Todo era muy confuso para mi en este momento de mi vida, la incertidumbre mermaba mi alma, habían pasado semanas y a pesar de los recursos destinados, no habían podido averiguar quién mandaba los regalos firmando con Algol, mantenía la esperanza de que tratara de Nathan. Mencionar ese nombre era como compartir un detalle demasiado íntimo entre dos amantes, por eso estaba segura que solo podría tratarse de Nathan de mi Nathan... Estaba tan ansiosa que solo podía concentrarme en la búsqueda de Nathan, que me olvidaba que había otros asuntos que requerían mi atención con absoluta premura. Para mi desgracia la fecha límite para casarme y poder disponer de la herencia se acercaba de manera peligrosa. Tenía que tomar una decisión cuanto antes.
Mi hermano brillaba por su ausencia, parecía que aún no estaba listo para enfrentar la vida sin mi abuela, por lo que decidió prolongar su vacaciones, así que por esa parte yo tendría nuevamente que hacerme cargo de todo el conglomerado y la herencia, tenía que solucionar todo incluso lo de mi matrimonio. La presión no se hacía esperar por ninguna de las partes interesadas. Empezando por mi madre que lo único que tenía en mente era organizar mi boda para que fuera el evento más comentado de la sociedad en Brighton. Por otra parte estaba Robert nuevamente tratando de darme consejos como hombre de negocios, y pidiéndome que considerará a Dylan como la opción más viable. El problema con Dylan era que jamás me sentiría atraída por él, y como éramos amigos todo era tan personal. También estaba Tara, jamás estaría de acuerdo en lastimar sus sentimientos. Tomando en cuenta esto me quedaba sin opciones viables y prácticas. La siguiente opción sin duda era James quien había estado tratando de evitar a toda costa, ya que en ese momento de mi vida, no tenía el tiempo para averiguar que era lo que me hacía sentir, así que estaba postergando el encuentro incómodo, que daría a lugar como cuando dos almas que se encontraron en una noche de pasión, buscando una conexión profunda pero al despertar, la magia se había desvanecido. Dejando un vacío aún más profundo que los separaría para siempre. No estaba lista para enfrentar si en verdad existía ese abismo entre nosotros.
El tiempo estaba pasando tan rápido, que me resultaba muy difícil creer que el día de la decisión era inevitable. Mi decisión debía comunicarla justo en la Gala Benéfica Dairo, y ya solamente quedaban un par de días. El propósito de esto según mis asesores era darle certeza y credibilidad a los nuevos inversionistas para no afectar el nombre del conglomerado Dairo . Si analizaba las ventajas de tomar la decisión por fin era si duda que ya estaba cansada de ver la pasarela de prospectos que desfilaba ante mi, ya que me había convertido en la soltera más codiciada por la sociedad de Brighton. Pero yo estaba vacunada contra los arribistas, incluso si eran miembros de la junta de mi empresa. Que decir de el infame de John Ridley que se había metido en la cabeza que podía conquistarme y ayudarme a manejar el conglomerado de mi abuela. Ese hombre no dejaba de sorprenderme ante su descaro, jamás dejaría que sus repugnantes manos siquiera me tocaran. Ese pensamiento me hizo hervir la sangre solo de imaginarme si en verdad ese miserable había abusado de mi años atrás.
Estaba por dejar mi oficina y ya era tarde pasaban las 12 de la noche, había esperado unas horas que terminara la lluvia pues los caminos podrían estar inundados, en realidad solo era un pretexto estaba harta. No quería llegar mi casa y volver a ser cuestionada, por mi madre, mi tío y su séquito de asesores. Salí de la oficina y empecé a caminar por el estacionamiento vacío, todo estaba sumido en el silencio. Ahí fue cuando un brazo musculoso trato de someterme. El olor a colonia me era tan familiar. Claro que era familiar se trataba del sinvergüenza de John Ridley.
-vaya muñeca te soltaré pero no puedes gritar solo hay un par de temas que me interesa discutir contigo.
-Suéltame desgraciado-traté de gritar.
-Princesa solo he venido para recordarte lo bien que lo hemos pasado, y si me dieras la oportunidad te aseguro que jamás lo olvidarías. Verás princesa he venido a encargo de mi padre, él necesita que te recuerde todo lo que está en juego, así que si decidieras casarte conmigo sería lo más conveniente para todos.
-Eres un ser tan despreciable jamás me casaría contigo ni aunque fueras el último hombre de la tierra...
-Nunca digas nunca muñeca- dijo con una sonrisa cínica.
Lo siguiente que pude ver es a un hombre bastante corpulento golpeando con demasiado coraje al desgraciado de Ridley, me asuste un poco, pero por primera vez debía decir que no le pedí a este extraño que se detuviera, había una parte de mi que estaba más que satisfecha de saber que ese rufián estaba por recibir su merecido. Pasaron unos minutos cuando el cuerpo de seguridad de la empresa entró en acción, los separó y tenía sometidos a los dos. En cuanto se dieron cuenta que la agredida en cuestión era yo, se pusieron a mis órdenes, por lo cual solamente ordené que llevaran afuera de las instalaciones a Ridley. Se fue bastante ofendido amenazando con presentar cargos contra James. Sin embargo la que le dio un ultimátum contundente fui yo, haría público el video de seguridad donde se ve claro cómo llegó a agredirme, y expulsarían de la junta de administración a su padre, si lo volvía a ver cerca de mi, aunque solo fuera un metro. Para ser sincera no había nada que diera más satisfacción afortunadamente había conseguido quitarme de encima al infame de Ridley.
James se ofreció a acompañarme a mi casa, aunque fingía total y completa compostura, al poco tiempo comencé a temblar, fue una reacción involuntaria, así que él condujo. Al final yo tenía razón los caminos estaban inundados debido a creciente tempestad, tal vez se acercaba un huracán. Tuvimos que pararnos un rato en el bosque. Me encontraba analizando que era lo que había entre James Dawn y yo, ese sujeto misterioso que nuevamente se había convertido en mi héroe. La duda me acechaba, no lograba develar sus ocultas intenciones. No había más que el silencio entre nosotros, las palabras se alejaban cada vez que intentaba pronunciarlas. Así que gran parte del tiempo permanecimos en silencio hasta que el decidió romperlo.
-¿Quieres hablar? Sé que no tengo derecho a preguntarte nada pero ¿qué pasó con ese tipo?¿Por qué? habló de lo bien que la pasaban, no tienes que decirme si no quieres...
-Así es, no te dire nada, gracias por ayudarme pero no tienes porque saber los detalles...
-Esta bien... trataré de no molestarte me quedare aquí sin hablar...
-No está bien, no quiero hablar de ese tipo... ( para mi lo más fácil era siempre evadir mi realidad evitando hablar de cualquier tema que intentara ponerme incómoda, con James no será la excepción)
-Pero hay algo que sin duda quiero proponerte, listo para escuchar la propuesta más interesante de tu vida...
-Cuéntame soy todo oídos.
-Quiero ofrecerte un puesto bastante importante para el conglomerado Dairo.
-Perfecto cuéntame en que consiste este puesto.
-Verás es el de mi esposo, seguro ya sabes que tengo que casarme para recibir mi herencia... y poder hacerme cargo de las empresas Dairo de manera definitiva, fue una cláusula absurda de mi abuela, sé que se suena del siglo pasado pero debo cumplirla, y desgraciadamente ya tenemos el tiempo encima. Mira lo que debes saber es que si decides aceptar será un matrimonio práctico, no tenemos ni que vivir juntos y serás muy bien compensado con dinero, contactos, prestigio. Tiene todas las ventajas es un excelente negocio.
-Vaya pero si ya lo has enumerado todo, pero no lo sé princesa... tendrás que convencerme de otra manera...
-Dime lo que quieres y lo tendrás...
Se me acercó peligrosamente...
-Te quiero a ti...Y me besó intensamente, cuando hice conciencia ya era demasiado tarde, estaba ahí nuevamente víctima de mis deseos dejándome llevar por la pasión desfrenada que ese hombre provocaba en mi, y aunque me negara a aceptarlo, aunque me hubiera jurado que no ocurriría, necesitaba tenerlo, necesitaba que está vez si se culminara ese deseo, había fantaseado demasiadas noches con este momento, necesitaba que me hiciera el amor, que estuviera dentro de mi, esa sería la única manera de saciar el deseo que se ocultaba en lo más profundo de mi alma.
Me deje llevar, me desnudo por completo y yo deje que me hiciera el amor, lo hicimos en una noche de tormenta, en el bosque con el manto de la noche como testigo. Nuestros cuerpos se fundieron, y nuestras almas se encontraron, con él supe lo que era alcanzar otro nivel de placer, no pensé en nada ,mi mente estaba en blanco, solo existían sus besos y caricias, solo existíamos él y yo, no había fantasmas entre nosotros, no había pasado...
Terminamos con un grito de placer y nuestra unión culminó en quedarnos abrazados desnudos contemplando el firmamento cuando el cielo ya se encontraba despejado. Cuando me abrazaba tiernamente me dijo:
-Eliza, mi Eliza serás mi esposa, pero no solo de nombre quiero tenerte para mi, quiero que seas mía, mi mujer quiero que envejezcamos juntos, quiero ver mil noches cómo está a tu lado.
-Así será, solo tenme paciencia, la vida me la ha jugado muchas veces, ha sido un sin fin de decepciones con los hombres, empezando por mi papá, por eso me cuesta confiar... me cuesta dejarme ser feliz, pero lo qué pasó hoy contigo es una muestra de que a tu lado existe una posibilidad de ser feliz...
-Confía en mi .... Nunca te traicionaré.
-Puedes confiar en mi me puedes decirme porque estas tan distanciada de tu padre...
-Compartimos una historia bastante siniestra, algún día te contaré solo confórmate con saber que Robert Cavendish se merece ser condenado al peor de los infiernos como hizo conmigo.
Ok no te preguntaré más.
Cuando las horas de la noche transcurrieron dando paso al alba. Nos despedimos con un beso tierno en la boca como cualquier pareja, habíamos pasado la noche juntos y cuando llegue a la mansión de mi familia, tenía que admitir que me encontraba tan feliz como en mucho tiempo no me había sentido. Aunque no pude evitar pensar en la pregunta de James con respecto a mi padre, me generaba demasiado curiosidad saber porque le interesaba saber cómo era la relación con mi padre, pero no le di importancia. No pude evitar darme cuenta que aunque no le conté lo que había pasado entre nosotros, hoy era la primera vez que podía recordarlo sin sentir un vacío inmenso en el estómago.
Aunque el recuerdo en mi memoria en este momento era menos vívido, solamente parecía un mal sueño. Lo que me había negado a contarle a James era que después de que Nathan se había ido de mi vida, yo me había sumergido en una depresión profunda, y aunque me fui de viaje para tratar de disipar mis penas, no me fue posible, me encontraba en el puerto de st tropez en pleno verano cuando lo supe... habían pasado 2 meses sin que me bajara la regla, yo me negaba a creer que pudiera ser posible... pero así fue estaba embarazada de Nathan... tenía que ser de Nathan aunque la nube de la duda siempre trato de invadir mi mente, mi alma sabia que el bebé era de Nathan y no del malnacido de John Ridley.
Después de varias semanas lo pude asimilar y regrese a Inglaterra para encontrarme con mi padre en Londres. Tenía demasiado miedo de contarle la noticia, pero en ese momento necesitaba que mi padre me cuidara y apoyara, digamos que era su oportunidad de redimirse por su abandono. Como era de esperarse para el gran Robert Cavendish que lo único que le importaba era mantener su imagen intachable. Decidió terminar con el escándalo que podía acechar a su familia con una hija madre soltera. Me forzó a acudir a un doctor contra mi voluntad administrándome calmantes, y me obligo a deshacerme de mi bebé. Jamás podré perdonarle su osadía, por su culpa hasta ahora habia tenido que vivir bajo la sombra de la culpa, carcomiéndome cada centímetro de mi alma, mi hijo nunca tuvo la culpa de nada, y aún así mi padre que es un hombre siniestro y desalmado me obligó a deshacerme de lo único real que tenía de Nathan.
Muchas veces me pidió perdón, incluso mi abuela trato de interceder por él, Robert dijo que llegaría el día en que entendería que todo había sido por mí, por mi futuro, para que fuera brillante y no estuviera manchado por un error que tendría que cargar toda la vida. Maldito seas Robert Cavendish, pensándolo bien, me causaba satisfacción saber que la vida siempre te da lo que mereces este era el momento de vengar a mi hijo, dejaría que mi padre permaneciera en la ruina. No movería ni un solo dedo para salvar sus empresas, y propiedades, mucho menos prestigio, dejaría que mi padre se quedara arruinado y derrotado.
A la mañana siguiente era el momento de acudir al conglomerado Dairo, anunciaría la gran noticia que todos estaban esperando. Había citado a todos los miembros de la junta, los inversionistas y por supuesto toda mi familia reunida a excepción de mi hermano. Antes de irme nuevamente una nota me robó la paz y la felicidad que había provocado los acontecimientos de a noche con James, antes de esa nota estaba determinada a abrirle mi corazón a ese apuesto forastero, a James. La nota venía con un rosa roja y decía.
-Esta es la última rosa antes de que nos volvamos a encontrar. Firmado Algol.
La culpa, la incertidumbre volvió a acecharme, que clase de broma torcida podría ser, acaso Nathan seguía cerca, ordene que tiraran la rosa junto con la nota, estaba decida a olvidarme de eso, no permitiría que un extraño tuviera el poder de robarme la tranquilidad así que solo salí de casa para la oficina con normalidad.
Llegando al conglomerado Dairo la gente no se hizo esperar todos acudieron a la sala de juntas y ahí fue cuando anuncié delante de todos quién sería mi flamante esposo.
-Señores sin más preámbulos, les presento a James Dawn con el objetivo de evitar más especulaciones quiero decirles que el señor Dawn es mi prometido, y mi futuro esposo. Lo haremos oficial el día de hoy ante la prensa daremos el anuncio en la gala benéfica Dairo.
Desde el Podium pude vislumbrar la expresión de varios de los presentes, incluyendo a Robert parecía bastante disgustado. Seguro era un golpe directo para su ego que hubiera deliberadamente ignorado sus deseos de elegir a Dylan. Y nada me generaba más regocijo que saber que no estaba complacido sobretodo porque eso significa que no habría manera de controlarme y hacerme ceder, Robert estaba viendo como la oportunidad de salvarse se tiraba por la borda. Y no había vuelta atrás.
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