Capítulo 14: "Secreto para dos"

Ramson se levantó y me ayudó a levantarme, su carcajada reprimida no me pasó desapercibida, estaba burlándose de mí. 

— ¿Estás bien?

—Estoy bien —respondí entre dientes soltándome de su agarre para caminar hacia la puerta, sin embargo él sostuvo mi muñeca para detenerme.

—Espera, por favor, te prestaré atención esta vez, lo juro.

—¿Cuántas veces me lo has dicho? —Entrecerré los ojos— odio que siempre te burles de mí.

—No lo hago apropósito —dijo—, no es mi culpa que te humilles tu sola.

Me solté de su agarre y me crucé de brazos haciendo sonar la punta de pie contra el suelo en espera de una disculpa. Ramson negó con la cabeza y bajó la mirada luciendo de repente... ¿avergonzado? Joder, nunca había visto a Ramson Stone avergonzado.

—Olvídalo, yo, esto... —murmuró— es mejor que te vayas.

Bien, ahora irónicamente no quería irme.

No, no podía dejarme con la duda, ¿Qué le pasaba?

Fruncí el ceño y negué con la cabeza, maldición, odiaba que él siguiera importándome demasiado.

—¿Qué es lo que ocurre Ramson? —me acerqué y toqué su codo, cuando me miró parecía realmente otra persona, no estaba su arrogancia ni su mirada atrevida, lucía incluso vulnerable—, hey, ¿Qué pasa?

Tomó una profunda respiración y evitó mirarme.

—Sí, tengo un problema mental —confesó—, de niño sufrí de déficit de atención, el psicólogo me recomendó los deportes para de algún modo controlar la hiperactividad, mejoré cuando comencé a crecer, pero sigo teniendo problemas para enfocarme...

   Se atrevió a mirarme, posiblemente para ver mi reacción, tuve una punzada de vergüenza por no haber sido más paciente con él, joder, ¿Cómo es que siendo una acosadora profesional no sabía esto?

—En ese caso —murmuré—, tendré que ser más estricta.

Él pareció confuso sin comprender a lo que me refería hasta que volví a tomar asiento en la mesa y le hice señas a su silla para que se sentara, él vaciló un momento hasta que finalmente volvió a sentarse a mi lado.

Esto era muy extraño, me sentía un poco incómoda, hasta que finalmente comencé a acoplarme y a explicarle con más paciencia, cada vez que se distraía lo regañaba y le volvía a explicar, fue un proceso largo, pero finalmente comenzó a entender y a resolver los ejercicios él solo, cuando terminó y revisé que lo había hecho todo correctamente sonreí alzando mi mano y mostrándole la palma.

—¡Dame cinco! —Él chocó mi mano con una sonrisa vergonzosa—, creo que ya estás listo para tu examen.

Ramson aclaró su garganta pareciendo orgulloso y a la vez distante.

—Gracias por... —evitó mirarme— tenerme paciencia.

—No hay problema.

En realidad, nunca tendría problema en pasar horas explicándole a Ramson Stone, por Dios, esa fue mi fantasía por casi diez años.

—Te agradecería que no comentaras mi problema a nadie —continuó Ramson—, que quede como un secreto entre tu y yo, ¿Está bien?

Sus ojos verdes examinaron mi rostro y pude jurar que se había inclinado hacia mí.

Un secreto de los dos, podía sentir el infarto mental donde me quedaba paralizada sin pensar en nada durante unos segundos.

Aclaré mi garganta y afirmé con la cabeza con una débil sonrisa, iba a levantarme, pero él dijo:

—Espera, tengo una duda.

—¿Qué ocurre? —pregunté intentando parecer indiferente.

—¿Eres virgen?

Abrí la boca sorprendida por su pregunta, ¿en serio me había preguntado eso? me levanté de la silla, no podía hacerme una pregunta tan personal, mis mejillas se calentaron, sabía que estaba completamente sonrojada.

—No, no lo soy —mentí, joder, yo era la misma virgen maría. De repente cuando quise comenzar a caminar hacia la puerta, Ramson se interpuso en mi camino.

¿Cómo este hombre podía ser tan ágil? Tuve que dar un paso hacia atrás al ver que estábamos demasiado cerca.

Sentí mis piernas temblar cuando sus ojos verdes se profundizaron en los míos y una sonrisa traviesa profundizó sus hoyuelos, maldición, ¿por qué este idiota tenía que ser tan hermoso? 

—Dicen que en las historias puedes ver reflejada la vida del escritor —dijo—, la mayoría de tus protagonistas son vírgenes, donde yo les hago saber lo que es el buen sexo.

Una de sus manos envolvió mi cintura y me jaló un poco hacia él, sus ojos bajaron a mis labios dejándome sin aliento.

—¿Acaso es una propuesta? —Continuó—, ¿quieres que te enseñe?

—No era una propuesta. —Dije intentando parecer firme, como si no quisiera que me lanzara a la cama ahora mismo— Además, esas historias eran cuando estaba enamorada de ti.

Ramson sonrió, esa maldita sonrisa que ahuecaba sus hoyuelos y siempre me enloquecía.

—Ah —alzó las cejas con expresión burlesca— ¿Ya no lo estás?

—No —mentí—, descubrí que eres todo un idiota sin remedio, nada parecido a los personajes de mis historias.

Su sonrisa se anchó, podía ver que le encantaba jugar con mis estúpidos sentimientos hacia él.

—Eso duele —dijo sin ocultar su sarcasmo.

—Era la intención —dije intentando parecer ruda—, buenas noches.

Me solté de su agarre y caminé intentando erguir la espalda para demostrar lo victoriosa que me sentía.

—“Me negaba a creer que estaba enamorada, pero al parecer lo estaba indudablemente” —comenzó a decir Ramson dejándome congelada en mi lugar con la mano en el pomo de la puerta— “no podía evitar el sentimiento de verlo y que todas las mariposas revolotearan por doquier...”

— ¿Qué se supone que estás diciendo? —me voltee, él estaba ahí parado a mitad de la habitación; observándome.

—Cito tus historias — dijo acercándose—, “Entonces Ramson estaba frente a mí, me tomó de la cintura y me pegó a su pecho fuerte...”

No me moví cuando se detuvo frente a mí, su mano se deslizó por mi cintura y me pegó contra él de manera tan inesperada que solté un gemido de la impresión.

—“Cuando comenzó a inclinarse, supe que iba a besarme...” —dijo Ramson, pero a diferencia de lo que narraba, él se inclinó hacia mi oído mordiendo el lóbulo de mi oreja.

Todos los vellos de mi piel se erizaron y me estremecí por completo sintiendo un cosquilleo en mi vientre, mi boca se secó, jamás había sentido esto, nunca nadie había hecho algo como eso conmigo. Pero me negué a que mi mente se nublara otra vez, ya estaba harta de su táctica de imbécil.

— ¿Disfrutas humillándome? —Dije con voz ronca—, primero me haces quedar como una acosadora frente a tus amigos y luego juegas conmigo haciéndome ridículas tentaciones...

Él me siseó para que me callara y mordió mi cuello aferrando sus dedos a mi ccadera..

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