Capítulo 18. James.
Eran las 3 de la mañana, había salido a caminar porque el encuentro con Robert me había despojado del sueño, las calles de Brighton reposaban en un silencio profundo, como si el mar hubiera robado todas las palabras del viento. Me hervía la sangre de saber que aún le quedaban cartas por jugar a ese timador.
-MALDITO SEAS ROBERT CAVENDISH! -Grite con todas mis fuerzas.
Para la buena suerte de ese miserable algo entre Eliza y yo no iba exactamente de acuerdo a mi plan, ella llevaba días evitándome, después de todo no había logrado hipnotizarla con la noche de pasión en la que casi había ocurrido lo inevitable entre nosotros. Debo decir que a esas alturas ya había superado la culpa de saber que Eliza sería el daño colateral de mi venganza. Creía firmemente en la frase de Napoleón Bonaparte "En la vida, a veces somos peones y a veces somos reyes. La suerte de un hombre puede cambiar en un instante" y mi suerte estaba por cambiar por completo solamente tendría que acelerar el proceso para tener a Eliza, debía casarme con ella cuanto antes, yo tendría que ser elegido antes de que eligiera a Dylan o peor aún a cualquier otro que se cruzara en su camino.
Ese era el papel de Eliza en mi vida, ser solamente un instrumento de mi venganza, una marioneta manejada por los hilos invisibles de mi odio hacia su padre. Ella no podía ser más que eso para mi, la ejecutora estrella de un plan perfectamente fraguado y calculado, destinado a aplacar la sed de venganza que mi alma clamaba. Había pensado en ella todos estos días, mi ego estaba completamente herido debido a su total indiferencia, pero yo sabía que tras la coraza de mujer decidida, fría y fuerte, se encontraba una niña perdida, desolada y hambrienta de amor. Necesitaba acercarme sigilosamente, como una sombra que se desliza en la penumbra, para deshacer sin que ella lo notara, la barrera que nos separaba. Tendría que descubrir ese puente oculto que esconde lo que hay en lo más profundo de su alma. Si es que esa parte de ella era del todo inocente. Había una parte de mi que no podía creer en la completa inocencia de Eliza. No entendía como podría ser que Robert le hubiera ocultado la verdad por más de 20 años, sabía que Robert y Eliza tenían una relación bastante complicada y bastante disfuncional para ser padre e hija. Eliza culpaba y guardaba demasiado rencor en su corazón por todas las andanzas de Robert. Tal vez Eliza y Robert son dos almas esculpidas con la misma tijera, cada uno reflejando la esencia y el diseño del otro en su ser.
Era su hija después de todo, tal vez era tan despiadada igual que Robert que aún sabiendo que existe un ser inocente que ha permanecido en las sombras, ella ha decidido callar para conservar la imagen de los Cavendish. Después de todo Eliza haría cualquier cosa por evitar que un escándalo destruya la imagen de su familia. Eliza podría ser como el eco del tronco en la astilla, cada fragmento de su ser lleva consigo la impronta inmutable del origen del que proviene.
Mi historia con Robert comienza en mis primeros años de la infancia, una infancia que estuvo marcada por la desdicha, y la sombra de la pobreza. Yo tenía 7 años cuando llegue a Belsworth Manor. Llegue con mi madre que era una mujer hermosa cuya belleza era exorbitante, espléndida. Era simplemente una cría cuya belleza se convirtió en su más grande maldición. Veníamos de una etapa realmente dura, mi padre la había abandonado y ella había caído en una depresión realmente profunda, y se había refugiado en el consumo de sustancias que la mantenían tranquila y que la ayudaban a evadir la realidad. Fueron tiempos muy obscuros pero después mi tía quien era el ama de llaves para la familia Cavendish había conseguido colocarla como camarera en la mansión. Después de un tratamiento al que tuvo que someterse como requisito para mantener mi custodia. Mi madre era una alma libre, jugueteaba y coqueteaba como una niña ingenua, pero el abandono de mi padre realmente la desquició. Así que después de esos años duros mi madre por fin conseguía levantarse y mantenerse en pie. Poco a poco recuperó su encanto y su capacidad de reír. Sobretodo comenzó a disfrutar sus paseos en la naturaleza que rodeaba a la mansión.
Desde la primera vez que vi Belsworth Castle, no pude evitar asombrarme por la construcción imponente y un panorama de posibilidades infinitas que se abrió ante mis ojos, no podía creer que existiera tanta belleza ni tanto lujo en el mundo. Creer que en esa casa existían 200 habitaciones y probablemente ni los dueños las visitarían todas me parecía realmente absurdo. Observar todas las reliquias familiares que databan de siglos anteriores y ver el diseño de los techos de oro me llenaba sencillamente de asombro y emoción. No podía más que sentir admiración por ellos, por los Cavendish.
Apesar de tener un staff realmente grande alrededor de 80 personas que trabajaban en todas las áreas de la casa, alguna vez me topé con Robert Cavendish, lo recuerdo muy bien, estaba tan maravillado por la casa que me había propuesto recorrer hasta el último de los rincones de la propiedad, además de descifrar los misterios para encontrar el tesoro escondido que seguro aguardaba esa vieja mansión. Los fantasmas eran el valor agregado, yo desde niño había sido temerario, había aprendido a valerme por mi mismo, y siempre había sentido curiosidad por todo. Robert Cavendish estaba sentado en su escritorio tomando un whisky y fumando un puro, se encontraba absorto en sus pensamientos, cuando un niño de 7 años irrumpió cual intruso en su espacio. Por lo que recuerdo que su reacción fue con una ira descomunal.
- Largo de aquí Sabandija-
Me sorprendió su grito , no pude evitar correr y llegar hasta la cocina con mi tía. Ella me explicó que el señor Cavendish era el heredero de esa casa, y que a él no le gustaba encontrarse con nadie, sin mencionar que él mismo proclamaba que no éramos iguales ya que la sangre azul corría por sus venas, y los criados no tenían permitido hablarle, ni siquiera mirarlo, a menos claro que él decidiera que así fuera. A partir de ahí traté de evitarlo a toda costa. En ese momento no entendía que significaba ser un duque y tener cientos de años de historia almacenado en una propiedad como esa. Para mi él era un tipo espeluznante con el que no quería toparme. No podía estar más equivocado, nuestros destinos estaban marcados a encontrarse y a unirse por lazos inquebrantables de manera que nada podrá deshacerlos jamás. En este mundo solo hay espacio para uno de los dos, y mi alma no descansaría hasta que uno de los dos logre sobrevivir.
Regresando a nuestra historia, mi madre tuvo la desgracia de toparse con Robert y sus aires seductores la conquistaron de inmediato. Y mi madre como toda una niña ingenua le entrego su corazón, mientras que para él mi madre sólo era una distracción, la nueva adquisición de su staff, y para el cual Robert tenía la tradición de que si se trataba de una mucama joven, él personalmente le daría una calurosa bienvenida. Debo decir que la relación con mi madre no fue relámpago, ni algo de una noche, Robert la construyó a base de mentiras y de promesas incluso llegó a pedirle matrimonio. Recuerdo el día que llegó mi madre con una sonrisa de oreja a oreja, y como mi tía se encargó de borrársela diciendo que no eso no iba a suceder, que el Duque de Deveron se casaría con alguien que tuviera un título similar, y sobretodo con alguien que perteneciera al mismo círculo social o al menos alguien que tuviera una basta fortuna. Pero mi madre estaba enamorada, estaba ida, embelesada, deslumbrada por la galanura de Robert , que no iba a escuchar a nadie que tratara de empañar su felicidad.
El destino nos hizo la jugarreta antes de lo previsto, mi madre estaba embarazada de Robert, y rebosante de alegría decidió comunicarle la gran noticia. Mi pobre madre ingenua como ya lo había dicho, cuando le contó la noticia, Robert, en su cruel y despiadado estilo, decidió echar a mi madre de su casa. No obstante, antes de hacerlo, le advirtió que tendría que deshacerse de lo que él calificaba como una abominación, ya que él estaba seguro que en el bastardo que llevaba mi madre en su vientre no corría la misma sangre azul del que estaba tan orgulloso. Por lo que le ordenaba desaparecerlo y desaparecer de su vida. Le dijo todo eso no sin antes regodearse del dolor de mi madre. Yo en ese momento me encontraba escondido bajo de la cama, y nunca olvidare sus palabras, fue tan cruel, un ser absolutamente desalmado.
-¿De verdad creíste que un hombre con mi posición y mi dinero se casaría con alguien como tú?,alguien que no vale más que la basura... me sorprendes no creí que fueras tan tonta.
-Solamente fuiste un revolcón de un fin de semana, una distracción, la nueva adquisición... nada más...
-Pero Robert yo... no me abandones es tu hijo...
-Ese bastardo no es mi hijo, te ordeno que desaparezcas de mi vida... me iré de viaje un tiempo cuando regrese no quiero verte en Belsworth Castle, y si me entero que dices que esa abominación es mi hijo, haré que los dos desaparezcan. Créeme no quieres tenerme como enemigo...
El ruido de la puerta cerrando hizo un sonido ensordecedor, ese maldito era un verdadero cobarde, un ser tan despiadado. Mi madre estaba devastada, con ayuda de mi tía nos mudamos a una pequeña aldea de Hampshire. Afortunadamente mi madre nunca volvió a ver a Robert. Nuestro nuevo hogar era un pueblo muy pequeño y colorido, mi tía tenía una amiga que nos acogió en su casa. La señora Devon trabajaba para unos ricachones con una propiedad no tan majestuosa ni enorme como Belsworth Castle, pero pudo colocar a mi mamá como auxiliar de cocinera. Era una señora de edad avanzada que pasaba la mayoría de su tiempo sola y su casa tenía el suficiente espacio para alojarnos sin preocupaciones. Nos quedamos ahí hasta la primavera que nació mi hermano Elijah. Aunque mi madre estaba devastada y podía sentir como su luz con el paso de los días se opacaba cada día más. Elijah vino para darle un poco de paz y calma a nuestras vidas. Sin embargo Elijah trajo consigo sus propios retos, desde pequeño notamos que a pesar de ser un niño hermoso, algo en él no era normal. Cuando tenía 2 años le diagnosticaron un grado de autismo severo, probablemente nunca aprendiera a hablar ni a llevar una vida normal. Mi madre se encontraba desolada.
Poco tiempo después mi madre decidió que debíamos mudarnos a una pequeña casa que apenas podía mantener con su sueldo de cocinera. En esa etapa de mi vida aún puedo vislumbrar cómo se fue todo por el caño, yo era el niño nuevo del pueblo y como era una sociedad un tanto conservadora puedo decir que la gente no nos dio una gran bienvenida después de saber que mi madre era mamá soltera y que yo no había conocido a mi padre. Mi madre se sentía aún más sola y agobiada por tener que cuidar y alimentar a 2 críos, en especial a uno que probablemente dependería de ella para siempre, simplemente no lo soportó, las malas compañías volvieron a rondar su puerta y ella cayó. Así fue, un día como de la noche a la mañana mi madre decidió rendirse, y sucumbir ante su adicción. Al grado que iba colocada al trabajo, y que a veces pasaban días sin que volviera a casa, yo en ese momento tenía 12 años, y yo trataba de cuidar a Elijah, a veces me era tan difícil. Como era de esperarse mi madre perdió su trabajo y un día el estado decidió hacernos una visita. Cuando la trabajadora social vio las condiciones en las que vivíamos mi hermano y yo no tuvo más remedio que llevarnos e instalarnos en una casa de acogida donde Elijah y yo seríamos separados por un tiempo, él requería otro tipo de atención y cuidados, desafortunadamente ese lugar no contaba con esos recursos.
Estuve en esa casa hasta que tenía 17 años, me dediqué al estudio y al cuidado de mis hermanos de acogida. Aunque fue un lugar propio para un joven como yo, puedo decir que la ausencia de Elijah y mi madre en mi vida, no dejaron más que una huella de soledad que se hizo indeleble en mi alma. Probablemente hizo en mi una armadura imposible de quitar y me quito toda la capacidad de amar. Sabiendo que la única compañía que tendría siempre en mi vida sería la soledad.
En la casa de acogida conocí grandes amigos y gente que me seguía, que me idolatraba cual si fuera un gran líder. En esta etapa aprendí que podía manipular y usar a las personas para obtener lo que deseaba, aprendí que no existe el amor desinteresado, ni puro. Solo existe la conveniencia entre los individuos, estaba convencido que incluso los sentimientos de afecto que le puedes profesar a una persona tienen como motivación el beneficio propio, estaba profundamente convencido de la naturaleza vil y mezquina inherente al ser humano. Aprendí las reglas del juego pronto, y deje de sorprenderme de la maldad humana, me hice fuerte y aprendí que en la vida no hay culpables ni inocentes, solo hay circunstancias. Esa lección me quedo muy bien grabada, cuando después de unos años podría volver a visitar a mi madre y a mi hermano. Mi madre con el paso del tiempo se había convertido en una piltrafa, una remedo de mujer que solo subsistía con la ayuda del estado. Un día llegue a buscarla a esa caravana donde vivía con un grupo de adictos. La encontré completamente inconsciente, la arrastre de ahí, hasta que pude obtener ayuda y la llevamos al hospital. Desafortunadamente mi madre ya estaba muerta, no habían podido hacer nada por ella, le había dado una sobredosis debido a un pasón de alguna sustancia ilegal probablemente de heroína. Nunca sabré las circunstancias reales de la muerte de mi madre, pero si sabía las circunstancias que la había llevado a tener ese terrible final y todo se resumía a Robert Cavendish, todo era culpa de ese infeliz, el coraje y la sed venganza me cegaban, en ese momento se hizo el propósito de mi vida y mi cometido arrebatarle todo a ese mezquino.
El día de la muerte de mi madre deje el hogar de acogida, estaba a una semana de cumplir la mayoría de edad y según el estado ya podría cuidarme solo, recogí mis cosas, en realidad solamente un par de fotografías de mi madre y de Elijah. Partí aún a pesar de las lágrimas de Tammy que era una niña pequeña que había encontrado en mi un hermano mayor que la cuidaba y protegía por ser la más pequeña e indefensa, de ser una niña tímida poco a poco se fue abriendo conmigo al punto que tengo que admitir, se ganó mi corazón. Tuve que prometerle que regresaría por ella cuando fuera rico y poderoso, y pudiera cuidar de ella. Me fuí sabiendo que la señora Sheiffeld apesar de ser estricta cuidaría a Tammy como si fuera su propia hija.
Puse en marcha mi plan para destruir a Robert Cavendish, decidí contactar a mi tía Alice la hermana desalmada de mi madre cuyo apodo se ganó en mi mente porque nos abandono a nuestra suerte cuando mi madre recayó en su adicción. Le pedí que me ayudara a conseguir un trabajo. Desafortunadamente ese plan fracasó, mi tía se negó a acercarme a esa familia infame. Lo cual si reflexiono tuvo sus ventajas, mi tía solamente fue los ojos y oídos que necesité para estudiar a Robert durante todos esos años.
La suerte jugó a mi favor y decidí apelar a la nobleza del único ser capaz de conseguirme un posición de poder desde donde pudiera partir para tener el alcance de destruir a Robert. Fue la señora Devon quien me consiguió el puesto de chofer de la familia Thornfield, cuya propiedad no era tan basta ni tan sorprendente como Belsworth Castle, pero de algo serviría.
Solo puedo decir que vi la oportunidad y no me quedo más que tomarla, la balanza de la suerte se inclinaba a mi favor, lista para ayudarme a catapultar mis planes. El señor Thornfield había muerto, y la señora era una mujer aún joven que había sufrido bastante en la vida, pues antes de la muerte de su marido había perdido a su único hijo, estaba sola sin familia, casi nunca salía de la propiedad por lo que tampoco tenía amigos, se veía que era una alma atormentada por los fantasmas del pasado.
Desde que llegue a su hogar, lo hice con un solo propósito, decidí que yo me convertiría en su heredero, en el amo y señor de Thornfield Manor y si bien tenía que arrastrarme por el fango para lograr mi cometido, lo haría sin importar las consecuencias.
La verdad es que el tiempo que estuve ahí, ella se convirtió en mi mentora, era una mujer de mundo realmente fascinante, disfrutábamos de recorridos y charlas sobre sus pensamientos y autores favoritos. Amelia y yo teníamos una relación complicada, ella me veía como su hijo a quien guiar e instruir pero también me veía como su amante, como un hombre deseoso con el que ella quería hacer el amor, ella me convirtió en un caballero, e instruyó en el arte del amor, y así me convertí en lo ella siempre quiso que fuera.
Nuestra historia como todo en mi vida tenía una fecha de caducidad, al poco tiempo de iniciar nuestra relación Amelia fue diagnosticada con cancer en el páncreas ya en etapa terminal, y sabía que le quedaban solamente unos meses de vida. Esos meses estuvieron llenos de incertidumbre pero era su voluntad que me casará con ella para que pudiera tomar decisiones sobre ella cuando el tiempo fuera el correcto. Me dediqué en cuerpo y alma a esa mujer, respete su decisión de no querer pasar sus últimos días en tratamientos en el hospital solo quería que estuviera cómoda, amada, no quería dejarla sola. Fueron días felices viajando a todos los lugares donde quería ver el último atardecer. Recorrimos rappelsweil y su lago en atardeceres de verano fuimos a Lucerna donde ella había pasado parte de su infancia , era su voluntad recorrer esos paisajes una última vez. Pasamos por Paris y varios rincones de Italia. No tuvimos tiempo suficiente por lo que me hizo prometerle que los lugares que no alcanzáramos a recorrer juntos yo iría con las cenizas de ella. Por eso la mitad de su ser se quedó en Paris bajo el puente Alexandre y el brillo del Sena. Me quede con ella hasta el último de sus alientos, y se fue como sabía que se iría, serena, no pude más que agradecer a la vida y del destino haberla conocido, ella había sido mi calma en medio de la tempestad, aunque dejaba un vacío profundo en mi alma, ella era lo más cercano a una madre que yo había tenido. Antes de irse me dijo que lo único que deseaba para mi, era que encontrara la paz que le había negado a mi alma. Ella sabía que todo mi ser clamaba la sangre de Robert, y me hizo prometerle que si eso era lo que necesitaba para darle paz a mi alma, tenía que vengarme de Robert.
Amelia me nombró su heredero, y yo prometí cuidar a sus empleados y la señora Devon. Puedo decir que cumplí y he cumplido mi promesa hasta el día de hoy. Cuando murió Amelia decidí poner a la venta la propiedad de Thornfield Manor, pues todo me recordaba a ella, me era difícil respirar en esa casa. De esa suma y las propiedades restantes, incluyendo los activos y todo lo que me dejó, lo repartí entre los empleados y por supuesto me asegure que la señora Devon tuviera lo suficiente para retirarse y vivir decorosamente después de sus años de servicio. Estaba listo para seguir con mi cometido, me acercaría a Robert Cavendish y nada lo impediría.
Me mudé a Londres para iniciar una nueva vida, la nueva propiedad se encontraba en un barrio bastante acomodado, cerca bastante cerca de donde Robert tenía su casa en Londres, en el barrio de Kensington a dos cuadras del museo Albert y Victoria. Estaba feliz de tener nuestro primer hogar aunque eso significaba el comienzo de mi venganza. Mudé a Elijah conmigo cuando ya pude darle los cuidados y cariño que él merecía, también a la señora Devon quien se había convertido en mi mas fiel servidora y me ayudó a hacerse cargo de mi hermano pequeño. Elijah nunca pudo hablar, ni hacer una vida normal siempre jugaba como niño y se escondía detrás de la mesa de la cocina, pasaba horas absorto en sus pensamientos. Una parte de su alma parecía pérdida con la ausencia de mamá, y otra parte parecía querer estar ahí conmigo. Elijah y yo siempre viviríamos en mundos dividos por su fantasía y mi venganza, siempre tendría la duda sobre que pensaba Elijah con respecto a la venganza de su padre, si él hubiera podido expresar su sentir, habría perdonado al infame de Robert por negar su existencia o habría querido que yo continuara con mi venganza. Yo no podía perdonarle a Robert haberse robado la vida de Elijah ya era tarde para él, el avance de su autismo fue irreversible a consecuencia de no haber actuado en etapas tempranas. Así que no, no podía mostrar compasión así como él no tuvo compasión de nosotros.
Asistí a la universidad como Amelia quería, me gradué en finanzas y fundé una compañía de activos financieros para hacerme de un nombre. En cuanto a Tammy nunca la olvidé así que hice visitas periódicas a mi antigua casa de acogida. Y cuando pude demostrar que podía hacerme cargo de ella , la lleve a vivir conmigo.
Fueron tiempos felices pero yo no me podía permitirme ser tan feliz y distraerme de mi cometido, así que busque estar más cerca de Robert, vigile sus movimientos, y los de toda su familia, sabía quienes eran sus hijos donde vivían, su rutina, y sus inversiones, lo sabía todo hasta que pude fraguar el plan que finalmente arruinaría al implacable Robert Cavendish. Esos años estuvieron llenos de visitas a Oxford para observar a cierta chica hermosa y pelirroja, cuya tristeza era inconfundible a primera vista; nunca olvidare sus ojos apagados y su semblante abatido que hablaban de un dolor profundo, siempre tuve curiosidad de saber que pasaba en la vida de esa chica.
Tammy creció y dejó de ser una niña para convertirse en una mujer hermosa, despampanante y sexy, era ya una adolescente cuando me confesó que estaba enamorada de mi desde niña, y trato de seducirme, no había imagen más bizarra en mi mente, en ese momento yo era todo un casanova, disfrutaba del sexo salvaje ocasional con alguna extraña en una noche de copas, la verdad es que en ese momento de mi vida no podía ofrecerle nada a nadie, mucho menos a Tammy que solo la veía como mi hermana menor.
Tuve que alejarla de mi vida para evitar confusiones. La mande a vivir a un internado en el extranjero, y solamente regreso un par de veces a casa. Parecía más tranquila y volvía a ser la Tammy que conocía, una niña dulce y tierna. Esas vacaciones que estaba en casa y que tendría que decidir que haría después de su graduación , me escuchó hablando con la señora Devon sobre cómo pretendía vengarme de Robert, y Tammy se ofreció a ayudar a su hermano mayor.
Nunca pretendí usarla como instrumento de venganza, así que lo rechace, hasta que ya era demasiado tarde. Tammy se había dado a la tarea de buscar un empleo cercano a Robert, y lo había conseguido. Desde ahora sería la asistente de Robert. La instruí y pulí para que se convirtiera en todo una dama, le enseñe mis mejores trucos del arte de la seducción y manipulación. Tammy era una chica esbelta con pelo negro y facciones finas, ojos grandes, sonrisa encantadora y curvas muy delineadas. Invertí en sus atuendos y su imagen para que se convirtiera en un imán de miradas masculinas. Sin duda no tardaría mucho en seducir a Robert.
A raíz de ese acercamiento todo fue muy fácil, pude implantarle información falsa a Robert sobre el valor de ciertos activos, pude hacer que tomara las decisiones correctas que lo llevarían a la ruina, invirtió todo su patrimonio en empresas fantasma, y también en bonos que reventarían como burbujas. Todo estaba saliendo a pedir de boca, Tammy no solo se había metido en la oficina de Robert, para mi fortuna o desgracia también ya se había metido en su cama. Por lo que Robert confiaba en ella ciegamente. Así fue como según Robert que era un mujeriego empedernido se enamoró de Tammy y decidió casarse con ella. Ahí estaba de nuevo yo rompiendo mi promesa de cuidar de Tammy y de su corazón, sabía que Robert era un hombre peligroso, así que tendría que culminar mi venganza antes de que Tammy fuera el daño colateral. Se casó con ella antes de que Margaret Dairo muriera, y dictara el testamento donde vendía a Eliza con su mejor postor. Robert tenía un acuerdo prenupcial que Tammy había firmado, ella no recibiría nada de Robert si decidiera dejarlo, además que lo que pudiera obtener excluía la posesión de la propiedad de su familia, así como las acciones de las empresas de Robert. Entendí que no sería suficiente, se me ocurrió que ya era tiempo de conocer a los hijos de Robert, de acercarme a ellos, y de ser posible casarme con su hija. Me mudé a Brighton para concluir el cometido de mi vida, necesitaba terminar con Robert Cavendish de una vez por todas.
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