🦇Capítulo 27: Al completo🦇

Palidecí. Momentos después, arrebató la comida de mis manos y la dejó caer al suelo, sin importancia alguna. Dios...

-Dime, Hécate, ¿dolió cuando Shin te mordió ferozmente? Responde.

-Sí...- Balbuceé, asustada.

-Entonces conmigo permanecerás al borde de la muerte. Hazte a la idea de que no saldrás de aquí hasta que esté completamente satisfecho. No solo en el aspecto de saciar la sed, sino también por el hecho de que ansío escuchar tus llantos. ¿Te quedarás sin aire de tanto llorar?

Retrocedí, espantada. Sin embargo, el seguía aproximándose a mí.

-Te lo arrebataré todo, bruja. Hasta el último hálito de consciencia.

Choqué con la cama y caí en ella. Rodé para intentar pasar por encima del lecho y escapar, no obstante, unas manos me agarraron por detrás y me obligaron a mirar de frente a la persona que ahora se encontraba encima mía.

-Suplica.

Los labios me temblaban.

-He dicho que supliques.

-Por favor, no me hagas daño...- Imploré, al borde de las lágrimas.

-Sí, eso es... Ten miedo.

Se quitó uno de los guantes y con su dedo pulgar acarició mi labio inferior, con deleite.

-Me pregunto cómo será beber tu sangre desde aquí...- Murmuró, acercando su boca a la mía.

Algo punzante se clavó en el bezo. Gemí y escuché los sonidos procedentes de su succión.

-Es horrible... Aunque ya lo suponía...- Pausó, lamiendo la zona afectada.- Cuanto más te muerda, mejor será la calidad de este líquido carmesí. Entrégate a mí, Hécate.

Giré el rostro, evitando el suyo.

-Así que esas tenemos, eh... Muy bien, será por las malas.

Aparecieron unas esposas en sus manos y temí. Forcejeé todavía más pero no solucionó absolutamente nada, solo hacía que se enfadara más y más. Tomó violentamente mis muñecas y las encadenó. Luego, las alzó y las sujetó en uno de los barrotes que tenía la cama en el cabecero.

-Ya no puedes escapar.- Sentenció.- De mí.

Desgarró mi jersey y clavó de nuevo sus colmillos en la clavícula izquierda. No pude evitar dejar escapar otra mueca de dolor. Las lágrimas recorrieron mis mejillas en poco tiempo. Incluso alzó la vista y lamió una de aquellas gotas provocadas por la humillación y la impotencia.

-Es... ¿Dulce?- Susurró, sorprendido.

Sus ojos se encontraron con los míos y quedó totalmente perdido en ellos. Entre la inconsciencia y la locura, estallé. Vociferé un gran grito y, de repente, las ventanas de la habitación se abrieron de par en par, con un gran y monstruoso sonido. El poderoso viento se adentró y empujó al fundador, quien cayó al suelo y consiguió amortiguar la caída a duras penas.

-Imposible...- Musitó, atónito.

Debido a la conmoción, Shin entró alarmado al cuarto de su hermano y, al ver semejante escena, la mandíbula casi se le desprendió de la cara.

-¿¡Qué está pasando!?- Exclamó el joven del parche.

-¡Ha desbloqueado sola el elemento viento!- Respondió Carla, esforzándose por no salir disparado contra la pared.

El aire era tan fuerte que el muchacho de melena salmón se vio obligado a sujetarse del marco de la puerta.

-¿¡Y cómo hacemos que pare!?

-¡No lo sé!

Los pulmones me dolían. Era una sensación mortífera.

-¡Hécate!- Llamó el albino.

Le miré, confundida.

-¡Tú eres quien lo ha invocado porque se ha percatado de que estabas en peligro! ¡Puedes hacer que desaparezca! ¡Tienes el poder necesario!

Apreté los dientes y los puños. No puedo... No puedo... Me cuesta... Respirar...

-¡Hécate!- Llamó otra voz. Esta vez era Shin, quien se agarraba a los muebles y a las paredes para llegar hasta mí.

Las lágrimas volaban desde mi rostro. Tras gran esfuerzo, triunfó en el intento de acercarse hacia el lecho donde permanecía recostada y encadenada. Rodeó mi cuerpo con el suyo y me cubrió del fuerte viento. Agachó la mirada.

-Estoy contigo.- Susurró.

Fue tal la calma que me proporcionó esa pequeña frase... Que comencé a respirar.

-Basta, por favor...- Pedí.

Tras mi encargo, el fuerte viento cesó igual de rápido que como entró. El ambiente se tranquilizó y dejé de sollozar, agotada.

-¿Ya ha terminado?- Preguntó el rey de los fundadores, levantándose extrañado y desorientado.

-Eso me temo.- Respondió su hermano.

Ambos dirigieron su mirada hacia mí.

-No esperaba que manipularas el viento tan rápidamente y de manera totalmente inesperada...- Confesó Carla.

-Yo... Tampoco...- Logré decir, con los labios temblorosos.

Shin aprovechó para rebuscar en un cajón de la cómoda contigua a la cama y sacó una pequeña llave. Metió el objeto en el cierre de las cadenas y me desposó. Cuando lo hizo, me incorporé y me levanté, casi sin fuerzas.

-Eh, eh, espera.- Demandaba el hermano menor, intentando acercarse.- No vayas tan rápido.

No sabía si apartarme o no de él. Me encontraba en un momento muy crítico en el que ni siquiera sabía lo que estaba pasando a mi alrededor. Cada vez oía las voces más lejanas y, por si fuera poco, los restos de las lágrimas ensuciaban mi vista. Notaba cómo mi cuerpo se tambaleaba de un lado a otro.

-Llévala a su dormitorio.- Encargó el mayor.- Y que no salga bajo ningún concepto hasta que yo lo diga.

-De acuerdo. Vamos, Hécate.

Se dirigió hacia la puerta, pero no me moví. Pensaba que si daba un paso más, me caería al suelo en redondo. Miré absorta al frente, sin saber qué hacer. Entonces, unos fuertes brazos se posaron bajo mis rodillas y mi espalda, me levantaron, y no pude evitar alzar la vista y contemplar el hermoso rostro del fundador con un parche negro como el azabache.

Salimos y me transportó a través de los pasillos.

-¿Por qué?- Cuestioné, débil.

-Calla y duerme.- Interrumpió, con una sonrisa.

Sin remedio alguno, descansé mi cabeza en su pecho y cerré los ojos.

(...)

Percibí algo frío sobre mi frente. Ascendí los párpados y divisé la cara de Ruki a pocos centímetros de mí.

-Oh, lo siento, ¿te he despertado?

-Sí, pero no para nada, hehe.

-Había posado mi mano en tu frente y... Al parecer he distorsionado tu sueño.

-Más importante, ¿cómo estás? Bitch-chan, estuvimos preocupados todo este tiempo. Ese fundador te trajo inconsciente y pálida. Además, tienes mordidas muy feas y unas marcas en las muñecas.

Al recordar lo que sucedió ayer, mi corazón dio un vuelco. Les hablé sobre lo que pasó y sus expresiones se ensombrecieron.

-Ya veo... Menudo golpe más bajo...- Masculló el Mukami.

-Nunca pensé que Carla te haría algo así... ¿O sí? No lo sé, pero me ha sorprendido... Ya sé, ¿por qué no te das un baño? De esa forma te calmarás mucho más rápido.

-Sí, tienes razón... Iré al aseo, ¿vale?

Los vampiros asintieron. Caminé hasta el cuarto y cerré la puerta. Abrí el grifo de la bañera y me desnudé. Cuando noté que el agua estaba tibia, me adentré en ella.

Ah, algo como esto siempre viene bien para calmar los nervios, ¿verdad? Suspiré y dejé que la espuma se esparciera por la tina.

-Oye, Hécate-chan, ¿qué te parece si te ayudo a limpiarte?- Interrogó una voz familiar detrás mía.

Giré la cabeza y vi a Laito con una sonrisa maliciosa.

-¿¡Qué haces aquí!? ¡Fuera ahora mismo!

-No alces el tono de esa manera o alguien se dará cuenta de que Ruki y yo estamos aquí, ¿sí? Venga, Bitch-chan, solo la espalda, ¿qué te parece? Confía en mí, ¿vale?

Cansada, accedí. Soltó una divertida carcajada y tomó una esponja. La frotó por mi piel y relajé los hombros.

-¿Ves? No está nada mal.

-Cierto. Muchas gracias, Laito. Ha sido un gesto muy amable por tu parte.

-¿Te gusta que sea amable? En ese caso, me esforzaré en serlo mucho más de ahora en adelante.- Dijo, posando suaves besos sobre mi nuca.

Provocó tal susto en mí que me di la vuelta y agarré inconsciente su mano, nerviosa. De rodillas en la bañera, le fulminé con la mirada.

-Eh, eh, Hécate-chan, solo estaba siendo gentil, ¿no era lo que querías?

-Pero eso y esto son cosas completamente diferentes, ¿no crees?

-Aunque yo que tú me preocuparía más por el hecho de que estoy viendo algo íntimo. Bitch-chan, eres más hermosa de lo que pensaba.

Agaché la mirada y vi que acababa de divisar mi torso desnudo. ¡Me cago en la puta!

-¿Qué está pasando aquí?- Interrogó Ruki, entrando repentinamente en el baño.

Al ver lo mismo que el Sakamaki, soltó una mueca de sorpresa y volvió a cerrar la puerta rápidamente.

-Nfufu... Creo que se ha ruborizado y todo... Bueno, no te molestes, Hécate-chan. Será nuestro pequeño secreto, ¿vale? Te dejaré disfrutar del resto del baño. Adiós.- Despidió, con cierta melodía juguetona.

Resoplé y admiré el agua. ¿Cómo conseguiría conectar con ella? Curiosa, deshice el moño que preparé para bañarme. Acto seguido, me adentré completamente en el líquido con los ojos cerrados.

Siempre me habían gustado las sirenas. Bellas, fuertes y... Acuáticas. El hecho de poder respirar bajo el mar me producía emoción. No era la primera vez que soñaba con bucear infinitamente y sin ayuda de algún cacharro lleno de oxígeno. Un momento... ¿Cuánto llevo sumergida?

Abrí los ojos incluso dentro del agua mas no sentía nada. Pero lo más sorprendente era que... Podía respirar. ¿Cómo? No lo entiendo... ¿Habré conectado sin darme cuenta con el elemento? Si ese era realmente el caso, significa que... Ya he dominado al completo lo necesario para aprender otros ámbitos mágicos como la sanación. Ayato, Kou... Queda poco para vuestra libertad.

De repente, escuché fuera del baño:

"Lo sabía... Así que estábais aquí, vampiros".

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