Capítulo 13. Eliza.
La semana de la graduación llegaba con una agenda bastante apretada, teníamos que hacer los preparativos del baile, yo era la encargada del comité organizador, y que afortunadamente no había sido relegada de mis obligaciones apesar de la suspensión, estaba al borde de la locura, con tantos detalles aún sin resolver. Pero lo que más tenía mi alma acongojada era saber que Nathan estaba especialmente molesto porque le dije que Dylan sería mi pareja para el baile. No habíamos hablado, solo nos mandamos mensajes de texto, que estaban envueltos en un manto gélido de indiferencia, era como si las emociones no encontraran camino hacia su corazón, y yo sentía un profundo vacío con cada gesto de insensibilidad. Sin embargo no había nada que pudiera hacer tendría que ser de esa manera si quería que Nathan y yo tuviéramos futuro.
La llegada del día de graduación fue como la culminación de un viaje lleno de esfuerzo y perseverancia, un amanecer radiante que iluminó nuestros logros y yo bien sabía que sería el inicio de un nuevo capítulo en nuestras vidas, y desgraciadamente sería un capítulo a unos 5000 kilómetros de distancia de Nathan, lo cual no podía evitar que un manto de tristeza descendiera sobre mi rostro y estuviera a punto de correr mi maquillaje, era como una sombra que empañaba incluso uno de los momentos más brillantes de mi vida con una sensación de pesar y nostalgia. Mi madre había visto el dolor en mis ojos y me había consolado, algo bastante raro, y me aseguro que era normal sentir incertidumbre cuando estás apunto de empezar un nuevo viaje como la universidad. Lo cierto es que en ese momento la incertidumbre reinaba en mi vida, y más tratándose de mi relación con Nathan, no había contestado mi mensaje de felicitación de la graduación. Espere con todo mi corazón encontrarlo en la ceremonia, esperaba que me apoyara porque yo daría el discurso de graduación, aparentemente las influencias de mi abuela habían rendido frutos y por ser la estudiante más sobresaliente nadie podría arrebatarme ese honor.
El día estaba soleado y nadie podía ocultar su emoción en la graduación del Brighton College, el campus se adornaba con un derroche de colores vibrantes y una energía palpable que llenaba el aire. Las familias y amigos de los graduados se congregaban en los asientos dispuestos en el césped, mientras que los estudiantes vestidos con togas y birretes formaban un mar de expectación y alegría. El escenario donde me encontraba apunto de entrar para dar mi discurso estaba adornado con elegancia, con el logo icónico de Brighton College de fondo y una serie de flores exquisitas en los costados. El sol de la mañana brillaba con intensidad, añadiendo un brillo dorado a toda la escena. Los aplausos y las conversaciones animadas creaban un zumbido constante en el ambiente, cargado de emoción y anticipación. Estaba sumamente nerviosa, al punto de tener nauseas, y Nathan brillaba por sus ausencia. En medio de este panorama, Tara estaba a mi lado tratando de calmarme, yo Eliza, era la elegida para dar el discurso de graduación, y por mas que mis piernas temblaran, me encontraba de pie en el podio.
Estaba vestida con mi toga negra y trataba de portarla con gracia y el birrete con orgullo, mientras trataba de mantener una expresión serena aunque por dentro me estuvieran consumiendo los nervios. Quería proyectar determinación en mi rostro. Comencé a hablar con una mezcla de gratitud y emoción en mi voz. Compartí anécdotas de los años pasados en Brighton College, recordando los desafíos superados y claro que mencione a mis mejores amigos Dylan y Tara sin cuyo apoyo no hubiera podido llegar hasta ese día.
Mi discurso se convirtió en un tributo a la comunidad que había ayudado a moldear a cada uno de los graduados presentes. Mencione a los profesores que me habían inspirado, a los compañeros que habían apoyado y a las experiencias que habían enriquecido sus vidas. A medida que continuaba hablando, mi discurso se volvía una mezcla de sabiduría y esperanza. Hablé sobre todo de la importancia de seguir persiguiendo los sueños y enfrentar los desafíos con valentía.
Mis palabras lograron captar la atención y los corazones de todos los presentes. Las risas y los aplausos resonaron en los momentos adecuados, y un aura de inspiración envolvió a la audiencia. Al final de mi discurso, miré a mis compañeros graduados con una sonrisa cálida y sincera, transmitiendo la sensación de que estaban listos para enfrentar el mundo con confianza. No podía estar más equivocada al menos en cuanto mi caso se refiere, no podría haber estado jamás preparada para lo que me deparaba la vida. Aunque la ovación al terminar fue estruendosa y llena de admiración, no me podía sentir más desolada al ver el lugar de Nathan vacío.
La escena de la graduación en Brighton College de mi discurso quiero creer que quedó grabada en la memoria de todos como un momento de triunfo, unión y el comienzo de nuevos horizontes.
Finalmente, bajo el manto estrellado de la noche, llegó el esperado momento del baile de graduación, como un destello de magia que envolvió a todos en una atmósfera de celebración y emoción.
Dylan paso por mi a las 7 en punto, yo estaba lista con mi vestido azul que se desplegaba con una elegancia , su tono era profundo como el cielo nocturno, adornado con detalles que brillaban como estrellas, mi cabello estaba recogido, era un peinado sencillo pero elegante, y en la cabeza llevaba una tiara con pequeños diamantes y zafiros que hacían juego con el azul de mis ojos, mi look lo había elegido creyendo que le gustaría a Nathan, la imagen de su rostro y sus ojos llenos de sorpresa, me perseguían en ese momento, me dolía el corazón de saber que el no iba a verme jamás en ese vestido. Definitivamente mi entusiasmo no era el mismo, se encontraba teñido de una sutil melancolía, ya que sabía que no compartiría el baile con el chico que habitaba en lo más profundo de mis sueños. Cuando baje de la escalera la expresión de Dylan y su mirada dijo más que mil palabras.
- Estás preciosa, pareces una princesa de verdad.Gracias, podemos irnos, respondí con frialdad. Ese momento nos pertenecía a mi y a Nathan, y Dylan me lo había arrebatado, así que ya no podía verlo con el mismo afecto de siempre.
Llegamos al salón la temática era una celebración bajo las estrellas. Los telones de fondo eran una representación artística del vasto cosmos. Mostraban galaxias, nebulosas y constelaciones en tonos profundos de azul y negro, salpicados con destellos de plata y oro que representaban las estrellas brillantes en la oscuridad. En fin el tema lo elegí por Nathan en honor a su pasión por la astronomía. A lo lejos se podía apreciar una representación en tonos rojizos de Algol su estrella favorita. Casi no hable con Dylan en todo el trayecto al banquete de hecho cuando llegamos a la mesa, no podía sentirme más aliviada sabiendo que la música interrumpía la conversación que estaba a punto de dar a lugar, él fue a buscar unos tragos, y no pude evitar escabuírme al tocador. Cuando estaba lavándome las manos en el espejo, vi la figura de Nathan saltar por la ventana. Mi corazón explotó de alegría y solo me arrojé a sus brazos. Estaba guapísimo traía un smoking negro con un moño del mismo tono de mi vestido.
-¿ Que estás haciendo aquí?- le pregunté sorprendida.
-Vine a mi baile de graduación, y quiero bailar con mi novia.
-¿Cómo supiste el color de mi vestido? Un pajarito me lo contó.-Debía ser Tara ese pajarito.
-Nathan no lo entiendes, si Dylan te ve, llamara a la policía, y no quiero ni saber cuanto tiempo podrías estar encerrado, por favor vete.
-No me iré hasta que concedas al menos un baile. Eliza mi amor no entiendes que ni la cárcel me alejara de ti.
Me tomó del brazo y salimos a hurtadillas a una pequeña Terraza que estaba en la parte trasera del salón, estaba iluminada y creaba un escenario muy romántico. Me tomó de la cintura y comenzó a moverse al compás de Magic de Coldplay versión acústica.
-Quería decirte que no iré a Yale.- me quede atónita.
- Me voy a quedar en Londres, iré a LSE para que nos podamos seguir viendo. No podía creer lo que mis oídos acaban de escuchar, mi corazón se iluminó de la alegría que resonaba en mi interior, había sufrido tanto los días pasados, sólo de imaginarme la despedida. Así que era música para mis oídos saber que se quedaría.
-Yo en verdad quiero averiguar a donde va esto, porque la conexión que siento contigo es algo que nunca había sentido por nadie, te quiero y no estoy dispuesto a dejarte ir.
-No tienes que decir más, solo espero que no estés dejando tu sueño por conservar lo nuestro.
-Yale es el sueño de mi papá, no el mío.
-Entonces ¿cuál es tu sueño?
- Tú, una vida a tu lado.- me dijo tiernamente. Al escuchar eso mi corazón se estremeció, lo amaba tan profundamente que quise gritárselo al mundo entero, pero ese momento tendría que esperar. Me besó tan apasionadamente y comenzó a tocarme, por poco me dejó llevar por el momento, porque cuando estaba con él, mi noción del tiempo y el espacio se desvanecía por completo.
-Tengo que regresar te veré en la playa cuando termine el baile.-
Regresé a mi lugar a toda prisa. Tara estaba ahí sentada con Dylan.
-Eliza en ¿dónde estabas? Te estaba buscando .- preguntó Dylan con tono autoritario.
-En el tocador.- afortunadamente el DJ irrumpió en el pista, y la gente empezaba a crear un escándalo, todo era un ritmo vibrante hasta que nos envolvió por completo, impidiéndonos entablar una conversación.Me sentí realmente aliviada.
Solía abstenerme de consumir alcohol, pero requería algún tipo de paliativo que me permitiera sobrellevar la noche junto a Dylan. Así que tome varias de las copas que se encontraban en la mesa. Antes de que pudiera escaparme de Dylan prácticamente me arrastró hasta la pista y tuve que bailar con él. Momentos después anunciaron a la reina del baile y el rey, para mi sorpresa éramos Dylan y yo. Así que a regañadientes baile con él mientras la multitud fungía como testigo. Después de ese embarazoso momento mi mente quedó en blanco y no recuerdo nada más.
A la mañana siguiente desperté con Nathan en la cabaña de la playa, mi vestido azul estaba rasgado, y mis pies descalzos estaban llenos de arena, la tiara de diamantes y zafiros había desaparecido, y el blazer negro de Nathan era lo único que me arropaba. La nube negra de la duda sobre lo que pasó esa noche me acechaba desde el momento en que abrí los ojos. Mis recuerdos eran fragmentos de un rompecabezas que nunca lograría ensamblarse por completo.
Mi mente no podía unir dichos fragmentos en escenas de esa noche que llegaban como imágenes, y aunque trataba de resolver el misterio, no lograba ordenar ninguno de los acontecimientos, de hecho no me hacía sentido haber perdido el conocimiento. Según lo que me había contado Nathan después de nuestro encuentro se fue a la playa, y con mi tardanza , decidió regresar a la fiesta , me encontró inconsciente en un árbol del jardín y la terraza iluminada, de acuerdo con su versión, yo ya estaba descalza y mis zapatillas estaban a mi lado.
Mi vestido ya estaba rasgado como si hubiera dejado una aparte en algún lado. En cuanto me vio ahí acurrucada, su primera reacción fue tomarme y llevarme a un lugar seguro, iríamos a la cabaña de la playa que había sido testigo de nuestros encuentros románticos desde el principio. Me había cuidado toda la noche, aunque también me confesó que quería partirle la cara a Dylan por perderme de vista en ese estado.
Cuando recobre la consciencia no sabía que pensar, la duda de saber si mi mejor amigo me había tendido una trampa dándome algo de tomar para que perdiera toda proporción de mi misma me asediaba y se clavaba en mi corazón como una espina causándome un dolor indescriptible. Las lágrimas se vertían sobre mi rostro, y Nathan estaba fúrico, realmente amenazaba con hacerle daño a Dylan.
-Dylan no fue, yo tome las copas que estaban en la mesa, seguro alguien más puso droga y Dylan no se dio cuenta.- Tuve que decirle eso para evitar que cometiera una locura.
Lo cierto es que no tenía idea de que esa afirmación se acercara a la realidad. Fingí no darle importancia a los acontecimientos de la noche anterior. Le supliqué a Nathan que me llevara a mi casa, necesitaba estar sola. Llamó a un taxi , y nos dirigimos a la vieja mansión Dairo. Antes de subir al auto me dio un beso, que se sentía diferente, mi mente divagaba pensando que después de anoche ya no me vería de la misma forma.
Su mirada había perdido ese brillo y ya no irradiaba ternura, tal vez solo sentiría compasión y pena por mi. Al llegar me despedí con un beso que probablemente se comparaba con un témpano de hielo, mi mirada estaba perdida, me abrazo fuertemente y yo no podía sentir su calor, estaba paralizada.
-Amor te veré esta noche, te tengo una sorpresa que no hará más que alegrarte.
-Te veré en la cabaña pero tienes que prometerme que no caminarás por las calles de Brighton.- le dije.
- No lo haré- dijo con determinación y contundencia.
El taxi se desapareció en medio de la carretera y yo entré a la mansión tratando de ocultar mi vergüenza, afortunadamente parecía que solo Katy el ama de llaves , estaba despierta, como nosotros la llamábamos cariñosamente . Su verdadero nombre era Katarzyna ya que venía de Polonia, había llegado a mi casa desde que mi mamá era pequeña, lo que hacía que fuera equivalente a un miembro más de mi familia.
Katy me había visto crecer, y siempre me había cuidado, es mas siempre solía contarle hasta mi más íntimo secreto, excepto mis encuentros con Nathan. En cuanto me vio me abrazo y en su calor maternal encontré un poco de consuelo sólo que no estaba lista para entrar en detalles. Lo entendió y se apresuró a prepararme un baño con agua caliente. Me desnude y me sumergí en la bañera, pude notar que tenía varios moretones en el cuerpo, y esperaba que el agua pudiera curar las heridas, y tal vez el tiempo podría desvanecer las cicatrices que llevaría en mi alma.
Desgraciadamente tendría que llorar para mis adentros, y nadie podría enterarse de lo que había ocurrido anoche, porque lo cierto es que ni yo lo sabía. Tuve que contener las ganas de decirle a Nathan y a Katy las sospechan que aquejaban a mi ser, afortunadamente él no se había percatado de la existencia de las marcas en todo mi cuerpo. Tampoco quería lidiar con el escándalo y la furia de mi abuela, en ese momento tenía bastantes problemas como saber que la tiara de Zafiros y pequeños diamantes había desaparecido. Esa tiara era una reliquia familiar que databa de varias generaciones, de hecho era de los tiempos en que mi familia tenía una conexión con la realeza, además de mencionar que valía una fortuna, que probablemente yo trabajando varías vidas jamás podría llegar a pagar. Los pensamientos de desesperación amenazaban con robarme la calma, de hecho sentía una presión en el pecho que no me dejaba respirar. La puerta de mi cuarto sonó nuevamente y Katy llegó con un paquete para mi ,que habían traído esa mañana. Era una caja azul, y adentro estaba la Tiara intacta, tenía una nota.
- Lizzie esto te pertenece, me debes una, pronto me la cobraré y una pequeña carita feliz. Con Amor Dylan.
El alma me volvió al cuerpo al ver la tiara, y apesar de mi molestia de anoche, le estaría eternamente agradecida a Dylan. Se la di a Katy y mi abuela la guardo de inmediato, al menos me quitaba un peso de encima.
No quise salir de mi habitación ni para degustar la cena, y afinar los detalles de la recepción que mi abuela daría en mi casa en honor a mi graduación. Antes de que el sol se pusiera me vestí con unos jeans y blusa sencillos, y oculté mis heridas con maquillaje, al observarme en el espejo no podía evitar pensar que no habría maquillaje que disimulara el desprecio que sentía por mi en ese momento. Tendría que ahogar mi dolor y desconectar mis emociones, tal vez esa noche siempre seria una incógnita sin resolver, y las imágenes que acarreaba mi mente solo serían los fantasmas de un pasado que me perseguiría eternamente, la duda que claramente desafiaba con robarse mi tranquilidad y destruir cada uno de mis recuerdos felices de ese día. Esa duda siempre carcomería una parte de mi ser. Al menos aún tenía el amor de Nathan que en ese momento era lo único que mantenía mi cordura a flote. Me escabullí por la terraza nuevamente, no sin antes dejar una nota de que estaría en casa de Tara con el pretexto del viaje de graduación que se llevaría acabo los días siguientes.
Llegue a la cabaña de la familia de Nathan, estaba adornada con velas, y luces que llegaban a la playa, había un camino de rosas que terminaba justo donde había un Tepee iluminado por velas que creaba un santuario íntimo. En medio estaba una mesa pequeña con velas y dos cojines para sentarse en la arena.
El escenario era hermoso, aún se podía apreciar lo que sería el último atardecer de verano en Brighton que contemplaríamos juntos, nunca olvidaré cómo los susurros del océano se entrelazaban con la suave brisa mientras la cena romántica cobraba vida en ese rincón mágico, donde las llamas bailaban en complicidad con los latidos de dos corazones enamorados, tejiendo recuerdos que perdurarán como constelaciones en el lienzo eterno de la memoria. Cenamos a la luz de la luna, y conversamos.
Encontré la tiara , no tienes que preocuparte.- dije sonriendo.
-¿Cómo la encontraste?
-No quiero mentirte, la tenía Dylan, la envío esta mañana a mi casa. Un gesto de disgusto se dibujó en su rostro.
-Claro era de esperarse, no ves lo que hace sólo quiere quedar como tu héroe.
-Nathan yo se lo agradezco, pero tu eres mi héroe, y no importa lo que haga Dylan, lo cierto es que no puedo verlo como algo más que un amigo. En cambio tú, eres mi novio, el amor de mi vida, el que hace latir mi corazón-. Mis palabras se sellaron con un beso largo y apasionado.
Para mi fue como despertar de mi pesadilla solo para encontrarme inmersa en un sueño mágico de la realidad, donde el amor y la complicidad entre dos almas resplandecen como estrellas en la distancia, reconociéndose en cada destello y tejiendo un universo de conexión absoluta. Un universo en el que el único lenguaje de las almas son los besos llenos de pasión desenfrenada, y en sus besos y caricias fui encontrando el alivio al dolor mas profundo que laceraba mi alma. Me olvide por completo de lo vivido ayer, y deje que su amor lo curara todo, confirmando mis sospechas sus besos eran mi veneno y mi antídoto a la vez. Caí rendida ante sus brazos y encontré el refugio más seguro, sabía que a su lado los monstruos de mi pesadillas jamás me alcanzarían.
A la mañana siguiente un golpe arrollador de realidad irrumpió como balde de agua fría , Dylan me llamaba y había dejado un mensaje de voz asegurando que habían visto a Nathan en el Brighton Pier, y que su madre había reinstaurado los cargos en su contra, se disculpaba pero aseguraba que la decisión no dependía de él, su madre había tomado cartas en el asunto y no había marcha atrás. Así que ya habían girado una orden de aprensión en contra de Nathan, era cuestión de tiempo para que llegaran a la cabaña.
Mi corazón latía rápidamente, tenía que huir de inmediato, se lo supliqué y accedió. Cuando íbamos a despedirnos, me dijo:
-Te tengo una última sorpresa, se que las circunstancias no son ideales debido a que estaré prófugo de la justicia hasta que mis abogados arreglen la situación, pero sé que este verano planeaste un viaje para recorrer Europa con Tara, sé que siempre hablaban de ese viaje, y quiero decirte que yo te lo quiero regalar, ven conmigo a ese viaje, regalémonos este último verano antes de la universidad. ¿Lo has pensado, tu y yo en la ciudad del amor? será épico, nuestra primera parada.- me dio un pequeño sobre amarillo de papel y cuando lo abrí mire sorprendida un boleto de Eurostar el tren más rápido de Europa.
El destino era Londres- Paris partía esa misma noche, 11 pm.
-Nos encontraremos en King's cross. Te amo.- esas palabras se incrustaron a través de mi oídos, se convirtieron en un eco que resonara en mi corazón eternamente, Nathan nunca me había dicho que me amaba y esas palabras tan me tomaron por sorpresa que solo respondí.
-yo también, te veré esta noche amor.-y lo abrace cálidamente. Nuestra despedida quedó sellada con un beso tierno, rebosante de amor y cargado de la promesa de un reencuentro esa misma noche, el lugar estaba citado sería en la legendaria y clásica estación de London King's Cross St Pancras Station.
Minutos después Nathan piloteaba su motocicleta Harley Davidson, negra con tonos plateados y vi su silueta desvanecerse en medio de la nada. Deje la cabaña y me apresuré a llegar a casa para preparar mis maletas, la emoción y la alegría me invadía por completo, aún no podía creer que fuera a recorrer todos los lugares que siempre soñé de la mano de Nathan.
Tuve que inventarme una excusa para irme, le dije a mi mamá que me iría a casa de Tara desde ese día para concretar todavía varios detalles sobre el viaje de generación que daría lugar en el bello puerto de St. Tropez, Francia.
Mi mamá sabía que después de ese destino Tara y yo habíamos planeado el viaje que duraría todo el verano, por lo que parecía bastante conforme creyendo que al día siguiente acudiría a la recepción que daría mi abuela en honor a mi graduación, tuve que mentirle descaradamente a la cara, y asegurarle que mañana me despediría de ella y de mi abuela.
La hora tan esperada llegó, tome el último tren a Londres King's Cross ST. Pancras. El trayecto era largo alrededor de 1 hora, por lo que caí rendida, y me quede dormida. Cuando recobre la conciencia, estábamos a unos minutos de llegar a nuestro destino, me sentía tan nerviosa que mis piernas temblaban sigilosamente.
Al llegar a la estación arrastré mis maletas hasta el andén del Eurostar, había llegado 30 min antes de la partida del tren, comencé a buscar a Nathan. Después de emprender la búsqueda y no encontrarlo me sumergí en un mar lleno de incertidumbre, recorrí todos los rincones de la estación, le llame tantas veces y ninguna sola contestó, faltaban 15 minutos para que el tren arrancara sus motores.
La incógnita seguía sin responderse, ¿dónde estaba?, la duda comenzaba a escabullirse hasta en el más recóndito de mis pensamientos, tal vez se había arrepentido, tal vez no me amaba, peor aún tal vez lo habían apresado, el dolor se agrandaba a medida que no había ni un solo rastro que me guiara hacia su paradero.
Estaba atrapada en las garras de la desesperación, sin vislumbrar una salida o una luz al final del túnel. No sabía que iba a hacer, la espera me estaba consumiendo; cada segundo que pasaba arrancaba un parte de mí, dejando un dolor profundo y un vacío irreparable.
El tiempo se pausó para mi y la estación de King's Cross St Pancras se transformo en un escenario lleno de sombras , aunque la majestuosa arquitectura victoriana cobraba vida bajo la suave iluminación. Una parte de mi no perdía la esperanza y mientras los viajeros se deslizaban entre las plataformas como luciérnagas en busca de su destino, yo seguía en su búsqueda y necesitaba encontrarlo, necesitaba contemplar su bello rostro y poder envolverme en sus brazos. A las once de la noche en punto vi partir el tren, y cuando el motor arrancó, se llevó consigo todas mis ilusiones, dejando solo un corazón vacío, una condena de soledad, y mis sueños se quedaron ese día en la estación como maletas olvidadas en el andén, esperando un tren que nunca llegó.
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