Capítulo 10. Las garras del felino
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
Lunes por la mañana. Princess se levantó con una sonrisa de oreja a oreja sabiendo todo lo ocurrido con Katakuri. Hoy iba a ser un gran día. Lo presentía en su ser. No pasará nada. Solo es un día de trabajo, pero a lo mejor Katakuri estará más atento con ella o intentará todo lo posible para acercarse. Eso causará que se ponga nerviosa. Su voz y sus caricias la llevan a un mundo paralelo a la realidad. Al mundo del ensueño.
Ya en la empresa fue directamente a la cocina para preparar el té y los donuts de Katakuri. Quería darle una sorpresa, demostrar que ella también tenía interés en él. Su sonrisa es tan destacable que dejaría ciego a cualquier persona. O contagiar la risa. Cracker entró y ella lo saludó con toda la alegría del mundo. El hombre se sonrojó abruptamente porque nunca se esperó tal cosa.
Sus pasos eran apresurados porque quería saludarlo. Por lo que escuchó, Katakuri llegó un poco más temprano de lo normal. Muy extraño. ¿Será porque tendrá una reunión? Solo lo sabrá cuando llegue allá. Al abrir la puerta de la oficina tocó con suavidad la puerta del despacho de Katakuri antes de pasar.
—Katakuri-san, le traje el té y…
Se calló. Se quedó muda por ver a un personaje muy conocido. Su primer cliente en aquel lugar inhóspito. King miró por el rabillo del ojo, quien agitaba suavemente sus alas. Laura no evitó sonrojarse un poco. Es como si esta criatura la estuviera persiguiendo.
—Disculpe, no sabía que estaba reunido.
—No te preocupes. Fue repentino —comunicó—. Puedes dejar la bandeja en la mesa pequeña.
Ella asintió e hizo una pequeña reverencia a modo de respeto. Muchas preguntas surgían en la cabeza de Laura. ¿Qué hacía King ahí? La única opción es que haya venido como mensajero por parte de Kaido con respecto de aquella reunión de los cuatro emperadores. Laura esperaba que todo esté yendo de maravilla.
Laura se sentó en su silla para encender el ordenador. No tenía la capacidad de escuchar las conversaciones que estaban teniendo Katakuri y King. Tampoco es de su incumbencia. Un suspiro soltó, mientras se acomodaba en su asiento y miraba a la nada. No tenía nada que hacer, salvo revisar los archivos dejados a última hora el viernes pasado porque no estaba centrada en su labor.
Los minutos pasaron y, por fin, las puertas del despacho de aquel hombre se abrieron dejando paso a King. Laura no alzó la mirada para verlo por el simple hecho de que le hacía recordar aquel suceso de hace semanas atrás. Su vista estaba centrada en el documento, no obstante, aquel Lunaria colocó las manos en el escritorio llamando su atención. Algo quería.
—Buenos días, King-san. ¿Quiere que le ayude en algo? —preguntó con cortesía.
El Lunaria prefirió callarse y observar detenidamente a su presa. Esta situación incomodaba mucho a Laura hasta que una gota de sudor iba resbalando por su sien a causa de los nervios.
—De hecho, sí —contestó—. Me preguntaba cómo una chica como tú rechazara la oportunidad de estar con un Lunaria.
—... ¿Por qué tengo dignidad?
—Uhm, buena respuesta. —King se sentó en la silla—. ¿Prefieres follar con tu jefe?
—King-san, como bien ha dicho usted, él es mi jefe y yo soy su empleada. La empresa tiene normas y es no tener relaciones sexuales con ningún empleado.
—Oh, pero tus ojos brillan cada vez que ves a Charlotte. —Él inclinó su cuerpo. Una manera de estar más cerca de Laura—. Veo que sientes una gran admiración por ese hombre.
—¿Y quién no lo estaría? Es el orgullo de toda la empresa —respondió.
—Y de la mía. De hecho, soy la mano derecha de Kaido. —No paraba de agitar sus alas como una muestra de impaciencia—. Me llamas mucho la atención, Princess. De hecho, quisiera comprobar lo buena que eres en la cama.
Laura rodó los ojos como si no se esperaba tal cosa.
—Le corrijo que no soy una cualquiera.
—Yo no he dicho que lo seas. Solo soy una criatura que siente curiosidad —aclaró—. Estoy acostumbrado a que toda mujer me observe y me abra las puertas de su casa, pero quisiera que fuese todo lo contrario.
Laura tardó un poco en entender.
—¿Me está invitando a la suya? —cuestionó.
King llevó su mano a uno de sus bolsillos para luego posarla en el escritorio. Una hoja de papel escrita con el número de teléfono de este. Si Laura lo acepta, estará traicionando a Katakuri, más teme que esa criatura la encierre de por vida.
—Quisiera que tengas mi número de teléfono y me llames, por si alguna vez te aburres —iba a seguir hablando, pero Katakuri apareció interrumpiendo la conversación—. Gracias por la ayuda, Princess.
King se levantó de su asiento para marcharse de la oficina antes de que Katakuri siguiera haciendo preguntas. El hombre miró a Laura quien hizo un movimiento de manos super extraño. Mejor no incomodar.
—¿Todo bien?
—Sí, solo me ha preguntado por dónde está la cocina.
Katakuri se acercó a Laura colocándose a su lado. Ella se encogió en su sitio porque él imponía demasiado. Unas caricias en su cabeza causaron que se relajara poco a poco y un suspiro soltó a modo de alivio.
—No quisiera que te hiciera daño. He oído que es un… sádico —añadió.
—No siento interés en él, Katakuri. —Ya hay demasiada confianza.
—¿Y por qué guardaste la hoja? —Vaya, la pilló.
—... No lo llamaré —aclaró.
—Princess, no quisiera juzgar a nadie, pero tengo la certeza de que algo pasa entre vosotros.
—Sólo que… dónde estoy yo, él aparece. No sé si me está acosando o el destino quiere que me tope con él. —A Laura le daban ganas de decirle a Katakuri que King es Mr. Ptera.
Eso preocupó mucho a Katakuri. No quisiera que ese Lunaria entorpeciera la relación que tiene con Laura. Hará todo lo posible para impedírselo. Podría empezar a deshacerse de la hoja, pero no lo hará debido a que Laura no es suya definitivamente y ella hará lo conveniente. Y eso significaba que debía asistir a la fiesta.
—Te pediría que no fueras, sin embargo, estás marcada —bufó.
—No tengo elección. Yo no sé qué pasará si no acudo. ¿Me matarán?
Un dilema sin resolver.
De pronto, Laura dio un pequeño salto por el susto que se llevó porque sonó su móvil. ¿Quién la estará llamando en horas de trabajo? En la pantalla se vio el nombre de su mejor amiga Yamato. ¿Quién hubiera imaginado que la hija de Kaido tuviera una amiga común y corriente como Laura? La joven nunca conoció a su padre en persona hasta hace unas semanas atrás.
—¿Me disculpas? —preguntó con educación mirando a Katakuri. Este asintió, dejando espacio a la chica—. Yamato, ya te he dicho que no me llames en horas de trabajo —respondió a la llamada.
—¿Y si es algo urgente? ¿Lo ignorarías?
—Si fuera mi médico, no —aclaró. Laura se levantó para que Katakuri no escuchara la conversación o intentarlo—. ¿Qué quieres?
—¡Este sábado cantará Uta! ¿Lo recuerdas? —gritó con emoción.
Oh, cierto. Uta es su otra mejor amiga y es hija de Shanks. Aún Laura se cuestionaba mucho acerca de la relación de estas dos chicas con padres poderosos, pero no iba a discutir con eso.
—No me he olvidado.
—¡Ay! ¡Tengo ganas de pasármelo en grande!
—Y yo… —pensó en voz alta. Es una posibilidad de mantener la mente despejada.
—Y recuerda que es en…
—En el casino de Arabasta.
—¡Vale! ¡Vale! Doña secretaria —rio escandalosamente la peli-blanca—. ¡Nos vemos entonces el sábado a las ocho!
—¡Genial! Nos vemos allá.
Laura colgó la llamada y luego se centró en Katakuri que estaba con su móvil, viendo si tenía alguna llamada pendiente, pero luego sus ojos granates se postraron en la figura de la joven.
—¿Una fiesta?
—Más o menos —respondió, acercándose a su mesa—. No te importará, ¿verdad?
—No eres de mi propiedad, Princess. Y, aunque llegásemos a ser pareja, tampoco quiero ser controlador. Solo deseo tu libertad y felicidad.
¿Por qué no existen más hombres como él?
🎭🎭🎭🎭
La fiesta de Mr. Joker llegó. Laura ya estaba con su atuendo como el primer día enseñando un poco más de carne de lo normal. No estaba segura con quien le tocará, pero seguramente Katakuri hará todo lo posible para estar con ella. No dejaba de seguir al resto de sus compañeras siendo guiadas por las mujeres expertas. ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que pase esta tortura? Solo desea ser libre.
Poco a poco iban saliendo de la gran puerta para recibir a los clientes y Laura fue la última. Cuando atravesó la salida, alguien agarró su brazo impidiendo que siguiera su camino. Al darse la vuelta todo su cuerpo se tensó porque hacía tiempo que no veía la máscara de leopardo. Mr. Jaguar, es su nombre.
El hombre no habló. Ni siquiera dijo un hola. Más bien tiró con suavidad a la joven aprovechando que el resto de sus compañeras estaban desperdigadas, confundiendo a los clientes. La estaba llevando a su respectivo cuarto. El corazón de Laura iba a mil porque ni le dio tiempo de ver a Katakuri o a otro hombre que conocía. Apostaba a que Mr. Jaguar es un hombre sumamente peligroso. Ojalá pudiera reclamar, pero es inevitable.
Ya en su cuarto, el hombre la soltó. Laura tocó su muñeca con mucha suavidad sin apartar la mirada de él. Mr. Jaguar movía la cabeza de un lado para otro, como si estuviera buscando algo, incluso decidió caminar dejando a la chica un poco confundida. Él tocaba todo a su paso asegurándose de que todo estaba bien.
—Sí, definitivamente no tienen cámaras en los cuartos. Eso ya sería incómodo para vosotras, ¿verdad? —murmuró el hombre.
—¿Por qué deberían? Supuestamente es una manera de proteger la identidad del cliente —respondió Laura sin pelos en la lengua.
Aquella respuesta le gustó demasiado a ese hombre tan misterioso. Un dedo movió, indicando que se acercara y Laura no se lo iba a negar. Sus pasos se movieron con cierta lentitud por si tenía que huir. Una distancia respetuosa los separaba, sin embargo, Mr. Jaguar rio por lo bajo.
—Acércate más, Miss Butterfly.
Otra orden. Otro paso más.
—¿Tienes miedo? —cuestionó. Ante esa pregunta formulada, él cogió su muñeca para atraerla aún más—. Has sido muy atrevida teniendo a dos hombres en la misma cama.
—Era… su petición. —Diablos. Este hombre la ponía nerviosa.
—Yo no comparto cama con otro hombre. Soy demasiado dominante —iba confesando—. Prefiero ser yo a escuchar los gemidos de mi presa, mientras me muevo con salvajismo y suplique a por más.
Joder, otro sádico rondando por este lugar. ¿Cuántos más habrá en la fiesta? Los dedos de Mr. Jaguar se posaron en el rostro de Laura, por la zona cubierta de la máscara, deseando arrancársela. No obstante, él se adelantó porque tomó la suya propia y se lo quitó con mucha rapidez no dejando cierto margen de preparación para Laura.
Esa cara… ¡Rob Lucci!
—¿Sorprendida, Miss Butterfly? —realizó una pregunta. Su voz misteriosa y ronca provocaba ciertas sensaciones que no conocía—. O debería decir, Princess Laura.
Dos palabras. Un nombre. No puede ser que ese tipo la hubiera reconocido. La máscara la protegía de cualquiera.
—L-Lo siento. Se confundió con otra persona —corrigió a base de mentiras.
El rostro de Lucci se tornó serio y duro. Daba bastante miedo. Entonces todo fue muy rápido para Laura. Aquel hombre tenía bastante fuerza como para arrastrarla hasta el gran sofá y obligarla a acostarla boca abajo encima de sus piernas. Laura pegó un chillido al sentir aquella mano chocar en una de sus nalgas.
—No me gustan las mentiras, Princess —recalcó. Laura pensó que la iba a pegar, pero un escalofrío sintió porque Lucci estimulaba esa zona con caricias—. ¿No te acuerdas que te dije que soy detective?
—M-Me acuerdo… p-pero ¿cómo…?
—Tengo mis contactos. De hecho, estoy de incógnito para averiguar las verdaderas intenciones de Mr. Joker, pero encontré oro —rio con suavidad—. Y no pensé que la tuviera en mis manos.
Dos personas que ya saben su identidad. Ella giró un poco la cabeza para verlo, pero él la agarró obligándola a que la mantuviera como estaba. El cuerpo de la chica no paraba de temblar por las caricias de Lucci. Su rostro se sonrojó al notar un pequeño bulto crecer en la entrepierna del moreno.
—N-No soy gran cosa, Lucci-san —tartamudeó.
Él agarró sus cabellos con firmeza para tirar y quedara arrodillada en el sofá. La otra mano sostenía su mentón. Laura estaba temiendo por su vida. Aquellos dedos empezaron a recorrer por cada vena que formaba en su cuello a lo que ella respondía con leves suspiros. Lucci estaba tanteando terreno hasta quedarse por la zona de la yugular y hacer un poco de presión.
—Pues a mí me despiertas interés —susurró cerca de su oído—. Si tu supieras los sueños eróticos que tuve contigo, comprenderías mi gran necesidad de follarte como un animal. Morder tu piel para demostrar que eres mía.
—Hay más mujeres aparte de mí —recalcó.
—Creo que no estás entendiendo nada, Princess. Un macho hace todo lo posible para escoger a su pareja, ya sea con la forma de sus cuernos o realizar alguna habilidad.
—N-No somos animales…
—Yo sí lo soy —dijo, atreviéndose a morder el lóbulo de la chica—. Tengo el derecho de coquetearte a mí manera. Caerás ante mis pies y te será difícil olvidarme.
Laura no estaba segura cómo tomarlo. Sin esperarlo, aquel hombre la besó con furor con un toque de desesperación hasta soltar un gruñido de pura satisfacción. Es como él se lo habría imaginado. Besar a la joven activaba en él una excitación difícil de apagar. Hizo un movimiento brusco para que Laura abriese la boca y pueda explorar a la perfección su cavidad bucal. Ella, en cambio, se agarraba a las ropas del moreno pensando que se iba a desvanecer.
Los pulmones aclamaban aire y eso le disgustó demasiado a Lucci; se separó con mala gana dejando que Laura tomara bocanadas de aire. Esas mejillas sonrojadas y la lengua casi fuera lo invitaban a seguir. Una sonrisa cínica surcó en sus labios y apretó el cuello de la joven casi con intenciones de asfixiarla. Ella reaccionó agarrando las muñecas de este pensando que la iba a matar. Típica respuesta del ser humano.
Lucci no tuvo problemas en levantarse con ella y obligarla a acostarse en el suelo, en la alfombra. Laura estaba indefensa. Sus piernas le estaban fallando por falta de oxígeno. Pero poco a poco iba aflojando el agarre dejando que Laura respirara. Ella desconocía las intenciones de ese hombre. Un suspiro se le escapó ante las manos de Lucci que acariciaban la zona pectoral.
Las mejillas de la chica se tornaron rosas porque se acordó que el enganche del sostén se situara por delante y no al revés. Más fácil se le puso a Lucci. Un clic escuchó y sus pechos fueron liberados por aquella prenda. Él no perdió el tiempo de agarrarlas con ambas manos para moverlas con posesión. La chica solo temblaba y dejaba que ese hombre hiciera lo que quisiese.
—Tan sumisa y apetecible —susurró Lucci. No dejaba de amasar aquellas carnes voluminosas, incluso añadió morder en su cuello de forma erótica.
—L-Lucci… —gimió.
Él respondió con una pequeña sonrisa porque le gustó muchísimo ese sonido. El ambiente se volvió un poco candente; uno no puede negar que le gustaba demasiado. Laura cerró los ojos y mordía de vez en cuando el labio porque Lucci pellizcaba y tiraba sus pezones con fuerza.
—Sí, está claro que eres una chica sumamente interesante. Estoy dispuesto a dejarte marcas para que te mires al espejo y me recuerdes.
Este hombre está dispuesto a todo. No quería apoyar las manos en él porque a lo mejor Lucci reaccionaría mal. Ella se relajó completamente porque Lucci dejó de torturarla y aprovechó la ocasión para quitarse las ropas de la parte superior. Un cuerpo esbelto bien trabajado. Sus mejillas estaban rojas. ¿Por qué todos los hombres que le ha tocado tienen que ser atractivos? Ella no entendía demasiado.
Entonces él volvió a la rutina de antes, pero sustituyendo sus manos con su boca. Los gemidos resonaban en toda la habitación porque el hombre no tenía tanto reparos en jugar y morder con vehemencia aquellos botones. Eso sí, Laura reaccionó agarrando los cabellos de este. No se molestó. En absoluto, lo incendió más así que prosiguió aumentando más el ritmo y guio una de sus manos para acariciar por encima de sus bragas.
Una risa socarrona soltó porque notó aquella prenda mojada. Estaba claro que Laura tenía algo especial que llamó su atención. ¿Será receptiva tal vez? Lo está averiguando por sí mismo. Encima ella no cerró en ningún momento las piernas, todo lo contrario. Las mantenía abiertas para recibir más esas caricias, incluso movía sus caderas. Laura estaba sumida en el placer.
—Quédate aquí —ordenó.
Laura no iba a desobedecer. No porque no estaba segura de lo que sería capaz Lucci. Él se levantó para caminar hacia el armario donde encontrará todo tipo de juguetes o lubricantes para jugar con ella. Los ojos oscuros del detective se postraron en un cajón que abrió y una sonrisa sombría se cierne en sus labios. Él tomó aquellos objetos y volvió hasta ella, pero durante el camino se quitó las últimas prendas.
Laura desvió la mirada porque le daba vergüenza mirar su hombría —y eso ha visto unos cuantos—. Lucci la obligó a girarse para que quedara acostada boca abajo y luego tomó sus manos para colocar unas esposas esponjosas. Sí, definitivamente a Lucci le encantaba este tipo de juegos. Un grito de sorpresa se le escapó al recibir una palmada bien fuerte en una de sus nalgas.
Después él levantó sus caderas para exponer más su trasero. Laura se estaba muriendo de vergüenza hasta que un gemido soltó al sentir aquella hombría restregarse en su trasero aún cubierto por las bragas. Pero Lucci metió su miembro entre ellas para notar más la fricción. Los dos no paraban de gemir porque es demasiado erótico. Él agarró aquellas esposas para que Laura no se moviera tanto. Ella se mordió el labio porque se estaba excitando demasiado.
Lucci se hartó un poco de esa sensación y dio el siguiente paso; para ello, tomó aquella prenda para bajarla y agarró un lubricante con efecto calor para untarlo en su miembro. Un gemido de satisfacción soltaron ambos. Una sintió aquella carne llenarla por completo y otro notó la vagina de esta aprisionar su hombría. Imposible volverse loco y más si añadió aquel lubricante.
Lucci no dudó en moverse con bastante rapidez en su interior demostrando su gran salvajismo. El sonido de los choques de ambas pieles es excitante. Realmente Lucci no quería parar. Él inclinó su cuerpo para profundizar aquellas estocadas y agarró los cabellos de Laura tirando un poco de fuerza importando si su peinado se deshace. Está bastante excitado para que le dé mucha importancia. Añadió las palmadas en ambas nalgas para encender más la situación.
Unas cuantas lágrimas resbalaban por el rostro de Laura porque le estaba quemando la vagina y no es dolor, sino un placer que estaba creciendo demasiado. Una mordida sintió fuerte en su hombro. Lucci ha sacado su lado dominante con ella. Él ya lo dijo: le dejará marcas.
—¡L-Lucci!
—Tus gemidos me indican que te está gustando demasiado, Princess —comentó—. Te gusta que te den duro, ¿eh?
Le daba vergüenza admitirlo, pero desde que tuvo la experiencia con King, solo deseaba que la rompieran en dos y lo estaban consiguiendo. Un grito de sorpresa se llevó porque Lucci tiró con más fuerza sus cabellos obligando a elevar su cuerpo quedándose casi pegada al suyo. Los ojos de Laura se pusieron en blanco por el placer que estaba sintiendo en esos instantes. Encima las mordidas que proporcionaba Lucci no ayudaban muchísimo.
—M-Más… —suplicó.
Lucci no tendría problemas con esa petición.
—Está bien, pero solo lo haré si me dejas hacer una cosa.
—L-Lo que sea…
Grave error. Lucci se separó de golpe dejándola con un gran vacío; un sonido de sorpresa soltó porque notó un dedo acariciar su ano. No. Un momento…
—E-Espera…
—Dijiste lo que sea, Princess. Ahora no te puedes echar para atrás.
—Y-Yo nunca… —iba a confesar.
—Entonces eres virgen aquí —terminó la frase para luego reír un poco—. Odio ser cuidadoso, pero siendo tú haré la excepción.
Cierta incomodidad y calor se notó en aquella zona. Lucci echó un poco aquel líquido e iba haciendo círculos alrededor de aquella zona hasta atreverse a meterlo. Laura volvió a cerrar los ojos para no pensar mal. Otro dedo metió viendo que ya se estaba dilatando suficiente hasta que los retiró. La chica agredecía que acabara, sin embargo, un gemido ahogado hizo eco en la habitación porque él metió un pequeño juguete que empezó a vibrar.
—L-Lucci…
—Ahora vas a sentir doble placer, Princess —dijo, volviendo a entrar en ella—. Esta vez te volverás loca de verdad.
Es como si la estuviera penetrando el doble. Los gemidos eran más fuertes y altos que antes. Ya Laura no podía controlar esas sensaciones. Lucci no parará hasta quedarse satisfecho. Ella agarraba con firmeza la alfombra sintiendo que se iba a desmoronar. Sí, su cuerpo no iba a aguantar mucho más. Y el orgasmo llegó para ambos. El moreno estaba sorprendido, pero se quedó satisfecho ante este resultado.
—Uhm, me hubiera gustado follarte por el culo, pero eso será en otra ocasión —dijo con una sonrisa cínica, pero se volvió un tanto serio—. ¿Estás bien?
Esa pregunta sorprendió a Laura. Pensaba que Lucci no era una persona que se preocupara.
—S-Sí… ha sido intenso —se sinceró.
—Esa respuesta me ha gustado. Ahora escucháme con atención, Princess —la llamó—. Como ya te dije, estoy de incógnito. Ya hemos descubierto quién es el cabecilla de todo esto. Pero ese es el objetivo principal del Gobierno. El mío eres tú —confesó a lo que agarró su cuerpo para levantarla—. Será difícil sacarte de aquí, pero nos hemos visto afuera de estas paredes. Si quieres más de mí, no dudes en contactar conmigo porque yo estoy encantado.
🎭🎭🎭🎭
¡Se metió en un buen lío! Ahora tenía dos números de dos hombres diferentes a Katakuri. Laura quería llorar. No podía ser infiel a la persona que más quiere, aunque comprendiera su situación. No los llamará. Lo tenía más claro que el agua.
La chica estaba enfrente del casino, tal como le dijo Yamato. Solo esperaba que la chica no tardara tanto. No le gustaba estar sola y que la gente la miraba con cierta extrañeza. Dentro de un rato empezará la actuación de Uta.
Hace mucho tiempo que no sabe nada de ella porque se hizo famosa de muy joven y está de un lado para otro yendo a diferentes actuaciones. Aún mantenían el contacto, pero cada vez la distancia se iba intensificando.
—¡Laura!
La voz de Yamato hizo que la nombrada se asustara un poco. Vio a la peli-blanca acercarse. Joder, a veces se olvidaba que la chica es alta de narices. Es normal, su padre es un mole de dos metros.
—Siento la tardanza. Tuve que hacer esquivos para que me dejaran en paz.
No quiso preguntar.
—¡Vamos! ¡¿A qué estamos esperando?!
Yamato agarró la mano de Laura para tirarla con mucha fuerza. Había bastante gente, pero con suerte Yamato pudo conseguir una mesa para ambas. Ventajas de ser hija de uno de los emperadores.
Ya la gente estaba aclamando a que hiciera acto de aparición Uta y solo tardó unos minutos para que saliera al escenario. La joven de cabellos rojos y blancos dio las gracias al público por haber venido en este gran momento. La donación que se recolectó se dará para los más necesitados. Salió a su padre en ese aspecto.
Uta comenzó a cantar escuchando el barullo de las personas. Yamato estaba super ilusionada. Laura no tanto porque no estaba disfrutando demasiado. A ver, cinco de seis. Ya vio sus rostros. Katakuri confesó sus sentimientos hacia ella y dos de ellos le entregaron su número, pero ella estaba segura que solo la querían para saciar sus necesidades. ¿Por qué aceptó? ¿Por miedo? ¿O por la experiencia? Katakuri también lo hizo bien.
El camarero se iba acercando para tomar nota y Laura iba pidiendo unas cuantas bebidas. Eso preocupaba demasiado a Yamato porque conoce muy bien a Laura y ella nunca llegaría a punto de querer emborracharse. Algo pasaba. Y no parece que estuviese disfrutando de la velada.
Treinta minutos de concierto pasaron y la joven borracha perdida y pidió otro mojito más, pero Yamato se lo impidió.
—¡Déjame! —le gritó.
—Para ya. Estás haciendo escándalo —le dijo.
—¡Me da igual! Tú… no eres mi madre —hablaba como una verdadera borracha.
—No, pero soy tu amiga. —Ella se levantó para ayudarla a sacarla de ese lugar—. Y nos vamos de aquí, no te encuentras bien.
Laura no paraba de decir groserías porque Yamato no era nadie para sacarla de ahí. Yamato iba a tener mucha paciencia ante el comportamiento de su amiga. Se disculpó por sus adentros a Uta, pero esto es urgente. Cuando estuvo a punto de salir, vio a dos personas y no le agradó su presencia.
—¡Estoy harta de que ese gordo os mande para que me vigileis!
—Es la futura heredera de la empresa, Yamato-san.
—¡Sé más duro con ella, Jack! —le gritó su compañero Queen.
—Tsk, no tengo tiempo para esto. Tengo que llevar a mi amiga a su casa.
—Yo me encargo.
Y el tercer miembro del trío apareció también. Ese Lunaria que siempre estaba presente.
King.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top