❦ Capítulo 8: Hijos
Al día siguiente, las noticias solo hablaban sobre la desaparición de una chiquilla de 16 años. Sus padres estaban más que preocupados y llorando a través de la cámara que los enfocaba, pidieron que le regresaran a su hija, que pagarían cualquier cantidad por ella.
— Lástima que la matamos, Hobi — susurró con burla, Tae Hyung. El aludido no le hizo caso a su novio y siguió con la mirada al frente.— Pudimos haber recibido la recompensa — volvió a hablar el pelirubio.
Ho Seok lo miró de reojo y sonrió de lado, amaba aquel comportamiento aniñado y a la vez cruel de parte de su pareja.
— De todas formas, tendríamos que matarla. — aseguró el mayor.
Tae dejó a un lado su móvil, por el que estaba viendo las noticias, y se apresuró a dirigir su mano a la entrepierna de Ho Seok, comenzó con un leve masaje que obligó al pelinaranja a detenerse y a cerrar los ojos con fuerza. En ese momento Jung agradecía tanto estar en una carretera sin tráfico alguno, pues no imaginaba tener que detenerse entre carros solo para aceptar el placer que le entregaría su novio.
Tae, por su parte, no dudó en sacarse el cinturón de seguridad y tratar de trepar en el regazo de su pareja.
— ¡ATRÁS! ¡AHORA! — exigió Ho Seok, dando a entender que quería al menor en la parte de trasera del auto en ese instante.
Como un niño bueno, Tae Hyung hizo caso y pasó a los asientos traseros seguido por Ho Seok. Y nuevamente, el auto hacía de su hotel y del cómplice de uno de sus millones de encuentros sexuales y a la vez, amorosos de la pareja.
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Tae Hyung miraba con mucho anhelo a todos esos niños que corrían por el parque, no es que quisiera tener un niño a los 21 años, pero tampoco quería quedarse sin vivir esa bella etapa.
Levantó sus piernas y se abrazó a estas mientras seguía admirando a todos esos padres y madres que jugaban al lado de sus niños. Un suspiro salió de sus labios en cuanto Ho Seok llegó con el helado que tanto deseaba.
Hace unas horas habían terminado de tener sexo en la parte trasera del auto, para posteriormente seguir con su camino como si nada hubiera ocurrido. Y en esos instantes se encontraban en un parque muy cerca al departamento de Tae Hyung, un departamento que fue regalo de sus padres con la condición de que regresara a casa, algo que el pelirubio aceptó, pero no cumplió.
— ¿Te encuentras bien? — preguntó Ho Seok al ver que su pequeño novio estaba algo distraído y decaído. Tae alzó la vista y sonrió en respuesta, tomando el helado a la vez.
— Ya no lo quiero — aseguró el menor.
El mayor suspiró y tomó el helado para llevarlo hacia el tacho de basura más cercano. No quería admitirlo, pero se estaba preocupando por Tae Hyung, en especial por su falta de hambre desde el día anterior.
— ¿Tanto asco te dio? — comentó el pelirrojo a su regreso. — hemos hecho esto desde que iniciamos nuestra relación, es al...
— ¡Quiero un hijo! — semi gritó el menor, dirigiendo su mirada a su novio. Ho Seok se quedó con la boca entreabierta y con la mirada perdida. — Quiero tener un bebé, Ho Seok. — volvió a decir el rubio. El aludido soltó todo el aire retenido y asintió sin poder convencerse del todo.
— Ya hemos hablado del tema, Tae Hyung. — dijo en un tono severo. El menor bajó la mirada sin poder darle pelea a su pareja. Tae sabía que cuando Ho Seok no quería algo se lo hacía saber de inmediato.
— Vamos a casa, estoy cansado de todo.
Ho Seok se levantó del asiento y sin esperar a Tae Hyung, comenzó a caminar hacia el auto.
El rubio no sabía qué pensar, ¿Ho Seok se encontraba cansado del viaje o de él? No quiso hacer caso a todos los pensamientos que atormentaban su cabeza e hizo lo mismo, se colocó de pie y durante todo el camino no pronunció palabra alguna.
Al llegar al departamento, lo primero que encontraron fue todos los muebles desordenados al igual que llenos de polvo, tal y como lo habían dejado dos meses atrás.
Ho Seok no tardó en sacarse la camiseta que traía y lanzarla en algún lugar del departamento mientras emprendía camino hacia el baño del lugar; Tae Hyung no dudó en recoger la ropa de su pareja y caminar hacia el sofá de la sala de estar, se sentó en este y miró hacia al frente, al gran ventanal.
Por su parte, Ho Seok disfrutaba de una ducha fría, que lo limpiaba por completo y le quitaba el olor a zorra barata. Al salir, caminó a la habitación principal y abrió el armario para posteriormente retirar algunas de sus prendas y colocárselas.
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Tae Hyung seguía ido, sus pensamientos seguían alrededor del tema de una familia, él deseaba tener hijos y formalizar por completo, algo que al parecer Ho Seok no deseaba.
— ¿Cuándo nos casaremos? — soltó de repente el menor, tomando por sorpresa al pelirrojo, quien disfrutaba de la película que se transmitía en ese instante por Netflix.
— No quiero hablar de eso en este momento. — contestó sin mirar a Tae Hyung.
— Ho Seok, tenemos que coordinar todo para la ceremonia y la fiesta — continuó insistiendo. El pelirrojo no hizo caso, en cambio, siguió mirando la TV.
— ¡HO SEOK! — gritó Tae, separándose de los brazos de su novio.
— ¡DÉJAME EN PAZ!...¡DIABLOS! — gritó de igual manera el mayor. — ¡NO BUSCO CASARME CONTIGO! ¡NI SIQUIERA ME AGRADA LA IDEA DE ORGANIZAR UNA PUTA FIESTA QUE COMPRUEBE LO MUCHO QUE ERES MÍO! — Ho Seok ya se había cansado, estaba de pie y su mirada llena de cólera y desesperación era dirigida a Tae. Este último quería llorar, mejor dicho, ya lo estaba haciendo, sus lágrimas caían por sus mejillas y con lo único que respondió fue con una afirmación, dando a entender que había acatado cada orden de su pareja y mayor.
El pelinaranja se retiró de la sala de estar más que enojado y no deseó hablarle el resto de la noche a Tae Hyung. El rubio tampoco se esmeró por recibir alguna palabra de Ho Seok, quien a media noche decidió retirarse de la cama matrimonial que compartían y salir de la habitación.
La puerta del departamento sonó y en ese momento, el rubio supo que había problemas, demasiados problemas entre ellos. Ho Seok nunca se marchaba de su "casa" y mucho menos, estando solo. Sin embargo, no hizo nada para detenerlo, solo decidió dormir hasta el día siguiente, o al menos intentarlo.
El mayor no hizo mejor cosa que ir a un prostíbulo, tanto el alcohol como el olor a marihuana lo recibió en aquel local, que se encontraba en la zona más peligrosa de todo Seúl: Seocho Gu. Había tardado mucho en llegar, pero todo valió la pena si al final obtendría un premio: una de las mejores cocaínas de todo el país.
Las mujeres no tardaron en rodearle y escoltarlo a uno de los sillones del lugar, Ho Seok sonreía y sacando algunos billetes de su bolsillo, recibió la cocaína y demás químicos que le servían de autoplacer. De esa manera, comenzó una noche larga, una noche en la que Ho Seok tomó, consumió y se acostó con una mujerzuela del lugar. Muy en el fondo sabía que estaba haciendo mal, que Tae Hyung lo amaba, pero eso le convenía... le convenía que su rubio estuviera tan enamorado de él como para no dejarlo a pesar de todas las porquerías que había y estaba haciendo.
Los rayos del sol despertaron a Ho Seok, al igual que los jadeos que soltaba la mujer a su lado, el pelinaranja cayó en cuenta de lo que había hecho y rápidamente se arrepintió de todo; no tardó en alejar a la perra de su lado y gritarle millones de groserías para que se apresurara en irse.
Al quedarse solo en la habitación y tener a la zorra lejos de su espacio personal, tomó su cabeza entre sus manos y suspiró fuertemente. Hace mucho que había logrado dejar aquellas "andadas" por Tae Hyung, pero ahora se encontraba nuevamente en el mismo hoyo.
— ¡MIERDA! — gritó al levantarse de la cama. Golpeó todo lo que encontró en el camino e incluso estuvo a punto de moler a golpes a la prostituta que recién salía del cuarto del baño, sin embargo, no lo hizo, prefirió botarla a patadas y amenazarla con la navaja que siempre cargaba.
Logró ducharse con tranquilidad y para las diez de la mañana ya se encontraba al frente del departamento que compartía con Tae Hyung. Ni tuvo que molestarse en tocar la puerta, pues esta se abrió y dejo el pase libre a la persona menos indicada, un hombre algo afeminado y de hombros anchos, quien era más que un conocido para Ho Seok.
— Seok Jin. — musitó apenas el pelinaranja
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