Prólogo.
ELIZA
Llegué en el tren de las 7 a la estación central del pueblo. Era una noche cálida de verano y mil recuerdos estremecían mis pensamientos. Habían pasado cinco años desde la última vez que estuve aquí. Ese lugar era mi hogar y, aun así, los recuerdos dolían demasiado como para pensar en volver. Postergué ese regreso lo más que pude; ni siquiera pasé las navidades ahí. Cada año logré que mi familia cambiara sus planes para que yo no tuviera que enfrentarme a mis peores pesadillas.
El día había llegado y tenía que volver. Mi madre había hecho una llamada para decirme lo que en el fondo yo sabía que algún día me tendría que decir: mi abuela había muerto después de padecer un cáncer severo. Cuando me enteré de su padecimiento, lo único que pude hacer fue llorar porque ya era demasiado tarde. No volvería a sentir su cálido abrazo ni tampoco sus besos para arroparme por la noche como cuando era niña.
Antes de llegar a casa, decidí dar un paseo con mi única maleta. Caminé por la cubierta para ver el mar, ese mar frío donde las olas danzan sin cesar y cada piedra es una pincelada en el tiempo, recordándome que todo había cambiado. Todo era diferente desde la última vez que estuve ahí. Me había jurado no regresar y menos con un corazón roto. Brighton para mí era parte de mi pasado, pasado que había decidido enterrar si quería seguir teniendo una vida. Lo cierto es que, a pesar de los años, no había habido un instante en que no recordara su sonrisa ni las veces que habíamos recorrido esa cubierta en la que yo justamente estaba parada. Recordar las mil y una veces que observamos el sol besando al horizonte, tiñendo el cielo con pinceladas de fuego y sus susurros dorados era una imagen ferviente de una puñalada en el corazón que aún llevaba conmigo.
Lo cierto es que para mí no había llegado mi final feliz, pero la vida es así. A veces te deja tocar el cielo y después te lo arrebata en un instante. Y en la tristeza de haber saboreado la dulzura de lo perdido, se revela el dolor agudo de conocer la ausencia, una herida profunda que trasciende el vacío de nunca haberla conocido. Eso era para mí él. Muchas veces maldije haberlo conocido porque, a pesar de los años, una parte de mí aún lo anhelaba, aunque solamente pudiera tenerlo en mis sueños. Y también siempre habitaría el más recóndito de mis pensamientos.
La noche cubría la ciudad con su manto nocturno y se acercaba envolviendo misterios y promesas estelares. Al ver que las luces de colores envolvían la cubierta de Brighton Pier, todo se pausó y decidí caminar sobre la playa. Era raro, parecía desierta. Claro, hoy todos estaban en la fiesta del Brighton Festival. Había un concierto importante según los anuncios en el tren.
Caminé por la playa y me quité los zapatos para poder sentir las olas y el agua que en esa época del año era tibia. La nostalgia volvió a invadir mis pensamientos, quitándome toda la paz. Recordaba que la última vez que estuve ahí, antes de partir a la universidad, había llorado en esa misma esquina de la construcción abandonada. Las rocas habían sangrado mis pies mientras corría tratando de adentrarme en el mar vasto y enigmático.
Quería sumergirme en el abismo más profundo de mi existencia. Ese día lo único que quería era morir...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top