Capitulo 13


Al despertar su cuerpo se sentía más relajado, abrío lentamente los ojos y la luz recibió sus pupilas, la cama estaba tendida con sábanas blancas con suave olor a lavanda, se incorporo y noto que  tenía otra ropa, limpia y seca que no olía a desagradables fluidos sexuales. La habían bañado. Estaba limpia, sin embargo, esta vez no invadieron su cuerpo.

Su cabello lo habían cepillado y dejado liso y bien echo en una trensa. El silencio en la habitación le dejaba escuchar sus confusas teorías, observó otra bandeja con comida y repelo la idea de consumir otra cosa por hambre que tuviera. Esta vez había una hoja de al parecer una página de libro, descuidadamente arrancada y arrugada que pronunciaba con letras cursivas ; Lo siento.

Esa era la letra de su padre, Rafael Montero, un lo siento valia mierda con lo que le habia echo. Sujeto la hoja para arrugarla en su puño y se dio cuenta que tenía más letras. Sin poder evitarlo continuo leyendo:

Hija, si te digo que realmente lo siento, mentiría, por qué de lo contrario, estarías  de regreso y a salvo con Esteban, sin embargo y para tú mala suerte, necesito el  dinero, y hay alguien con mucho dispuesto a arriesgarlo por ti, perdóname , el pagará lo que te hizo , lo prometo mi amor.

Su padre no podría ser más descarado y eso la enfureció, molesta arrojó el papel con brusquedad, estaba arta de estar encerrada privada de su libertad por culpa de él, ni siquiera había llorado la muerte de su madre y ahora se fingía el arrepentido como si lo que habia echo tuviera de cerca ese miserable perdón.

Estaba cansada y lo menos quería era todo el drama de una huida, si es que se la hubieran puesto posible pensaba con pocas esperanzas, pero realmente lo que menos quería era seguir ahí a su voluntad así que impaciente siguió pensando planes sin pies ni cabeza.

Estaba descalza y el piso frío se lo recordaba mientras se paseaba en circulos desesperada buscando una manera de escapar, no sabía dónde estaba ni que tanto se le dificultaría salir de ahí, pero no podía quedarse resignada como idiota.

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Cristian debía presentarse a trabajar al día siguiente, solo le quedaba él domingo para encontrar a Rosa y no hubiera alarmas en el instituto. Aún creía que podrían hacer mucho más con ayuda de la policía, pero respetaba a Esteban y su decisión, era su familia y el solo estaba para ayudarle y no complicarle las cosas. Además se retenía por que al principio solo los entretendrian con estúpidos formularios que llenar y responder preguntas que desconocían respuesta.

Estaba ansioso por ver a Gregorio, necesita observarlo bien. Parecía un muchacho de carácter frío, pero, nadamas. No podían resposabilisarlo por qué el también fue curioso como el y quiso ver que pasaba con Rosa.

O tal vez había fingido bien su naturaleza y ya. Estaba confundido, pero sabía que Esteban sabría que hacer, o rogaba que lo hiciera pues no quería imaginar que perdieran la batalla. En la que el trofeo ya era muy valioso.

Se bañó para despegar los hilos de ideas que lo atormentaban, se vistió como lo hacía regularmente con pantalones grises de vestir y una sencilla camisa blanca, decidió no llevar corbata por qué de por sí, algo ya lo sujetaba bien del cuello robándole la respiración. Salió de su solitaria casa para ir a ver a su único aliado.

Manejo perdido en sus pensamientos, conduciendo en automático sin prestar real atención al camino. Al irse acercando la superficie se volvió más rocosa aguitando el coche y a él dentro, obligándolo a salir de sus ensoñaciónes.

Al llegar salió del coche y miro el cielo, el sol estába elevado mostrando orgulloso el atardecer, vio acercándose a Esteban que de entre los árboles venía con los hombros caidos, tenía el pelo revuelto y la mirada intranquila. Dudo si realmente ese hombre podría ayudar, debía sentirse devastado y la situación no ayudaba.

Las botas de Esteban crujían en la tierra, y aves que desconocía especie hacían ruidos constantes de la misma naturaleza, era relajante escuchar a esos pajarracos. Pero le resultaba incómodo por la terrible situación.

—Bueno, ¿Y qué es lo que tiene, profesor? — pregunto al estar a un metro de distancia. No le corregío que era psicólogo.

—¿Quiere que lo hablemos aquí? —pregunto casi en un susurro.

—Le diría que entremos, pero ese lugar no esta habitable ahora.

—Venga, suba al coche ahí hablaremos y le aseguro que sabremos después a donde dirigirnos —dijo con esperanza mientras subía al asiento del conductor.

Esteban subió al auto y espero atento claro que Cristian hablara. Tras dar marcha el psicólogo hablo.

—Creo que fue Gregorio el responsa...

—No, claro que no —interrunpio Esteban. —Digame, ¿que relación puede tener ese adolescente con mi padre?

Cristian titubeó.

—Exacto, no la tiene —afirmo Esteban.

—Bueno, tal vez cuando termine de hablar ,podríamos debatirlo mejor ¿no cree? Ahora, no tenemos tiempo para disputas o desacuerdos. Hace unos meses en una camioneta BMWX6 fue el último lugar en el que vieron subir a una señorita. No la encontraban y lo hicieron hasta una semana después, la encontraron drogada y violada. No pudo ayudarles mucho a encontrar al responsable. ¿Recuerdas la camioneta que seguimos era una camioneta verde BMWX6 recuerdas?

—Claro que recuerdo, por eso se que alguien lo ayudo, el no tiene dinero para comprar algo así.

—Pues está era gris, y ..

—Eso no nos dice nada, puede ser de alguien más con el dinero suficiente en los bolsillos para comprar un coche asi—dijo molesto.

—Lo sé, Esteban —le siguió. —Pero la chica que encontraron es prima hermana de él, de Gregorio, eso es demasiada casualidad, ¿no lo crees?

—Bueno, si, además el tío estaba ahí y nadie más pudo ayudar a mi padre, pero no entiendo ni puedo creer que tuvieran un tipo de trato a tal grado, me explico, lo recuerdo y era solo chiquillo, para nada parece a una amistad que sería de mi padre — respondió sincero Esteban.

Cristian enfocaba su vista en el camino mientras escuchaba, sostenía el volante y con agilidad manejaba hacia el destino que ya se había programado.

—Claro, lo mismo pensé yo, pero es lo único que tenemos. La única opción y se una manera de aproximarnos a la verdad.

—¿Cuál? —respondio enseguida.

—Iremos a ver al padre de Gregorio.

—¿Tu crees que ese tipo nos dirá algo que perjudique a su hijo? No lo creo.

—No se trata de lo que nos dirá, si no , de lo que no querrá hacer—demando Cristian. — Y lo notaremos, es nuestra única oportunidad.

Esteban asintió, aunque seguía confundido. Se perdió mirando por la ventana hasta que las casas empezaron a parecer castillos lujosos las observó con curiosidad y al ver a la más ostentosa y llamativa sintió vergüenza ajena, el coche se detuvo en frente de esta y salieron del auto.

Se miraron después de un momento, Cristian se encogió de hombros y tocaron el timbre de la puerta de madera que se alzaba y se imponía estrecha con detalles pulidos y bien echos. Esteban volcó los ojos, habiendo gente que muere de hambre...

Se abrió casi al instante y salió una joven con uniforme.

—Buenos Días , casa de la Familia Meyer ¿Que se le ofrece?

—Hola mucho gusto —sonrió Cristian. Y decidió cambiar de planes.—Disculpa, he estado buscando a un alumno, se llama Gregorio, ¿ no sabes dónde ha estado?— pregunto regalando su mejor sonrisa después de haber armado bien la pregunta.

Ella sonrió sonrojada.

—No sé si puedo decirle , pero él cada fin de semana va a una casa que le regaló su padre de cumpleaños —respondio susurrando.

—Que encantadora, ¿Y me dirá dónde sea está..?

—Claro que si.

Y así Cristian sintió una inmensa gota de esperanza, agradeció y rápidamente volaron a la casa donde podría estar Atrapada su valiente Rosa .

















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