Capitulo 14

—Eso fue fácil —le había comentado Esteban al recibir la respuesta. —Pero aún no sabemos si está ahí.

—Pero lo sabremos pronto —le juro Cristian determinado.

Ansioso manejo hasta la supuesta casa, quedaba a treinta minutos que convirtieron en quince gracias a la indebida velocidad  y desesperación que corrían en sus venas.

Al llegar a la zona privada observaron el  bloque de cemento que se alzaba unos dos metros, lo curioso pensó Cristian, era que cualquier niño malcriado o adolescente común hubiera preferido una vista más llamativa y no una barda que ocultara  completamente el interior de su maravilloso regalo de cumpleaños, le pareció ilógico. Eso más bien parecía una reserva oculta.

Obviamente no iban a tocar así que aparcaron el coche enfrente, muy cerca de la banqueta para subir a él y brincar la barda. El primero fue Esteban, que se montó al techo de auto y se impulso hacia arriba logrando fácilmente estar sobre ella, le dio una última mirada a Cristian y brinco al otro lado, Cristian repitió los pasos  dándose cuenta de lo fácil que lo hizo ver Esteban. Se encontró con asombro una zona bastante amplia, pasto verde brillante rodeaba una casa, no tan grande como imaginaba sin embargo era muy delicada y bonita. Algo sencillo, una casa blanca de una planta con grandes ventanales azules cristalinos que reflejaban el cielo azul y el pasto verde.

Había bastante silencio por lo que juraba se encontraba sola la bella estancia pero se mantuvo en alerta. Esteban corría apenas tocando el pasto y el trato de seguirlo.

—¿Como abriremos la puerta? —penso Cristian en voz alta al estar frente a ella.

Esteban golpeó con el puño cerrado la puerta rompiendo el  cristal que la cubria. Dejandose pequeñas heridas en la piel. Aún debajo habia barrotes de hierro que se mantenían separados por unos diez centímetros. Metió su brazo y desde adentro trato de abrir pero se dieron cuenta al instante que estaba cerrada con llave.

—Si Rosa no está aquí nos habremos metido en serios problemas con un par de ricos —menciono Cristian mientras observaba la escena.

Esteban que conocía un par de trucos abrió la puerta con un clip que se sacó del bolsillo del pantalón, sonriente y cansado entro rápido dispuesto a encontrar a su hermana.

—Los ricos pueden irse a la mierda.— respondió cuando entraron.

—Holaa —escucharon un susurro temeroso.—Esteban, ¿eres tú?

De la primera habitación se escuchaba la voz atrapada de su hermana, se giraron a verse con los ojos sorprendidos después de captar que ahí se encontraba Rosa. Gracias a Dios. Rápidamente abrió la puerta, agradecía que su padre lo hubiera enseñado a robar casas ajenas, autos y muchas cosas.

El alma se le cayó al suelo cuando la vio; pálida y ojeroza con los ojos reflejando lo que siempre se  azomaba en su madre. Corrió a hablazarla y ella le empapo el hombro en llanto.

Cristian incómodo quería ver que estaba bien, inspecciónarla de arriba abajo pero no podía hacerlo . Se dio que cuenta que debían salir de ahí cuanto antes así que avergonzado los llamo.

—Deberiamos irnos.

Rosa que no había sido consiente de él se sonrojo. Esteban le presionó fuerte la mano y la llevo consigo, no la iba a soltar en ningún instante. Trato de correr y guiar a su hermana pero se dio cuenta del trabajo que le costaba a sus piernas seguirlo.¿ Que tenía diferente su hermana?, no lo sabía pero sin duda había algo.

Rosa esquivaba su mirada y débil trataba de seguirle el paso, fracasando en su intento de disimular el temblor de sus adoloridas piernas.

Se detuvo en seco y le dijo:

—Rosa, dime qué no te hizo nada.

Rosa agachó la mirada y Esteban sintió un fuerte mareó.

— No— susurro su hermana, y el suspiro —El no.

—¿Que? ¿Alguien lo hizo? ¿Que te hicieron? —pregunto alterado.

—No lo se —respondio soltando llanto. —Me sedaron y no te recuerdo nada. Pero abusaron de mi y no sé quién lo hizo —confeso turbada.

Cristian se giró al ver la demora. Vió el rostro desfigurado de Esteban mientras observaba a la estudiante sollozante.

Vio como  la cargo en sus brazos y la llevo hasta donde habian llegado. Le dijo que se fuera brincando con la voz y expresión muerta. El alzó sus brazos hasta sujetar con los dedos la orilla y brinco impulsando su pie en la pared elevándose, llegando al otro lado. Esteban elevó a Rosa quien con dificultad se paró sobre la barda y la recibió él psicologo. Sus dedos se ajustaron sobre sus caderas, mientras un cosquilleo la acompaño, la sujeto hasta que estaba de pie sobre el techo de auto. Le ayudo a bajar con cuidado y en cuanto llegó Esteban dieron marcha al auto para largarse de ahí a un lugar seguro.

Eso les habia resultado inexplicablemente fácil y no lo entendía aún ninguno de los dos, pero la felicidad los había embargado tanto que ignoraron el echo de que si había alguien en la estancia que desde lejos los midió esperando el rescate de su hija. Habia encontrado un pez más gordo que el dinero que pudiera sacarle ese muchacho a su padre. El dinero del profesor que había descubierto era una fortuna heredada, bastante grande.

Y así el padre de Rosa también decidió cambiar de planes apostando a su hija por otra causa más jugosa.

Pero aún sin saberlo, también era mucho más peligrosa.








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