se quedaron restos de su pintura labial a lo que esbozó una pequeña sonrisa. Sí, él sabe que usó otro pintalabios queriendo marcar la piel de la chica.
Un gemido ahogó Laura cuando sintió aquellos dedos entrar en feminidad. Esos movimientos son un tanto tortuosos para la joven. Sus piernas estaban bien abiertas queriendo recibir esa sensación exquisita. La felación ya no eran cinco minutos, sino menos porque Laura se estaba quedando sin aire ante los suspiros eróticos que soltaba.
—¡Ah!
—Ah, veo que encontré tu fruto del Edén. —Marco estaba torturando su punto G. Ella no paraba de mover las piernas o incluso su cuerpo porque pensó que se iba a morir—. Perdona, estas son las ventajas de tener cierto conocimiento en el cuerpo humano.
—Tendrás que decirme —dijo Izou buscando en sus bolsillos del pantalón un pintalabios.
—¿En serio te vas a maquillar ahora?
—Oh, amigo. Este no es un pintalabios normal —rio con picardía. Aquel pincel iba pasando por sus labios e hizo un gesto para que se extendiera perfectamente. Marco lo miró un poco confuso—. Ya lo comprobarás.
Los gemidos de Laura fueron callados por Izou que la besó apasionadamente. Aquella lengua exploraba con erotismo en su cavidad y Laura estaba notando algo extraño. Su cuerpo se estaba calentando aún más de lo debido. El beso terminó e Izou tuvo que limpiarse la comisura de sus labios porque quedó algún resto de aquel pintalabios.
—Izou-san... ¿qué...?
—Pintalabios con efecto calor y vibrante —informó—. Imagínate las posibilidades de besarte ahí abajo —dijo al mismo tiempo que sus dedos rozaban con malicia su entrepierna—. Te volvería loca al instante.
—Izou-san... —gimoteó su nombre y su mente se lo imaginó.
—Seguramente querrás que te haga sexo oral, ¿verdad? —Él iba bajando con persuasión hasta quedarse enfrente de su sexo que aún estaba estimulándose por los dedos de Marco.
—Nunca pensé que tuvieras tu lado pícaro, Izou. —Marco estaba sorprendido.
—Créeme que cuando me gusta una mujer, me transformo —ríe.
Marco tuvo que colocar su mano en una posición adecuada para que Izou iniciara aquel cunnilingus. Los ojos de Laura se abrieron de par en par porque no imaginó estar en el bendito cielo. Y no por el simple hecho de aquel pintalabios, sino también por aquellos dedos que golpean con fuerza su intimidad. Se estaba volviendo loca, incluso unas cuantas lágrimas de placer resbalaban por su rostro.
—Mírala, Izou. Sus ojos están en blanco porque está disfrutando de esta pequeña tortura.
—Eso me enciende aún más —confesó.
—N-No aguanto... ¡No aguanto!
Eso último lo dijo con un gran chillido que dejaría sordo a cualquier mortal porque llegó al orgasmo. Ambos detuvieron los movimientos porque dejarán que Laura recuperase el aliento. Ella llegó a pensar que ese fue un clímax fuerte. Menos mal que la estaban dejando respirar porque moriría si continuase.
—¿Quieres hacer los honores? —preguntó Izou.
—Pensaba que ibas a empezar tú.
—Ya tuve la ocasión con ella; así que, yo que tú aprovecharía este momento.
Marco asintió. Estaba un poco nervioso porque iba a tener sexo con Laura. Esa chica que le gustaba demasiado. Él se acostó a un lado colocándola para que le diese la espalda y alzó su pierna izquierda, luego prosiguió en meter su miembro en su feminidad. No tuvo dificultades porque la chica estaba muy dilatada. Marco estaba en el bendito cielo porque ella estaba caliente ahí abajo.
El vaivén no tardó mucho. A él le hubiera gustado estar quieto para sentirla, pero Izou estaba presente y no tendría tanta oportunidad. Hablando del Rey de Roma, solo se quedaba mirando y masturbándose. Este voyerismo le estaba excitando demasiado. Ver a la chica gemir, mientras estaba siendo penetrada por otro hombre, lo incendiaba aún más.
Por su parte, Marco mordía el lóbulo disponible de Laura viendo que ella encogía su cabeza porque estaba sintiendo cosquillas a causa de su respiración. Y otra vez esa estocada fuerte en su punto G. Aquel gemido alertó demasiado a Marco y volvió a golpear con bastante fuerza. Esos ojos pardos se volvieron blancos enseguida y no paraba de gemir con bastante fuerza.
Y más aún cuando Izou se acercó para tomar uno de sus pechos y succionar con mucha fuerza su pezón. Joder, ¿cuánto duraba el efecto calor de aquel pintalabios? Su mente no estaba trabajando, solo estaba centrada en el placer simultáneo. Marco hizo un intercambio con Izou manteniendo la misma posición, pero la cuchara invertida. Izou es un peligro con aquel pintalabios porque la volvió a besar con rudeza demostrando que estaba maravillado con sus labios; además, ese vaivén es suave en comparación con la de Marco.
Los besos en la nuca que le proporcionaba Marco la derretían por completo y este gimió por lo bajo cuando Laura tomó su miembro y empezó a masturbarlo. Eso lo calentó tanto que se acercó un poco más para estimularse así mismo, rozando su miembro en el trasero de la chica. El aire que se respiraba es caliente capaz de provocar en sus cuerpos un ardor difícil de extinguir.
Aquel trasero lo incitaba a golpear y así hizo viendo como una marca roja se hizo presente en su piel blanca. Y lo hizo una y otra vez. Laura estaba más excitada de lo normal. Y esos besos en su cuello no la estaban ayudando a centrarse en todos los sentidos del mundo.
—Estoy a punto de llegar —confesó Izou.
—Yo también —murmuró Marco.
Izou no tuvo más remedio que sacar su miembro y ambos eyacularon en el cuerpo de la chica. Laura se sintió sucia en ese instante, pero no le importó mucho. Le gustó demasiado esa experiencia y le gustaría repetir.
Eso ocurrirá dentro de un tiempo no muy lejano.
🎭🎭🎭🎭
Princess Laura estaba vestida con ropa normal y corriente -pantalones, una camisa de manga corta y zapatillas- porque iba a salir ahora mismo con King. Menos mal que le dijo que la recogiese a las doce porque ella necesitaba recuperarse de lo sucedido anoche. Ya los conoció a todos. Ahora le iba a costar mirar la cara a Marco. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué el destino la unía con esas personas de esa manera? No lo estaba comprendiendo.
Afuera de la casa, esperó por unos segundos a que hiciera acto de aparición el vehículo de King. Laura se preguntaba cómo es posible que aquellas alas le permitieran al Lunaria entrar con facilidad al coche. Bueno, eso es un misterio sin resolver. Ella se acercó y abrió la puerta para sentarse en la parte del copiloto. Desde que lo hizo, ya notó cierta tensión sexual en el ambiente.
—Buenos días —saludó King—. ¿Fue lo primero que viste en tu armario?
—Hola, y no sentía ganas de estar preparándome bien —confesó.
—No importa. Estás bien así.
Conversaciones cortas. King arrancó el vehículo para ir directamente a su casa. Laura se puso un poco nerviosa porque las palabras del Lunaria fueron claras: almorzar en su casa. Y luego ella sabe lo que ocurrirá después. Él ya le dijo que quería tener una oportunidad con ella. Saber su gran capacidad de resistencia.
King paró el automóvil delante de un semáforo y ahí aprovechó para tomar un mechón del cabello de Laura. Ella se encogió un poco porque siente cierto respeto hacia el Lunaria. Ella puede que tenga ovarios para enfrentarse a cualquier hombre, pero esa especie en concreto es capaz de incendiar su cuerpo con sus llamas.
—Ese perfume te sienta bien —añadió—, pero seguramente tu olor natural es más irresistible.
—Hablas como un verdadero animal —comentó sin pelos en la lengua.
King rio por lo bajo.
—Bueno, por eso soy una criatura muy diferente al resto de humanos —aclaró.
—¿Y una criatura como tú no debería interesar en su propia especie?
—Ojalá, pero soy el único superviviente. No tengo más remedio que mezclar mi sangre con una humana, si quiero preservar mi raza.
—Y veo que no con una simple humana.
—Si fuera contigo, mejor. —King tuvo que soltar aquel mechón para volver a centrarse en la carretera—. Pero tendré que esforzarme para llamar tu atención, ¿verdad? —Laura asintió—. Ya te dije la otra vez, que me des la oportunidad. Y lo estás haciendo.
—Y tú me confesaste que había otra chica aparte de mí.
—No lo niego, pero a veces he llegado a pensar que tú eres esa persona.
Ahí Laura se tensó un poco. Ya King estaba empezando a sospechar de ella. Será mejor estar tranquila y no decir nada sospechoso.
—¿Por qué lo dices?
—Digamos que... la conocí en una fiesta de máscaras y no sé cómo es su rostro, pero sí que hemos llegado a tener relaciones sexuales. —Un gruñido se le escapó y sus alas se agitaron por un momento, pero iba relajando sus hormonas poco a poco—. Y ahí me di cuenta que es inalcanzable, ya que hay otros hombres que la quieren.
—¿Yo soy como tu segundo plato?
Antes de que respondiera a esa pregunta, llegaron a la casa del Lunaria. Laura se asombró porque él estaba viviendo en una gran casa. Ventajas de estar trabajando para uno de los emperadores. La puerta del garaje se iba abriendo poco a poco para que King metiera el vehículo y aparcar.
—Vamos a aclarar algo, Princess —gruñó con cierta molestia—. Puede que sea un puto sádico de mierda y veo a los seres humanos como una porquería porque son seres inferiores a mí. Sin embargo, yo jamás consideraría a una mujer como primer o segundo plato, y más aún si es alguien que me atrae demasiado.
En ningún momento, él apartó la mirada en ella. Estaba diciendo una verdad absoluta. Tendrá que creerlo, ¿no?
—Y otra cosa —volvió a hablar, pero dejó unos segundos de silencio para salir del vehículo y ella hizo lo mismo—, mis ojos se pusieron en ti antes de que existiera la otra.
Las mejillas de Laura se sonrojaron de golpe ante tal confesión. King la guio hasta la puerta para acceder perfectamente a la casa. Volvió a sorprenderse porque el salón es demasiado enorme. Es normal porque estábamos hablando de una criatura que tiene una altura considerable. De repente, un olor exquisito inundó sus sentidos. Un aroma proveniente de la cocina.
King le indicó que se sentara. El salón comedor se encontraba justo a mano derecha con unas vistas increíbles del jardín y una piscina, incluso vio un jacuzzi. Joder, este hombre tiene que tener mucho dinero. Con razón muchas mujeres desean casarse con él para luego divorciarse y separar los bienes. A King no le interesa tal cosa. Por sus confesiones quiere una mujer hecha y derecha con unos pensamientos claros y desea tener una familia.
Laura no tardó mucho en sentarse en aquella silla acolchada. Unos minutos pasaron y King hizo acto de aparición con un caldero pequeño. Lo colocó en la mesa y abrió la tapa mostrando el contenido. Carne de cerdo con verduras en salsa de soja. Vaya, eso tenía muy buena pinta.
—Iba a preparar mi plato favorito, pero seguramente no te habría gustado —se sinceró él, cogiendo un plato para rellenar.
—¿Cuál es tu comida favorita?
—El sashimi de pez volador.
—... Sí, no soy muy fan del pescado crudo.
Su instinto de Lunaria no le falló. Ya listo, se sentó a su lado y ambos empezaron a comer. La carne se deshacía de su boca. Estaba exquisita. Realmente le gustaba ese sabor y las verduras ayudaban mucho a potenciarlo. El silencio estaba presente. Ninguno de los dos ha hablado porque están disfrutando de la comida.
—¿Alguna vez has tenido pareja?
Y el silencio no perduró mucho.
—No.
—¿Y cómo has perdido la virginidad?
«¿De verdad me preguntará cosas sexuales?», se pensó así misma.
—Ni siquiera sabes si soy virgen o no —responde.
—Cierto, pero me lo sospecho.
—... Con un pollaboba de mierda. Un gilipollas que decía que me quería... pero se volvió un tanto... posesivo. No quería que me relacionara con ningún hombre o quedar con mis amigas. No sentí... libertad.
—Me dijiste que nunca has tenido pareja —recalcó King.
—Él no se comportaba como pareja tal cual. Solo es un machista que no me decía la verdad y era él quien me estaba engañando con otra, es decir... Él me decía cosas que no son verdad, como para no sentirse mal. Entonces, para mí es como si nunca hubiera tenido una pareja.
King estaba comprendiendo la situación que sufrió Laura. El Lunaria confesó que es un sádico y un tanto dominante, pero no sería capaz de encerrarla en una casa sin la libertad de poder salir. Y jamás mentiría a una criatura interesante. Los recuerdos llegaron y, de alguna manera, se siente identificado. Definitivamente, los seres humanos son idiotas que no saben valorar a otros.
—Haces bien. Si yo te hubiera conocido antes, tal vez ese destino que te deparó, cambiase.
—Lo dices porque soy amiga de Yamato. —Un suspiro soltó la joven porque terminó de almorzar—. Tal vez no sintieras interés por mí.
—O tal vez sí —ronroneó—. ¿Quieres postre?
—... No sé si vas con doble sentido o no —dijo. King rio ante aquella respuesta.
—De verdad que tengo postre en la nevera, pero si quieres, podemos pasar a ese juego.
—Quiero el postre de la nevera, gracias.
El Lunaria aún seguía riendo ante la respuesta rápida de la joven y se levantó hacia la cocina. Joder, estaba en frente de una criatura peligrosa capaz de realizar comentarios con doble sentido. Al rato, él apareció con dos flanes un tanto gelatinosos. Uno de chocolate y el otro no estaba segura. Tenía pinta de ser de vainilla.
—Chocolate y vainilla. ¿Cuál quieres?
Laura llegó a pensar que era una especie de adivina o algo así.
—El chocolate es mi dulce preferido.
Él no dudó en entregárselo. La verdad aquel postre tenía buena pinta y no tardó mucho en hincar el diente. Todo su vello se erizó completamente. Ese sabor explotó en su boca, literalmente. Al abrir los ojos vio como King le estaba ofreciendo un poco del suyo. Laura se cuestionaba a sí misma, pero aceptó. Otra explosión.
—¡Dios! ¡Están buení...!
Ella no terminó la oración porque King atacó su boca. Otra vez. Laura gimió con sorpresa porque aquel Lunaria estaba explorando aquella cavidad con cierta dominancia, saboreando aquellos restos de flan. El beso se terminó, formando un hilo de saliva que lo rompió con la lengua.
—¡No vuelvas a hacer eso, papafrita de mierda!
—¿Sabes? Es excitante besar a alguien con el aliento frío. Una sensación exquisita.
Sus mejillas estaban rojas. Le daban ganas de golpearlo. Es una criatura un tanto extraña que tiene ganas de jugar. Él volvió a ofrecer su flan queriendo repetir. Entonces a Laura se le ocurrió un plan y se iba a vengar. Esperaba no arrepentirse. Laura tomó la cuchara cogiendo un poco del suyo y su brazo se cruzó con el suyo para acercarlo a su rostro. King esbozó un poco y ambos abrieron la boca para recibir aquel manjar.
Y el Lunaria no esperó ese movimiento. A Laura la vio como una criatura tímida, pero estaba viendo a una Laura muy diferente. Ella lo besó con salvajismo forzando a que él abriese la boca y compartieran la comida. La mezcla del chocolate con el vainilla fue una explosión en ambas bocas. Sus lenguas derritieron el flan y luego se separó de golpe para sentarse en la silla, mientras se iba limpiando la boca con la servilleta. La mente de King se quedó en blanco.
—Yo también sé jugar, babieca —lo insultó de una forma sutil.
Las alas de King se movieron con entusiasmo. No. Esa humana despertó más interés en él. Ese atrevimiento juguetón. Él soltó un gruñido de pura satisfacción y, en un santiamén, se hincó aquel flan para levantarse de golpe y agarrar el cuello de la chica y obligarla a estar de pie.
—¿Quieres jugar? Bien. Creo que tenemos toda la tarde para divertirnos un buen rato, Princess.
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