❦ Capítulo 4: Problemas
Tae Hyung venía besando a su novio con mucha fiereza, mientras este conducía. Ambos estaban rumbo a la casa del menor por el dinero prometido de parte del padre de este. Realmente necesitaba de ese dinero.
Ho Seok solo se dejaba hacer mientras disfrutaba de las caricias proporcionadas en su parte baja por la mano de su rubio favorito y por los besos de este mismo en su mejilla y cuello.
Tae Hyung, en cambio, disfrutaba demasiado el hecho de toquetear a su novio en el auto e incluso, le excitaba el solo pensar que podrían ocasionar un accidente si alguno de los dos sucumbía ante los deseos del otro.
El rubio ya pensaba en subirse en el regazo de su novio cuando este lo empujó con poca delicadeza y detuvo el auto. Tae Hyung pensaba reclamar e incluso hacer un berrinche por no haber logrado su cometido, pero su novio fue rápido y dejando un beso en sus labios lo obligó a darse la vuelta
— Ya llegamos pequeña puta, entra y dile a esos viejos asquerosamente llenos de dinero que te den lo prometido.
— ¡No pienso entrar solo! — dijo Tae Hyung más que enojado y con la esperanza de esta vez sí presentar formalmente a Ho Seok.
— ¡Yo no pienso entrar contigo! — gritó el pelinaranja. Odiaba todo lo que tuviera que ver con padres y con presentaciones formales. Ho Seok sabía sobre los deseos bobos e inmaduros de su novio y muy a pesar de eso, le agradaba mucho hacerlo sufrir y ver cómo este volvía a sus brazos sin remordimiento alguno.
— Ho Seok, quedamos en que hoy sí sería el día — el rubio ya iba tocando el pecho del antes mencionado cuando este lo apartó de un golpe en la mejilla.
— ¡Escuchame bien, Kim Tae Hyung! — volvió a gritar. — ¡Me vale una puta mierda presentarme ante tus padres y decirles que me acuesto con la asquerosa perra que tienen como hijo, así que mejor entra a esa maldita mansión y traéme el dinero que nos prometieron!
Tae Hyung tragó grueso y solo controló sus ganas de llorar antes de salir del auto.
Al estar fuera, pasó el dorso de su mano por ambos ojos y solo atinó a caminar sin preocupaciones hasta llegar a la puerta principal. Conocía esa mansión de memoria, había vivido la mayoría de sus aventuras infantiles en aquel lugar.
Al estar frente a la gran puerta, miró su atuendo y arregló su cabello para después tocar el timbre. No quería presentarse informalmente ante sus padres, él los conocía bien para saber cómo tratar con ellos.
La persona que le abrió la puerta lo envolvió en sus brazos rápidamente, recalcando el gran vacío que habia dejado en sus corazones al irse.
Tae Hyung solo correspondió a la muestra de afecto al darse cuenta que se trataba de su nana, la anciana que lo había criado durante toda su niñez y a la única que podía llamar “madre” por obvias razones.
— Tus padres están muy felices de saber que volverás — dijo con suavidad aquella mujer. Tae Hyung se extrañó y de una manera no tan agradable se alejó de la anciana.
— No regresaré, nana — dijo más que convencido de sus palabras. — Solo los vine a visitar por un momento.
Ella alzó un ceja y negó con la cabeza. Sabía claramente la razón por la que“su pequeño” había llegado esa mañana a la mansión. Necesitaba más dinero.
— Tus padres sufren demasiado, Tae Hyung, no deberías ser así con ellos. — lo reprendió la mujer.
Él se encogió de hombros y pasó de largo a la casa. Todo seguía igual como cuando se fue, hace unos cinco meses atrás, a excepción de la oscuridad que albergaba la casa entera. Parecía que alguien murió en su ausencia, pues el lugar realmente era tenebroso.
La puerta se cerró y las preguntas no tardaron en aparecer.
— Tae Hyung, hijo, ¿el chico de la camioneta es tu novio?
El mencionado solo se devolvió hacia su nana y negó con la cabeza.
— No es nadie, solo un amigo — una sonrisa fingida se hizo presente en el rostro del rubio y la mujer no pudo hacer nada más que creer en las falsas palabras del niño que había cuidado desde que era un bebé.
— ¿Quién es amigo de quién? — Cuestionó otra voz desde la segunda planta.
Tae rodó los ojos e hizo una mueca chistosa ante los ojos de su nana para luego voltearse y observar a su madre, que por cierto era demasiado joven como para decir que tenía un hijo.
— Es mejor que yo me retire. — musitó la anciana antes de hacer una reverencia y efectivamente irse de la entrada.
El rubio solo se limitó a cruzarse de brazos y ver como la mujer, que decía ser su madre, bajaba las escaleras a pasos cortos y lentos.
— Te hemos extrañado demasiado, bebé — mencionó su madre al estar frente a él.
Tae Hyung no dijo nada, en cambio, rodeó el cuerpo de su madre para subir las escaleras rápidamente. Necesitaba encontrar a su padre.
Pudo escuchar los gritos de su madre atrás suyo, pero hizo caso omiso a estos hasta llegar a la puerta del despacho de su progenitor.
No tocó la puerta, ni tampoco pidió permiso para entrar, le importaba muy poco los modales o las reglas de su casa.
— Necesito el dinero ahora mismo — el grito de Tae Hyung se hizo escuchar por toda la habitación y su padre no levantó la vista de unos documentos, que tenía en manos en esos momentos, hasta que el golpe en su escritorio lo sacó de su trance. — Tengo muchas cosas que hacer, así que dame el dinero ¡Ya!
El hombre, también joven, miró a su único hijo y luego volvió a devolver toda su atención a las fotografías que se le habían sido entregadas esa misma mañana. No quería creer que todo lo que le había dicho el investigador privado sea cierto. No podía creer hasta qué punto se había arruinado su hijo.
— ¡Diablos! ¡Necesito el dinero! — gritó esta vez el menor.
La madre de Tae Hyung llegó justo detrás de él y miró a su esposo, este último ya le había contado de todo lo que sucedía en la vida de su hijo y ambos habían acordado ayudar en todo lo posible a su primogénito, aunque este no quisiera.
— Tae Hyung, tenemos que hablar — habló el hombre mayor.
El rubio volvió a rodar los ojos, ya se sabía todos los discursos de su padre y realmente estaba cansado de toda esa mierda que siempre le decían. Ninguno de ellos quería entender que él quería ser libre.
— Si es por mi huída de hace unos cinco meses atrás, lo puedo explicar. — dijo como si nada.
— Ya sabemos todo, Tae Hyung — habló esta vez su madre.
— ¿Y? — el rubio quería reírse. Él ya sabia sobre el detective privado e incluso se había dejado tomar fotos junto a Ho Seok para que sus padres llegaran a saber sobre su relación.
— ¡Él es un hombre mayor! ¡Te lleva diez años! — gritó el padre.
La madre yacía en una esquina del cuarto, observando el “diálogo” que su esposo e hijo tenían.
— ¿Y?, Yo no le veo ningún problema.
— ¡Es un hombre experimentado, tuvo dos mujeres antes que tú y...y además no es de nuestra clase!
Tae Hyung respiró hondo y volvió a encogerse de hombros.
— Tú y la mujer que está ahí — dijo, refiriéndose a su madre. — me tuvieron a los quince años. — el padre abrió sus ojos en par e incluso se había colocado de pie para no ser intimidado por su propio hijo. — creen que por ser mis padres, yo les tomaré en cuenta... pues están equivocados, haré lo que se me venga la regalada gana y ustedes no me lo van a prohibir.
— ¡Somos tus padres, tienes que obdecernos! — reiteró el hombre mayor.
— ¡NO! — gritó el menor.
— Cariño, ese hombre podría ser tu padre — habló su madre.
Tae Hyung la miró con cara de pocos amigos y solo apretó sus puños. Tenía tantas ganas de golpear a la mujer que le dio la vida, así que solo se atrevió a contar del uno al diez mentalmente para calmar su ira.
— Me van a dar el dinero, ¿sí o no? — el rubio ya quería irse de esa casa y dejar de verle la cara tanto a ese “viejo” como a esa “vieja”.
Su padre suspiró y asintió. Por más que quisiera no podía negarle nada a su único hijo.
Tae Hyung sonrió a más no poder al momento de recibir el cheque de medio millón de dólares. Estaba tan feliz que se olvidó de agradecer y de despedirse de sus padres.
De la única que sí se despidió fue de su nana, quien le dijo que se cuidara y que no hiciera “cosas malas”. Tae Hyung acató todas sus órdenes hasta llegar al auto, donde Ho Seok lo esperaba.
— ¡Lo tengo! — canturreó el menor al momento de alzar el cheque.
Ho Seok solo asintió y se dirigió a los labios del menor, este le correspondió rápidamente y comenzó a frotarse contra el cuerpo de su novio.
A los pocos minutos ya estaban sacándose la ropa y pasando a los asiento traseros para terminar con lo que habían empezado.
Ho Seok mordía el cuello de su novio, mientras que este último le desabrochaba los pantalones. Ambos estaban festejando por el dinero y por la perfecta desaparición del cadáver.
Una vez que la ropa fue retirada y los cuerpos, desnudados, pasaron a otorgarse placer mutuo.
Tae Hyung gritó al sentir a su novio dentro y Ho Seok solo gimió al ser cruelmente apretado por el menor.
Las embestidas iniciaron al igual que los gemidos y gritos, el dolor se expandía por el cuerpo del menor y el placer se comenzaba a presentar en su zona baja.
Los brazos de Ho Seok estaban a cada lado del rostro de Tae Hyung mientras que el último le rasguñaba la espalda al sentir cada vez más profundo las penetraciones.
Todo se había vuelto tan violento. El pelinaranja se adentraba con poca delicadeza y el rubio movía sus caderas al compás de las arremetidas.
Cada uno gruñía o gritaba hasta que el rubio llegó al preciado climax y Ho Seok se vio apresado por las paredes internas de su novio, obligándolo a correrse dentro.
Ambos con las respiraciones irregulares, se desplomaron en los asientos.
Tae sonreía mientras era sujetado por su novio.
— Te amo demasiado — musitó el menor. Ho Seok solamente miró al menor y asintió.
— ¿Tuviste problemas con los viejos?
— Sí, pero ya los solucioné. — contestó el rubio.
El mayor volvió a asentir para luego besar a su novio. Iban a continuar con otra ronda más, cuando el teléfono de Ho Seok sonó. Tae Hyung se separó de inmediato, pero lo hizo a regañadientes.
El pelirrojo se había enojado al ser interrumpido, pero al escuchar la voz de su hermano, todo se calmó. El rubio, en cambio, miraba con cierto fastidio la sonrisa que se reflejaba en el rostro de su novio al momento de hablar por teléfono.
Él nunca había logrado hacerle reír de esa manera a Ho Seok. Ya estaba por hacer toda una escena de celos y gritarle al mayor por su comportamiento cuando este colgó el celular y lo arrojó al suelo de la camioneta.
— ¿Qué mierda fue eso, Ho Seok? — casi gritó el rubio. El mencionado sólo volteo a ver a su novio y suspiró.
— Tenemos problemas.
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Sé que ha pasado tiempo y lo siento. Pero prometo compensárselos ahora mismo con una maratón de siete capítulos. 😚
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