Capítulo 9. James

El susurro ensordecedor del viento y la brisa del mar no me permitían conciliar el sueño. No quería moverme por miedo a despertarla. Ella descansaba tan plácidamente en los brazos de Morfeo que difícilmente podía creer que estuviera allí, en mis brazos. Era tan hermosa y parecía, en el fondo, una niña ingenua, aunque tenía que reconocer que había interpretado mi papel de manera magistral. No podía creer lo fácil que había sido llevarla a la cama, y aunque debo admitir que disfruté tocándola y casi haciendo el amor, tenía que mantener la calma y seguir adelante con el plan para destrozar la vida de su familia. Lástima que ella fuera el daño colateral.

 Tenía que averiguar qué pasaba por su cabeza, porque estábamos a punto de llegar tan lejos, y su cuerpo no mentía; me deseaba tanto como yo a ella. Sin embargo, algo la detuvo, como una especie de culpa. Lo que era real era que tendría que ganarme su confianza para que accediera a eso y más. Dadas las condiciones del testamento de su abuela, era indispensable conquistarla, enamorarla y hacer que me necesitara hasta que se casara conmigo. Solo de esa manera podría recuperar lo que la vida me había arrebatado, y tendría el poder para destruirlos a todos de una vez. Cada vez que la miraba, el único pensamiento que me daba fuerzas era saber que cada vez estaba más cerca.Se despertó muy temprano; noté cuando se levantó. Antes de que pudiera huir, la tomé del brazo y la empujé de nuevo hacia mí. La besé tiernamente, y me contuve porque no sería muy inteligente tratar de continuar donde nos habíamos quedado anoche. Después de su clara negativa, tendría que representar el papel de un novio paciente hasta que se decidiera y deseara que yo le hiciera el amor.

-Tengo que irme ya- me dijo con determinación."

-Lo sé, déjame que te acompañe- le dije mientras me ponía un pantalón y una camiseta. 

-¿Cuándo volveré a verte?- le pregunté, sonriendo.

-Dime que esta noche, si no me muero.

- No sé si pueda esta noche-dijo fríamente.

-Por favor, di que sí. Te mandaré un mensaje y pasaré a recogerte a las 7. 

-Te avisaré, haré lo posible.- puntualizó. Le abrí la puerta y se despidió con un beso.

 Minutos después, escuché gritos en el lobby. Caminé hacia la recepción, y allí estaba el mismo tipo de ayer, Dylan, discutiendo con Eliza. Se veía furioso y estaba armando un escándalo.

-¿Cómo te atreves a dejarme plantado en la gala?-gritó como un energúmeno, tirándole del brazo. Ella no reaccionaba; parecía que la actitud de su amigo la había tomado por sorpresa.

-No la toques- le grité, cerrando los puños. Eliza me apartó y le dijo a Dylan: 

-Suéltame, me estás lastimando. No tengo por qué darte ninguna explicación de mi vida privada. Si me fui ayer, es porque te busqué por todos lados y no estabas. Yo ya quería salir de ahí. Después vine con James a tomar unos tragos, me pasé de tragos y me quedé aquí. No pasó nada.-Me tomó por sorpresa ese comentario. ¿Qué exactamente quería decir con que no pasó nada? Me indigné bastante. Tal vez no estaba lista para ponerle una etiqueta a lo nuestro, pero me molestaba que pudiera mentirme a la cara.

-Dylan, James es solo un amigo- le dijo -y por cierto, acostúmbrate a verlo, ya que trabajará con nosotros en el conglomerado Dario.-¿Era posible lo que estaba escuchando? Ella quería tenerme cerca en su empresa. No podría haber salido mejor. De repente, irrumpí en su vida como un torbellino inesperado, cambiándolo todo en un instante. Mi presencia trajo consigo una nueva perspectiva, emociones vertiginosas y la certeza de que ya nada sería igual para ella. Ya estaba dentro de su vida, no solo como su amante, su protector, sino también como su mano derecha. Después del discurso hacia su amigo, me abrazó y me besó en la mejilla. 

-Te veo en la noche- me dijo.Qué desvergonzada pensé. Ya me había dicho que tal vez no podría, esa era una nueva faceta que no conocía de Eliza. Tal vez era el tipo de persona que mueve habilidosamente las piezas en el tablero de la vida, manipulando a los demás como marionetas en un espectáculo maquiavélico donde cada movimiento se calcula para satisfacer sus propios intereses ocultos. De ser así, tendría que lograr que confiara en mí y compartiera sus planes. Por otro lado, fue un verdadero golpe a mi ego darme cuenta de que para ella, una noche como la de ayer no había significado nada o no había provocado nada en ella. Pero había cosas que simplemente no se podían fingir: sus besos y caricias no mentían; ella sentía deseo y obsesión por mí. Solo que yo tendría que asegurarme de estar en control de la situación. Ella tendría que enloquecer por mí, no al revés. La vi irse con Dylan y no pude evitar que una sensación de celos, como un veneno insidioso, me corroyera. Era como una tormenta intensa que arrasaba a su paso tendría que aprender a contenerme, o los celos se convertirían en mi verdadera prisión. Después de lo de anoche, ella era mía, y así tenía que verla. Ya casi había sucumbido ante mis encantos. Tenía que seducirla hasta que fuera completamente mía; ese sería el primer paso. Se enamoraría perdidamente, y me adueñaría de sus pensamientos y su alma. Después nos casaríamos. Todo estaba decidido. Yo sería el dueño de su herencia y la acorralaría. Y cuando finalmente estuviera en mis manos, la destrozaría por completo. Solo necesitaba averiguar qué la detenía para entregarse.

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