oxxxiv. capitulo treinta y cuatro

━━━ F. C. B A R C E L O N A
⚽ ♪ 。 Un dia de partit
lexxie & marce
fanfiction 🔵🔴

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Antes de iniciar, el capitulo va dedicado a _greysfan ❤️ Gracias por votar y comentar en cada capítulo de la historia ✨

El ambiente que lo rodeaba en ese momento era de pura tensión. El RCDE Stadium se encontraba lleno de aficionados que ingresaban ansiosos, dispuestos a ver el partido de esa noche. El equipo local venía con malos resultados; pero siempre dispuestos a sumar puntos que los ayudaran en su lucha por la permanencia, mientras que los visitantes eran todo lo contrario, sus ánimos eran elevados y con la cabeza fría para afrontar el juego y ganarlo, porque eso significaría coronarse oficialmente como campeones de la Liga Española antes de tiempo, aún con varias fechas por jugar. El clima era caluroso y la energía de los simpatizantes de ambos clubes solo hacía arder con más fuerza la atmósfera de ese momento.

Era el derbi catalán, lleno de ansias y con ninguno de los dos dispuestos a dejarse puntos importantes. Para un lado, era el sello definitivo que les otorgaba un título que deseaban, mientras que, para el otro, se trataba de hundirse aún más en el abismo de la probabilidad de perder la categoría.

Pedri paseaba sus ojos por el lugar, con los audífonos puestos y la mente concentrada en un objetivo: obtener la victoria. Las ganas de hacer un gol, de celebrar el triunfo y poder culminar esa noche de una manera perfecta, justo como la había planeado con su hermano, le provocaban enormes nervios. Debía tratarse de ese momento especial, uno que pudiera recordar en el futuro y, mayormente, que fuera la enorme disculpa que merecía su novia por todas las equivocaciones que cometió en su relación. Después de ese día, ya no existirían mas problemas, ni secretos y mucho menos indecisiones por su parte.

El regalo que le había preparado a Gaia ya estaba en su posesión, negándose a que cualquier otro de su confianza pudiera tomarlo y arruinarle la sorpresa de alguna manera, su emoción era tan elevada que fue tajante con Fer y su padre cuando le dijeron que podían cuidárselo mientras él jugaba aquel partido. No, necesitaba tenerlo cerca y a la mano, poder tomarlo cuando la victoria se haya hecho efectiva.

A pesar de que en los días previos a ese partido estar con ella se sentían un poco diferentes, nada quitaba su entusiasmo para esa noche. Estando juntos, él no se encontraba acostumbrado a la rara sensación de frialdad y distancia que los envolvía en una nube de silencios incómodos y extraños, la cual los había acompañado esos días; pero aún así trataba de no prestarle más atención de la necesaria, porque asumía que simplemente era una fase de la relación, los dos estaban llegando al final de temporada con obligaciones más pesadas. Gaia teniendo que trabajar no solo con el club sino también concentrarse en su carrera de actriz, y él esforzándose al máximo en los entrenamientos, con jornadas extras para evitar tener una nueva lesión.

Era por ello que, dentro de si, podía llegar a sentir que hoy sería totalmente diferente. Al final de la noche, Gaia estaría usando su regalo, luciendo como la pareja que son frente a todos sus compañeros y dispuestos a disfrutar de las celebraciones por la obtención del título.

Una mano en su hombro le hizo salir de sus pensamientos, Pedri se quitó los audífonos y, antes de poder preguntar que sucedía, escuchó la voz de Busi.

—¡Joder, es que debe estar bromeando! —bufó el capitán, provocando la risa de varios de sus compañeros—. La llega a ver Xavi y le provocará que le suba la tensión.

—Pero si le pedí que se comportara —se quejó Sergi, tocándose el puente de la nariz.

—En su diccionario, la palabra "comportarse" carece de significado —bromeó Ter, divertido—. La adoro, ¿pero que tenía en mente el club cuando la contrató?

—Su comportamiento lo compensa siendo buenísima en las redes sociales, además de tomar buenas fotos —dijo Ferrán.

El tono defensivo que usó su amigo llamó su atención.

—¿De quién...?

—Vosotros no pudisteis controlar a Geri por años, ¿qué os hace pensar que podéis lograrlo con Gaia?

La respuesta burlona de Gavi le hizo alzar la ceja, provocando de nuevo que sus compañeros rieran; pero quedando opacado por unos bulliciosos silbidos provenientes de una parte del campo. Su instinto se puso alerta al captar que el tema de conversación se trataba de su novia, así que paseó sus ojos por el lugar hasta poder dar con ella. No fue difícil, Gaia siempre resaltaba en cualquier parte y esa no era la excepción. Su catalana caminaba junto a Sarah, con su cámara en mano, por el borde del terreno de juego y, justo detrás de ellas, les seguía de cerca Julián Araújo.

Pedri no supo porque los capitanes estaban hablando así de ella, hasta que pudo detallar la escena completa. Sarah no se veía muy contenta, en realidad parecía estar riñéndole por algo, mientras que, en la grada más cercana a ellas, un grupo de aficionados que ya había ingresado se encargaban de silbar y tirar insultos en su dirección. El Canario se dio cuenta que el míster no exageraba cuando decía que su novia no era del todo bienvenida en ese lugar.

Mientras más la observaba, más podía notar las razones de la cólera de los aficionados del Espanyol y las quejas de sus capitanes. Gaia tenía el chaleco de su uniforme puesto sobre uno de sus hombros y la camiseta del equipo que usaba no se trataba de la de esta temporada, sino de una pasada. Justamente era una alternativa, de color marrón con detalles rosados, podía reconocerla como la del 2018, y en el dorsal se veía con claridad el número tres —Perteneciente hasta hace un par de meses a Gerard, su hermano— y el apellido Piqué.

—Bueno, hay que darle que sabe tocar los huevos con creatividad, eh —rió Sergi, ganándose una mala mirada de Jordi—. La niña le da a la cabeza, con esa camiseta Geri le empató el partido al Espanyol y...

—Y mandó a callar al estadio —bufó Busi—. Todo el encuentro lo insultaron y viene él a meter el gol del empate en los diez minutos finales del partido, para luego mandar a callar a la afición en su celebración.

Pedri soltó una baja risa. Sí, eso sonaba mucho a algo que Geri haría, sin ninguna duda.

—Parece que se divierte —bromeó Balde.

No pudo hacer más que darle la razón. Gaia parecía ajena a la ola de silbidos e insultos dirigidos hacia ella, se pavoneaba con todo el encanto que la caracterizaba, usando unas gafas negras y sin dejar atrás la enorme sonrisa que mostraban sus labios. Emanaba un completo aire de superioridad, con un destello de arrogancia que solo hacía enfadar más a ese puñado de aficionados. Fue mucho peor cuando todos observaron como su novia les lanzaba un beso directamente, pero solo dos dedos tocaron sus labios y se separaron, mostrando aquel número significativo.

Golpe fuerte para los periquitos. El momento que atravesaba el equipo no era el mejor y tenían grandes probabilidades de irse a segunda esa temporada, Gaia definitivamente sabía lo que estaba haciendo y devolvió todos los insultos que le habían estado enviando con ese gesto, tan sencillo y elegante, que solo avivó el fuego de la rivalidad. Un suspiro de alivio se escapó de él cuando vio como Julián la tomaba del brazo y la apartaba de aquella parte de la grada, cumpliendo con la ardua y difícil tarea que le encomendó Xavi para ese partido: Hacer que la catalana no se metiera en problemas. Lo cual, se notaba que estaba siendo complicado.

No pudieron seguir viendo más allá de eso porque pronto llegaron a informarles que debían ir a cambiarse de ropa para comenzar los ejercicios de calentamiento. En el pasillo antes de llegar al vestuario visitante, Pedri pudo observar como Sarah caminaba en dirección contraria y, antes de poder darse cuenta, un empujón —Que sospechaba podía ser de Ferrán— a sus espaldas lo obligó a separarse del grupo y mirar más allá de ese lugar. El cabello rubio de Gaia fue reconocible para él y, mirando a ambos lados, se tomó un tiempo para poder acercarse.

—Ya sé porque Xavi quería darte el día libre —dijo, con tono bromista.

Gaia que ya se había cambiado la camiseta, pero igualmente seguía utilizando una con el dorsal de su hermano, y colocado el chaleco que le correspondía encima, lo miró y Pedri empezó a sentir una extraña inquietud dentro de él. Sus brillantes ojos azules, que siempre le recordaban al mar, ahora se veían apagados, lo cual le albergó una genuina preocupación dentro de sí. Quizás los insultos de la afición rival le habían llegado a afectar más de lo que mostraba, o tal vez fue el regaño de Sarah lo que cambió su humor.

—Todos creían que iba a quedarme callada con el montón de subnormales allá afuera —le respondió ella, recogiéndose el cabello con una liga. Pedri se acercó y colocó suavemente la mano en su hombro—. Desde que llegué han estado tirándome insultos de a gratis, lo de la camiseta solo fue para pincharlos un poquito y devolvérselas.

—A veces es mejor ignorarlos, cariño. Les va a joder más tu indiferencia que tus respuestas, podrás callarlos una vez que termine el partido.

—Más os vale ganar y lo digo en serio, Pedro González —bufó ella, señalándolo seriamente con el dedo—. No voy a soportar vivir en un mundo donde el Espanyol de Cornellá nos gane un partido, eh.

—Tranquila, ganaremos.

Fue una promesa. Su voz era decidida, llena de una determinación que rompía fronteras, la victoria de esa noche solo era para hacer más especial el momento de su sorpresa, llena de festejos y tener un ambiente de triunfo que los rodeara; pero ahora, con ese pedido de su novia, solo se sentía empujado a cumplir cada uno de sus caprichos, con la esperanza de verla feliz y con ese brillo tan característico de ella en sus ojos.

—¿Estás bien?

La pregunta salió repentinamente de sus labios, sin poder contener esa presión que estaba sintiendo. Gaia fijó sus ojos en él, mientras le daba una sonrisa triste, que solo hizo incrementar la fuerte opresión en su pecho. No era nada propio de ella, un aire decaído los rodeaba y solo le generaba angustia, haciendo crecer las malas sensaciones dentro de su cuerpo.

—Sí, yo... Solo es complicado, ¿sí? ¿Crees... crees que podamos tener un momento para hablar después del partido? Es importante.

Pedri sonrió, dejando de lado toda aquella extraña sensación que tenía.

—¡Claro! —exclamó—. Justo pensaba pedirte un momento también, yo necesito... bueno, necesitamos hablar de algo.

—Sé que no es el mejor momento y no quiero presionarte antes de que comience el juego; pero...

—Cariño, nada de eso —le tranquilizó, acercándose más a ella y posando la mano en su brazo, acariciándola con suavidad—. En realidad pienso que es el momento adecuado para hablar, creo que en realidad me he tardado mucho y solo quiero aclarar las cosas.

—¿En serio?

—Sí, lo digo en serio —sonrió, provocando que su semblante cambiara un poco y una sonrisa se asomara en su rostro—. Ahora, ¿por qué no me das un besito de la buena suerte? Ya sabes, solo para asegurar la victoria de hoy.

La vio morderse el labio.

—Estamos en público.

—¿Y?

Eso ya ni siquiera representaba algún problema para él, al menos no como fue al inicio de la relación. Sin esperar respuesta, vio como rodaba los ojos de forma divertida, se inclinó hacia ella y unió sus labios en un ansiado beso, que pudiera alejar todas esas malas sensaciones que lo habían estado llenando esos últimos días. Por unos instantes, tuvo la sensación de que lo consiguió, porque el roce de sus labios estaba mostrándole todos esos sentimientos que ambos tenían: el amor, el cariño y el deseo.

—Tío, tenemos que... ¡Joder, que asco!

Pedri soltó un bufido al escuchar la voz de Ferrán a sus espaldas, fingiendo una mueca de desagrado al verlos besándose.

—Ya sé por que Gavi siempre está quejándose de esto —dijo, mirándolos—. No es mi deseo interrumpir, pero tenemos un partido que jugar y Gaia tiene que trabajar.

—Sí, ya vamos —respondió ella por los dos.

Pedri pensó en decir algo, pero de repente el ambiente entre los tres se sintió pesado, con una tensión que fácilmente podía cortarse con tijeras. Ferrán apretó los labios, pasó su mirada desde él hasta Gaia y solo les dio un asentimiento de cabeza antes de darse la vuelta e irse por el mismo lugar de donde vino. El aire quedó impregnado de un silencio hostil, demasiado incómodo y que le colocaba los vellos de punta, no le gustaba estar sintiéndose así.

Miró a Gaia, le dio una sonrisa y nuevamente se acercó a ella para obtener un beso. Este fue mucho más rápido, sin la característica chispa que solían tener. Existía mucha diferencia entre la previa de ese partido a la que tuvieron en Sevilla en su habitación de hotel.

—Buena suerte hoy, Pepi —le dijo Gaia, mostrándole de nuevo aquella sonrisa triste—. Te quiero.

«Te quiero más», pensó, sin atreverse a decirlo en voz alta, intentando guardar la sorpresa que tenía para ella solo un tiempo más. Sabía que su novia merecía oír esas palabras, pero quería hacerlo en un momento realmente especial para ambos, anhelaba borrar aquel recuerdo de cuando se las dijo por primera vez, luego de una discusión y con la rubia aún con el rastro de lágrimas en su rostro.

Era por su culpa que ansiaba tanto hacer algo especial para ella, a lo grande y perfecto, como se lo merecía. No soltárselo estando ocultos en un frío y solitario pasillo, porque ya no era su intención seguir manteniendo aquella relación como una incógnita para todos. Gaia no debía ser más un secreto.

Así que, después de oír esas palabras, eliminó cualquier distancia entre ellos y la abrazó con fuerza, dejándole un corto beso en la cabeza y esperando con ansias el inicio del partido. Luego de eso, ambos se apresuraron en recorrer el pasillo e ir a hacer sus distintas obligaciones, él, por un lado, debía ir al vestuario con sus compañeros, mientras Gaia tomó el camino hacia el campo, para seguir su trabajo sin distracciones.

Xavi les dio la charla en el vestuario, hicieron los ejercicios de precalentamiento en el campo bajo los cánticos de los periquitos y, ya llegada la hora, se alineaban para el inicio del partido. Todo comenzó de buena manera, el equipo mantenía la posesión de la pelota y atacaba con ferocidad, buscando penetrar el área rival y su dominio dio frutos a los once minutos, cuando Lewandowski abrió el marcador con su gol. No dudaron en celebrar, iban uno cero arriba y eso significaba que debían seguir de esa manera para consolidarse como ganadores. Hubo distintas reacciones por parte del estadio, la mitad de los aficionados se quedaron en silencio, mientras que los demás, los más cercanos a ellos, estallaron en furia ante la momentánea derrota.

Y así como llegó el primero, a los veinte minutos del primer tiempo el arco se les volvió a abrir. Pedri puso un centro, que le cayó a Balde y con eso lograron marcar el segundo gol del encuentro. La ventaja ahora era más difícil para los de casa, que no detenían su intensidad a pesar de estar siendo superados con el dominio del balón, porque deseaban dar vuelta a su situación y tener solo una poca de esperanza para quedarse en primera. Lastimosamente para ellos, y para buena fortuna del conjunto culé, el tercer tanto apareció a los cuarenta minutos de partido, la goleada era inminente.

Cuando se anunció el descanso, la pequeña parte de la afición blaugrana gritaba y saltaba por la victoria parcial del equipo, relamiéndose en los festejos por haber conseguido la liga esa temporada. Pedri podía sentirse demasiado feliz, estaban ganando el derbi y el día iba tan bien como él lo había esperado, quizás aún no logró conseguir el tan ansiado gol que necesitaba; pero le alegraba poder ayudar a su equipo con una asistencia y pudiendo controlar el mediocampo para que se juegue a su ritmo.

Luego del descanso correspondiente, volvieron a salir al campo para continuar con la segunda parte del partido. Los cambios del equipo local se realizaron; pero eso no impidió que el cuarto gol de los culés llegara por parte de Koundé. El clima en el estadio estaba siendo tenso, con un toque de agresividad por la goleada que le estaban dando a los pericos, los aficionados ya perdían las esperanzas de poder revertir el marcador y sus emociones florecían de forma negativa. El canario sentía un ambiente hosco cuando le tocó salir de cambio al noventa, así que no pudo evitar echar un rápido vistazo a la zona de prensa donde se encontraba su novia, la cual estaba respondiendo con ánimos todos los insultos que la grada del Espanyol dirigía hacia el equipo, el club y, sobretodo, a ella.

A ocho minutos del final, el equipo rival pudo volver a descontar, la diferencia en el marcador se había reducido; pero eso no ponía en peligro su victoria. Los tres pitidos del colegiado anunciaron el final del partido, el Barcelona había logrado obtener los tres puntos y coronarse como el campeón de la Liga Española, la alegría y los festejos se hicieron presentes en el campo, Pedri junto a sus compañeros gritaban y saltaban de felicidad, molestándose los unos a los otros por el éxito obtenido. Hasta que toda la tensión explotó finalmente contra ellos, porque, de alguna manera, los fanáticos del Espanyol lograron saltarse la seguridad e ingresar al terreno de juego, yendo de manera directa hacia ellos.

El caos no tardó en presentarse, tuvieron que correr a resguardarse en el túnel de vestuario; pero ni siquiera eso había sido impedimento para la violencia de los aficionados. Pedri sentía la ansiedad llenando su cuerpo cuando perdió de vista a Gaia; pero pudo tranquilizarse al verla siendo cuidada por Ronald y Jordi, mientras los tres seguían encarándose contra los agresivos hinchas.

La situación tomó otro rumbo, cuando la seguridad fue reforzada y a ellos los obligaron a entrar al vestuario, el cual mostraba un ambiente de exorbitante felicidad y gozo, contrario a la agresividad mostrada fuera. Al ritmo de "Campeones, Campeones", Pedri festejaba junto a sus compañeros, sin poder quitar la enorme sonrisa de su rostro, los gritos no se detenían y mucho menos el ambiente festivo con el que celebraban ahí dentro, para él todo estaba saliendo bien y ese sentimiento extraño que le ponía los vellos de punta que había tenido al principio ya no formaba parte de si, quedando en el olvido absoluto y siendo reemplazado por la emoción y la ansiedad de la alegría.

Luego de tomarse la fotografía grupal, en el momento en que todos se cambiaban entre risas y sin dejar atrás la alegría del triunfo, Pedri encontró la cajita con el regalo de Gaia. Mentiría si dijese que se había olvidado de él, porque no lo hizo, jugó el partido con la cabeza puesta en el momento adecuado para dárselo y la ansiedad crecía dentro de su cuerpo al darse cuenta que estaba cada vez más cerca de ello. Logró ganar el partido, ahora solo quedaba hacer un par de cosas más antes de poder dárselo.

Sus ojos se fijaron en el míster, que charlaba sonriente junto a Óscar y algunos de los capitanes, metiendo la cajita en su bolsillo, tomó una profunda bocanada de aire y, con paso decidido, con toda la confianza que emanaba, se acercó hasta él. Pedri fue felicitado por sus compañeros, recibiendo palmadas en la espalda y bromas sobre haber ganado, aún así eso no lo desconcentró de su objetivo.

—Míster —le llamó, ganándose tambien la atención de Oscar, mientras los capitanes se alejaban de ellos para seguir con la celebración—, ¿cree que podamos hablar un momento?

Xavi era como un padre para Gaia, la conocía desde que era una simple niña y la había cuidado por años —Debía hacerlo, teniendo ella un hermano como Gerard—, no era nada ajeno al cariño que él le otorgaba y mucho menos a la sobreprotección en la que la envolvía. Óscar soltó una baja risa ante su pregunta, mientras el técnico catalán hacía una mueca.

—Pedri, mejor anda a...

—Es sobre Gaia y yo.

—Dios santo —soltó, casi sonando como una queja. Oscar esta vez rió con más fuerza, ante el genuino desenfado de su hermano—. Yo no sé que hice para merecer esto.

Pedri le dio una sutil sonrisa. Quizás eso no iba a salir tan mal.

El partido se jugaba con mucha intensidad dentro del campo, con la pelota pasando por los pies de los jugadores, aunque ninguno de los dos equipos quería conceder la posesión, era evidente notar quien estaba ganando esa batalla. El marcador, a cinco minutos del final, mostraba la superioridad del conjunto culé, que ya se relamía la victoria con ganas y podían asegurar que el título se quedaba en Barcelona durante esa temporada.

Mientras todo eso sucedía en el ámbito deportivo, Gaia estaba lidiando con su propio partido fuera del campo. Los insultos y las provocaciones seguían yendo y viniendo, los aficionados buscaban descargar la frustración que sentían con el pasar de los minutos por cada gol que lograba subir el marcador a favor del equipo visitante. La rubia no era de quedarse callada, menos oyendo los canticos de “Puto Barca, Puto Barca” y sin hablar de los que iban dirigidos a ella por su apellido.

El cuarto gol, de parte de Koundé, provocó una ola de celebraciones de su parte, festejando con gritos y dándole la oportunidad de rehacer aquel gesto con sus manos, indicando el número dos con sus dedos, hacia la grada más cercana que se caía de insultos e improperios, cargados de aquella rabia por estar perdiendo el derbi catalán, por goleada y encaminados hacia el inminente descenso.

Pensó que el show que había armado se terminaría justo con los tres pitazos del árbitro para dar por culminado el partido, así que viendo, con una sonrisa de orgullo, como los chicos celebraban, reían y soltaban alaridos de emoción por haber ganado, Gaia también se animaba a unirse a los festejos, grabando junto a Sarah cada momento que tenían sus jugadores. Hasta que el caos se desató, los aficionados del Espanyol, molestos por la derrota e insultados por la celebraciones del conjunto culé en su campo, saltaron al terreno de juego de forma agresiva, dirigiéndose hacia los futbolistas, con no muy buenas intenciones.

Gaia tuvo suerte, estaba bastante cerca del staff del Barcelona, así que no pudo evitar ver con un poco de diversión toda la situación. «Equipo pequeño, afición aún más pequeña», pensó burlonamente, viendo como todos corrían entre risas para resguardarse en el túnel de vestuario. Hasta que sintió un tirón en su brazo, de forma protectora, mientras le gritaban con preocupación, Ronald tenía el ceño fruncido y se encargaba de dirigir a todos hacia un lugar seguro. Adentro, la situación no era mejor; pero sí estaba más controlada por la seguridad que tomó su trabajo en serio.

—Joder, pero que desastre —rió Gaia, alejándose de todo el mal rollo y acercándose a Sarah—. Algunos no soportan perder. No sé porqué tanto enojo, si están acostumbrados a estar en segunda.

Sarah rodó los ojos, quitándole la cámara de las manos.

—A veces no entiendo como te soporto —se quejó su amiga, Gaia le sonrió—. Los capitanes tuvieron que soportar a tu hermano; pero nosotras estamos lidiando contigo.

—Oh, por favor, tu trabajo sería aburrido sin mi.

—En realidad, sería mucho más fácil y tranquilo —Sarah le dio una sonrisa burlona, Gaia rodó los ojos—. Pero, si te hace sentir mejor, sí es divertido trabajar contigo. Tener a mi propio Piqué de compañera es más entretenido, ya sabes, lo haces todo más llevadero.

—¡Ay, pero que mona! —chilló, dándole una abrazo—. ¿Ves como no costaba nada aceptarlo? Te juro que a partir de hoy te haré el trabajo más sencillo, lo juro.

—Lo dudo mucho, Gaia.

—Sí, yo también —soltó una risa. Sarah le dio un empujón divertido, mientras rodaba los ojos—. Iré a felicitar a los chicos y a grabar los festejos en el vestuario, ¿vale?

Sarah asintió y Gaia puso camino hacia el vestuario. Sin duda alguna, la alegría la embargaba debido a la victoria, a que el club pudiera alzarse con otro título más y uno tan importante como el de la liga; pero a pesar de todo su esfuerzo por mantenerse ocupada y distraída, su cabeza siempre volvía a pensar en sus problemas amorosos. A esas alturas, ya se encontraba tan cansada de todo que no quería seguir perdiendo las energías que le quedaban en seguir manteniendo un secreto, ella no era alguien a quien debían esconder.

Podía entender todos y cada unos de los puntos de Pedri; pero ella jamás exigió o le dio a entender que debían mostrar su relación ante las cámaras, la prensa o en programas de chismes. Para nada, tan solo quería vivir una bonita relación, sin estar ocultándose o fingiendo que eran amigos para disimular. ¿Acaso era mucho pedir que sus amigos y familiares lo supieran? ¿Acaso exigía mucho cuando le pedía poder hablarle con la verdad a las personas que quería?

Gaia estaba consciente de que en un principio había aceptado la relación de esa manera, pero con el paso del tiempo, a pesar de sus fuertes sentimientos por Pedri, eso ya no la llenaba, ya ni siquiera la hacía feliz. Por más que intentara mantener la sonrisa en su rostro, ese único pensamiento no abandonaba su cabeza y solo le provocaba ansiedad por lo que tenía que hacer.

El vestuario estaba lleno de una euforia descomunal, el festejo de los chicos no parecía tener fin alguno. Gaia grabó los momentos importantes, la felicidad que cada uno de los jugadores mostraba por la victoria y, cuando tuvo lo suficiente, guardó su cámara y empezó a pasar entre los brazos de sus amigos para felicitarlos. La rubia quizás podía tener la cabeza echa un lío, tratando de tratando de alargar aquel momento que le rompería el corazón; pero pretendía mostrar una buena cara, para no arruinarles la fiesta con problemas que no eran suyos.

Sintió como le sujetaban de los hombros y la sacudían ferozmente, un par de besos fueron dejados en sus mejillas y ni siquiera necesitó voltearse para darse cuenta de quienes habían sido. Ferrán y Eric desbordaban un aire de puro gozo, que no pudo evitar contagiarse de inmediato, e incluso quiso dejar sus problemas atrás, solo concentrarse en ese momento con su equipo. Sin poder evitarlo, sus ojos se pasearon por el vestuario, buscando solo a una persona en específico.

Pedri entraba de nuevo al lugar junto a Xavi y Oscar, la sonrisa en su rostro se hizo más grande al verlo y, a pesar de toda la incomodidad que habían mantenido en esos últimos días o las miles de dudas que llenaban su cabeza, se acercó a él con toda su buena energía para abrazarlo. Trató de hacer caso omiso a la falta de respuesta de su parte, pensando que tan solo lo había tomado por sorpresa, intentando ocultar el dolor de su nuevo rechazo.

Se separó un poco, mostrándole una sonrisa que, a pesar de que él se la correspondió, no le mostró lo que ella quería ver. Pedri parecía nervioso, por alguna extraña razón, manteniendo las manos en el bolsillo de su pantalón y sin querer mirarla a la cara. Gaia apretó los labios, sintiendo como su corazón se estrujaba un poco más, seguían manteniendo la apariencia frente a todos, ni siquiera en un momento como ese él podía dejar atrás aquello que le molestaba.

No dijo nada, se tragó sus palabras, porque, después de todo, Pedri tenía todo el derecho de tener una relación bajo sus términos. Lo malo, es que eso ya no estaba en sus planes, Gaia se encontraba totalmente segura de ello. Para ese punto, después de tres meses, la felicidad de estar juntos se había convertido en un peso que ya no estaba dispuesta a soportar más tiempo.

—Felicidades por ganar —le dijo, forzando una sonrisa—. Estoy orgullosa de ti, jugaste... jugaste muy bien, esa asistencia y... bueno, felicidades.

Su voz se cortaba con cada palabra que soltaba, sintiendo la euforia desvanecerse en su cuerpo y dar paso a la tristeza. Después de todo, la decisión ya estaba tomada.

—Gracias —sonrió, parecía totalmente ajeno a su situación. Gaia deseaba que siguiera así, no quería que el triunfo quedara opacado bajo sus problemas en la relación—. Es... increíble, te lo juro. A pesar de todo, yo... —Miró hacia los lados, cayendo de nuevo en cuenta del lugar donde estaban—. ¿Podemos salir fuera? Acá hay muchas personas...

Y ahí estaba, de nuevo, el secreto que debían esconder de absolutamente todo el mundo. Ella ya no quería ser alguien que ocultar, no deseaba vivir con el peso del secreto y fingir amistad con una persona que era demasiado importante en su vida. Sus sentimientos habían quedado relegados todo ese tiempo solo para complacer su deseo de mantener en confidencia aquella relación, donde solo él podía parecer decidir quienes lo sabían y quienes no.

«Yo no estoy enamorado de Gaia», aquellas palabras retumbaron en su cabeza. Lo había escuchado con claridad aquella noche, resguardándose el dolor que le provocó y diciéndose a si misma que quizás tenía razón, que era muy pronto para hablar de aquel sentimiento; pero guardando la esperanza de que en algún momento le correspondiera. Quizás solo había sido una tonta enamoradiza, demasiado cursi como para ver la realidad frente a sus ojos. ¿Dónde quedó la Gaia que no se mantenía callada, que tenía la suficiente dignidad y ego como para estar en una situación así por alguien?

Los desplantes en el antro, la entrevista donde negaba su relación, el tener que actuar como amigos, las mentiras que le decía a las personas que quería, los momentos románticos que no pudieron tener porque se ocultaban, los “te quiero” no correspondidos y, sobretodo, el estúpido secreto que provocaba todo lo anterior.

—No —bramó, de forma tajante—. Tienes que celebrar con el equipo, ya hablaremos más tarde. Es tu momento, disfrútalo, Pedro.

Lo vio fruncir el ceño y quizás fue obra de sus sentimientos, pero creyó ver un leve destello de desilusión en sus ojos marrones. Le dio una sonrisa triste, mirándolo aún con las manos metidas en el bolsillo y con ese leve aspecto tenso, casi quiso reír por ello. Sabía que le ponía nervioso estar tan juntos en publico, pudiendo confundir a los demás de algo que claramente sí eran; pero que fingían no ser, no obstante, no creía que fuese tanto como para estar nervioso de aquella manera.

Soltando un suspiro profundo, se acercó a él, pudiendo sentir la calidez de su piel y el latido acelerado de su corazón. Sin decir ni una palabra más, le dio un suave beso en la mejilla, un gesto lleno de cariño que, quizás para él, era un acto normal de su relación; pero, para ella, estaba representando una despedida silenciosa. Pedri la miró, con esos ojos marrones que tanto le gustaban brillando en la más pura confusión, sin embargo, no existía nada que hacer, Gaia ya había tomado su decisión.

—Soy demasiado increíble como para seguir siendo tu secreto, afecte meu.

Esas palabras salieron en un suave susurro, casi como la última suplica que soltaba; pero estaba segura que él no había logrado oírla. La música llenó el vestuario, mientras los gritos de los chicos se unían para hacer el mayor escándalo durante su celebración. La rubia sabía que Pedri debía estar feliz, concentrado solamente en el festejo junto a sus compañeros, no lidiando con los problemas de la relación que llevaban. Se sentía de lo más lamentable por estar acaparando un momento que debía ser únicamente de gozo para su canario.

Con su corazón lleno de tristeza, Gaia se dio la vuelta y se alejó, dejando atrás a la celebración que mantenían sus amigos, los cuales eran ajenos a cualquier cosa que no fueran las risas y al festejo por la victoria, Pedri fue sujetado por Ferrán y Eric, siendo arrastrado por ellos para seguir disfrutando la pequeña fiesta que mantenía el equipo. Cada paso que daba fuera del vestuario se sentía pesado; pero, por alguna razón, dentro de si sabía que estaba haciendo lo correcto, al menos para ella. Justo como Adhara le dijo: Debía ver por su propia felicidad.

El pasillo vacío al que llegó solo era una cruel burla para sus sentimientos, pasó una mano por su rostro, tratando de despejar sus pensamientos; pero no logró funcionar, porque las lágrimas que había estado conteniendo, pudieron salir. Se sentó en el suelo, dando la imagen más lamentable de su vida.

—Se supone que hoy debemos estar felices. ¿Por qué lloras, Gallita?

Gaia maldijo al escuchar la voz de Julián Araújo, había estado todo el partido siguiéndola por órdenes de Xavi para que evitara meterse en problemas; pero ahora solo quería un momento de paz. Lo cual no obtendría, porque sintió como el mexicano se sentaba a su lado.

—Solo me descargo —dijo, encogiéndose de hombros—. No quiero arruinarle el animo a nadie allá dentro. ¿Y tú qué haces aquí? Deberías estar celebrando el título con los demás.

—Es raro hacerlo cuando no formo parte del equipo.

Gaia rodó los ojos.

—¿Otra vez con eso? —se quejó—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que todos están felices contigo, que les caes bien y que te consideran parte del equipo? Quizás no has jugado, por cosas directas del club, pero eres un jugador más y estamos contentos de tenerte aquí.

El mexicano soltó un suspiro y, casi de manera inconsciente, Gaia se pegó a él, dejando caer la cabeza en su hombro, bajando la guardia y solo llenándose del silencio que los envolvía en ese frío pasillo.

—Juli, ¿tienes algún consejo para un corazón roto?

—¿Has escuchado la frase “Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde”? —Gaia asintió—. Personalmente creo que cualquiera que te haya roto el corazón va a vivir esa frase en carne propia de la manera más dolorosa. Solo... desahógate, nada duele para siempre.

Y Gaia simplemente hizo caso a esas palabras, dejando escapar sus lagrimas y sintiendo todo el dolor cayendo sobre ella con un enorme peso.

Ferrán decía que el amor no debía doler de esa manera, ¿entonces por qué ella estaba sufriendo así?

Adhara decía que amar también era dejar ir y quizás tenía razón, porque quizás así, liberado de ella, Pedri podría buscar una relación mejor, que esté dispuesta a aceptar sus términos y llevarla como él quería. Mientras ella... Bueno, se concentraría en apaciguar el dolor del corazón roto y deshacerse de esos sentimientos que albergaba por el Canario. Tal vez... simplemente era lo mejor para los dos, ¿no?





¡Buenas, buenas!
Ay, lamento haber traído un capítulo tan corto 🥲

Bien, ya me he puesto al día con Marce, así que veremos cuándo podremos volver con las actualizaciones normales. Les recuerdo que ella está muy ocupada en este momento, así que cualquier cosa estaremos avisando por aquí, por Instagram o por el grupo de WhatsApp.

Igualmente, Marce ya había informado que posiblemente hasta el 9 de diciembre no habría actualizaciones nuevas. Espero que sepan entender.

De acuerdo, joder, como ha terminado el capitulo de hoy, ¿no?

Gaia ya ha llegado a su límite, Pedri piensa que todo está bien aunque tiene un mal presentimiento y falta mucho por delante para esos dos.

• ¿Les gustó el capítulo?

• ¿Alguna parte destacable?

• ¿Sensaciones para el próximo capítulo?

• ¿Alguna teoría?

Les recuerdo que llegar a las metas, en ambos capitulo, es muy importante para que podamos actualizar. Lo digo en serio, ya se ha llegado varias veces a ella y no queremos tener lectores fantasmas que solo exigen y no nos retribuyen el esfuerzo que hacemos para escribir.

Igual, muchas gracias a todos aquellxs que sí votan y sí comentan, además de interactuar cada vez que nosotras en instagram, son un amor ❤️

Gracias por leer <3

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