Capitulo 3

Me entregué totalmente al estudio para olvidar lo que veía. Lo que pensaba. La imagen de la bodega no abandona mis pensamientos y seguido me atormenta. Trato de no verlo a los ojos. De no tocarlo. Pero le pienso todo el día. Me atormenta su simple presencia, cuando realmente suelo olvidarlo es en el instituto.

La mayoría del tiempo los adolescentes se quejan de asistir a la escuela y yo le veia  como bendición.

Lo único que conozco del pasado de mi padre es que fue un ex militar. Lo expulsaron por haber torturado y asesinado a dos compañeros. Lo he escuchado de pequeños fragmentos de mi madre y he reunido las piezas.

Después lo comprobé con una fotografía de él. Alto de cabello obscuro, ojos negros, persversos y mentirosos.

De pie con uniforme de militar; se le veía joven y espléndido. Orgulloso y altivo y  ese brilló que destilan sus ojos. Una sonrisa perturbadora se esconde en sus pupilas.

Llegué a mi casa agitada,  la curva del camino tapaba por completo la casa , al igual que los árboles . Después de esta área solo hay árboles y montañas.

Avance y di gracias a Dios por qué no estába la vieja camioneta de mi padre, si tenía suerte en todo el día no vendría.

Abrí la puerta y busque a mi madre en el cuadro visual principal que ofrecía mi casa; pues ahí siempre se le veía haciendo algo. Nunca escondida y siempre trabajando en cosas que le encomendaba mi padre. Al encontrarme con la sala vacía, subo por las escaleras para ir a su habitación para informarle que he llegado.

—Madre — la llamo al llegar al segundo piso. No recibí respuesta. — Madre..

Llegué a su cuarto no me gustaba tocar y mucho menos pasarme.

Toque sutilmente la puerta. Escuché la cadena del baño . Eso explica por qué no respondía. Poco después abre la puerta y ante mi aparece mi madre con los ojos morados de noches en vela, los labios partidos y secos, y la piel gastada, era la persona más demacrada que habia visto y que llevará los ojos de mi madre dolía como el infierno.

Con el corazón en dos le pregunté si había comido, respondió que si cabizbaja y la note extraña, más decaída, mas muerta. Cómo fantamas en silencio bajamos a la cocina, sin hablar sobre nada me sirvió sopa caliente que embargo mis narices al tenerla frente a mi. Con el frió que acechaba estas épocas era comida perfecta. Cómi despacio la esquisita sopa. Y mi madre en silencio me observó desde donde estaba. Pensativa se despidió y subió a su habitación, yo lave los platos sucios. La casa estaba pulcra. Así que limpie los jardines durante toda la tarde y gracias a Dios mi padre no apareció por ningún lado. Mi hermano tampoco y así sola después de haber terminado cualquier quehacer pendiente por el cual pudiera regañarme mi padre me fui a refugiar a mi habitación a leer un libro robado de la biblioteca escolar. " El conde de montecristo" Me parecía un libro fantástico y entre páginas fui conociendo a Edmundo Dantes. Fui a Francia durante la época de restauración y así olvidé mi nombre y mi época.

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