II. El becado

2 meses después

La escuela podía llegar a ser una zona de guerra, lo sabía. Más que nada era también un lugar para reconectar con amigos, chismear, pasarla bien, lanzar indirectas, coquetear y mirar con cara de no muy buenos amigos a las chicas que se la pasaban mirando a mi novio.

O sí, novio. ¡Y qué novio!

Era el primer día de regreso a clases luego de un excelente verano y qué forma de comenzar el semestre que agarrada de la mano del nuevo capitán del equipo de fútbol. Y es que, como saben, me encantaba mirar cosas lindas y Sebastián cumplía con todos los requisitos.

Guapo de rostro, alto, buena o, mejor dicho, excelente anatomía física, popular y codiciado por todas las chicas. Y era mío.

Estarán pensando que quizá logré conseguir a mi pintura de renacimiento de hace dos meses atrás.

Lamento decirles que no. Nunca lo encontré. Pero les cuento lo que ocurrió.

Luego de colocar el mensaje solicitando ayuda para mi búsqueda, recibí muchos me gusta, comentarios y mensajes privados. La mayoría fueron chicas, amistades y conocidas del pueblo, alabando la imagen que acababa de colocar. Todas querían conocerlo. Claro, si hasta de espalda se veía hermoso.

Entonces, comenzaron a compartir el mensaje. Una y otra vez.

Mi postde Facebook se hizo viral.

Estaba en la boca de todos, y en los perfiles de todos los del pueblo.

Incluso utilizaron etiquetas como #pinturatebuscan #quevivaelamor #ayudemosaMia

Muchas personas se unieron a esta búsqueda, tal y como si estuvieran intentando encontrar un tesoro perdido. Pero tal tesoro nunca fue encontrado. Desconcertada y destruida por el fracaso, eliminé el mensaje de todas las plataformas. Quedaría en el pasado.

Para mi sorpresa, Sebastián estaba muy al pendiente de mis movimientos en las redes y me envió un mensaje invitándome a salir. ¿Cómo decir que no a tremendo bombón y más en verano cuando tenía tanto tiempo para salir y disfrutar con alguien más?

Conocía a Sebastián desde los diez años. A pesar de que llevábamos ya un tiempo estudiando juntos y nos habíamos visto crecer, nuestra comunicación era mínima. Nunca habíamos tenido interés uno del otro. Pero, Seba, como prefiero llamarle, dio un tremendo estirón cuando cumplió los catorce años y desde ahí su apariencia física comenzó a mejorar y a mejorar. Era el chico por las que todas las muchachas se morían por ver y más aún que las invitaran a salir. Y hasta yo comencé a mirarle. Adicional a su belleza, me llamó más la atención su popularidad. Había sido seleccionado como el nuevo capitán del equipo de futbol, y ese puesto en nuestro colegio, era algo grande.

Salimos par de días en verano, disfrutamos de la playa, de picnic, tomamos café, fuimos a la bolera y comimos mantecado. ¡Qué no hicimos! Hasta que acabándose el mes de julio me hizo la pregunta.

—¿Mia?

—¿Sí?

—¿Por qué no somos novios aún?

—Porque aún no me lo has pedido.

—¿Quieres serlo?

Lo pensé por unos segundos. ¿Quería ser su novia? Bueno, era atractivo, me caía bien, y era popular. ¿Por qué no? ¿Qué tenía que perder?

—Claro —respondí con una pequeña sonrisa.

Y fue así, señoras y señores, como hoy, primer día de regreso a clases decidí mostrar a todos los estudiantes que era novia de Seba, siendo la envidia de todas. ¡Lo disfrutaba!

Los cuchicheos fueron más que evidentes entre las chicas, y las miradas de algunos de los chicos evidenciaron decepción, otros ni les importó.

Pero hoy comenzaba un nuevo año escolar, lleno de aventuras y nuestro último año en el colegio. Éramos seniors. Solo un año más y ya estaríamos en la universidad y podríamos tener un poco más de independencia. Algo que muchos, sino la mayoría, aspirábamos.

—¡Mia!

Escuché mi nombre y me volteé a mirar. Era Sara, mi mejor amiga. Seba aprovechó el momento para ir a saludar a sus compañeros del equipo.

—¡Te extrañé tanto! —dijo con una gran sonrisa y dándome un abrazo.

—Tonterías, ¡si me viste hace unos días!

—Un rato no más, ahora te la pasas todo el tiempo con Seba. Me has cambiado.

—Jamás te cambiaría por un chico, Sara, tú lo sabes. Solo que ahora Seba es mi novio y me gusta pasar un poco más de tiempo con él.

—Y a quién no le gustaría pasar tiempo con él si está guapísimo. Solo que aun no les veo mucha química, la verdad.

—La química llegará, Sara. Y sino, pues no pasa nada. ¡Llegará otro!

—Tú hablas del amor como si fuera algo tan ligero.

—Porque no es amor, es solo atracción.

—Sí, sí, el cuento de siempre —dijo Sara entre risas—. Pero vamos a entrar que ya pronto suena el timbre.

Y así fue. El timbre sonó y todos avanzaron hacia sus respectivos lugares. Como ya nuestra clase había crecido bastante, en este último año nos dividieron en dos grupos. Me dolió saber que Seba y yo estaríamos apartados. Pero al menos Sara se quedaba junto conmigo.

—Adiós bebé. Nos vemos en el almuerzo —dijo Seba lanzando un beso al aire.

—¡Hasta horita! —respondí con una tímida sonrisa.

—¿Ves lo que digo? No hay química —dijo Sara tan pronto Seba desapareció del panorama.

—Calla.

Entramos al salón y fuimos directo a sentarnos entre las primeras filas. A Sara y a mi nos gustaba sentarnos al frente. Sí, éramos populares, pero también éramos algo estofonas. A ambas nos gustaba salir bien en las clases.

—Mia, ¡felicidades!

Olivia. Olivia era una de esas niñas presumidas y un tanto hipócrita que deseaba ser mi amiga a toda costa. La trataba de lejitos.

—¿Felicidades por?

—Por tu noviazgo.

—Ah, gracias.

—Pero debo admitir que me sorprendió. Pensé que ibas a encontrar al chico de Starbucks.

—Sí, sí, yo también lo llegué a pensar —respondí sin mucho detalle. No deseaba entrar en una conversación larga con Olivia. Además, ya sentía a los demás compañeros entrar al salón e ir tomando sus asientos y ni un buen holales había dicho aún.

—Qué pena.

Justo en esos momentos llegó la profesora. Muy rápido para mi gusto, pues no me dio tiempo de saludar a nadie gracias a la interrupción innecesaria de Olivia. La profesora nos mostró una sonrisa, como de costumbre por ser el primer día, y agarró unos papeles que tenía encima del escritorio.

—¡Muy buenos días a todos y bienvenidos a este su último año escolar! Un poco de silencio allá atrás por favor —dijo intentando apaciguar el gallinero que se había formado—. Soy la profesora Quiñones y seré su maestra de salón hogar. Espero hayan tenido un excelente verano.

—¡Sí! ¡Excelente! ¡Genial! —gritaron algunos.

—Perfecto. Bueno pues creo que todos ustedes se conocen, ¿no? Pero yo no. Así que iré pasando lista —dijo ojeando la misma—. Oh... bueno, no a todos. Tengo aquí una nota que tenemos a un joven nuevo. Un transfer, un becado, que ingresa hoy a nuestro colegio. Lucas, bienvenido y levántate por favor para que tus compañeros te puedan conocer.

¿Un chico nuevo? ¿En el último año? Eso sí era raro. Miré hacia atrás con poco interés. Mis ojos se dirigieron hacia donde miraban todos los demás, y me fijé primero en sus largas piernas, luego en su fornido torso, hasta llegar a su rostro... y vi sus cálidos ojos. Y él también me miró. Fijo. Sentí una corriente por todo mi cuerpo.

Trágame tierra, pensé.

Tenía, ante mis ojos, a la pintura renacentista. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top