ATAQUE AL CORAZÓN
Le café de Charlotte era una tienda enana, muy cálida y acogedora, regentada por la señora Charlotte y su hija Claudia. Era un sitio al que Alya le gustaba mucho ir por su famoso chocolate a la taza y sus bizcochos de lima y sus tartaletas de melocotón. De cara al público solo existían tres habitaciones a cada cual más pequeña que la anterior: la entrada, la biblioteca y el baño. Todas dependencias decoradas con muebles viejos reacondicionados, paredes cubiertas de papel pintado y suelo brillante y desgastado de madera; distribuidas para aprovechar el espacio lo mejor que podían.
En la entrada solo estaban el mostrador y una pequeña mesa para dos personas junto a la ventana. La biblioteca le recordaba a Marinette al dormitorio de Adrien en cierta forma. Era muy alta y una de las paredes estaba cubriera por unas gruesas estanterías empotradas llenas de libros. Había una preciosa escalera metálica pintada de negro que daba a la plataforma que daba a la parte alta de la biblioteca, aunque no permitían a nadie subir ahí. Bajo la escalera, escondido, había un juego de sillones azules y una mesa ratona que parecía tener más años que Alya y Marinette juntas. Había una mesa con cuatro sillas en la otra esquina de la habitación, cerca del baño.
—Bien —comenzó a decir Alya en cuanto la Claudia se marchó con la comanda—. No puedo decir que me lo veía venir, pero lo hacía.
Alya se echó atrás en el sillón que ocupaba, sin quitarles la vista de encima a Adrien y a Marinette.
—No te hubiera traído vestido de sardina si no fuera algo serio.
—¡Alya!
—Era un pez gato —la corrigió Adrien.
—¿Eso es lo que te ofende? —preguntó Marinette.
—Soy más elegante que una mera sardina.
—Claro, qué hay más elegante que un traje de cuerpo entero de goma eva —bromeó Marinette.
—Te olvidas de mis bigotes.
—Esos bigotes solo eran admirables en el salvaje oeste.
—Pero fueron considerados elegantes, ¡había hasta productos para cuidarlos! Y yo reivindico el empoderamiento del mostacho.
—Una cosa es tener un mostacho, otra unos bigotes de gato, y algo muy diferente es tener las antenas de radio que tenía tu pez en los morros.
Marinette y Adrien siguieron su conversación sobre peces, ajenos a la mirada fija de Alya sobre ellos dos.
—Bueno, veo que los ánimos van bien —interrumpió Alya, sobresaltando a Adrien.
—¿Sí? —preguntó Adrien, avergonzado por haberse dejado llevar.
Se había acostumbrado a ser él mismo junto a Marinette, pero aún le costaba un poco que los demás lo vieran así. Aunque se seguía esforzando y mandaba a paseo la voz en su cabeza que le decía que estaba siendo una vergüenza y que no sabía comportarse.
—Marinette está de mejor humor desde que empezó a salir contigo, así que supongo que si estaba tan afectada era culpa tuya —comentó Alya, directa a la yugular.
—Alya... —la llamó Marinette, severa, en un intento de reprenderla.
—Solo estoy asegurándome de que todo va bien —dijo Alya, sin quitarle la vista de encima a Adrien—. Sé que no se puede evitar, las cosas malas pasan, la gente discute, pero no me gusta nada ver a mi amiga llorar y no poder hacer nada.
—Alya —la llamó Marinette de nuevo.
—No, espera —dijo Adrien, tomándole la mano a Marinette—. Creo que la entiendo. Si te viera llorar y no pudiera hacer nada para evitarlo, también me frustraría.
—¿Ves? —apuntó Alya—. Él lo entiende.
Marinette suspiró, llevándose la mano libre a la frente en un intento de mitigar el dolor de cabeza que le producía la tensión.
—Luego no digas que no te lo advertí.
—Vale —le respondió Adrien con una sonrisa suave, acariciándole durante un momento la palma de la mano.
—Bueno, lo importante primero, ¿está todo bien? ¿Drama solucionado?
Adrien y Marinette cruzaron miradas durante un momento antes de responder.
—Sí —respondieron a la vez.
—Ajam... Entonces —. Alya iba a lanzarles su siguiente pregunta cuando Claudia les interrumpió.
—Tres chocolates, ¿verdad? —recordó Claudia con una sonrisa gentil.
Claudia siempre era amable y divertida, solía hacerles bromas a Marinette y a Alya cuando las veía en el café, pero también tenía un buen instinto. Se dio cuenta rápido de que los ánimos estaban particularmente extraños en la mesa y prefirió guardar las bromas para otro día. Sirvió tres tazas de porcelana, con un precioso diseño exterior floral de distintos colores, usando unos delicados platos como base. El chocolate estaba humeante y denso, y olía de maravilla. Al lado de la taza, apoyada en el plato, había una galleta de mantequilla.
—Muchas gracias —dijo Marinette, tomando su taza con cuidado.
—¿Algo más?
—Por ahora no, gracias —respondió Alya después de lanzarles una mirada a los otros dos para ver si tenían la intención de pedir algo. Marinette ya se había llevado la taza a los labios y Adrien se estaba comiendo la galleta, así que estuvo segura de que no.
—Que disfruten —se despidió Claudia antes de marcharse.
—Bien... —meditó Alya agarrando la taza por su asa dorada—. ¿Por dónde iba?
—Creo que estabas sometiendo a Adrien a un tercer grado —apuntó Marinette.
—Dicho así parece que me fuera a someter a un interrogatorio.
—Eras tú el que se puso valiente antes, ahora te aguantas.
Alya apretó el borde de la taza entre sus labios para ocultar la sonrisa y tomó un sorbo de chocolate.
—¿Y cómo surgió todo esto? —preguntó Alya—. No me dio la impresión de que os pusierais a intercambiaros los números cuando nos vimos aquella vez.
—Se lo pidió a Chloé después de la fiesta —bromeó Marinette, logrando que todos se echaran a reír.
—Te habría dado un número equivocado fijo —aseguró Alya—. Y después habría montado un show en el instituto.
Marinette reprimió un escalofrío.
—Todavía no lo sabe, ¿verdad? —le preguntó Marinette a Adrien.
—No, pero tendré que decírselo. Mejor que se entere por mí a que le llegue cualquier rumor y estalle —suspiró Adrien.
—Cómo reaccione a esto no será culpa tuya —dijo Marinette.
—No, pero sé cómo es Chloé cuando se siente herida. Y tú eres un tema sensible para ella.
—Bueno, es recíproco —apuntó Marinette, rodando los ojos.
—Por decir poco... —comentó Alya.
—Es mejor que hable con ella en un entorno tranquilo para evitar que las cosas se desmadren —aseguró Adrien—. Tengo fe en eso.
Marinette y Alya cruzaron miradas de duda.
—Bueno, por intentarlo que no quede —dijo Marinette en señal de apoyo.
—Volvamos al tema, ¿cómo es que empezaron a salir?
—Pues realmente fue en una partida de Miraculous...
—¿En el videojuego? —preguntó Alya, sorprendida.
Marinette se envaró en el asiento y Adrien la miró por el rabillo del ojo, confundido.
—¡Sabía que jugabas! —le dijo Alya a Marinette—. Te lo tenías bien escondido, pero lo sabía.
—¿Eso es un problema?
—Siempre que le hablaba de mis partidas se quedaba en babia y me decía que no lo conocía mucho, aunque es verdad que eso fue hace tiempo, ¿te picó la curiosidad al final?
—Podría decirse, sí —contestó Marinette, evasiva.
—¿Y luego, qué pasó?
—Pues realmente fue un poco accidental, antes de saber quienes éramos la conocí con mi identidad de ChatNoir.
—Espera un momento... ¿Tú eres ChatNoir? ¿El que encabezó los rankings de la temporada junto a Ladybug?
A Marinette le saltó el corazón en el pecho dolorosamente y tuvo que hacer un esfuerzo por acordarse de respirar.
—Sí, ese es mi usuario.
—Así que la fama te precede incluso en el juego. Y entonces, ¿conoces a Ladybug?
Las preguntas de Alya cambiaron rápidamente de foco y Marinette sabía por qué. Llevaba tiempo investigando su usuario. En el blog que tenía sobre el juego, con entrevistas y reportajes de todo tipo, muchos de sus artículos estaban enfocados en Ladybug. Marinette se preguntó si iba a tener un ataque al corazón en aquella misma habitación. Le apretó con más fuerza de la esperada la mano a Adrien, en un impulso, logrando llamar su atención.
—Solo nos conocemos en el juego —le mintió Adrien—. ¿Por qué la pregunta?
—¡Oh, vaya! —se lamentó Alya—. Tengo un blog dedicado a ella, el Ladyblog.
—¡Así que lo escribes tú! —exclamó Adrien—. Lo he leído.
—¿En serio? —preguntó Alya, ilusionada—. Llevo mucho tiempo intentando conseguir una entrevista con ella, pero no hay manera.
—Creo que lo tienes difícil —le reconoció Adrien—. No le gusta mucho sentirse el centro de atención.
—No puedes ser una de las mejores jugadoras del país y no ser el centro de atención —se quejó Alya—. Y tú tampoco eres fácil de encontrar, ¿lo sabías? También he intentado entrevistarte a ti.
—Por el momento es mejor dejarlo todo como está —le respondió Adrien con una sonrisa educada—. Demasiados cambios de una sola vez.
Miércoles, 30 de marzo de 2022
¡Hola a todos, lindas flores!
Este fue un capítulo lindo de escribir. Me encanta que Alya esté en modo VamosAVerQuienEresTúYQuéHacesConMiMarinette sin que eso la lleve al terreno de ponerse intimidante ni abusiva. Que exista ese factor de humor y de buen rollo incluso en las preguntas serias porque, al final, Alya quiere asegurarse de que Marinette está bien y que Adrien es un buen chico en realidad. La discusión de los bigotes de gato es una estupidez, pero me hizo reír muchísimo. También porque me imaginé a Adrien con bigote y por poco me muero de risa por el shock.
Con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!
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