Capítulo 11
(2/2)
***
—¿Qué error cometiste?
Athenea no pudo evitar soltar la pregunta ante lo que la chica había dicho.
La pelirroja se quedó en silencio unos segundos debatiendo en si debía responderle o no, y gano la opción menos conveniente para la curiosidad de Athenea.
—Creo que debemos empezar a estudiar —señaló Afrodita con un tono suave, pero claramente desviando el tema.
Athenea no tuvo otra opción más y seguirla a su escritorio donde sacaron todos sus materiales para empezar la lección.
Afrodita demostró a Athenea ser una muy buena oyente y aprendiz. Entendía rápidamente lo que necesitaba y obedecía en cada consejo y corrección que le daba; sin embargo, Athenea no era tonta y en menos de media hora se había dado cuenta que Afrodita no necesitaba su ayuda para latín.
Athenea fingió no haberse dado cuenta de ello y siguió explicando los temas de latín a la pelirroja, esperando que, quizá, en algún momento se cansara de su actuación; sin embargo, eso no sucedió.
Afrodita mantuvo su papel por poco más de una hora. Momento en el cual se excusó diciendo que traería unas bebidas a ambas.
Athenea la vio salir de su recamara y se quedó pensando en los motivos del porqué Afrodita le diría a Hermes que necesita ayuda para latín cuando lo entendía en su mayoría, y lo que le faltaba aprender podría hacerlo por sí misma.
«Ella tiene motivos ocultos igual que tú», susurró su inconsciente justo cuando la pelirroja entrba a la habitación con dos vasos de limonada.
—Para ti —dijo extendiendo un vaso a Athenea.
—Gracias —respondió tomando el vaso.
Afrodita le sonrió antes de beber su limonada y sentarse en su sitio.
Athenea la miraba y por más que le daba vueltas no podía encontrar un motivo lo suficientemente fuerte para que pidiera ayuda con el latín.
—¿Por qué querías que alguien te enseñará latín? —le preguntó finalmente.
—Porque necesito ayuda —la mentira le salió tan fácil a la pelirroja que cualquier otra persona le hubiera creído.
—Hablemos claro, Afrodita. Es obvio que sabes del tema, entonces por qué pediste ayuda para que alguien te enseñará —cuestionó poniendo las cartas sobre la mesa.
Ambas estaban perdiendo tiempo bailando alrededor para obtener lo que querían.
—Yo no pedí que alguien me enseñará —le respondió la pelirroja resaltando el alguien— Yo le pedí a Hermes que fueras tú quien me enseñará.
—¿Por qué? —preguntó.
«Sabía que había algo más en la petición de Hermes», pensó mientras el ánimo cordial en la habitación iba desapareciendo.
—Hera quiere saber más de ti —admitió— Y yo soy buena obteniendo información — le dijo con calma.
«Yo soy mejor», pensó con una sonrisa; sin embargo, eso no quitaba su molestia de haber sido engañada.
—¿Y tú haces todo lo que Hera te pide? —le cuestionó a la pelirroja.
—No, pero digamos que le debo un favor y... — dijo antes de admitir— Y tengo mi propio interés personal para hacer esto.
Muy bien...
—¿Y que interés puede ser ese? —preguntó Athenea, aunque tenía la sospecha de saber cuál era.
—Hefesto —respondió Afrodita sin dudar y mirando a Athenea como si fuera una piedra en su camino.
Adiós total a la cordialidad, la chica ahora la trataría como una enemiga.
—¿Qué relación tienes con él? —le preguntó la pelirroja con un interés evidente en esa respuesta.
—¿Qué quiere saber Hera de mí? —le preguntó de vuelta.
Athenea no era tonta, si Hera había mandado investigarla era por algo. Algo que ella pensaba descubrir.
—Quiere saber si eres una amenaza para ella —respondió Afrodita encogiéndose de hombros sin importarle si delataba a Hera o no— Lo que no tiene sentido dado que no hay persona que no le deba un favor o se incline ante ella.
—Yo no le debo un favor, ni me inclino ante ella o cualquier persona —le señaló Athenea.
—Pronto lo harás, créeme. Todos lo hacen tarde o temprano —le respondió la pelirroja con saña.
Sí, bueno, Athenea ya había escuchado eso antes y no estaba interesada.
—Respondí tu pregunta, ahora responde la mía —dijo Afrodita con un tono hipnotizaste y por un momento sintió la necesidad de responderle la verdad aunque no quisiera.
«Lo hago porque quiero ser justa», se dijo, pero algo en su mente le decía que no era así, su cerebro batallaba para hacerla reaccionar.
— Hefesto y yo... —la niebla en su mente se disipo pero aún parecía estar ese impulso por querer decir la verdad por lo que la dijo— Hefesto y yo solo somos amigos.
Afrodita se vio complacida ante su declaración; sin embargo, antes de que pudiera decir algo más sonó el timbre de su casa.
—Tú segunda cita llegó —le dijo y Athenea frunció el ceño dándole a entender que no sabía a qué se refería— Hermes me pidió que te dejará reunirte con Apolo —le aclaró la chica sorprendiendo a Athenea que se puso de pie sin dudarlo.
Estaban por salir de la habitación cuando Afrodita tomó la mano de Athenea sorprendiéndola.
—Lamento haberte mentido, pero ten por seguro que no me equivoco en lo que te digo.
—No le deberé ningún favor a Hera —le respondió Athenea convencida de cada palabra.
—Lo harás, créeme, pero dependerá de ti si es en tus términos o los de ella —le dijo— Ah, y otra cosa, ten en cuenta que Artemisa te va a matar por hablar con su hermano de la muerte de sus padres.
—¿Y tú como sabes eso? —le preguntó antes de negar — Olvida esa pregunta —le dijo.
La respuesta era obvia. Hermes, él le había dicho.
—Ten cuidado, Aty, puede que las respuestas que busques no sean las que necesites nosotros ya dejamos el pasado atrás y ten en cuenta que si Artemisa se entera no te perdonará fácilmente —le advirtió Afrodita.
—¿Qué fue lo que paso entre ustedes? —le preguntó Athenea a la pelirroja.
Sabía que ahí había algo, algo importante había sucedido antes de su llegada y debía saber eso para entender el pasado de Artemisa, Hefesto y Afrodita.
La pelirroja le dio una mirada triste antes de responderle.
—Quise evitar algo y pague un precio demasiado alto —le respondió saliendo de la habitación.
Athenea cerró los ojos y rogando no estarse equivocando en su curso de acción.
***
Cuando Athenea llegó a la sala de estar Apolo se encontraba conversando con Afrodita animadamente hasta que la vieron.
—Regreso en un rato —dijo la pelirroja antes de salir de la casa.
Apolo se quedó mirando a Athenea como si fuera un misterio por resolver y eso no le gustó. Había recibido esa mirada antes cuando vivió en París por cada uno de sus compañeros después de un examen. Según ellos nadie podía ser tan inteligente y ella hacía trampa por lo que la vigilaban para descubrir cómo lo hacía.
Tontos.
—Hermes dijo que quieres hablar conmigo —dijo el chico empezando la conversación y tomando asiento en uno de los muebles.
—Y estoy segura que te dijo de qué —le respondió Athenea— O al menos tú ya te imaginas eso —le dijo y Apolo asintió.
—Sabía que tendríamos esta conversación —le dijo Apolo asintiendo a sus palabras.
—Así como supiste que yo iba a venir a esta ciudad —supuso Athenea y el chico asintió— ¿Cómo? ¿Cómo pudiste saberlo?
La mirada que Apolo le dio a Athenea le dijo de antemano que ese no era un buen tema para el chico, probablemente era algo de lo que no le gustaba hablar.
—Desde que puedo recordar —empezó diciendo Apolo— He tenido esta sensación de premoniciones, no visiones, es algo más complicado, como una voz que susurra cosas en mi mente y que debo descubrir de que trata —le dijo antes de cerrar los ojos— Mi padre creyó que estaba mi don era una bendición, y quiso explotarlo luego de la muerte de mi madre —le contó y noto cierta furia contenida— Yo no quería, tenía tanta culpa por no haber podido evitar la muerte de mi madre, como tantas otras cosas, que quería olvidar que era especial —declaró mirándola.
Sus ojos estaban brillosos por las lágrimas que el castaño retenía.
Athenea sólo podía imaginar cuanto había sufrido al saber que iba a perder a su madre y aun así no poder evitarlo.
Instintivamente pensó en Mina, su madre, y se juró que haría todo lo posible y hasta lo imposible para que ella no tuviera ese final.
—Sin embargo, él utilizó mis emociones para convencerme de que podía salvar a más personas si podía entender las premoniciones — continuó diciendo Apolo— Fui un estúpido.
— ¿Aceptaste? — le preguntó Athenea con la voz baja.
Apolo negó— No, no lo hice al inicio. Artemisa me convenció de no hacerlo.
—Sin embargo, lo hiciste —le dijo.
Apolo había dicho "no lo hice al inicio" eso quería decir que después había aceptado hacerlo pero...
—¿Por qué aceptaste? —le preguntó— ¿Qué te hizo aceptar la idea de tu padre?
—Ares —le respondió Apolo con una mueca en su rostro— Tres noches antes de que llegara al pueblo mi mente se quedó en blanco, y la voz en mi cabeza dijo: El bárbaro de Tracia llega con desgracia, sus ojos abriéndose al antiguo mundo para conocer la verdad para servir a la reina del lugar y ayudarla en su plan —recitó el castaño.
Athenea pensó un momento sus palabras.
—El bárbaro de Tracia —susurro, buscando en su mente donde lo había oído— Ares, el bárbaro de Tracia —dijo en voz baja cuando un recuerdo llegó a su mente.
Apolo la miró expectante sin decir nada, pero Athenea dudaba que no supiera lo que iba a decir.
—Hay un mito sobre el nacimiento de Ares, el dios griego —aclaró— Según este mito nació en Tracia, una tierra de bárbaros.
El castaño asintió.
—Al principio no lo entendí, de hecho quise olvidar aquello —admitió Apolo— Pero luego se corrió la voz de que Ares había llegado y sus padres habían muerto —le contó.
"Llega con desgracia", la muerte de sus padres, a eso se refería.
—La culpa volvió con más intensidad y le conté a Artemisa quien se puso a investigar —continuó relatando Apolo— Pero mi padre nos había escuchado y fue ahí cuando me convenció de ir al Valle de los Templos.
—¿Qué pasó? — preguntó Athenea.
—Nada. Nunca llegamos —le respondió el chico— Una señora vieja se cruzó en nuestro camino y el coche de mi padre se desvío —contó cerrando nuevamente sus ojos— No recuerdo exactamente qué pasó, pero lo último que supe después de que carro diera termina de dar vueltas de campana fue que la señora que casi atropellamos estaba a lado mío —dijo con un tono nervioso que Athenea entendía, a pesar de no haberle sucedido a ella sentía los vellos de su piel erizados.
Ambos se quedaron en silencio unos segundos hasta que no pudo más y preguntó— ¿Qué fue lo que pasó?
Apolo abrió sus ojos, pero esta vez el miedo estaba instalado en su mirada.
—La anciana dijo que no era mi momento para ir al templo, que aún tenía que guiar sin conocer a la diosa de la sabiduría —le contó— Después de eso me desmaye y aparecí en el hospital.
Athenea sopeso la nueva información y se preguntó, no por primera vez, qué era lo que realmente pasaba en esa ciudad.
Había algo raro que envolvía a todos ahí, en especial si llevaban el nombre de un ser mitológico.
— ¿Artemisa sabe de eso? — le preguntó Athenea a Apolo, quien asintió a sus palabras.
—Mi hermana lo sabe todo —le respondió sin dudar.
Y ahí estaba el motivo del porque Artemisa evitaba que Apolo hable con ella.
—Incluso sabe tu premonición —agregó y Athenea lo miró confundida; sin embargo, había algo que debía saber primero.
—¿Por qué Artemisa no quiere que sepa de esto?
Apolo vaciló un momento antes de contestar.
—Artemisa se volvió mi protectora —le respondió el chico— Durante años tuve pesadillas con la anciana del accidente, por lo que evita que se hable del tema para que así no esté en mi mente —confesó— Y además, tú premonición es... —se quedó en silencio como buscando la palabra correcta— Tu premonición es trágica —dijo finalmente.
—¿Cuál es la profecía que tuviste acerca de mí? — preguntó diciendo lo que el chico tenia por lo que era.
Apolo la analizó, decidiendo si era sano decirle o no la información que tenía.
—La portadora de la Égida llegará a buscar la verdad, trayendo consigo el resurgir de viejos enemigos, el peligro tocará su puerta y para revelar su esencia deberá morir quien era —recitó Apolo y se dio cuenta de por qué Artemisa no quería que supiera aquello.
***
Ahora si pues, ya investigo ¿Y ahora qué? Los augures no son buenos y ya salieron a descubiertos ¿Qué creen que haga Athenea ahora? ¿Continuará con su investigación o dejará todo?
Por cierto qué creen que fue lo que quiso cambian Afrodita y cuál es su opinión de ella ahora. Un pequeño dato para que estén alertas, aquí nada es lo que parece y todo puede cambiar en un segundo así que esperen lo inesperado.
Bueno, eso ha sido todo por hoy, cuéntenme que les pareció y no olviden dejar su voto si les gustó el cap.
Au revoir!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top