Capítulo 8

A Jungkook le habían hecho un examen esa misma mañana y durante el almuerzo había mantenido su mirada fija sobre el plato, la comida se veía revuelta. Tardó en comer, pero lo hizo.

Sostuvo la brillosa manzana de postre en su mano y la olió para sentir el dulzor. Jimin no se había equivocado, en realidad lograba percibirse apetitosa simplemente al acercar la nariz. Ya no era primera vez que ingería fruta por completo y no sería la última. Jungkook concluyó que disfrutaba comerla.

Una psiquiatra permaneció con él, atenta de su comportamiento, supervisándolo con otro enfermero ante cualquier inconveniente. Todo se sentía tan incómodo para Jungkook, como si fuese una rata de laboratorio al cual estudiar.

Pese a todo, no lo demostraba, había aprendido a ignorarlos, de cierta manera. Sabía que estaban, mas no se preocupaba en dirigirles la mirada ni atender sus preguntas, como si todo sucediese fuera de la burbuja que había creado.

Jimin no había podido entregarle el abrigo azul en persona, pero sabía que lo quería y no esperó a que el fin de semana terminase para regresárselo. Se vio entonces dejándolo sobre su cama antes de finalizar el turno del día, y Jungkook lo tomó cuando regresó a la habitación. Olía bien, a la misma esencia que percibió en casa de Jimin. Le gustaba eso, apreciar el aroma suave de las cosas.

Distinguió también que le complacía caminar en medio del vaivén de los árboles, bajo los rayos del sol a pesar de que fuese a pleno mediodía. Le gustaba el sonido de los mirlos y urracas, que anduviesen por el césped, se posaran en las ramas y luego se impulsaran a volar. Le gustaba incluso cuando la vista le molestaba al advertir el reflejo dorado del rocío sobre la hierba, o cuando una mariposa revoloteaba cerca de su rostro. Que la armonía inesperada lo cautivase.

Le gustaba que Jimin estuviese a su lado mientras le acompañaba a apreciar los detalles hermosos que la vida le ofrecía.

—Jungkook —le llamó, y este continuó dibujando en su cuaderno en tanto echaba miraditas llenas de contemplación hacia el exterior. Estaban al aire libre en una banca del sector verde del hospital—. Veo que estás inmerso en tu arte, lo cual es maravilloso. No quiero interrumpir tu proceso creativo, pero me encantaría poder hablar contigo, puedes seguir dibujando si así lo deseas, si prefieres expresarte mientras hablamos, estaría perfecto también.

Hoseok se hallaba a unos metros de distancia, había bajado con Jungkook al parque del hospital y se habían encontrado nuevamente con Jimin, quien esta vez estaba en su tiempo libre. Hoseok no era cercano a él, pero era consciente de cómo abordaba su profesión, y ni siquiera se detuvo a dudar de la intención del pelinegro cuando se les acercó y dijo si podía tener un momento con Jungkook. Sería sano para él, Hoseok pensó. Entonces aceptó y les dio espacio, mientras supervisaba de lejos, no era aburrido para él tampoco, ya hasta se había puesto a charlar con una tecnóloga médica que pilló justo de camino al recinto.

—¿Quieres contarme un poco acerca de cómo te has sentido últimamente?

Jungkook se encontraba lo suficientemente cómodo como para cambiar de actividad. Le gustaba el momento y prefería quedarse en la quietud de la compañía con Jimin. No lo había visto por unos días y le resultaba agradable volver a coincidir con él.

—O puedes... dibujarlo. Si no quieres hablar, el dibujo está bien.

También le gustaba la suavidad de su voz, y no quería que dejase de expresarla si él no le contestaba sobre lo que el contrario esperaba, así que detuvo su lápiz y subió la mirada a Jimin. Este vaciló en ella, comprendiendo la aprobación de Jungkook en su escucha. Sabía que él le escuchaba, incluso si no lo demostraba, estaba atento a cada una de las palabras y gestos de Jimin. La indiferencia absoluta no funcionaba con él.

—Mira, comencemos con cosas que te sientas a gusto contándome. Cualquier cosa, me gustaría saber tus intereses, lo que has hecho en estos días, experiencias diarias.

Jimin todavía no tenía la confirmación de Namjoon respecto al caso de Jungkook, pero Jimin no quería que los días pasasen y no hubiese ningún desarrollo en él. El tiempo era clave en tales circunstancias y no la desaprovecharía. Además, Jungkook no tenía prohibida la interacción con otras personas, no era apropiado y Jimin buscaría la manera de mejorar con él incluso si el personal médico encargado de Jeon Jungkook era ineficiente.

—No es necesario entrar en detalles profundos si no te sientes cómodo. Me ayudaría a comprender mejor tu perspectiva claro, pero ahora mismo, podemos hablar de lo que desees contarme, algo que te defina quién eres, por ejemplo, háblame de tu pasatiempo.

Jungkook examinó su rostro y se percató de una nueva particularidad: las pecas de Jimin.

—Tú —fue lo que dijo.

Jimin le quedó mirando por un instante, tratando de leerle.

—Uhm, me refiero a tu pasatiempo, no a los míos. ¿Te gusta dibujar, no? ¿Siempre has tenido una inclinación al arte?

Jungkook regresó su atención al cuaderno y nuevamente movió los colores sobre el papel. Asintió.

—Me parece interesante que lo hagas, que lo disfrutes tanto, se te da muy bien. ¿Hay algo en particular que te motive?

Jungkook pareció meditarlo, titubeó sobre el cuaderno antes de seguir. Sus pestañas se removieron y tiró del pellejo de su labio inferior, dejando al descubierto el pequeño lunar que tenía bajo él.

Levantó la mano y, sin girarse, tocó con su índice la frente de Jimin, indicando a la mente como explicación.

—Aquí.

Jimin sintió la frialdad de la yema de su dedo, el pulso fue leve, pero lo bastante prolongado para apreciar su tacto dulce cuando se deslizó ligeramente. Retiró la mano, para volver a sostener el cuaderno que aún pretendía ocultarle a Jimin.

—Lo que viene de "aquí" —enfatizó en referencia a su cabeza—, ¿me lo podrías enseñar?

Él no pareció tomar en consideración su petición. Sacó otros lápices del paquete y comenzó a realizar un nuevo dibujo. Estos eran más oscuros, a diferencia de los de antes, que rozaban lo vibrante. Aunque Jimin no supiese lo que trazaba, en todo momento creyó que buscaba capturar lo que el exterior le brindaba. Jungkook estaba atento a la vida, repasaba las aves y los insectos que se le cruzaban, las gotas que salpicaban desde la fuente de agua, o los juegos coloridos de niños que yacían un poco más allá.

Pero cuando Jungkook terminó el dibujo que empezó, no era similar a lo que desde un principio había estado creando. Su expresión era indiferente, no se veía enojado, tampoco temeroso. Era el semblante de quien reconoce lo propio, lo familiar, y por más que estremezca, forma parte de uno, y una parte de ella se convence de convivir en naturalidad, porque suena más manejable que cuestionar su complejidad, porque significa desenmarañar el alambre que te ata.

Hubo delicadeza en su acción cuando, con calma y cuidado, cortó la hoja del cuaderno para que no fuese a romperse. Al retirarla se la ofreció a Jimin, quien tardó tres segundos en recibirla, en desconcierto ante su iniciativa, y que no permitió que Jungkook lo notara.

—Esto... —le señaló el menor. Su tono fue apacible, casi como un susurro.

El dibujo entre las manos de Jimin se sintió caótico, un montón de líneas bosquejadas se distribuyeron sobre el papel. Lo trazó rápido para mostrarle, y por ende la definición fue desprolija y poco concreta, pero no era difícil visualizar lo que Jungkook buscaba exponer.

Era un cuarto azul, difuminado con prisa y mezclado entre el negro para darle fondo. En medio, una figura grande, pintada azabache, evocaba inmensidad, potestad alrededor de una mancha más pequeña que envolvía. Esta era marrón, se asemejaba a la forma de un cubo. Y la figura grande le cubría por ambos costados, le abrazaba y también protegía. No tenía forma, ni brazos, ni cabeza, pero era evidente que le cubría. Que la caja en su poder le pertenecía.

—... lleva a esto —añadió, adecuando su cuaderno de modo que Jimin pudiese ver varios dibujos pequeños que había hecho con anterioridad en una sola hoja.

Eran los del principio. Un árbol en el borde, un mirlo en el centro, una manzana más allá, una mariposa más grande a su lado, una abeja de un amarillo fulgurante por debajo. Varios insectos esparcidos por la página. La vida en el límite de lo que su mano podía crear.

Jungkook apretó los labios y le dedicó una sonrisa tímida a su dibujo. Los encontraba bonitos.

Jimin se abstuvo de fruncir el ceño al tratar de interpretar la situación. La formulaba en su cabeza, pero, en su lugar, preguntó.

—¿Te gustaría explicármelo? —se dirigió buscando sostenerse en su mirada.

Jungkook no se la devolvió, era fácil en él abstraerse por instinto. En realidad, su concentración era bastante predecible, lo que en el momento le pareciese hermoso o cautivante, sería en lo que se detendría.

—La monstruosidad... —murmuró con detenimiento—, impulsa la vida.

No había inseguridad en sus palabras, pero sí lentitud al expresarlas, como si fuese un pensamiento demasiado recóndito para formularlo. Demasiado extenso para reducirlo en una frase.

—¿Cómo lo hace? —a Jimin se le hacía ambigua su respuesta, podía implicar distintas cuestiones dentro del temor constitutivo. Tal vez, inherente.

—Intimidando.

Jungkook recogió un lápiz y repasó sobre el color ya pintado de los dibujos, buscando la perfección de su obra.

—¿Por qué?

—Debilidad.

Jimin estudió su perfil, Jungkook denotaba más circunspección de la que podría estar aparentando. Aquello se le hizo curioso.

—¿Hacia qué o quién va asociada la debilidad?

Él realizó un gesto demostrando indiferencia, y con ello Jimin descartó que no supiese su causa, sino que era la amplitud de la misma que no lo redirigía a un punto concluyente.

—¿Qué hay de la vida impulsada? ¿En dónde se origina, si lo monstruoso coexiste con la debilidad, y lo que intimida lo absorbe junto a él?

El muchacho emitió un pequeño sonido, pensando en su respuesta.

—En la huida.

Aquellos que compartían espacio con Jungkook se veían desconcertados por el aparente desapego que tenía mientras se sumía en sus dibujos, manteniendo su atención ajena a la conversación. Sin embargo, lo que ninguno lograba captar era que, tras esa fachada de desinterés, Jungkook estaba atento a cada acontecimiento a su alrededor, podía no demostrarlo, pero advertía cada cosa que le involucraba. Su consciencia se mantenía activa, pero pasaba desapercibido para quienes le rodeaban, como si su presencia no fuera digna de reconocimiento o respeto. Con frecuencia subestimaban su agilidad perceptiva, clasificada como desinterés por la vida, un rechazo a la comprensión total, etiquetándolo injustamente como un joven tonto que no obedece a los mayores.

Después de todo, no presentaba problemas evidentes a nivel fisiológico, y por tanto parecían conducirlo a una minimización de sus desafíos internos. En lugar de reconocer la integralidad de lo que conlleva lo emocional, Jungkook era catalogado, en resumen y de manera simplista, como un maleducado.

Y ello Jimin lo entendió más que nunca al hablar con él. Jungkook atendió cada cosa que el practicante cuestionó, incluso de lo que no obtuvo respuesta.

En casa lo estuvo cavilando más tiempo del necesario, más del que un psicólogo fuera de sus horas de trabajo tendría que preocuparse e involucrarse, pero lo hizo y Taehyung estuvo ahí para recordárselo, una vez más.

Eres un metido —declaró desde la otra línea de la llamada—. Hyung aún no te facilita la intervención, y ningún otro médico.

—Lo hará cuando se de cuenta que hubo progreso.

Jimin... en serio, ten cuidado, podrías tener algún llamado de atención por falta de ética, no te corresponde tratar a un sujeto que, supuestamente, no conoces. Espera a tener la confirmación de un supervisor y entonces dejo de molestarte por el asunto, pero en serio, para estas cosas hay que tener permiso. Imagínate un otro, que no ve las mismas intenciones que tú, se entera. Podría alegar y todo recaerá en ti. ¿Qué hay de Hoseok? Ya debe haber notado toda la atención que le das. No lo conoces, podría hablar.

Taehyung estaba preocupado por él, no negaba a su amigo a ser de ayuda, no estaba en contra de Jungkook, además también se sentía envuelto de alguna forma con él, y también creía que le debía de su atención, pero era consciente también de los riesgos que implicaban y no podía ignorarlo.

—Me importa más ayudarlo —estimó, echado en el sillón mientras miraba el techo—. Y Hoseok no lo haría. Es un buen hyung.

No tiene sentido, ¿quieres arriesgar tu historial por una responsabilidad que ya no está en tus manos? Y tienes razón, pudimos hacer mucho más la noche en que lo conocimos, pero no lo hicimos y aquí estamos. No podemos solucionar todo. Buscaremos una mejor opción una vez sea dado de alta, podemos proveer dinero hasta que se establezca.

—Estás bastante obstinado en que no lo haga.

Ah, Jimin, es que... —suspiró, tenía otra duda que tampoco lo dejaba tranquilo. Conocía a su amigo y por lo mismo temía de lo que implicaba. Su corazón era de oro—. Por favor, no me digas que haces todo esto por...

—¿De qué hablas?

Sé sincero, por favor. ¿No te enredaste con él de una forma más...?

—Si me especificas el motivo, pretendo hacerlo, porque entre tanta incertidumbre no te entiendo.

—... emocional, afectiva, romántica, o todos los sinónimos de estúpido.

—¿Qué? —largó una carcajada y de inmediato borró los atisbos de broma—. ¿Estás hablando en serio?

Jimin... estás muy empecinado en su vida. Y nunca te había visto así por alguien.

—En primer lugar, tú sabes que no logro forjar relaciones románticas con nadie. Con Sungwoon no funcionó, e incluso aún lo quiero, como amigo claro, pero simplemente no logro llegar a ese punto íntimo de una relación. Entonces no, suena absurdo.

Ya sé que eres la persona más tirada al arromanticismo que conozco, pero tampoco podemos afirmar que la posibilidad jamás se de. Y ahora mismo, tú simplemente estás...

—Hasta el momento nunca se ha dado y pretendo quedarme igual. Mi foco está en otro lado, lo sabes y... Taehyung, no lo entiendes... él confía en mí, Jungkook, y no quiero fallarle. Una persona que ha pasado por un trauma, huye, lo guarda, lo acumula, ve mi asistencia como un compromiso fundamental. Ya lo tomó porque yo ya di el paso para que lo hiciera, y ya está, lo tomó, no puedo y no quiero retirarme. Empecé esto y lo voy a continuar, me comprometí y mi deber no puede ser tirado a la basura como si nunca hubiese existido. Actuaré con la responsabilidad que me compete. Buscaré la forma en que sea más seguro, pero no me voy a retractar. Asunto cerrado.

De acuerdo —trató de empatizar con su amigo—. Es que por todas las cosas que has aludido, todo esto se ve... complejo.

—Lo sé.

Lo sabes —repitió, resignado—. Pero te admiro, en serio, por todo esto, no quiero que pienses que no puedes contar conmigo. Me preocupa, es eso.

—También lo sé.

Además, eres una cosa asombrosa, a mí me rozan de casualidad la mano en el autobús y ya estoy de novio.

—Tae... —rio, bien sabía lo fácil que el rubio se ilusionaba.

Era grato saber que Jimin no le imitaba, que, más que tener los pies bien puestos sobre la tierra, Jimin no se relacionaba con la idea del romanticismo de un modo trivial, así que, por suerte, no tenía nada de lo que alarmarse.

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