El Gran Papyrus
El amor mis queridos amigos, un sentimiento hermoso capaz de hacer que aquellos que caen bajo el efecto de éste, comentan todo tipo de locuras. Y por supuesto, la historia de amor de nuestra querida protagonista, _____, no es la excepción.
No era un día como cualquiera, esa sensación de incertidumbre que venía invadiendo tu cuerpo desde hace unos meses, seguía ahí. Todo gracias a lo acontecido recientemente en la montaña cercana a la ciudad donde residías, la montaña Ebott. Las noticias volaban como el viento y más si los cambios iban acompañado de seres extraños que parecían sacados de una de esas tantas películas de ciencia ficción que te gustaba ver.
La gente de tu poblado de encontraba volviéndose loca, todos emocionados, confundidos y a la vez intrigados por aquellos característicos personajes. Hacía ya unas semanas que el alcalde de tu ciudad, había realizado un comunicado informando que esas extrañas personitas empezarían a formar parte de la vida diaria de cada habitante.
Y como no, podías encontrarlos en todos lados, incluso tenías a algunos en tu clase en la universidad. No los odiabas, ni molestabas, nunca fuiste una chica de burlarte de las diferencias o defectos de nadie pero, de cierta forma a diferencia del resto no te parecía... la gran cosa.
Desde niña siempre tuviste a tu abuelo contando aquella historia de monstruos que vivían bajo la colina y como era el mundo con ellos aquí arriba, todo tipo de cosas. Desde niña, los monstruos más que representar peligro para ti, eran sinónimo de amabilidad y compañía, los imaginabas muy dulces y lindos. Y sí que lo eran, aunque no todos se veían tan... dulces.
Ese día luego de asistir tus clases en la universidad, te dirigiste a casa tomando el tren. Subiste sin ningún tipo de problema, a las dos de la tarde no era una hora tan transitada. Llegaste a casa exhausta, deseabas con todo tu corazón el poder descansar en paz, pero no siempre los días son como las personas quieren. En cambio tuviste que levantarte del cómodo sillón donde te habías recostado, para ir a tomar una ducha y cambiarte. Debías salir de nuevo.
Vivías sola desde hace unos años, te encontrabas becada en aquella universidad lejos de tu ciudad natal. Así es, aquella ciudad tan llamativa, bella y conocida ahora aún más por albergar monstruos, no era tu lugar de nacimiento, más eso poco importaba. Después de dos años viviendo en ella, había logrado fácilmente ganarse tu corazón.
Fuiste a tu habitación abriendo tu closet, intentando buscar algo cómodo y bonito para colocarte, pero luego de pasar cinco minutos y no encontrar nada, decidiste mejor dejar de perder tiempo y tomar la ducha primero, ya se te ocurriría algo que ponerte. En medio del camino al baño decidiste lavar tu cabello "Mejor ir fresca" pensaste.
Aquel jueves por la tarde te tocaba ir a tus actuales clases de cocina, hacia un tiempo habías decidido que comer pizza de microondas y fideos instantáneos no era la mejor solución para ti, durante el resto de tu vida. Así que asistir a una academia de cocina podría ayudarte a mejorar tus habilidades culinarias, y así dejar de quemar hasta el agua de los fideos, aunque fuera una exageración.
Luego de salir de la ducha fuiste a tu habitación a cambiarte, comenzaste a vestirte. Shorts de mezclilla, una camiseta blanca sin mangas y zapatillas negras. Algo normal, clásico y sobretodo que te diera comodidad. Hace poco había comenzado el verano y estaba haciendo demasiado calor, así que como toque final recogiste tu cabello en un moño alto, usaste aquel delicioso perfume y te colocaste tu típico lazo rojo en el cabello. Lo cual, desde niña era una costumbre. Por otra parte decidiste ir sin maquillaje ese día, con ese calor solo te haría sudar más.
Así que decidiste, sin más dilación ir al salón, para tomar las llaves de tu apartamento, que se encontraban ya en el mesón de la cocina, al igual que tu libreta y tu celular. Te echaste una última mirada rápida en la pantalla negra de éste y al ver que te veías aceptable, decidiste salir por fin y tomar camino a la clase.
Aquella institución quedaba cerca de tu casa, así que no te tomaba más de quince minutos llegar caminando al lugar. Al entrar en aquel recinto te encontraste la no muy grata sorpresa de que tu tutora llegaría un poco tarde, ya que atendía, según la recepcionista, "algunos asuntos con un chico nuevo". Pensaste que estaría explicándole las normas rápidamente, así que sin muchos preámbulos solo entraste a tu clase. Te colocaste uno de los tantos delantales que había allí para los alumnos y te dirigiste a tu mesa, sola.
No paso demasiado tiempo hasta que tu tutora llegara y mencionara que tendrían un nuevo compañero, todos se emocionaron, por otra parte, a ti, te dio un poco igual, solo querías comenzar la clase para volver a casa. Ya que al día siguiente, tendrías uno de los tantos exámenes con preguntas sorpresa que le encantaba hacer a ese profesor de química.
Fue entonces cuando viste asomarse por la puerta a un... "¿Eso es un esqueleto con sudadera?" te preguntaste a ti misma un tanto extrañada. Se veía relajado, pero aun dentro del aula, no apartaba su vista de la puerta, luego de un minuto se acercó a ella y tomo algo lo que parecía ser una mano que se encontraba fuera del lugar...
Entonces poco a poco fue entrando al aula otro esqueleto, uno mucho más alto que el anterior, este llevaba un short al igual que aquel bajito huesudo, con una camiseta sin mangas que decía "cool dude" y una... ¿bufanda? "¿Con este calor?" pensaste. Él se veía bastante nervioso al momento de mirar a la clase, la tutora parecía extrañada con esa actitud. El esqueleto pequeño, que había soltado su mano, la tomo nuevamente y le asintió con calma y una sonrisa que por alguna razón nunca se quitaba de su rostro. Y entonces, aquel alto chico pareció tomar valor para hablarnos.
"Soy Papyrus... el gran Papyrus. Es un placer conocerlos, humanos. Él es mi hermano, Sans. Pero, el no estará en la clase con nosotros."
Todos los chicos de tu clase parecían estar extasiados con el simple hecho de aquellas palabras, le gritaban desde sus puestos saludándole, lo que hizo que dicho esqueleto se emocionara un poco y bajara su mirada para ver a su hermano. El bajito rio y camino hacia la puerta mientras se desprecia de aquel alto esqueleto con la mano.
Tu solo sonreías ante esa escena, por alguna razón los actos de aquellos hermanos te parecían adorables. Cuando el más alto de ambos quedo sin el apoyo de su hermano nuevamente, se notaba que poco a poco volvía a ponerse nervioso. Tu tutora había decidido hacer que este se sentara junto a ti ya que era el único puesto vacío...
Muchos de tus compañeros intentaron sentarse a tu lado cuando eras nueva en la institución, pero todos al final terminaban marchándose, ya que nunca sucumbías a hablarles durante las clases.
"Siéntate con ____. Eres un chico muy carismático Papyrus, tal vez logres hacer que ella hable con alguien" Dijo aquella mujer junto al chico, mientras riendo un poco.
Éste se encontraba un tanto perdido, después de todo, era nuevo, y no sabía quién eras. Así que para facilitarle las cosas decidiste levantar tu mano y sonreírle un poco, él camino hacia donde tú estabas, sentándose junto a ti y te sonrió.
— Hola humana —habló con ese característico tono de voz que te parecía gracioso.
— ____, me llamo ____. Mucho gusto —Dijiste extendiéndole tu mano derecha y éste la tomo— Se supone debo darte la bienvenida, así que... bienvenido, Pa—pa...
— Papyrus.
— Papyrus, claro. Lo había olvidado, lo lamento —Respondiste un poco apenada y él solo sonrió para ti, un poco más calmado al parecer.
La tutora, había anunciado ya que sacaran su libreta para tomar algunas notas, entonces era momento de concentrarse en la clase, pero al instante de colocar la libreta sobre la mesa y buscar en tu bolsillo aquel lápiz, recordaste que no lo habías tomado del mesón...
"¡Rayos! Esto es tan cliché" dijiste para ti misma, para luego girarte un poco y hablarle a aquel monstruo junto a ti.
— Oye amigo ¿tienes un lápiz? —Dijiste un poco avergonzada.
— ¿Un lápiz? Si, éste —Respondió mostrándote su lápiz.
— Hablo de otro lápiz, aparte del tuyo —le dijiste, mientras reías un poco por lo bajo.
— ¡Oh! No, no tengo otro lápiz. ¿Tú no tienes un lápiz? ¿Por eso estas pidiéndome un lápiz?
— Exacto, lo olvide en casa —respondiste un poco enojada contigo por haber sido descuidada. Todo para llegar temprano.
— Ya veo... —Éste calló unos minutos, para luego sonreírte nuevamente emocionado.
Él saco del bolsillo de su pantalón un sacapuntas, lo coloco sobre la mesa, y entonces tomo su lápiz por cada entreno y haciendo un poco de fuerza lo partido por la mitad. Afilo con el sacapuntas la parte que mantenía la goma de borrar y te lo dio. Ante ese acto no sabías que decirle, había roto su lápiz, para darte uno... eso había sido muy ingenioso y amable de su parte.
"Ahora hay dos lápices, humano" dijo sonriéndote a lo que tú le correspondiste la sonrisa y tomaste el lápiz que te ofrecía.
La clase transcurrió normal, ninguno dijo una palabra más, pero durante el transcurso de las horas, no podías dejar de notar que aquel chico no dejaba de voltear a mirarte, como si tuviera algo que decir. Las actividades habían terminado y todos se encontraban yéndose a sus respectivos hogares, entonces, cuando él estaba por irse, lo detuviste, ibas a entregarle el lápiz.
— Oye, Papyrus... ehm tu lápiz, gracias —Hablaste extendiéndoselo luego de haberlo detenido jalando un poco su bufanda roja.
— ¡Oh! No te preocupes human— ____, es tuyo ahora —Respondió sonriendo, mientras seguía caminando hacia la salida.
A ti seguía pareciéndote un lindo acto de su parte, así que lo guardaste en el bolsillo de tus pantalones. Pero antes de irte de aquel lugar, necesitabas ir al sanitario, así que en vez de dirigirte hacia la salida, fuiste hacia el baño, hiciste lo que debías hacer, lavaste tus manos y esta vez, si caminaste con dirección a la salida para ir a casa.
Lo que no esperabas para nada, era encontrar a tu nuevo compañero monstruo, parado en la puerta. "Tal vez espera a su hermano" pensaste "él lo trajo hasta aquí, tal vez venga a buscarlo" sonreíste un poco y pasaste delante de él despidiéndote, pero antes de poder alejarte demasiado él te llamó.
— ¡____, espera! —Dijo mientras caminaba hacia ti, que te habías detenido y volteado para verle
— ¿Si? ¿Qué pasa? ¿Cambiaste de opinión, quieres el lápiz de vuelta? —Reíste mientras buscabas en tu bolsillo
— No, no, ya te dije que es tuyo. Es solo que... tú dijiste... —Respondía nervioso mientras por momentos desviaba la mirada y la enfocaba de nuevo en ti.
— Hey, tranquilo ¿Qué sucede? —Preguntaste sonriendo, intentando que así se calmara un poco.
Y entonces sucedió.
"Tú me llamaste... amigo. ¿Somos amigos?" Preguntó un tanto nervioso esperando tu respuesta.
Eso te había dejado un poco confundida, realmente no esperabas esa pregunta de su parte, pero él te había ayudado, hecho reír y sonreído. Se veía como un buen chico, así que solo le respondiste con un "Claro" y una sonrisa. Papyrus, desde que lo habías visto a principio de la clase, nunca se había visto tan feliz, estaba emocionado y con lo que ligeramente parecía un sonrojo naranja en su rostro. Tu solo reíste ante su incomprensible emoción solamente por tener un nuevo amigo.
— ¿Paps? —Se escuchó a espaldas de aquel alto esqueleto.
— ¡Sans! —Respondió para voltearse a ver a su hermano.
Luego de eso, solo atinaste a saludar al pequeño esqueleto y despedirte de ambos, tomando rumbo a tu casa, que justamente era hacia el lado contrario al que ellos debían ir. Mientras caminabas y ellos igual, escuchaste a la lejanía algo que te hizo reír nuevamente.
"Sans,no vas a creerlo. ¡HICE UN AMIGO!" "Me alegra escuchar eso, bro."
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top