🦇Capítulo 24: Intrusos🦇
Contenta por mi victoria, me posicioné al lado de Shin.
-Oye, ¿puedo coger unas flores? Es para decorar mi habitación y tener al elemento cerca. Me hace mucha ilusión, por favor.
-Haz lo que quieras.- Contestó, desinteresado.
Agradecí y caminé hasta unos matorrales. Había algunos brotes dañados, así que decidí quedármelos y cuidarlos hasta que estuvieran mejor. Luego los volvería a plantar aquí fuera. Tomé los capullos y fui a mi habitación, seguida del hermano menor del albino.
Cuando llegué, el muchacho se despidió y me advirtió que no saliera hasta nueva orden. Obediente, hice caso y puse las flores en un jarrón con agua. Suspiré y me senté en la cama.
(...)
Al tiempo, escuché aullidos. ¿Qué estaría pasando? Curiosa, me asomé a la ventana y divisé al fundador del parche dándole órdenes a los lobos, quienes comenzaron una búsqueda alarmada. ¿Habría entrado alguien inesperado al territorio?
Intrigada y temerosa, me alejé de la ventana. Pero, inmediatamente después, alguien rozó mi hombro detrás mía. Asustada, giré la cabeza y encontré a cierta agradable y nostálgica presencia.
-Bitch-chan, me ha sido complicado encontrarte, ¿lo sabías?- Comentó, agotado.
-¡Dios mío, Laito! ¿Qué haces aquí? Te están buscando por todas partes, tienes que salir de la mansión.
-¿Preocupada por mí? Oh, qué detalle por tu parte, Hécate-chan.
-¡Déjate de tonterías! ¡Ayato y Kou están en una celda! ¡Y tú tienes que huir ahora mismo!
Sin embargo, levantó la mano en señal de silencio. Callé. Instantes después, apareció otro sujeto.
-Nos volvemos a ver, Hécate.- Saludó Ruki, con la respiración agitada.
-¿¡Por qué habéis venido!? ¿¡Queréis que os maten!?
Entonces, escuchamos pasos lejanos acercándose. Mierda. Los vampiros intercambiaron una mirada de peligro y se dispusieron a abrir la ventana para escapar. No obstante, les agarré del brazo.
-Os cazarán si vais por ahí. Está Shin.
Miré dubitativa las flores que rescaté del jardín. ¿Podría esconderles a ellos como hice conmigo en su hora? Era arriesgado, pero necesario. Me acerqué al jarrón.
-Ocúltalos del peligro.- Ordené.
-No veo sentido hablarle a un brote podrido.- Debatió el del pelo azul, mosqueado.
-Silencio.- Interrumpí.- No os mováis hasta que yo lo diga, ¿de acuerdo? Confiad en mí.
Al no haber otra posibilidad, permanecieron inmóviles. Tras unos minutos que pasaron como horas, se abrió la puerta. Los vampiros dejaron escapar una desapercibida mueca de sorpresa, pero siguieron quietos como estatuas.
-Hécate, ¿has notado algo raro?- Preguntó Carla, amenazante.
-No, ¿por qué lo dices?
-Olvídalo.- Finalizó, volviéndose de nuevo por donde había venido.
-¡Espera!- Supliqué.- ¿Ha pasado algo? He visto a Shin con los lobos como si buscaran a alguien.
-Hemos percibido la esencia de vampiros, nada más. No te hagas ilusiones innecesarias, bruja. Los mataremos en cuanto los veamos.
Callé y agaché la mirada. Luego salió de la habitación, frío y estoico. Oí los pasos alejarse hasta que se hicieron inaudibles. Bien, ha funcionado.
-Ya podéis hablar y moveros, pero con cuidado.- Avisé, tranquila.
A mis palabras, exhalaron un gran suspiro de alivio.
-¿Cómo es que no nos ha visto?- Cuestionó Laito, impactado.
-Él mismo lo ha dicho cuando la ha llamado "bruja".
-Entonces... ¿Eres de verdad una bruja?- Interrogó el joven del sombrero, aun más sorprendido.
-No lo sabía ni yo, lo prometo. Cuando entrasteis al mundo de los demonios, me di cuenta de que faltaba Kou. Ayato y yo fuimos a ayudarlo, pero acabaron atrapándonos a los tres. Carla usó su magia para tirarlos al suelo, pero no funcionó conmigo. Después de eso descubrí que tenía poderes, como los que acabáis de ver. De momento, es lo único que sé además de bloquear los hechizos enemigos. El rey de los fundadores me está enseñando a usar mis habilidades ocultas con el fin de aprender maniobras curativas con las que sanar a vuestros hermanos.
-Ya veo...- Murmuró Ruki.- Eso quiere decir que podríamos infiltrarnos aquí siempre que quisiéramos sin llamar la atención...
-Posiblemente.- Afirmó el Sakamaki.
-No, me equivoco.- Debatió, él mismo.- No podemos entrar aquí a nuestro antojo. Se darían cuenta del engaño. Una vez está bien, pero dos... Resultaría peligroso hasta para ti, Hécate...
-Cierto.- Comenté, pensativa.- Pero... ¿Por qué habéis venido?
-Para rescataros a todos. Obviamente sabíamos que era muy arriesgado. De hecho, si no hubieras usado ese poder... Estaríamos también en una celda, o peor, muertos.- Contestó el Mukami.
-No podéis llevároslos todavía, me temo. Conozco las celdas de esta mansión. Siempre las hechizan para que los rehenes no puedan salir o entrar a menos que un fundador lo desee. Llegar hasta ellos supondría un suicidio. Yo toqué los barrotes, pero no me pasó nada al ser bruja. Sin embargo, vosotros...
-Vaya, es más complicado de lo que parecía al principio...- Insinuó Laito, acomodándose su sombrero.
-De momento, quedaros cerca de mí o en el dormitorio, con las flores. Cualquiera de los dos sitios es un punto muerto. Será imposible para los fundadores encontraros.
-¿Sería posible ver las escaleras hacia la mazmorra?- Cuestionó Ruki.
-No lo sé, podría intentarlo. Tal vez consiga convencer a Shin de que me deje visitar la biblioteca y así pasar por delante de la entrada al calabozo.
Avancé hacia la puerta y giré por última vez la cabeza hacia los vampiros.
-Ya lo sabéis: no habléis y siempre a mi lado, ¿de acuerdo?
Asintieron y se posicionaron detrás mía. Acto seguido, abrí la puerta. Asomé la cabeza y caminé por el pasillo. Poco tiempo después, me encontré a Shin, agobiado.
-¿Qué demonios haces fuera de tu cuarto? Creí haberte dicho que te quedaras ahí dentro.
-Solo quería un libro.- Excusé. Aunque en parte era cierto. Me aburría un huevo en mi habitación.
-¿Un libro? ¿Y para qué diantres quieres uno?
-Porque me aburro. Además, si leo obras de magia, podré aprender más rápido, ¿no?- Supliqué.
El muchacho resopló.
-Eres un dolor de muelas, Hécate. De acuerdo, vamos, te enseñaré el camino hacia la biblioteca.
-¡Muchas gracias, de verdad!
Suspiró y me hizo una seña para que le acompañara. Caminé a sus espaldas.
(...)
Tras un rato, pasamos delante de las escaleras que conducían a las celdas y tosí. Esto llamó la atención de los vampiros, quienes se miraron entre sí y asintieron como diciendo: "entendido".
-¿Estás bien?- Preguntó.
-¿Qué? Ah, bueno, solo me pica la garganta. No es nada de lo que debas preocuparte, tranquilo.
-No me preocupaba, pero sigue soñando, es gratis al fin y al cabo.
Permanecí en silencio hasta que paramos delante de una puerta enorme.
-Esta es tu queridísima biblioteca, ¿vale? Puedes estar aquí cómoda y coger lo que necesites. Te mostraré la sección de magia.- Anunció, entrando.
-Es enorme...- Murmuré, mirando a todas las direcciones posibles.
-¿A que sí?- Afirmó, orgulloso.- En esa estantería está todo lo de hechizos.
Le miré de soslayo y recordé lo pretencioso que se sentía por ser fundador. Sonreí.
-¿De qué te ríes?
-Oh, nada, solo estaba pensando en que es muy importante para ti ser un primera sangre y que estás sumamente orgulloso de ello. Es admirable.
Quedó sorprendido ante mi declaración y evitó el contacto visual. Giró el rostro y divisé cierto tono rojizo en sus orejas.
-Claro que me siento bien de serlo. ¿Quién no lo haría? Es un honor.- Confesó, devolviéndome la sonrisa con otra más gentil que de costumbre.- Yo que tú también disfrutaría ser una bruja, Hécate. Nunca desprecies lo que eres y crece con fuerza. Y no tengas miedo. Lo único que hace es limitarnos.
-Deberías aplicarte a ti mismo ese consejo, Shin. Eres mucho más fuerte de lo que piensas.- Finalicé, avanzando hasta el estante que me indicó.
Quedó callado por unos minutos y luego dejó escapar una leve y suave risita. Después, abandonó la sala, no sin antes decirme que volvería una hora más tarde a por mí. Y una vez solos, miré a Ruki y a Laito.
-Las escaleras están situadas en una parte muy visible...- Susurró el Mukami, en desagrado.- No podremos acceder así como así.
-Sí... Será un problema más que añadir a la lista.- Afirmó el mayor de los trillizos.
-Bueno, tranquilos, ya encontraremos la forma de rescatarlos. Cuanto antes aprenda hechizos, antes los salvaremos, ¿verdad?- Contesté.
Le eché un vistazo a los libros. Divisé uno de curación y otro de ejercicios básicos. Empezaré por ahí. No puedo correr sin saber andar primero, ¿no? Alcé el brazo para alcanzar mis objetivos, pero no llegaba. De repente, noté una mano posada en mi cintura mientras que otra se deslizaba a través de mi extremidad en dirección ascendiente, consiguiendo coger los libros que ansiaba. Me di la vuelta, sorprendida.
-¿Ruki?
-¿Eran estos lo que querías?- Dijo, entregándome las dos obras.
-Sí.- Respondí, con cierto rubor en mis mejillas.- Gracias.
-De nada.
Me preparé para ir hacia las mesas donde poder leer, cuando me agarró del brazo y me acorraló en la misma estantería. Al tener recogida mi melena en una trenza, no necesitó apartarla. Supe que anhelaba mi sangre.
-Ruki, no lo hagas. Si huelen mi sangre, se enterarán de que algo está pasando.
Pareció percatarse del riesgo debido a mis palabras. Frunció el ceño y suspiró. Sin embargo, al escudriñar mi cuello con sus ojos, vio algo que no le gustó en absoluto.
-¿Qué pasa? ¿Por qué pones esa cara?
-Esas marcas, son de ese fundador... ¿Verdad?
Asentí.
-Quédate quieta.- Ordenó.
Obedecí y noté sus labios acariciar la herida. Que, aunque no sangraba, dolía como si lo hiciese. ¿La había besado? Me dispuse a abrir la boca, pero la tapó con su dedo índice y luego lamió con cuidado los orificios que habían dejado los colmillos de Shin.
-Con esto bastará.- Finalizó, satisfecho.
Posó el mismo dedo que usó para callarme bajo mi barbilla y alzó mi rostro hasta que le mirara directamente a los ojos.
-Ya me han contado tu secreto, Hécate.
-Y... ¿Qué es lo que piensas acerca de él? O más bien... ¿Qué piensas de mí ahora que conoces la verdad?
-Mis expectativas y sentimientos hacia ti no han cambiado, Blake. Sigo reteniendo el impulso de hacerte mía. Porque ya te rapté una vez, Europa. Y lo volveré a hacer si es necesario.
Permanecí en silencio, perdida en su mirada. Fría como el hielo, pero reconfortante como la hoguera en una tarde del gélido invierno.
-Oye, oye, Ruki-kun, deberías apartarte de Bitch-chan, ¿sí? Para empezar, ella es nuestra por derecho.- Interrumpió Laito, poniendo una mano en el hombro del contrario.
-¿Vuestra? No me hagas reír.- Debatió, quitándose la detención del Sakamaki.
-Nfufufu... ¿Quieres que te lo demuestre? Hécate-chan, ¿por qué no le cuentas lo que hicimos en aquel probador? Oh... Tu cuerpo casi desnudo... Lo recuerdo perfectamente...- Gimió, fantasioso.
Esto asqueó completamente al joven de pelo azul, quien se alejó de mí y se sentó en una de las sillas que había junto a las mesas.
-Laito, manipulas la información en tu beneficio...- Gruñí, sintiéndome mal por Ruki.
-Vamos, vamos, Bitch-chan, no te enfades... Tú también te acuerdas de aquel momento, ¿a que sí?- Provocó, burlón.
Resoplé y di un paso hacia los escritorios para comenzar a leer. Mas no llegué a dar un segundo, ya que noté la respiración del vampiro en mi nuca.
-Ahora sí sé por qué dijiste aquello en el probador. Dime, Hécate, ¿después de saber todo lo que he hecho serías capaz de si quiera abrazarme? ¿O, de lo contrario, escaparías de mi telaraña completamente atemorizada y horrorizada? Tengo curiosidad por saberlo...- Susurró, de manera seductora.
-Tomaría tu mano, la besaría, y limpiaría las lágrimas que recorren tus mejillas. Porque tu corazón está herido, y no hay mejor medicina que el apoyo de alguien que no te juzgará ni se apartará de ti por tu pasado. Eso es lo que haría, Laito.- Respondí, continuando con mi camino.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top