XI. Complicados

Había leído tantas veces que cuando uno entra en una relación seria, donde ambos se tornan vulnerables uno con el otro, es normal y esperado que las complicaciones surjan. Esa es la vida. Toda persona tiene situaciones en su vida que debe afrontar, y a pesar de que éramos aún muy jóvenes, eso no nos excluía de presentar problemas en nuestras vidas.

Lucas había dejado de ir a la escuela por dos días, no respondía a mis llamadas, nadie sabía de él. Todos me preguntaban a mi por si conocía sobre su paradero, pero no tenía idea. Las lágrimas salían de mis ojos a chorro, y no recordaba desde cuándo no lloraba así y menos por otra persona.

Decidí llegar al taller de mecánica, pero para mi sorpresa, el mismo estaba cerrado. No había nadie allí. Algo, en definitiva, había ocurrido. Recurrí a mi madre en búsqueda de alternativas y ayuda, quien logró dar con la dirección del hogar donde vivía Lucas y su padre (esto último lo consiguió con ayuda celestial del colegio, aunque no fuera muy legal el asunto). Pero cuando se tenía conexiones y amistades dentro del colegio, había que usarla para una emergencia como ésta.

Llegamos al hogar donde indicaba la dirección. En efecto se veía todo muy humilde, y sabía que era allí por que el Accord en el cual Lucas me había llevado hasta mi casa, estaba allí. Mi mamá tocó su bocina para que supieran que estábamos allí. Vimos a Lucas salir y me bajé del auto.

No supe qué decirle más que darle un abrazo bien apretado al verlo. Era mi forma de dejarle saber lo preocupada que había estado.

—Mia... lo siento.

—No tienes que disculparte. Solo quería saber que estuvieras bien. ¿Quieres hablar?

Los ojos de Lucas estaban aguados. Agarré sus manos en señal de apoyo, y sus dedos estaban peor.

Nos sentamos en el balcón, mientras mi mamá continuaba en el auto esperando.

—Cuéntame, por favor. Confías en mi, ¿no?

—Sí, lo que pasa es que no sé cómo expresarlo y no quiero que pases esta situación conmigo, porque no es tu culpa.

—Soy tu novia, tu amiga, tu apoyo, tu amor. Estoy para ti.

Lucas me miró a los ojos y solo me dieron ganas de abrazar y acariciarlo. Estaba sufriendo. No sabía qué le ocurría, pero estaba en sufrimiento.

—Papá tiene cáncer en la próstata —dijo—. No está bien, lo puedo perder. No puedo sacarme de la cabeza todo lo negativo que eso conlleva. Me está volviendo loco. No puedo funcionar, no puedo hacer nada. Nada me sale bien, todo sale mal.

—Lucas, no sé qué decirte, mas que estar aquí contigo y ser tu soporte. ¿Cómo puedo ayudarte? ¿Cómo puedo ayudar a tu papá?

—No puedes hacer nada, Mia, es un proceso difícil y que no te toca. Tampoco voy a echarte esa carga. Necesito estar con mi papá y ayudarlo en este proceso largo y complicado.

—Por favor, déjame ayudar.

—¡No puedes ayudar! —dijo Lucas alzando la voz. Nunca lo había hecho y eso me hizo echarme hacia atrás—. Lo siento, Mia, lo siento. Últimamente no soy yo. No quiero hacerte daño, por favor, entiéndelo. No estoy bien, necesito mi espacio.

—Mi amor, yo entiendo, pero no me alejes. Necesitas apoyo, no puedes estar solo con esto. Es mucha carga. Si nos la dividimos, la carga es más llevadera. Mira como tienes los dedos, te sigues haciendo daño y se nota que no estás durmiendo. No puedes abandonar el curso cuando ya te queda tan poco por graduarte. ¡Ánimo!

—Lo dices tan fácil porque no eres tú quien está pasando por esto. No sabes lo que es ser yo, en la situación en la que estoy, en mi cabeza, mis pensamientos descontrolados. No puedo dormir pensando en lo que está sufriendo mi papá, en lo que le espera, en que puede morir.

—Es verdad, no estoy pasando por eso. Pero puedo estar ahí para ti, para ustedes, y traer positividad a la situación. Todo tiene solución, pero lo negativo va a traer negatividad.

—¡Tú siempre con lo positivo y la solución! No es tan fácil, Mia.

—Podemos ir a terapia juntos y ver a un profesional.

—¡No necesito ir a un psicólogo! —Lucas volvió a levantar la voz. Estaba más ansioso, y yo con miedo a que tuviera algún ataque de ansiedad que no supiera cómo manejarlo.

—¿Qué quieres que haga, amor?

—Dame espacio, por favor. No quiero hacerte daño. Necesito entender lo que me está pasando, por lo que está pasando mi papá. Son muchos problemas a la vez.

—¿Y crees que solo podrás manejarlo? Todos necesitamos apoyo —respondí con ojos llorosos. Esto era, me estaba pidiendo cortar la relación. Tantos meses de felicidad, de repente se venían abajo.

—Por favor, déjame solo —replicó con ojos llorosos también. Esto era tan fuerte para mi, como para él.

Así no más, le di otro abrazo que me devolvió con todas sus fuerzas, y el último beso pasional triste que pudiera haber imaginado. Este era el adiós.

—Mia.

—¿Sí?

—Dame tiempo, volveré a ti. Cuando esté mejor y enderece mi vida, regresaré a ti. Eres el amor de mi vida, recuérdalo.

—Pero al amor de tu vida, no lo dejas ir así de fácil —respondí antes de irme llorando como nunca.

Tenía el corazón destrozado y jamás había pasado por un dolor tan desagradable. Mamá me dio consuelo día y noche por un tiempo prolongado. Ella fue mi soporte en este tiempo.

A pesar de que Lucas no había aceptado mi ayuda y apoyo de forma directa, me aseguré de hablar con el colegio para que le proveyeran los últimos trabajos y se los hicieran llegar hasta la casa. Hicimos un pro-fondo a nombre del club de escritura y recaudar dinero para los tratamientos de cáncer de su padre. Recaudamos alrededor de $5,000. Me dejaron saber que Lucas estaba demasiado agradecido.

El día de la graduación, Lucas estuvo presente. Recibió apoyo de los otros compañeros y maestros que tanto lo extrañaban. Al menos me complacía ver que había logrado su objetivo de graduarse. No sabía si él quería que yo me acercara a hablarle. No me atrevía. Pero, para mi sorpresa, él lo hizo.

—Mia.

—Lucas.

—Gracias.

—¿Gracias por? —pregunté.

—Por todo. Sé que estuviste detrás de todas las ayudas. Y estoy arrepentido y abochornado por alejarte de mi vida. Pensé que esa era la mejor opción en esos momentos para no hacerte daño. No supe controlar mis emociones y alejé a la persona que más amaba, además de mi padre. No sirvo.

—Hey, no digas eso. Es verdad que me dolió mucho la ruptura, y todavía la estoy superando. De verdad creo que podíamos trabajarlo, pero quizá no era el momento. No tengo explicación la verdad.

—Voy a trabajar en mi, en lo que me sugeriste. Iré a terapias, iré a consultar mi situación con un profesional. Continuaré apoyando a mi padre en este proceso. Me parte el alma verlo tan decaído y sin tener energías para hacer lo que más le gusta, la mecánica.

—Tienes que cuidarte tú, para cuidarlo a él. Y sabes que a veces no podemos hacer las cosas solos, aunque quisiéramos. Hay ocasiones en que necesitamos ayuda de otros. No te sientas mal por ello.

—Gracias, y tienes razón —dijo acariciándome el pelo, pero luego se echó de nuevo hacia atrás—. ¿Ya te decidiste qué vas a estudiar?

—Sí. Haré un bachillerato en psicología con una concentración en literatura. Creo que combinaré mi pasatiempo, con lo que me intriga.

—¿Te motivé a decirte por psicología?

—Puede que algo así.

—Puede que me motive a estudiar literatura después de todo.

—¿Ahora o después?

—Aún no, pero en un futuro. A lo mejor nos encontramos para compartir nuestros escritos como antes.

—Me encantaría.

Lucas sonrió algo y procedió a darme un beso en la mejilla. Luego se alejó de nuevo. Podía ver su mirada distante y triste. Esto le dolía a él igual que a mi. 

—Sigue brillando, Mia. No olvides que fuiste mi amor a mi primera vista, y seguirás siendo el mejor amor de mi vida. Regresaré a ti con más fuerza y espero que los planetas se alineen para ofrecerme la oportunidad de rectificar lo que hice mal.

—Igual para ti, Lucas. Te deseo lo mejor y siempre tendrás mi número, sabrás donde vivo y en donde estudiaré para que me vuelvas a encontrar.

—Te encontraré y con gran probabilidad será en la universidad donde te vea brillar.

Y así, sin más, dimos cierre a nuestro amor juvenil que de atracción a amor se volvió complicado. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top