Capítulo 9
LICÁNTROPOS
Con las cejas hundidas, él me miró como si estuviera loca mientras lo tenía acorralado contra la pared, esperando una explicación.
—¡¿Qué te...?!
—Habla —insistí en saber—. ¿Por qué estás tan enojado? Desde que mencioné el burdel... estás actuando muy extraño. Pensé que ya habíamos superado esa fase. —Aquella donde desconfiaba de mí y me hablaba de manera despectiva, como si fuera la villana del cuento.
Ryan miró a Alex, pero él estuvo de acuerdo conmigo:
—Tiene razón. —Se recostó de la pared.
A pesar de que él no quería, me sumergí en los pensamientos de Ryan. Lo menos que necesitaba ahora era más drama y problemas.
—Así que... ¿no quieres que otros me toquen? —pregunté con la cabeza inclinada de un lado—. ¿Tienes un pequeño crush conmigo? ¿Es eso? —Ryan ojeó mis labios y su corazón plapitó con fuerza.
—No... claro que no. —Su tono de voz normal se había esfumado—. A penas te conocí. —Cierto. Pero yo era una vampiresa, no una humana cualquiera.
Él estaba muy confundido, su mente era un enredo.
—Eres un niño para mí. —Fui honesta, le llevaba siglos en edad—. Así que sí se trata de eso...
—Ya te dije que no es nada, solo vámonos. —Pasó de mí enojado y atravesó la cortina.
Miré a Alex y él se encogió de hombros.
—No te preocupes. No es... fácil para él abrirse con la personas. Si no quiere hablar de algo, entonces no lo hará. Así que... lo que sea... ya se le pasará. —Suspiró—. Él es as... —Dejó de hablar y parpadeó con fuerza al ver mi vestido—. Me encanta. —Señaló embelesado y sonreí, para luego verlo salir.
Con prisa me cambié al atuendo de antes y me acerqué al castaño.
—¿Sabes la talla de Ryan?
—Ah. Sí, ¿por qué?
—Porque antes ví un conjunto que se le vería muy bien. —Miré por encima de su hombro—. Es ese. —Señalé—. ¿Le quedaría?
—Mierda, es muy costoso —hizo una mueca—, pero sí le quedaría. —Sonrió divertido.
Mediante hipnosis pagué todo con algunas monedas de oro, magistral acto que Ryan se perdió. Luego de comprar algunas cosas extra, ambos nos dirigimos a la camioneta, donde el rubio nos esperaba con el asiento inclinado hasta atrás.
Al escucharnos, abrió los ojos y se incorporó, enderezado el asiento. Seguido encendió el vehículo y ambos nos acomodamos en el asiento, colocando los paquetes junto a nuestros pies. Quizás... habíamos exagerado... un poquito con las compras, pero lo había disfrutado. Después de mucho tiempo, me había divertido.
Aunque no era lo mismo si uno de nosotros la estaba pasando mal. Y talvez... eso era mi culpa.
El viaje hacia el castillo fue silencioso; la noche se acercaba.
Al ir del lado de la ventana, la abrí un poco y dejando que la brisa fría rozara mis mejillas, respiré profundo. Después de eso, apoyé la cabeza del hombro de Alex y cerré mis ojos.
Luego de unos minutos, sin que me diera cuenta, finalmente habíamos llegado. Los tres bajamos de la camioneta, caminando directo hacia la gran puerta
—Ya quiero que continúes la historia. —Ryan se cruzó de brazos—. Quiero escuchar el resto. —Sonaba calmado—. Dinos más sobre los... hombres lobo.
—Sí. —Concordé con él—. Démosle una visita a nuestros invitados. —Sonreí lentamente—. Puede que nos sirvan de algo. —Repetimos aquel largo recorrido hasta llegar a las mazmorras—. Como les dije antes, no teman. Estas jaulas son imposibles de romper.
Ryan rió para sus adentros.
—Gracias, ahora me siento mucho más seguro —comentó sarcástico y Alex le dió un codazo—. Por cierto, ¿qué diablos le pasó a su ropa?
Me giré hacia él para responder:
—Trasformación. —Me volví a girar sobre mis pies y me acerqué a la celda del alfa, quien me miraba fijamente con una rabia que podía inspirarle miedo a cualquiera a excepción de mí. Le regalé una sonrisa y le dí la espalda para hablarle a aquel chico pelinegro a quién él había llamado... Roan—. Ey, tú, vete a la mierda —lo llamé—. ¿Por qué no nos cuentas un poco sobre el origen de los hombres lobo?
—¿Vete... a la mierda? —inquirió Alex.
—Sí —arqueé los labios hacia abajo—. Le pregunté cómo se llamaba y eso que lo que me dijo. —Me encogí de hombros—. Es un nombre interesante, ¿verdad?
—Sí... —Alex habló en voz baja, siguiéndome la corriente—. Muy original. —Susurró y soltó una risita nerviosa.
El lobo mantuvo silencio.
ALEX POV:
Cuando el sujeto se acercó a las barras, le eché un vistazo a su rostro sudoroso. Con aquellos ligeros pelos de barba... parecía como si Tom Hardy y Logan Marshall-Green hubieran tenido un bebé, porque era idéntico, solo que con un cabello corto tan negro como la noche.
—Tratamiento de silencio, ¿en serio? —Ryan enarcó la ceja—. Qué madurez... —dijo entre dientes—. Tenemos algunas preguntas.
Más silencio.
—Vaya, ¡qué desafortunado! —exclamó la vampiresa—. Pensaba liberarlos después de que hablaran... —Negó con la cabeza con una pizca de dramatismo—. ¿Tanto les agrada mi compañía que prefieren quedarse? ¿O...?
Ya se me estaba haciendo imposible respirar en aquel lugar tan desagradable.
—¿Podemos irnos? —Tomé a Athena del brazo, mientras miraba a mi alrededor asqueado.
—Resiste un poco más —fue lo que me dijo.
—Genial, no nos matarán los lobos, pero nos va a matar una infección. —Ryan se cruzó de brazos—. Perfecto.
—Bien, empiezo yo. —Athena se giró sobre sus pies y se recostó de una de las celdas despreocupada; su rostro totalmente relajado e inexpresivo. Recargó uno de sus zapatos en una barra y suspiró. A veces parecía el ser más delicado y femenino en la tierra, otras, todo lo contario—. A decir verdad, pienso que el término "licántropos" suena mejor —argumenté—. Tiempo atrás, se decía que...
Fue interrumpida por el alfa:
—¿Qué es esto? —Se notaba la molestia en su voz—. ¿Una lección de...?
—No interrumpas —ella respondió irritada—. Tuvieron su oportunidad para hablar.
Ella sí que sabía hacer enojar a la gente.
—No tienes derecho a contar nuestra historia. No eres una de nosostros, ¡no sabes nada! —arraigó en voz alta—. ¿Una vampiresa primera? —Soltó con tono burlón—. Deberías estar muerta como todo tu linaje. De seguro no sabes lo que es sufrir. —Se acercó lentamente al extremo de su celda—. Lo tenías todo desde que naciste, ¿o me equivoco...?
En aquel momento, mi corazón se aceleró. Pensaba que Athena lo mataría ante mis ojos, en aquel lugar... por las palabras hirientes que estaba soltando como veneno. Pero luego, cuando ví a Athena, aún con aquella mirada seria y calculadora acercarse a él, recordé una frase suya: «No hay un veneno tan poderoso y letal como el virus vampírico».
Entonces entendí que aquellas palabras no le habían afectado tanto como el alfa quería. Athena había mantenido la cabeza fría y había decidido brindarle un poco de conocimiento a su cabezota de pequeña mente, llena de información errónea, arrogancia, juicio y cobardía.
Con su uña que creció lentamente para convertirse en un arma mortal, hizo un corte limpio en su mano y obligó al hombre a beber de su sangre agarrando su cabeza fuertemente contra la reja. Ella estaba compartiendo sus recuerdos. Lo pude deducir por la mirada perdida del hombre y sus jadeos, luchando por alejarse de sus filosas garras y del control mental que inducía aquella sangre mortífera.
ATHENA POV:
En menos de un minuto, le hice ver parte de lo que le había contado a los chicos y más, mucho más. Algo peligroso para su mente, sin duda. Al liberarlo de mi agarre, cayó al piso quejándose de dolor y sujetándose la cabeza con ambas manos.
Mediante hipnosis, hice lo mismo con los demás. Uno tras otro fui mostrándoles mi pasado, cómo una ráfaga de visiones a una velocidad abrumadora. Mi vida no había sido un cuento de hadas como ellos lo suponían, sin conocerme.
Antes de perder a mi familia había perdido amigos, hermanos... y personas que amaba con todo mi ser. Sí, durante siglos había matado, pero también visto morir a mucha gente. Gente que me importaba de verdad. Había visto guerras, caídas de imperios, cabezas rodando por las colinas, cuerpos ser partidos a la mitad... niños ser arrancados de los brazos de su madre...
Incluso había visto criaturas que no eran de este mundo.
Ser un vampiro no era solo belleza, riqueza y glamour. Era un estilo de vida... solo apto para los más fuertes. Porque no todos eran capaces de vivir cientos de años sin perder la cordura; misma razón por la cual nuestra mayor virtud tendía a ser la disciplina.
Me remojé los labios, empezando a sentir hambre... sed.
—Ahora, no vuelvan a interrumpir —solté seria—. Por favor —Sonreí mostrando mis colmillos.
—¿Qué les hiciste? —Ryan quiso saber, mientras se acercaba a las rejas para verlos cuidadosamente.
—Ahora saben quién soy y de lo que soy capaz. —Mencioné—. Les compartí mis bellos recuerdos.
Alex se sacudió.
—Se me puso la piel de gallina —comentó.
—¿Puedes hacer eso? —Ryan alzó las cejas y yo ladeé la cabeza.
—Sí, Ryan, al parecer puedo —contesté sarcástica y volví a abrir la boca para hablar—. En 1573 escuché la primera historia de una "fiebre licantrópica". Luego se empezaron a escuchar estas historias de "hombres bestia" en muchas partes del mundo, entre ellas Grecia, Turquía, Rumania y en la misma Inglaterra. Pero no fue hasta 1765 que ví el primer hombre lobo. Aterrorizaba el sur de Francia. Yo y mis soldados lo vigilamos por meses; se mantenía oculto; nunca vimos su rostro humano hasta un tiempo después...
»En luna llena cuando se convertía, se volvía caníbal. Terminaba con todo lo que tuviera vida, pues era incapaz de controlar su transformación y mucho menos sus impulsos depredadores. Era muy poderoso, salvaje y mucho más alto que un oso de pie. Era uno de los primeros licántropos. Aunque aún así, no era un oponente digno para el vampiro promedio«.
—¿Oponente digno?—cuestionó Ryan.
—Como el resto, no era lo suficientemente fuerte para vencer a uno de mi especie —repliqué—. De todas formas, observé con paciencia sus comportamientos por un largo período de tiempo. Quería estudiarlo... —admití—. Ver si su raza era una amenaza para mi reino... o para el mundo. Pero algo me hizo cambiar mi perspectiva. Con el pasar de los años, el hombre lobo aprendió a controlarse. Allí, entendí que no era necesario interferir.
—¿Lo dejaste matar humanos? —preguntó Alex con cierta decepción en la voz.
—Admito que debí hacer algo —acepté.
—¿Qué te detuvo? —Ryan preguntó esta vez.
—Era solo un niño. —Sonreí, pero era un gesto de tristeza—. Era tan... joven. Así que no pude matarlo cuando tuve la oportunidad. —Suspiré—. Por el contrario, me lo llevé a casa. De no haberlo ayudado, me habría arrepentido toda la vida. Aún recuerdo como le dí la espalda y me retiré con mis hombres al ver su rostro asustado y temeroso, para unos minutos después... regresar por él. —Reí.
Por más que lo pienso, no sé por qué no le ofrecí mi apoyo al instante.
—¿Y cómo les fue? —Ryan sacudió la cabeza y se encogió de hombros levemente al preguntar.
—Bueno... utilicé mi hipnosis con él para ayudarlo a controlarse mejor y pudo crecer para ser un hombre de bien. Hasta se casó y tuvo hijos.
—¿Tenía un nombre?
—Sí, Ryan. —Volví a sonreír mientras asentía—. Se llamaba Vincent.
—¿Y qué hay de su origen? —inquirió el castaño.
—Pues... Vincent no tenía memorias de su infancia —negué—. Por más que tratamos de averiguarlo...
No logré conseguir nada, lo cual fue... muy extraño.
—¿Y el origen de los licántropos en general? —Ryan se recostó de una pared.
—Hm —reí para adentro—. Esta es la historia que yo sé, y la conozco muy bien... —La comisura de mis labios se estiró—. Todo comenzó con dos hermanos. Uno, era muy fuerte, valiente e inteligente. El otro, era envidioso, ambicioso y arrogante. Éste, al ver que su hermano era recompensado, aplaudido y halagado por sus logros, sintió una furia desmedida y huyó de la tribu con la promesa de volver siendo mejor que su hermano, en todos los sentidos.
»Decidido a demostrar que era más valiente que él, se adentró en el bosque de las sombras, aquel lugar donde nadie osaba en poner un pie. Había una inmensa luna llena cuando, ya perdido, el hermano envidioso se encontró a una figura negra entre los árboles y la oscuridad de la noche. Esa criatura se ofreció a mostrarle el camino hacia las afueras del bosque y a cumplir su más grande anhelo, a cambio de su simple compañía«.
»Claro que el hombre no le creyó y se burló, pero a la figura no pareció afectarle, al contrario, se mostró más comprensivo y endulzó sus palabras hasta convencerlo, alimentando su odio hacia su hermano y su ego«.
»Cuando él finalmente aceptó, la criatura empezó a avanzar y guió al hombre a través del camino, a casa, justo como había prometido. Con cada paso, de pronto empezaba a sentirse más fuerte y se empezó a hacerse preguntas sobre la figura misteriosa, comenzaba a dudar. Salvo que para cuano decició interrogarlo, ya habían llegado a la tribu«.
—¿Y qué pasó? —Alex interrumpió, ansioso por saber.
—Aquella cosa con un rostro horrendo y distorsionado... se giró en su dirección y le dijo: «Esta noche, serás más fuerte que tu hermano y que cada hombre de tu tribu. Pero esta noche también... me enviarás cada alma inocente que sobre esta tierra descanza».
—¿Qué? —Ryan arrugó las cejas—. ¿Así que los mató a todos?
Asentí.
—Se transformó y los despedazó mientras dormían. El diablo es engañoso, ¿no lo creen? —La criatura más tramposa y manipuladora de todas... las bestias que existían.
Escuché a Alex tragar saliva y ví a Ryan tensar los hombros, pero ninguno se atrevió a indagar.
—¿Quién... te dijo esa historia? —preguntó Roan, incrédulo.
—¡Roan! —el alfa lo reprendió.
—Durante generaciones se le ha ocultado el origen de nuestros ancestros a los vampiros y otras especies —se acercó con prisa a la reja—. ¿Cómo es que tu sabes toda la historia?
—¡Suficiente, Roan! —bramó el alfa.
—¡Dímelo! —exigió con los ojos amarillos y ambas manos aferradas a las barras
Leí sus pensamientos e incluso él había tenido que esperar a tener la mayoría de edad para escuchar la historia que yo había contado en tan solo unos minutos.
—¿A caso tengo que decirle mi edad a todo el mundo para que me tomen en serio? Tengo 500 años —confesé—. Yo solo... sé muchas cosas. —Me crucé de brazos y me encogí de hombros—. He hecho muchos amigos licántropos antes, Ryan no es el primero.
—Espera, Athena... espera. —Ryan elevó una mano, confuso—. No tiene nada que ver, pero... dijiste que tu reinado fue en Inglaterra. ¿Por qué tú y tu castillo están aquí en Estados Unidos?
—¿Estados Unidos?
—América del Norte —corrigió el rubio.
—Ah, este no es el único castillo que tenía mi familia. Al ser uno de los reinos más adinerados y prósperos, teníamos varias propiedades al rededor del mundo. La mayor parte de nuestra vida vivimos en Inglaterra, pero al final nos trasladamos a lo que ahora parece ser... "Estados Unidos".
—¿Qué pasó con Vincent? —Alex preguntó de repente.
—Fue asesinado por humanos. —En el rostro del castaño se dibujó una mueca de mero impacto y confusión—. Ya era un anciano cuando sucedió... pero sí, los humanos acabaron con él. —Bajé la mirada—. Fue entonces que conocí al primer enemigo en común de vampiros y hombres lobo. Cazadores, liderados por un hombre llamado Vasyl Helsing.
—Helsing... —Alex se puso la mano en la barbilla y otra en la espalda baja mientras trataba de recordar, mirando al suelo—. ¿Por qué siento que he escuchado ese apellido en... alguna parte?
—En todo caso... volviendo a Helsing, en aquel entonces era el último desendiente de un largo linaje de cazadores.
—¿Crees que a eso le temía tu abuelo? —inquirió Ryan—. ¿Helsing o... quizás los hombres lobos?
—No, no —negué con la cabeza—. Definitivamente era algo más.
—¿Sí? —Alex levantó la mirada y asentí.
—Pero esos bastardos eran muy organizados a la hora de infiltrarse como plaga en cosecha, consumiéndolo todo. Muy sigilosos —afirmé con un asentimiento—. Llegaban por los pueblos haciéndose pasar por forasteros en busca de hospitalidad, cuando en realidad seguían rastros de vampiros y hombres lobo. —Continué explicando—. Disfrazados de corderos mancebos, siempre muy amables y diligentes, se ocultaban entre los fanáticos religiosos y lentamente esparcían su veneno, ocasionando levantamientos y disturbios. Asesiné a muchos de ellos. Uno... una vez me dijo: «La mejor manera de engañar a la gente, es ayudándola». Estaban dispuestos a morir por su causa; «Depurar el mal en la tierra».
Puse los ojos en blanco.
—¿Cómo... cazaban? —Ryan preguntó inseguro.
—Bueno... con los hombres lobo utilizaban armas de plata, a menudo reforzadas con una dosis letal de "mata lobos", una planta venenosa, mortal para los mismos humanos y tan fuerte como para exterminar licántropos.
—¿Debería preocuparme? —Ryan quiso saber. Aunque no lo parecera, le aterraba la idea de ser perseguido por un grupo de extraños con malas intenciones...
De repente tuvo un deja vu y apretó los brazos sobre su pecho.
—No se han visto cazadores en años. —La contestación de Roan, quien yacía de brazos cruzados también, nos sorprendió a todos en la habitación.
Miré a Ryan asintiendo en confirmación, el tipo decía la verdad.
—Y, ¿cómo era con los vampiros? —Alex robó nuestra atención.
—En los vampiros, lo normal eran ballestas que disparaban estacas de madera de cerezo, o cualquier arma con el mismo material; también había una planta para matar vampiros, ésta era inofensiva para los humanos... mas no para los de mi especie. —Suspiré— Después de años de vigilarlos, de verlos incluso matar inocentes por rumores, deduje que talvez ellos habían matado a mis hermanos.
—¿Qué quieres decir? —Ryan ladeo la cabeza—. ¿No eran... niños.
—Así es. —Asentí una vez más con una sensación de presión en el pecho—. Ethiene, Ethan y Aiden fueron asesinados siendo solo unos niños. No hubo testigos.
Alex sintió mi pesar y se acercó para tomarme del brazo, como comúnmente hacia.
—No tienes que hablar de ello si no quieres.
—Está bien, pasó hace mucho. —Mi sonrisa fue débil—. Jugaban en el bosque cuando sucedió. Para ese tiempo, hasta donde sé, nadie en mi familia tenía conocimiento de la existencia de cazadores u hombres lobo, ni siquiera yo.
»Sucedió en un día cualquiera. Me encontraba muy lejos de casa, quizás debí pasar más tiempo con ellos; estar más presente. —Me culpaba a mí misma por sus muertes—. Recuerdo que cuando llegué, mis padres los buscaban desesperadamente. Yo fuí quien los halló... en el bosque con estacas de madera incrustadas en la espalda, atravesándoles el corazón. El más pequeño tenía una en el pecho«.
—Eso es horrible —Alex soltó, con el corazón acelerado.
—Incluso las mujeres que ayudaban a cuidarlos, Oshun y Louise habían sufrido el mismo destino. Y ellas... ni si quiera eran... ellas eran humanas. También formaban parte de la familia. Desde aquella gran perdida para nosotros, declaré la guerra a los Helsing y a su legado de inmundas cucarachas.
—Pero siempre reaparecen, ¿no es así? —Roan volvió a hablar y asentí en respuesta.
—Como dije... cucarachas. Desde aquel día, me hice otra promesa. Me juré que lograría la unión entre vampiros y hombres lobo para acabar con los Helsing. No funcionó. —Reí—. Pero al menos lo intenté. A pesar de que se supone son "superiores", ambas razas son muy parecidas al hombre en una cosa... siempre hallan una razón para pelear entre sí.
—¡Todo lo que dices son mentiras! —el alfa de dirigió a mí—. Nuestros ancestros nos hubiesen contado que los vampiros intentaron formar alianzas con nosotros.
Tan gracioso era que me reí para adentro.
—Que ingenua manera de pensar, alfa. ¿A caso... tú crees que tus ancestros les contaban todo a la manada? Los ancianos al mando rara vez dicen la verdad. Además...
—Es cierto, ve a los políticos de hoy en día... —Alex aportó a la conversación, pero volvió a callarse.
Me acerqué a la jaula del alfa.
—¿No viste las memorias que te implanté en la cabeza? —le pregunté—. ¿Debería repetirlo?
—¡¿Cómo sé que no introdujiste recuerdos falsos en nuestras mentes para engañarnos?!
—¿Es necesario que grites para todo? —Ryan puso los ojos en blanco.
—Es posible —seguí hablándole al alfa—, pero no lo hice. Estoy lejos de ser una buena persona... eso te lo aseguro, pero no me gusta que me juzguen sin conocerme primero.
De repente, escuché algo vibrar. Era el teléfono de Alex.
—Lo siento, es mi mamá. —Elevó el aparato—. Tengo que contestar o me reportará como desaparecido y saldré en las noticias. No quiero salir en las noticias —balbuceó.
—¡Alex White! —pude oír el grito. Todos lo oímos—. ¡¿Cómo es posible que al salir del turno pasé por la biblioteca, lugar donde se suponía que estaba mi adorado hijo, y resulta que estaba cerrada?! —bramó—. ¡¿Dónde estás?! ¡Ven a casa en este instante!
—Lo siento, mamá. Te lo expli...
—¡Tienes diez minutos para llegar o te juro que...!
—Está bien, mamá. Ya vo...
—¡Tú y yo vamos a tener una conversación muy seria, Alexei!
—Ma... ¿hola? ¿Mamá?
La mujer le había colgado.
—Hm. —Reí e inhalé fuerte—. Creo que es tiempo de que todos se vayan a casa. —Una vez más, encaré a alfa—. ¿Serían capaces de aceptar a Ryan en su manada? Técnicamente... ya debería pertenecer a ella.
—Explíquenme más —exigió el rubio—. Esto no es... Teen Wolf, no puedo dejar mi vida solo porque mi... "alfa" me llamé a las dos de la mañana, ¿okay? Tengo una vida... responsabilidades. ¡Tengo escuela!
—¿Y piensas que nosotros no? —preguntó aquel lobo delgado, de rulos—. ¿Crees que vivimos en el bosque corretrando con taparrabos? ¿Que no vamos a la escuela, ni sabemos leer? —Esbozó una sonrisa sarcástica.
—Mira, chico... ya es tarde para quejarte —el alfa, por fín había relajado la voz—. Si te quedas solo, es más fácil que mueras o te vuelvas loco. Si te atrapan solo en territorio ajeno, estás muerto. No tienes opción.
«Él no está solo», quise decir.
—¿Eso es un sí? —Me crucé de brazos, expectante.
—Ryan. —Alex tiró de su brazo. Ya no podían quedarse más tiempo.
El rubio me miró.
—Vayan, yo arreglaré esto. —Asentí y los ví partir en dirección a las escaleras.
—Yo me encargaré de entrenarlo —afirmó Roan.
—Ahora, ¿nos dejarás ir? —un lobo quiso saber.
—¿O... esa era otra de tus mentiras? —agregó otro.
—No me gusta mentir. —Sonreí y me acerqué a la celda más cercana—. Un momento... —En cuestión de segundos fui a la antigua habitación de mi padre y saqué algunas mudas de ropa de sus cajones—. Vístanse —dije al regresar.
—Esto es...
—Las últimas tendencias... —sonreí asintiendo— de 1720. —Hice una mueca de "oops"—. Deja de pensar en matarme —le dije al alfa cuando terminó de vestir—. No va a pasar. —Le dejé salir, despreocupada—. Si intentan atacarme una vez más... no tendré misericordia. Dicho eso... —Me giré sobre mis pies, dándole la espalda y procedí a abrir el resto de las celdas, cuyos portones chillaron—. Pueden irse. —Volví a sonreírles mientras pasaban de mí, despedazándome con la mirada.
Los últimos fueron Roan... y el alfa.
—Yo... —El más joven se me acercó.
—Vamos, Roan.
—Está bien, hablaré con tu hijo un momento. Adelántate.
El hombre me miró atónito. Pero a mí se me había hecho bastante obvio que eran padre e hijo. Por eso la osadía de Roan; se preparaba para ser el alfa y parecía ser de los que se cuestionaban las cosas. No me sorprendería cuando se convirtiera en un buen líder para su manada.
El viejo asintió y subió las escaleras.
—Solo quería decir que... haré todo lo que esté en mi alcance para ayudar a tu... protegido —explicó serio—. Pero no prometo nada.
—Es válido. —Asentí arqueando la comisura de mis labios hacia abajo. Él me dió la espalda para irse, pero entonces lo recordé—. ¡Alto! —Roan se detuvo en seco. Dudaba que supiera algo, pero tenía que preguntarle—. ¿De casualidad sabes... qué le sucedió a mi familia?
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