🦇Capítulo 12: Secuestro🦇
-Dime, Hécate. ¿Te gustaría volver a sentir mis colmillos?- Cuestionó.
Retrocedí, atónita. Él seguía acercándose, aun más seguro de sí mismo, pero, de repente, alguien entró en la habitación.
-¡Ayato!- Exclamó Subaru.
-¿¡Qué!? Has interrumpido un momento clave entre ella y yo. Estaba a punto de tomarla.
-¡Me da igual, idiota! ¡Hay cosas más importantes de las que preocuparse ahora mismo!
-¿Como el qué?
-Ha aparecido otra carta para Hécate. Hace dos minutos. Laito ha invocado a sus familiares para que investiguen la zona por si pudieran encontrar al responsable.
-¿Es eso una declaración más de guerra? Maldito desgraciado.- Gruñó.
El albino se dirigió hacia mí.
-Oye, tú, quédate en la habitación y no salgas bajo ningún concepto, ¿de acuerdo?
Asentí. Luego, vi cómo los dos vampiros se disponían a pasar por el marco de la puerta, mas el pelirrojo se dio la vuelta antes de hacerlo.
-No te preocupes, Chichinashi. Ore-sama siempre tiene todo bajo control. Espera aquí y sé una buena chica.- Finalizó, antes de seguir a su hermano.
Cerró la puerta y echó una llave desde fuera. Nerviosa, miré a través de la ventana. No sabía qué hacer para tranquilizarme, por lo que cogí el libro que me otorgó Reiji y me senté en un sofá. Sin embargo, algo captó mi atención sobre el ataúd de Ayato. ¿Qué demonios es eso? Me acerqué, confundida y, al instante, reconocí el objeto. Era el cuaderno que le di a Kou. ¿Cómo ha llegado hasta aquí? Atónita, empecé a atar cabos. Mierda, él estaba aquí. ¡Joder, joder! Corrí hasta la puerta del dormitorio, y , a pesar de que sabía que estaba cerrada con llave, continué intentando abrirla. Entonces, noté una respiración a mis espaldas.
-Te encontré, M-Neko-chan.- Susurró una voz encantadora en mi oído.
Quise darme la vuelta, pero algo tapó mi nariz y boca y no pude mantener ni un segundo más la consciencia.
(...)
Desperté en una habitación desconocida. Todavía cansada, me incorporé lo antes posible y aclaré la vista, intentando descubrir dónde estaba. Cuando me fijé mejor, caí en la cuenta de que este cuarto era, ni más ni menos, que el de Kou. Me levanté de la cama y, temblorosa, caminé a la salida. Para mi suerte se encontraba abierta, por lo que no tuve problema alguno en salir al exterior. Eché un vistazo de izquierda a derecha. Supongo que ahora podría ser el momento idóneo para usar mis conocimientos sobre la mansión Mukami. Corrí hacia la derecha. Al llegar a una esquina, giré, no obstante, alguien se cruzó en mi camino y choqué. Como consecuencia, me desplomé en el suelo.
-¿Hécate-chan? ¿Ya estás despierta?- Interrogó el idol, sorprendido.
Lo miré con desconfianza.
-No contestas, ¿eh? Bueno, supongo que estarás enfadada por haberte secuestrado de esa manera tan brusca. Me hubiera gustado que entraras aquí a voluntad propia pero, dadas las circunstancias en las que vivías, decidí traerte así.- Explicó.
-¿Perdona? ¿Te estás escuchando? Claro que estoy enfadada, maldita sea. ¿Y a qué te refieres con "las circunstancias en las que vivías"? ¿Me estás diciendo que no vas a beber mi sangre? ¿Cambiará algo si me quedo aquí?
-Oye, he hecho lo que creo que es correcto, ¿vale? Además, no nos compares con esa familia, ¿quieres? Son detestables.
Apreté los puños. ¿Cómo ha podido pasar esto? De la noche a la mañana he perdido lo único que tenía.
-Voy a irme de aquí, te guste o no.- Decidí, con el ceño fruncido.
-De acuerdo. Sal de esta casa y da vueltas hasta desmayarte. Ni si quiera sabes dónde estamos geográficamente. Dime la manera en que vas a volver hasta ellos. Vamos.
Callé. Maldita sea, tiene razón. Automáticamente, se me ocurrió una idea.
-Hagamos una apuesta.- Propuse.
-¿Qué?
-Si en dos semanas consigues que mi corazón desee permanecer aquí, habrás ganado. Si, de lo contrario, no pasa, me llevarás hasta los Sakamaki tú mismo.
Sus ojos se iluminaron con un destello burlón.
-Vaya, así que te gusta jugar, ¿eh? Vale, trato hecho.
-Has aceptado muy rápido, ¿no crees?
-¿Con quién te piensas que estás hablando? Soy un idol, trato con chicas todos los días. En nada caerás a mis pies. Ya lo verás, M-Neko-chan.
-Yo que tú no estaría tan seguro, Kou.- Debatí.
Ofrecí mi mano y la tomó en señal de que el trato había sido sellado completamente. Luego, me ayudó a ponerme en pie.
-¡Pues vámonos, Hécate-chan! Tengo gente a la que presentarte.- Comentó, alegre.
Me cogió de la mano y me llevó hasta el salón principal. Allí, divisé tres figuras más. Eran ellos. Eran... Los Mukami.
-¡Eh, chicos! ¡Adivinad quién está despierta y lista para comerse el mundo!
El resto puso su atención sobre mí. Creo que fue igual de tenso que cuando conocí a los Sakamaki. O, peor aun, me atrevo a decir.
-Hola.- Balbuceé.
-¿Es esa la chica con la que tanto interés hablabas?- Preguntó Ruki.
-¡Sí! No la conocéis, pero cuando lo hagáis sabréis por qué decidí traerla.
-Yo lo hice y no tuve la necesidad de hacerlo.- Replicó Yuma.- Es tonta, no mira por dónde anda. Espero que por lo menos sepa cuidar tomates.
-No sé mucho de jardinería pero... Una vez tuve un poto.- Confesé.
-¿Un qué?
-Un poto.- Repetí.
-¿Y eso qué mierda es?
-Una planta de interior.
-Oye, Kou. La chica esta es estúpida, ¿no?
¿Podría dejar de insultarme de esa manera? Ni siquiera me llama por mi nombre. Es insufrible. Solo intentaba caer bien y aligerar esta desastrosa conversación. Dejé que mi furia tomara las riendas de la situación y perdí el control.
-Escúchame bien, chaval. Tengo un nombre, y es Hécate. Y no soy estúpida. Te quejas de que me choco con la gente. Oh, disculpa por ser mucho más baja que un tío de 190 centímetros. Ya me has insultado como tres veces y te crees que no voy a reprocharte nada solo por ser un vampiro. Me da igual lo que seas. El respeto no entiende de especies, sino de educación. ¿Me he explicado con la suficiente claridad? Y si no tengo ni idea de cuidar un huerto, es completamente normal, no nazco sabiendo eso.- Bramé.
El silencio se apoderó de la sala y me di cuenta de lo que acababa de soltar por la boca. Mierda.
-¿Hécate, verdad?- Cuestionó el de pelo naranja.
-Sí.
-Tomo nota.- Finalizó, con una sonrisa.- Tienes espíritu, eso es bueno. Nuestra convivencia será más amena de lo que pensaba si mantienes esa actitud, aunque no te pases. Encantado de conocerte, cerda.
-Yo que tú me preocuparía más por el hecho de que sepa que posees un huerto, Yuma.- Pronunció de nuevo Ruki, apartando la vista de su libro.
Palidecí.
-Dime, Hécate, ¿eres la reencarnación de la diosa griega?
-No, por supuesto que no.
-Entonces me gustaría saber la forma en la que conociste la presencia de ese jardín, si es posible.
Tragué saliva. ¿Y ahora qué digo?
-Lo supuse. Es decir, me preguntó si tenía conocimiento de jardinería, por lo que pensé en que se estaba haciendo cargo de un huerto.- Excusé, nerviosa.
No pareció muy conforme con mi respuesta, pero tampoco forzó la situación. Sin embargo, sacó una hoja de su bolsillo y la alzó.
-Kou me ha dicho que escribiste esto.- Dijo, enseñando un poema que escribí en clase, antes de que empezáramos con la dichosa nota.- ¿Es cierto?
-Sí.
-¿En qué te inspiraste?
-En Apolo y Dafne.- Contesté, serena.
-Al parecer te gusta lo clásico, ¿no?
Asentí.
-Hmph... De acuerdo. No tengo nada más que añadir a excepción de mi nombre. Soy Ruki Mukami, el cabeza de familia. Un placer.- Se presentó, levantándose del sillón y desapareciendo del salón.
Cuando se fue, noté a alguien más a mi lado. Giré la cabeza y vi a Azusa postrado ante mí.
-Hécate-san... ¿Te gusta... El dolor?- Preguntó, tomando mi mano.
¿Qué demonios? Ahora entiendo por qué Yui se asustó tanto.
-¡Eh, Azusa! No hagas eso con una chica a la que acabas de conocer, ¿quieres? Vas a espantarla.- Reprochó el rubio, apartándome de su hermano. Acción seguida, me miró y rió, nervioso.- No se lo tengas en cuenta, en el fondo es un buen chico.
-No pasa nada.- Sonreí, incómoda.
-Bueno, pues... ¿Te apetece comer?- Comentó, satisfecho.- Hoy Ruki va a hacer un menú especial. Ya verás lo rico que está. Es mucho mejor que lo que te dan en esa cochambrosa y deprimente mansión.- Tomó de nuevo mi mano y me arrastró hasta el comedor.
Por Dios, ¿qué va a ser de mí de ahora en adelante? Y más importante aún, ¿cómo estarán los demás?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top