Jung Kook, un niño como todos, nacido en una familia promedio, donde el padre contaba con una buena estabilidad económica y con un trabajo asegurado; con una madre que estaba feliz de ser ama de casa y cuidar de su único hijo pequeño. Sí, esa era la familia de Jung Kook, un pequeño con dientes de conejito y con una carita sumamente tierna.

El vecindario donde vivía era muy seguro, todos los vecinos se conocían y apoyaban en todo lo necesario, incluso podías salir a altas horas de la noche y no correr el riesgo de ser asaltado o asesinado. Sin embargo, todo eso terminó cuando el padre de Jung Kook fue despedido de su trabajo, ahí fue donde todas las desgracias acompañaron a la familia Jeon. Tuvieron que mudarse, dejar su vida cómoda y pasar a un vecindario muy peligroso, que se situaba en uno de los distritos más peligrosos y asquerosos de todo Seúl, tal y como había dicho la señora Jeon.

Con el pasar de los años, Jung Kook se convirtió en un adolescente muy inteligente y a la vez muy tímido, presa fácil para todos esos brabucones  de la escuela a la que había sido obligado a ir y la única que su padre podía pagar al haberse convertido en mecánico.

Los problemas iniciaron al igual que los golpes en la escuela. Todo se iba derrumbando en la vida de Jung Kook, sus padres peleaban constantemente al no tener dinero para las necesidades básicas de una familia, sus amigos resultaron ser unos traicioneros y su autoestima iba bajando de a poco, al igual que sus ganas de vivir.

Tuvo dos intentos de suicidio, los que fallaron gracias a su padre, quien era el único que se percataba de todo lo que hacía su hijo, sin embargo, la madre de Jung Kook era otra historia. Aquella mujer era feliz mientras tenía el dinero fácil, mientras vivía en su antiguo vecindario con sus antiguas y muy adineradas amigas, también amas de casa. Ella era feliz mientras vivía fácilmente del esfuerzo de su esposo; ahora lo único que se podía ver era a una mujer ávara que no deseaba vivir en una vecindario de pobres y ladrones, que solo se amargaba e iniciaba peleas ridículas para así cansar a su marido. Jung Kook se había dado cuenta de aquello y por más que se lo mencionó a su padre, este nunca le hizo caso alguno.

El amor te ciega, te pone tonto, te idiotiza y te quita todo lo que te pertenece, esas fueron las palabras de Jung Kook, eso fue lo que pensó al ver su casa vacía, los ahorros de su padre, desaparecidos y la ausencia de su madre. Sí, aquella mujer se había marchado y llevado consigo todo lo que pudo cargar, pero ni aún así, el señor Jeon dejó de amarla.

El amor te mata en algunas oportunidades ¿cierto?, Pues este era el caso del padre de Jung Kook, el señor Jeon, se murió en vida al descubrir que su mujer había escapado con el esposo de su vecina, al parecer ellos mantenían una relación clandestina que acabó en una huída.

Ambas familias quedaron destruidas, en especial lo que quedaba de la familia Jeon.

Jung Kook ya no le vio una razón de seguir al percatarse del comportamiento de su padre, quien comenzó a beber y a faltar a su trabajo constantemente. Ya no vio un futuro cuando una mañana despertó y encontró el cadáver de su progenitor en el sofá, donde siempre solían tratar de compartir momentos "lindos" en familia y que siempre eran arruinados con la actitud arisca de su madre.

Desde ese momento, Jung Kook dejó de ver el lado bueno de una familia, al igual que a las mujeres, a quienes ya no las trataba por igual, ahora las despreciaba y en algunas ocasiones las usaba como si de un trapo sucio se tratara.

Pensar que su vida estaba totalmente arruinada no era delirar, al contrario, era caer en la realidad, puesto que su vida sí estaba totalmente arruinada; había dejado la escuela y ahora se dedicaba a beber junto a unos nuevos "amigos" que había conseguido, entre ellos se encontraba Ho Seok, con quien tuvo muchos desacuerdos y discusiones, sin embargo, después de una noche de tiroteos entre su grupo y una banda enemiga, se dió cuenta  que Jung Ho Seok no era un enemigo, al contrario, era un buen amigo, alguien que no te dejaba... que te acompañaba hasta el final.

La amistad entre ellos floreció, sin embargo, esta se vio afectada unos años más tarde cuando Ho Seok descubrió que Jung Kook le estaba viendo la cara a su hermano. Eso creó otra discusión entre estos amigos, quienes se golpearon y al último terminaron bebiendo mientras reían al narrar y escuchar como era Ji Min en la cama.

Jung Kook jamás vio algo muy bueno en la familia, por esa razón no desaprovechaba la ocasión para destruirlas o dañarlas, tal y como lo estaba haciendo con Yoon Gi y su "familia perfecta".

Ho Seok se había percatado de aquello cuando vio a su mejor amigo al lado de uno de los mayores narcotraficantes de toda Corea del Sur. Se dió cuenta que todo lo que Jung Kook tocaba terminaba destruyéndose.

— Jung Kook te explicará cómo es el maldito trabajo aquí y quién es el que manda. — Nam Joon se colocó de pie, no sin antes extenderle la mano a Jin y tomarlo a la fuerza para que este se levantara.

Aquella "pareja" se marchó siendo custodiada por los hombres musculosos que eran los guardias. Mientras tanto, Jung Kook solo miraba a su amigo y a la pareja de este. El pelirubio yacía dormido y Ho Seok no podía dejar de mirar el suelo como si un bicho o insecto raro se encontrara caminando por ahí.

— Ho Seok, tenemos que irnos. — musitó el menor. El aludido levantó su vista y miró al que era su mejor amigo o al menos decía serlo. Se levantó como pudo y no tardó en tomar del cuello de la camisa a Jung Kook.

— ¿¡Cómo pudiste ser capaz de mencionar a la familia de mi hermano!? — gritó el pelirrojo, esparciendo su aliento de cerveza por todo el rostro del menor. — ¿¡Cómo eres capaz de mencionar a un niño de seis años!? ¿¡Qué mierda pasó por tu cabeza para mencionarme y meterme en esta asquerosa red de drogadictos!?

Entonces, Jung Kook no aguantó más y aprovechando el estado de su amigo, lo empujó. Ho Seok cayó al sofá y desde ahí, comenzó a mirar mal a su menor.

— ¡Yo no te mencione pedazo de imbécil! ¡El que lo hizo fue ese afeminado de mierda que tiene de primo a tu putita! — el dedo índice de Jung Kook señalaba a Tae Hyung, quien ya botaba baba por la boca al haberse quedado dormido con los labios entre abiertos.

Ho Seok se colocó de pie, quedando muy cerca del rostro de Jung Kook y tratando de intimidarlo de esa forma. Sin embargo, Jung Kook jamás se asustaría por algo tan simple como una mirada.

— ¡Entonces, explícame cómo mierda ese imbécil sabe de mi hermano y sobrinos! — la voz del pelirrojo era potente y ronca en esos momentos.

Jung Kook se alejó y encogió de hombros.

— Querían saber mucho sobre ti y me pidieron algo de ayuda así que se las di. — dijo con simpleza el pelinegro. Ho Seok respiró hondo y se dirigió hacia Jung Kook con todas las intenciones de golpearlo.— Era decirles todo lo que sabía de ti o ver como el jefe iba a preguntárselo a tu hermano. — completó. Ho Seok se detuvo y abrió sus ojos en par.— Aunque no lo creas, aprecio mucho a SungMi y también al bebé que espera Ji Min, sin contar que YoonGi es un gran ejemplo para mí... No soy tan mierda. — musitó lo último

Ho Seok dejó de apretar sus nudillos y se dejó caer en el sofá, mientras miraba a un lado, para ser exactos, hacia Tae Hyung.

Segundos o incluso, minutos fueron los que se encontraron callados, solo mirándose el uno al otro y diciendo todo con eso.

— ¿Qué tengo que hacer? — dijo el mayor, rindiéndose. Jung Kook sonrió en respuesta.

Si no puedes con ellos, únete.

— Solo tienes que vender la mercancía en todas las zonas que el jefe te diga.

Hoseok suspiró y asintió.

— ¿Sólo eso?

Jeon asintió y pasó a dejarle una carta en la mesita de cristal antes de retirarse. Jung lo abrió una vez que vio lejos a su amigo y se sorprendió al notar la gran cantidad de dinero que yacía dentro. Era un gran suma, muy parecida a la que le entregaban cada cierta semana a Tae Hyung.

Una sonrisa apareció en su rostro y miró a Tae. Con todo ese dinero ya no lo necesitaría... Ya no le servía.

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Me tardé mucho, lo siento beibis 😅

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Maratón 4/5