16.
Siento como mi corazón golpetea en mi pecho. Algo roto, otra vez en mí...de esa grieta, resurgirá otra persona.
Me miras al otro lado del Rubicón. Hasta siempre, porque cruzaste una línea que no podrás retroceder.
Pero a pesar de mi dolor...a pesar de mi enojo, no puedo considerarte una mente común...maldita estupidez mía. Yo sola me merezco el cartel de estúpida...porque las piedras siempre serán piedras y es estúpido querer que se transformen en rosas...
En cambio tú, oh hermosa mía de las mil naturalezas, tú mostraste una parte de la desnudez de tu alma. Y te tacharon de nudista, de carnal, de pecadora. ¿Y qué esperabas?, pequeña estúpida...pequeña y hermosa estúpida ¿qué esperabas?
¿Acaso no aprendiste que el mundo es gris y qué tú eres una gama de colores?
¿Acaso no habías asumido...qué tu ser para los demás es incomprensible, qué eres demasiada tormenta para el pagano? Que este corre atemorizado, a resguardarse con sus deidades de barro, mientras que tú te manifiestas con la esperanza de que se dejes acariciar por la lluvia y aprecie el resplandor de tus truenos.
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