20.

Me obligas a elegir entre ella y yo...y ambos sabemos la respuesta. Ambos sabemos que siempre renuncio a mí, que siempre siento culpa...


Se balancea la muñeca en sutil danza...sus giros son amargos...su sonrisa es altiva.


Y la arena del reloj corre, se acerca amenazadora hacia ella...


Y ella sigue bailando, gira con frenesí, con descontrol, no hay quién la detenga. Estallan los cristales...y ella sigue sonriendo. Testigos mudos son las inmediatas máscaras.


Gira, cada vez más rápido... Se sueltan las cintas del corsé...su cabello cae en los hombros. Su sonrisa se ensancha...sus ojos son cada vez más vacíos...Sale disparado el corsé hacia el palco, su falda cae porque ya nada la sostiene. Posesa de la música, su cuerpo se retuerce y dobla sin dolor.


De repente se detiene...la sonrisa amplia...los ojos vacíos...la multitud ha desaparecido.


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