Capítulo 15: Aléjate de mí

—No te hago quedar como una acosadora, tú misma admitiste serlo —susurró sobre mis labios, sentí que todo mi cuerpo tembló y él sonrió—. Me encanta como te estremeces...

Sus labios besaron mi mejilla cerca de la comisura de mis labios y descendieron por mi cuello besando y mordisqueando mientras sus manos se introducían dentro de mi camisa, sus dedos fríos rozando mi piel caliente.

—Eso yo no lo escribí... —susurré cerrando los ojos víctima de las sensaciones que me hacía sentir.

—Eso es de mi autoría —dijo—, me encantaría darte placer...

Sus manos subieron mi camisa lentamente y la palma de sus manos rozaron mis pechos, estremeciéndome por completo cuando los comenzó a masajear y sus dientes bajaron a mis hombros.

Ningún chico se fijaría de la rarita fea que nadie quiere.

Lo empujé por los hombros logrando que se separara de mí, él pareció incrédulo, como si no pudiera creer que de verdad lo hubiera detenido.

Yo tampoco podía creerlo.

Aclaré mi garganta y arreglé mi camisa intentando recordar cuán mal me había tratado todos los días anteriores.

—Tengo novio y él me da más placer del que tú podrías darme, Ramson —sonreí—, por mucho.

Ramson parecía procesar lo que le decía y alzó una ceja.

—¿Tienes novio? —Se burló—, ¿Quién es?

—Alfredo —dije orgullosa—, me lo pidió esta tarde, así que adiós.

No sabía si él conocía a Alfredo, pero me sentía fabulosa haberlo dejado desestabilizado.

Así es, no estoy disponible para que me humilles otra vez imbécil.

Me voltee para salir dramáticamente de la habitación pero todo mi cuerpo se estrelló contra la puerta y casi reboté.

Joder, no la había visto, creo que me sentía perturbada por sus labios sobre mi piel y sus manos sobre mis pechos.

Solté un quejido tocando mi cabeza y abrí el pomo saliendo de la habitación, maldición, eso había arruinado mi salida dramática.

Pero me sentía orgullosa, había logrado por primera vez guardar mi dignidad de Ramson Stone.

Cuando estuve en mi habitación, me arreglé para dormir más caliente que un horno por lo ocurrido con Ramson.

Pero,ya nada podía pasar, no después de como me trató, no más.

Acomodé la cama y me acosté. Llamé a mi papá para ver cómo estaba mamá antes de dormir, repicó muchas veces hasta que me mandó al buzón, fruncí el ceño y cuando quise llamar otra vez, me di cuenta que ni siquiera repicaba, como si lo hubiera apagado.

¿Qué le estaría pasando a mi mamá? Si mi padre no contestaba el teléfono era porque algo malo habia pasado.

Comencé a sentirme ansiosa, tenía un terrible presentimiento. Solo pensaba en mi mamá completamente esquelética cuando antes era una mujer fuerte, joven y siempre sonriente, aunque claro que cuando se molestaba gritaba y arrojaba groserías a montones, comencé a reírme cuando la recordaba regañarme, incluso cada vez que me abrazaba en sus gruesos brazos. Antes de darme cuenta las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, joder, no quería que ella muriera.

No debía pensar en eso, solo me destruía. Me coloqué los audífonos para escuchar música. Necesitaba distraer mi mente, comencé a escribir, desahogándome en el teclado, eso siempre me hacía sentir mejor, este era mi escape de la realidad.

Me distraje leyendo y respondiendo algunos comentarios, cuando de repente uno me llamó particularmente la atención:

KingRamson: ¿Por qué el capítulo de hoy es tan triste?

¿King Ramson? Bueno, la mayoría de mis historias eran de Ramson, a lo mejor alguien había tomado ese nombre, no era como si de verdad Ramson hubiera descargado la aplicación para leer la actualización.

Mordí el interior de mi mejilla y respondí:

Paolateama: No todo en la vida es felicidad. ;)

Apagué el teléfono y la imagen de mi madre se reflejó en mi mente, al instante volví a mi estado depresivo, cuando Tove lo comenzó a cantar con Habits (stay high), no podía parar de llorar, mi madre me hacía mucha falta, me sentía perdida sin ella.

La puerta se abrió un poco, no la había cerrado por completo, el reflejo de la luz  del pasillo iluminó la oscuridad de la habitación, alcé la cabeza de las almohadas limpiando rápidamente mis mejillas y sonreí débilmente cuando vi a Pistacho entrar moviendo su colita.

Sin pedir permiso saltó a la cama y se acomodó a mi lado, le acaricié el pelaje cuando él comenzó a lamer mi brazo, como si de alguna forma intentara consolarme, y antes de darme cuenta, me quedé dormida. 

***

—¡Te dije que no podías tomarla!

—¡Pero ya lo hice! ¡¿Vas a matarme por eso?!

Me sobresalté al escuchar los gritos venir desde el pasillo, Pistacho paró las orejas atento a lo que ocurría al igual que yo.

—¡Yo soy el dueño de esta casa! ¡Todo lo que haces debes consultármelo!

Pocas veces había escuchado la voz del señor Ronald, pero sabía que era él, su voz profunda cuando gritaba parecía estremecer las paredes.

—¡Nunca estás en este maldito lugar!

Reconocí que era Ramson, joder, ¿por qué peleaba? ¿Qué hora era? Miré mi teléfono, eran casi las 5 de la mañana.

Escuché pasos fuertes y luego de varias puertas siendo azotadas, la casa quedó en un sepulcral silencio, acaricié el pelaje de Pistacho y miré el techo, nunca había presenciado una pelea tan fuerte, ¿acaso así discutían todos los días?

No pude dormir más, esperé cuando el reloj de mi teléfono marcó las 6 am para poder bañarme y vestirme con la ropa que había traído, mis típicos jeans y sudadera, revisé que mi bolso tuviera mis cuadernos, puse mi teléfono en modo avión para ahorrar batería al menos hasta llegar al hospital, odiaba que se le descargara la batería a mitad de la mañana.

De repente Pistacho comenzó a gruñir desde la cama probablemente sabiendo que me iba.

—¿Quieres acompañarme bebecito? —murmuré como si le hablara a un bebé.

El perro soltó un ladrido, sonreí, lo tomé metiéndolo a mi bolso, abriendo un poco el cierre para que lograra respirar y bajé las escaleras, la señora Donna ya se había ido, así que me encontré con Nona, ella estaba limpiando la mesa.

—Buenos días —dijo Nona— ¿quieres desayunar algo?

Me acerqué a la mesa y tomé una manzana.

—Con esto está bien —dije y le hice un gesto con la mano—, adiós.

Salí de la casa, lo primero que observé fue a Ramson montarse en su camioneta y encender el motor, intenté ignorarlo antes de que él me ignorara a mí, pero cuando pasé por el frente, fue inevitable alzar la vista para verlo.

Hoy tenía puesta esa franela negra que siempre me gustó, se aferraba a sus bíceps como una segunda piel, su cabello caía en rizos desordenados por sus hombros, sus ojos verdes me miraron y olvidé como respirar, maldición, tenía que superar este nerviosismo que solo él me hacía sentir.

Agaché la cabeza y seguí caminando.

—¡Eh, Fea!

No voltees, no voltees, tú no te llamas Fea... él sabe tu nombre.

Voltee hacia Ramson ignorando mi sentido común.

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