Capítulo 7: "Dormir cerca de ti"
Me giraba de un lado al otro en la cama sin poder dormir, según mi teléfono eran las 4 de la madrugada, pero había permanecido ocho horas completamente inconsciente, lo menos que tenía era sueño.
Pensar en Ramson Stone en la cama de la otra habitación sin camisa no ayudaba.
Él es un idiota Paola, ya supéralo.
Un idiota que escuchó mis gritos y llamó a la policía.
Mi garganta estaba reseca, tenía demasiada sed, no quería merodear por la casa de los Stone en la madrugada, pero las ganas de tomar agua eran mayores, así que cuando por fin decidí levantarme de la cama, mi pie se enredó con la estúpida sábana y caí de boca al piso.
«Deberías llamarte Paola la desastrosa».
De repente escuché la puerta de la habitación rechinar cuando se abrió, alcé la cabeza, entrecerrando los ojos para adaptarme a luz, joder, era Ramson.
Me quedé sin aliento cuando noté que él no llevaba más que unos pantalones colgando de sus caderas, sin camisa como lo imaginé toda la noche. ¿Había dicho que él era el sinónimo de la palabra Adonis? No, estaba equivocada, si buscaba Adonis en el diccionario saldría una foto de Ramson.
Tenía un cuerpo completamente ejercitado posiblemente por practicar mucha natación, cerré la boca al darme cuenta que estaba casi babeando. Debía comportarme, actuar indiferente, hacerle saber que ya no me gustaba, pero era seriamente complicado.
Sus ojos verdes miraron la cama, luego la sábana enredada en mis pies y seguidamente mi cuerpo acostado en el piso.
-¿Qué haces aquí? -dije intentando levantarme, pero mis dos pies parecían haberse enredado y simplemente me dejé caer otra vez en el suelo derrotada.
Paola la desastrosa.
Ramson pareció luchar con unas pequeña sonrisa en sus labios, maldición, su cabello parecía una maraña de rulos desordenada, me daban tantas ganas de peinarlo con mis dedos...
-Escuché un golpe, vine a ver si estabas bien -dijo frunciendo el ceño-. ¿No sabes dónde está la cama?
Ningún chico se fija en la rarita fea que nadie quiere.
Pero él vino a ver si yo estaba bien, se preocupaba por mí.
Acomodé los brazos bajo mi mentón y sonreí.
-Prefiero dormir en el piso -dije guiñándole un ojo.
Ramson pareció un poco incredulo por mi respuesta y pasó una mano por su cabello de por sí ya desordenado, lucía como si apenas hubiera podido cerrar los ojos en toda la noche.
-Está bien... -dijo él luciendo un poco desorientado- yo iré a mi habitación.
Vaciló un poco antes cerrar la puerta y yo dije:
-Ramson, espera -él me miró con curiosidad deteniéndose-, ¿Es verdad que tu llamaste a la policía?
Pareció paralizarse por unos segundos en la puerta e hizo lo que menos imaginé, entró a la habitación.
Su caminar era lento, incluso elegante y se agachó frente a mí, no me moví.
-¿Por qué no lo haría? -Dijo con sarcasmo-, tus gritos se escucharon incluso en China, parecía que estuvieran matando a alguien.
Sabía que su sarcasmo era para restarle importancia a lo que había hecho, pero yo me sentía realmente agradecida con él, si él no hubiera llamado a la policía, posiblemente no los hubieran atrapado o me hubieran secuestrado.
-Gracias -dije sinceramente.
Ramson frunció los labios y parecía querer decir alguna otra cosa odiosa, pero simplemente afirmó con la cabeza.
Al parecer, no era un idiota después de todo.
Esto me parecía irreal, estaba en una habitación sentada en el piso frente a Ramson Stone, sus ojos verdes parecían un poco cansados y me observaban fijamente haciendo de mí todo un manojo de nervios.
Cálmate Paola.
¿Por qué me miraba de esa manera tan intensa?
Posiblemente porque sabía lo nerviosa que me ponía.
-¿No puedes dormir? -me atreví a preguntar.
-Siempre se me hace difícil dormir -dijo-, mi mente es muy intranquila.
Ahora que lo notaba, él tenía ojeras alrededor de sus ojos. Bajé la mirada intentando sacar mis pies de la sabana y dije distraídamente:
-Me imagino que por eso haces tanto ejercicio, si no estás nadando, estás manejando bicicleta -logré dejar mis pies libres y me acomodé un poco-, siempre llegas agotado y listo para dormir.
Cuando lo volví a ver, Ramson parecía sorprendido o incrédulo, tal vez una mezcla de las dos, ¿había dicho algo malo?
-¿Cómo puedes saberlo? -Dijo entrecerrando los ojos-, sabes demasiadas cosas sobre mí.
No, no sabía demasiadas cosas sobre él, lo sabía TODO sobre él.
Me ofendía que se sorprendiera.
Me ofendía más que él me hubiera dicho que yo era la rarita fea que nadie quiere...
A la mierda todo.
No valía la pena ocultar nada.
- ¿Eso te asusta? -Murmuré alzando una ceja-, tienes derecho a asustarte, tengo muchas historias sobre ti, sé casi todo lo que haces cada día, puedo casi leer tu mente.
Él pareció sorprendido, sus cejas se alzaron un poco.
Así es Ramson, soy tu acosadora profesional.
-No me asusta, me da... -pensó un momento entrecerrando los ojos- curiosidad, de seguro no tienes más nada que hacer con tu vida que estar pendiente de mí.
La sonrisa y mi humor se evaporaron al instante. Odiaba que fuera tan odioso.
Sí tenía un montón de cosas que hacer con mi vida, como estudiar para poder aprobar todo con excelente nota y optar por una beca en la universidad, lavar y preparar la comida que llevaría a mi papá al hospital, sin contar que tenía que actualizar el montón de historias que tenía en wattpad o comenzarían a amenazarme de muerte.
Obviando todo eso, me quedaba tiempo para acosar a Ramson.
-Tengo muchas cosas más que hacer -dije intentando parecer ofendida-, no te creas el centro de mí universo.
-Sé que soy el centro de tu universo, Fea -se inclinó hacia mí tan inesperadamente que me quedé sin aliento-. Mírate, toda temblorosa por tan solo tenerme cerca.
Mis piernas se movían como gelatina, el medio de mis piernas cosquilleó de la impresión.
Lo empujé por el hombro pero él tomó mi muñeca y se arrimó hacia adelante, de modo que prácticamente me tenía enjaulada con su cuerpo, su respiración mezclándose con la mía, creo que mi corazón latía tan fuerte que él podía escucharlo.
- ¿Po-Por qué haces esto? -Tartamudeé-, sé que no te gusto.
Era lo mismo que había hecho antes, acercarse y luego simplemente burlarse de mí.
No podía volver a caer.
Ramson alzó una ceja y pude ver una pequeña sonrisa que ahuecó sus hoyuelos.
Malditos hoyuelos, me iban a causar un infarto.
-¿Por qué crees que no me gustas? -susurró sobre mis labios.
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